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¿Cómo categorizar la geopolítica hoy? Trabajo productivo vs. trabajo improductivo

Fuentes: Socialismo 21

Introducción El concepto de trabajo productivo/improductivo es relevante para mejor entender la economía capitalista de hoy, al acentuarse la contradicción existente entre la producción y la apropiación de valor excedente por el capital financiero, que conforme se expande presiona de manera exacerbada sobre la apropiación y redistribución del excedente. Lo anterior pone en creciente conflicto […]

Introducción

El concepto de trabajo productivo/improductivo es relevante para mejor entender la economía capitalista de hoy, al acentuarse la contradicción existente entre la producción y la apropiación de valor excedente por el capital financiero, que conforme se expande presiona de manera exacerbada sobre la apropiación y redistribución del excedente. Lo anterior pone en creciente conflicto diferentes fracciones de capital que define el cuadro geopolítico de hoy.

La subsunción real del trabajo por el capital exige, no sólo la subordinación del trabajo asalariado al capital dentro de la empresa, sino hoy en día en la actual fase de la globalización también de los trabajos y actividades efectuados en la totalidad de los espacios sociales.

Podría afirmarse incluso que la subsunción real implica la subordinación de la tecnología, la cultura, la subjetividad, la política y las relaciones sociales en su conjunto, al ciclo del capital. La subsunción del trabajo por el capital no es condición suficiente para la generación de plusvalía. Si este capital no invierte en la economía real, es decir en trabajo productivo, este trabajo improductivo que emplea podrá generar ganancia pero no plusvalía.

Con la financiarización de la economía, la subsunción real del trabajo al capital se ha dado cada vez más en el ámbito improductivo. En apariencia y medido por las ganancias el capital financiero pareciera incluso más productivo que el capital industrial. Lo anterior no solo compromete el ciclo reproductivo del capital a nivel global sino provoca fuertes confrontaciones entre fracciones de capital, fenómeno a la vista hoy.

Con la globalización neoliberal ha dominado la política económica que promueve la liberalización de los mercados en general y de los financieros en especial. El poder de los Estado-nación para definir con independencia su política económica dentro de un marco nacional, se ha visto reducido de forma drástica, primero en los países periféricos en general y luego en la Unión Europea y en el área del NAFTA en particular.

Es el paso del Estado-nacional al Estado-Regional-Continental. Es más todavía, durante la última década del siglo pasado, a partir de megafusiones y grandes adquisiciones, las transnacionales y los principales bancos financieros se transforman en «Estados privados sin fronteras ni ciudadanos». Forman juntos y entrelazados un capital financiero globalizado que no da cuenta de nada a nadie más allá de sus mayores accionistas.

Se trata de la formación de un capital financiero globalizado más allá del Estado-Región-Continente que guerrea por más áreas de influencia para instaurar un orden global bajo su hegemonía y procura subordinar incluso al Estado-Continente para dar paso a un nuevo Estado global total. Esta puja se está dando dentro de los propios EUA. Este Estado global sin fronteras ni ciudadanos consiste en las llamadas redes financieras globales, con su red de empresas transnacionales (ETN´s) y cities financieras con su centro en Wall Street y la City de Londres.

El Continentalismo financiero de país central está basado en su complejo industrial y militar, enfrentado históricamente al Continentalismo soviético. Hoy encuentra mayores límites geográficos de inversión productiva aunque haya expandido su territorio geográfico con NAFTA y otro tanto sucede con la Unión Europea. Ambos proyectos de Estado-Región-Continente están a la defensiva para no ser subordinado a la tendencia globalista.

Ambas fuerzas en pugna buscan estar por encima de los pueblos y de las naciones creando un mundo unipolar. La fuerza que constituye el mayor peligro para el retorno del nazismo (contrario a lo que divulgan hoy los grandes medios bajo su control) es el capital financiero globalista. Al tratar de estar por encima de todas las naciones incluyendo a EUA y sin respetar fronteras ni ciudadanos, es un sistema potencialmente totalitario, aunque hoy acusen a Trump de personalizar precisamente esta amenaza.

