El Ministro Jorge Humberto Botero, en uno de los debates sobre el Tratado de Libre Comercio de Colombia con Estados Unidos en el Congreso, afirmó que ‘la apertura’ que se daría gracias al TLC sería diferente a la de los años noventa porque ésta, según él, fue ‘unilateral, inmediata y con revaluación.’ Aunque de por […]
El Ministro Jorge Humberto Botero, en uno de los debates sobre el Tratado de Libre Comercio de Colombia con Estados Unidos en el Congreso, afirmó que ‘la apertura’ que se daría gracias al TLC sería diferente a la de los años noventa porque ésta, según él, fue ‘unilateral, inmediata y con revaluación.’ Aunque de por sí es bastante unilateral que Estados Unidos merced a las llamadas ayudas internas se disponga a enviar productos agrícolas a precios por debajo de costo de producción mientras Colombia sin reparar en esto elimina sus mecanismos de protección a la producción rural, la mayor falacia de Botero tiene que ver con la llamada revaluación.
En enero de 2004 un dólar valía $2.768 y para diciembre 20 el valor era de $2.329. Eso significa una disminución del 16 % en ese lapso de la cantidad de pesos que tienen que darse por cada divisa. Si a este porcentaje se le deduce el 5.5% de la inflación ocurrida, se tendría un mayor valor neto del 10% para el peso colombiano en relación con el dólar norteamericano. Quiere decir, por ejemplo, que los pesos recibidos por las exportaciones colombianas por cada dólar vendido en el exterior fueron en diciembre un 10 % menos que los de enero y, así mismo, que el costo de los productos importados se redujo en el transcurso del año en igual porcentaje. El hecho pudo tener efectos catastróficos para el país si no hubiera ocurrido en 2004 tanto el alza de los precios del petróleo como la reactivación de las exportaciones a Venezuela.
¿Cuál es la causa de la anomalía? Por un lado, Estados Unidos ha intentado subsanar su déficit comercial, que superó los 500 mil millones de dólares anuales, ‘inundando el mundo con su moneda’. Así pretende abaratar sus productos y encarecer los de la competencia. Pero eso tiene un costo: la liquidez ha llevado la tasa de interés de la economía norteamericana a muy bajos niveles, lo cual impele a los especuladores financieros a buscar la inversión de su dinero en otras opciones con mejores retornos a nivel global. Se sabe, verbigracia, que casi el 35% de las transacciones del petróleo en el mundo se convierten ahora en euros o que, cuando un país como Colombia cuya deuda pública suma una cifra superior al 50% del PIB y esta entrampado en el círculo vicioso de ‘pagar para endeudarse y endeudarse para pagar’, los préstamos que ha de contratar para financiarse resultan muy atractivos a los prestamistas. La colocación de títulos del tesoro, TES, en pesos con rentabilidades netas superiores al 7%, se convierte en ‘una aspiradora’ de dólares que se truecan en pesos buscando satisfacer la voracidad de los rentistas. Esa es la razón principal de la demanda de nuestra moneda por quienes tienen posiciones en dólares, supera con creces la monetización de las remesas de los trabajadores emigrantes y la de los capitales encubiertos venidos de actividades ilícitas.
El Gobierno de Uribe, que tanto se queja de la revaluación, es por sus acosos fiscales el principal responsable de la misma y no solamente por ello sino principalmente por mantener un modelo económico de libre comercio que fomenta el intercambio desigual y dañino de nuestros productos con los foráneos y, a la vez, mantiene permanentemente abiertas las puertas al capital que aprovecha nuestras necesidades para hacer ferias y fiestas. Ahí también está buena parte de la explicación de la bonanza coyuntural de la Bolsa de Valores, la típica burbuja especulativa que temprano o tarde se desinflará causando estragos y víctimas.
¿Cómo podrá cumplir su palabra el Ministro Botero, en el marco del TLC, cuando en él se incrementarán las desigualdades mercantiles pero además cuando en el capítulo de Inversiones del acuerdo se incluirán con privilegios extraordinarios tanto la inversión extranjera directa como las especulativas operaciones de valores futuros, los contratos de riesgo compartido, los capitales ‘golondrina’ y los bonos y títulos de deuda, entre otras maniobras? El asunto podrá ser peor que en los noventa porque ante una valoración excesiva de la tasa de cambio, y cuando el Banco de la República no pueda ya adquirir más divisas, se estará de facto, como Argentina, en una ‘dolarización’ de la economía, y si, para corregirla, se llega a una crisis de fuerte devaluación, como en Ecuador, paradójicamente se concluye que hay que tener el dólar como moneda, perdiendo la autonomía monetaria y cambiaria. ¿Dónde se meterá entonces el Ministro Botero? No bastará con remedios inicuos como las coberturas a las multinacionales exportadoras de banano y flores, todo podría estar perdido, en especial la capacidad nacional de competencia de Colombia.