Desde los tiempos de la administración Carter, la política monetaria ha sido la principal herramienta de los presidentes para frenar la inflación, que ha ido en aumento: El índice de precios al consumo aumentó un 6,8% hasta noviembre, el ritmo más rápido desde 1982. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ha girado hacia una política monetaria más restrictiva, anunciando planes para reducir las compras de bonos del banco central y subir los tipos de interés el próximo año.
Sin embargo, la inflación no sube y baja solo por la política monetaria. Es en gran medida el resultado de las decisiones que toman las empresas. Y la historia demuestra que los presidentes tienen el poder de frenar la inflación enfrentándose al poder empresarial, si así lo deciden.
Aunque Franklin Roosevelt es más conocido por la expansión de la red de seguridad social del New Deal, también protegió a los estadounidenses contra la inflación en tiempos de guerra. Durante la Segunda Guerra Mundial, su Oficina de Administración de Precios impuso topes de precios a tres millones de empresas y a más de ocho millones de productos. La oficina también puso topes a los alquileres de 14 millones de viviendas ocupadas por 45 millones de residentes y emitió sellos de racionamiento para productos como la carne con el fin de gestionar el suministro. Según las encuestas de Gallup, más de tres cuartas partes del público estaban a favor de ampliar los controles después de la guerra.