Hoy se escribe y habla más del Estado profundo, pero es preciso saber que ese Estado está cada vez más dividido ya que una fracción del capital financiero de EUA está en conflicto con la otra. Es cada vez más un secreto público que las Torres Gemelas eran el centro de operaciones del capital financiero globalista. Es preciso saber que un magnate en bienes raíces, firmó el 24 de julio de 2001 un contrato de arrendamiento-compra del World Trade Center (WTC). El contrato se hizo seis semanas antes del ‘ataque terrorista’ del 11 de setiembre. El banco J. P. Morgan Chase y las Autoridades del Puerto de Nueva York, ambos controlados por la familia Rockefeller (defensores Estado-Regional-Continental) negociaron el trato. Luego aseguraron fuertemente el complejo del WTC contra ataques terroristas.

Las pérdidas a consecuencia de la caída de las Torres Gemelas superarían eventualmente las posibilidades de las empresas aseguradoras y de manera indirecta de Lloyd’s como empresa reaseguradora de última instancia. Es preciso saber que Lloyd’s es una de las empresas claves pertenecientes la dinastía Rothschild que encabeza a la fracción dominante del capital financiero anglo-estadounidense globalizado con sede en Wall Street y el centro financiero (City) de Londres.

Esta fracción, que reúne las principales bancas de inversión del mundo con transnacionales como Cargill-Monsanto, Shell, etc., se hallaba ya en franca disputa con la fracción financiera estadounidense que maneja sobre todo a la banca comercial de los EUA, fracción que aspira conservar la hegemonía de este país en el mundo y para ello se sustenta fuertemente en el complejo industrial y militar de los EE.UU.

La lucha entre las dos fracciones del capital improductivo (como veremos) saltó a la vista con ocasión del traspaso de la presidencia de la Reserva Federal, en febrero de 2006. En esa fecha Ben Bernanke asumió la presidencia. Con ello cambió la correlación de fuerzas entre las dos fracciones de capital a favor del núcleo del poder financiero continental.

La política de alzas repetidas en las tasas de interés golpeó de manera directa al sistema financiero. Lehman Brothers una de las mayores bancas financieras de inversión y parte de la red del Citigroup, (principal grupo del capital financiero anglo-estadounidense globalizado) no fue rescatada por el Estado sino, se ‘cayó’ el 15 de setiembre de 2008 al dejarlo caer para que así arrastrará a toda la banca de inversión.

La caída del Lehman Brothers guarda, entonces, relación directa con la intencionalidad de desarticular la red financiera global. Meses antes ya habían caído el Bear Stearns (un banco de inversión global’) y el Merryll Linch (otro banco de inversiones), que fueron adquiridos de inmediato a precios de ganga (10% de su valor) con el apoyo financiero de la Reserva Federal por el J.P. Morgan y el Bank of América respectivamente, ambos parte del grupo opositor y conservador.

En la actualidad, los países emergentes se articulan como el territorio por excelencia de la subsunción real al capital productivo globalizado. Este proceso no fue llevado a cabo por el capital financiero-regional-continental, sino por el capital financiero globalizado. Significó la fragmentación del proceso productivo, haciendo que muchos oficios desaparezcan o se mecanicen aún más y que emerjan empresas pequeñas que producen segmentos particulares del producto final determinado.

El proceso es una cadena de subcontrataciones, donde en la cola proliferen los trabajadores autónomos, que lejos de tener un mayor control sobre el proceso productivo se encargan de segmentos particulares del producto final con tiempos de trabajo que, aunque más flexibilizado, no manejan ellos mismos sino se subordinan cada vez más directamente al capital (Vea, Azpillaga; de Miguel; Zallo; Las industrias culturales en la economía informacional; http://www.ehu.eus; 1999).

Sin embargo, a partir de la crisis financiero de 2008, el capital financiero globalizado se vuelve cada vez más improductivo, especulativo y parasitario. En 2014 el conjunto de países BRICS-ampliado-Multipolar que forman parte del G20, presentan, un esquema alternativo productivo a los dos esquemas transnacionales financieros unipolares que se han vuelto cada vez más improductivos como veremos.

