Colombia es testigo de una maniobra macabra del capital y del gobierno, tal como despreocupado va un animal al matadero, es la monopolización de los principales sectores de la economía. Como lo señaló Álvaro Montenegro, se esta desatando en el país un juego de Monopolio, al estilo del juego que apareció en 1935, donde cada […]
Colombia es testigo de una maniobra macabra del capital y del gobierno, tal como despreocupado va un animal al matadero, es la monopolización de los principales sectores de la economía. Como lo señaló Álvaro Montenegro, se esta desatando en el país un juego de Monopolio, al estilo del juego que apareció en 1935, donde cada jugador intenta dejar a los otros sin nada, para después venderle al precio que quiera, ese es fin del capitalismo salvaje.
El monopolio elimina la competencia, la que sirve de balanza. Sin ella unos pocos imponen las reglas del mercado. Los ejemplos abundan con apoyo de éste y el anterior gobierno (Uribe II y I), destacándose en la tarea Uribe II, acosado por el manto paramilitar que cobija a sus amigos, sin que el pueblo despierte del letargo en que se encuentra hace cinco años. Cuanto más empresas se desempeñen en una franja de la economía, mayor es la competencia y mayores las ventajas para los consumidores, ya que todas para alcanzar mayores ganancias y mayor clientela ofrecen mejores precios y calidad. Cuando hay pocas empresas en una franja, menores son las ofertas y peores las condiciones para quienes tienen que acudir a su servicio.
El sector bancario es el ejemplo. Los bancos grandes devorando a los pequeños y comprando los del Estado. Dándose una paradoja: el único negocio rentable es el peor para el gobierno, por eso salió de los bancos entregando el cremoso ponque al sector privado. Así feriará el 20% de Ecopetrol, cuando ha obtenido los mejores resultados de su historia, recursos con los que se financia el presupuesto nacional. Después, esos recursos irán a los bolsillos de los «pobres» socios minoritarios. Si las ganancias de la petrolera superaron los 7 billones de pesos, muy pronto 1.4 billones irán a parar a los privados, mientras ese dinero dejará las arcas públicas. Con razón los amigos de Uribe critican al presidente venezolano, porque él en lugar de privatizar los negocios del petróleo los nacionalizó, llenando sus manos de petrodólares, los que nunca veremos nosotros.
Al BBVA le vendieron Granahorrar; al Banco de Bogotá el Megabanco, con la venta el gobierno se pagó una deuda de Coopdesarrollo, en lugar de conservar el banco que presta servicios a los humildes y Davivienda compró Bancafé, así la oferta se redujo. Otro negocio rentable es la coca, pero no a todos sus negociantes les va igual. A los paramilitares nada les pasa por enviar toneladas de coca, mientras una «mula» por un kilo puede pagar 20 años de cárcel. A Mancuso y Don Berna les suspendieron la extradición, 516 nacionales la padecen en Estados Unidos.
Ahora llega el monopolio a la salud; el Instituto de Seguros Sociales entregará su 51% a los privados. Así quedará privatizada, haciendo más fácil la tarea a Saludcoop de apoderarse del sector, protegida sin interés por Uribe II. Esa cooperativa lo apoyó en la campaña Uribe I y su referendo. Posesionado Uribe I se revocaron sendas sanciones contra la EPS tanto de la DIAN como la SuperSalud. En el período presidencial ella se apoderó de Cafesalud y Cruz Blanca. En Uribe II logra tener a sus trabajadores a través de las Cooperativas de Trabajo Asociado que evaden las obligaciones laborales, como hacen los grandes supermercados que ponen a pedir limosna a sus empacadores en los pomposos almacenes, otro monopolio.
Ya «don» Julio Mario (sí, el vendedor de Bavaria que no pagó un peso de impuestos por la venta, los que superan los 30.000 millones) lanzó la propuesta Uribe III, y Ciro Ramírez pretende reformar un «articulito» de nuestra maltrecha constitución. El anunció lo hizo cuando «donó» 24.000 millones de pesos, a la Universidad de los Andes. Ahí toca decir lo que dijo Facundo Cabral cuando fue a una reunión donde un Conde entregaba una donación a una beneficencia: «¿lo dona o lo devuelve?». Sólo que aquí Santodomingo lo hizo a la persona equivocada, no pagó al Estado, y lo devolvió a los Andes, donde estudian los pobres, claro.
Como vamos con la concesión del aeropuerto El Dorado, el «arreglo» de Comsa, la venta de Telecom, el cierre de Adpostal, Inravisión y el ISS, aunado a la parapolítica y la farsa de la verdad, justicia y reparación de Mancuso, protegido por el Fiscal, que cada día deja ver más el cobre, sin que renuncie. Uribe II arrendará por piezas la Casa de Nariño y eliminará el nombre de República de Colombia para adoptar el de Colombia S.A., cumpliendo lo prometido, un país de propietarios, el problema fue que no dijo cuantos iban a ser esos propietarios, parece que son bien pocos.