Este proyecto alternativo pasa a denominarse nueva arquitectura financiera-productiva BRICS-Multipolar, compuesto por un Banco de fomento y desarrollo, un Fondo de reservas monetarias de los Estados miembros y un sistema de compensación de intercambios (CIPS) para comerciar en monedas propias. Este proyecto se concibe a partir de Bloques regionales continentales soberanos sin pérdida de soberanía nacional. Los países se encuentran en varios esquemas de uniones aduaneras o áreas de libre comercio. Conforman en conjunto un globalismo multipolar productivo en su desarrollo. Podemos mencionar: China-OCS, Rusia-Unión Aduanera Euroasiática, Brasil-Unasur- Celac, India-, Sudáfrica-, Iran-Egipto-Siria.

Las contradicciones entre fuerzas de capital productivo e improductivo van al extremo con el nacionalismo industrialista de Trump cuya política choca frontalmente con el capital financiera global pero también tiene contradicciones con la oligarquía financiera continentalista. Es nuestra tesis que el nacionalismo industrialista antioligárquico tiene más probabilidades de ser contenido o subsumido por el universalismo multipolar industrialista de los BRICS-Ampliado que por el capital financiero globalizado. He aquí el punto de partida de nuestro análisis.

 Conceptualización de trabajo productivo e improductivo

Una conclusión a sacar del ´Capítulo VI-inédito´ de Marx, es que la categoría de trabajo productivo-improductivo se confunde con la de trabajo subsumido directamente al capital, ya sea a través de la subsunción formal o real. Marx trata de la categoría trabajo productivo en varios lugares de su obra. Lo hace en diversos pasajes de los «Grundrisse» (cuadernos manuscritos de 1857-1858) y un estudio más amplio sobre el tema aparece publicado como anexo en las Teorías de la plusvalía (Libro primero), bajo el título «Productividad del capital-Trabajo productivo e improductivo». También lo elabora, aunque no sea de manera expresa, a través de su obra maestra El Capital.

Una pregunta que se puede hacer incluso a partir del Capítulo VI-inédito es: ¿por qué la necesidad de dos expresiones diferentes para el mismo tema: trabajo productivo para el capital y trabajo productivo en general cuando parece importar es si es o no trabajo subsumido directamente al capital?

Para definir trabajo productivo visto por el contenido se hace abstracción de la relación social vigente, sea esta capitalista o no. Es preciso, entonces, abordar los conceptos de trabajo productivo e improductivo desde dos ángulos posibles: por la forma o relación social existente y por su contenido. Trabajo productivo en general, o trabajo abstracto, es aquel trabajo que crea riqueza material o espiritual, es decir, valores de uso materiales o inmateriales, con abstracción de las relaciones sociales.

Sin embargo, toda producción humana se enmarca a la vez dentro de relaciones sociales (la forma) y estas hoy por hoy son más que nunca capitalistas. Para mejor entender los conceptos de trabajo productivo e improductivo es importante vincular los conceptos con la teoría de la reproducción y la lógica reproductiva del capital a nivel de la totalidad.

Las relaciones capitalistas suponen ante todo relaciones mercantiles para su funcionamiento aunque no son idénticas a las últimas. Con ello varía también el significado del trabajo productivo visto por la forma. Desde el punto de vista de una economía mercantil, el trabajo productivo es aquel que crea valores de cambio, o sea, aquellos valores de uso que en el mercado encuentran su equivalente, es decir, su valor de cambio. Aquí se excluyen entonces aquellos valores de uso que no se transformen en mercancías como suelen ser los productos y servicios resultado de trabajo doméstico o voluntario. Dentro del marco de las relaciones capitalistas, el trabajo productivo se estrecha aún más todavía al reducirse exclusivamente al trabajo que genera plusvalía.

En ese contexto, el quehacer de los funcionarios del Estado es considerado improductivo ya que si bien sus ingresos entran en la contabilidad de una economía monetaria, su trabajo no se encuentra subsumido directamente al capital.

Tenemos la situación aparentemente absurda que un mismo trabajo productivo por su contenido puede ser productivo o improductivo por su forma, según la relación social vigente, y vice versa. Una persona que trabaja como asalariado en una fábrica para hacer un producto (comida, bebida, zapatos, vestidos, etc.) es productiva desde todos los ángulos, pero si lo hace para venderlo por su cuenta ya no lo es para el capital y si solo lo hace para el consumo familiar, esta persona deja de ser productiva también desde el punto de vista del mercado.

Su trabajo solo es productivo desde la óptica del contenido, pero no se registra, ni se toma en cuenta en una economía de mercado. Así el trabajo doméstico y todo trabajo voluntario, al no ser contabilizados, no se observa que aumentan la productividad general del trabajo, desde la óptica del contenido.

Desde la óptica de las economías monetizadas, o sea, visto por la relación social dominante, sin embargo, dichos trabajos no forman parte de la riqueza de las naciones, a pesar de medio siglo de críticas a las cuentas nacionales por las organizaciones en torno al tema de género.

Como las relaciones sociales se nos aparecen como relaciones naturales, el concepto de trabajo productivo visto por la forma dominante se nos aparece como concepto absoluto. Esto significa que aparece como forma y contenido a la vez. Así tenemos que el trabajo improductivo por su contenido pero productivo por la forma, se nos aparece como productivo en términos absolutos, es decir por forma y contenido. Así se habla de subsunción real al capital de toda forma de trabajo, sea este productivo o no por su contenido. Esto nos lleva a la identificación necesaria del trabajo que solemos clasificar como improductivo desde el punto de vista del contenido. Es un tema generalmente mal comprendido pero muy importante por las implicaciones geopolíticas de hoy.

La comercialización es una actividad improductiva al referirse a la transferencia estrictamente formal de (títulos de) propiedad. Esta transferencia formal por más útil que sea, es improductivo, ya que por sí sola no genera valor de uso alguno. Los trabajos relacionados al transporte o bodegaje son trabajos que se realizan, muy a menudo por el mismo capital comercial, pero no forman parte del traspaso formal de mercancías. Estas actividades existen independientemente de la relación social y, por tanto, se refieren al contenido de la producción. Son productivos por su contenido, aunque a menudo son realizados por el mismo capital comercial.

El acto de compra y venta de un inmueble y el trabajo notarial que implica no incrementan la riqueza ni en un átomo, por más veces que se venda y vuelve a transferirse. Esta transacción podrá generar ganancias jugosas para el intermediario y el notario, a nivel social global, no hubo incremento de la riqueza social, sino una simple transferencia formal de la riqueza ya existente.

Para el capital individual podrá ser más ´productivo´ obtener sus ganancias en el comercio que en la esfera productiva. A nivel social global, sin embargo, no es trabajo productivo al no generar riqueza. Solo a partir de la lógica reproductiva del capital a nivel social global es posible comprender el carácter improductivo de un trabajo que realiza determinado capital. Con ello también se logra definir el carácter ficticio de un capital.

Desde el punto de vista del capital individual es productivo todo aquel trabajo que genere ganancia y realmente no le importa la clase de trabajo que sea. Lo anterior no significa que un trabajo improductivo por su contenido, no sea útil ya que el comercio contribuye indirectamente a aumentar la riqueza a nivel de la sociedad en su conjunto.

El seguro en general y el seguro contra incendio, por ejemplo, significan la socialización de pérdidas individuales. Lo anterior permite que el proceso de reproducción social no se vea obstruido. A nivel del capital individual que vende seguros, vender seguros contra incendios, podrá ser una fuente de ganancia espectacular, sin embargo, visto por el contenido y a nivel social global, tratase de una pérdida de riqueza.

La lotería, los casinos o las apuestas, significan una redistribución de la riqueza ya existente y no aumentan la riqueza social en nada, solo re-distribuyan la existente. En materia de seguros y desde la óptica del contenido, como en el caso de un seguro de enfermedad o contra terremotos, por ejemplo, es más eficaz la seguridad preventiva (como la salud pública, o normativas de construcción) que la curativa.

Para el capital individual en cambio, resulta ser más lucrativa la medicina curativa. Los seguros contra accidentes, incendios, etc. significan una cobertura de pérdidas. El capital que se dedique a estas actividades podrá obtener ganancias. En materia de seguros existe además el reaseguramiento en cadena.

La pregunta que pide una respuesta es: ¿de dónde se sale la ganancia al cubrir pérdidas? El capital comercial, el bancario o de seguros, en si no son es productivos aunque se apropian de una parte de la plusvalía generada en el sector productivo. Sin embargo al contribuir de modo indirecto a fomentar y agilizar el proceso de reproducción de capital y riqueza real, su presencia tiende a aumentar la producción de riqueza a nivel social global. En pocas palabras, el seguro al igual que el capital comercial y el capital a interés aumentan la ´productividad del trabajo´ mientras no se independicen del ciclo de reproducción.

Trabajo productivo e improductivo en los servicios

Podríamos llamar a la mercancía no material un servicio o mercancía-servicio. La mercancía-servicio se caracteriza como aquella cuyo consumo debe realizarse en el instante exacto de su producción. Desde la óptica del contenido hay servicios productivos e improductivos.

El transporte es un servicio productivo y por el contenido se refleja en actividades de traslado de personas o materiales que no son inherentes a un modo de producción determinado. La mercancía ´traslado´ se produce y se consume a la vez. Después de haberse realizado no queda ninguna sustancia, pero la ausencia de una sustancia no determina su carácter productivo o improductivo visto por el contenido. Así como el transporte hay una gran cantidad de servicios que son productivos por su contenido. Podemos mencionar los espectáculos (el cine, teatro, conciertos, etc.), la diversión (los hoteles, restaurantes, actividades de recreación, etc.), el deporte (el fútbol, básquetbol, etc.) y muchos más.

Desde el punto de vista de la forma, los trabajadores contratados por el capital para brindar estos servicios, a la vez son productivos por la forma. Es, por ejemplo, el caso de los jugadores profesionales de grandes clubes de futbol. Desde la óptica de la forma, los trabajadores del transporte público no son productivos para el capital al no generar ganancias. Solo lo son los trabajadores de las empresas privadas.

Tampoco lo son los jugadores de un club de futbol amateur, ni los actores de un teatro subsidiado por el Estado, etc.

La improductividad de un servicio (como el comercio), vista por su contenido, no se altera si es realizado por el propio empresario productivo, por asalariados contratados específicamente para ese tipo de operaciones o, por empresas especializadas en las tareas comerciales. Estas formas de capital surgen como formas funcionales autonomizadas: capital comercial, bancario, empresas de seguro, etc. separados del capital productivo y en conjunto aumentan la productividad general del trabajo. El trabajo no pagado de estos empleados, aunque no cree plusvalía, le permite al capital apropiarse de plusvalía generada en el ámbito productivo, lo que para ese capital es la misma cosa.

La ganancia del capital improductivo sale de una deducción de la plusvalía producida por los trabajadores del sector productivo. Con ello queda claro que cuanto más se desarrolle el capital improductivo por su contenido mayor será también la presión sobre la redistribución del plusvalor generado en la economía real. Mientras estos trabajos contribuyan a una reproducción ampliada del capital y de la riqueza, aumenta también la productividad general de trabajo.

Una pregunta que siempre surge cuando se habla del capital improductivo (comercial, bancario o de los seguros), es si dichos trabajadores son explotados parecen ser trabajadores productivos como cualquier otro.

El trabajo no pagado de estos empleados, aunque no cree plusvalía, le permite al capital individual improductivo (comercial, etc.) participar en la apropiación de plusvalía generada, a nivel de la sociedad en su conjunto. Para ese capital individual es la misma cosa obtener ganancia en una u otra actividad. Este trabajador es subsumido por el capital ya que no es pagado por su trabajo sino por el equivalente necesario para reproducir su fuerza de trabajo. Tratase de una subsunción real del trabajo improductivo por el capital.

Trabajo vivo y materializado y su consumo improductivo

Si aceptamos que el trabajo relacionado con la forma social es considerado, por su contenido, trabajo improductivo lo es tanto el trabajo vivo como el materializado. El trabajo materializado en edificios, equipos, materia prima, etc. producido en un ciclo determinado e invertido en ciclos posteriores en esferas improductivas como el comercio, las finanzas o los seguros, es riqueza consumida improductivamente. Es riqueza extraída a la esfera de producción e invertida en la esfera de circulación, es decir en la relación social inherente a ese modo de producción.

Solo la visión burguesa, al considerar que las relaciones del mercado son relaciones naturales, absolutas y eternas, puede confundir esta forma social con el contenido, viendo trabajo productivo en todo aquel que genera ganancia, aunque no genere valor de uso o riqueza alguna.

Los edificios y la maquinaria producidos en un ciclo determinado y bajo relaciones capitalistas, son portadores de valor y plusvalía que se realizan en la venta de los mismos. Son el resultado materializado de trabajo productivo bajo forma y contenido.

El producto social generado durante este ciclo incrementa la riqueza social existente. Aquella parte de la riqueza material consumida improductivamente en el siguiente ciclo (también llamado ´trabajo muerto´), al destinarse aquellos edificios y equipos (más precisamente los gastos relacionados con la depreciación del capital fijo) en la esfera de circulación, estos aparecen como riqueza ´sacrificada´ para fines no productivos.

Constituyen un consumo improductivo del producto y riqueza real generada en un ciclo anterior. Lo anterior no impide el carácter útil de la actividad de circulación para elevar el nivel de reproducción del capital a nivel social global. Con una mejor circulación de mercancías, más pronto podrá iniciarse el siguiente ciclo de producción, es decir, aumenta la productividad del trabajo en general (Vea, Reinaldo Carcanholo, La categoría marxista de trabajo productivo, Revista Economía y Desarrollo, La Habana, 2013).

Mientras no adquiere autonomía relativa, el capital de circulación contribuye de manera indirecta al incremento de la reproducción material a nivel social global En la medida que la esfera de circulación sea funcional al ámbito productivo, cuesta percibir su impacto distinto en el crecimiento económico.

En tanto que se torne relativamente autónomo (en el caso de la especulación con bienes y raíces por ejemplo) suele desarrollarse una burbuja especulativa que tarde o temprano colapsará. Esta autonomía relativa se ha dado precisamente en la era de la globalización que pareciera no tener límites. Es más, con la financierización de la economía, el trabajo improductivo procura subordinar al productivo y con ello adquiere relevancia geopolítica.

Del consumo improductivo al destructivo

  •  El consumo destructivo de medios de consumo: pérdida de productividad de trabajo por su contenido

 Al incrementarse el desgaste físico o moral de los valores de uso, disminuye la vida media de los valores de uso destinados al consumo ´duradero´ y aumenta la llamada propensión al consumo. Al disminuir la vida media de estos valores de uso se tiene que el trabajo necesario para producir una mercancía reducido por el desarrollo tecnológico, ha de ser repetido con frecuencia creciente por haberse acortado la vida media de esos valores de uso. La riqueza producida, bajo forma de valor, aumenta a costa de la reducción de la vida media de la riqueza como valor de uso. Tenemos que la riqueza producida y presente en la sociedad visto por su contenido e incrementada por el desarrollo tecnológico, se ve reemplazada por el descenso de la vida media útil de los valores de uso.

En términos de contenido hay que repetir la creación de (casi) iguales valores de uso ya que su vida socialmente útil se torna más rápidamente obsoleta. Por el contenido la productividad del trabajo ha disminuido debido al incremento en la velocidad de la rotación del capital. Por la forma en cambio, aumenta la productividad del trabajo, al aumentar la rotación del capital, pues, en un mismo período de tiempo (generalmente un año) aumenta la creación de riqueza en términos de valor. Una mayor rotación del capital significa una mayor realización de valor y plusvalía en un tiempo determinado, o sea una mayor productividad general del trabajo visto por la forma.

Con la obsolescencia programada, las cualidades de contenido de un producto tienden a supeditarse a las posibilidades de su valorización. Hay diferentes modalidades para que los valores de uso pierdan su vida útil social antes de perder su vida útil técnica. El proceso de valorización puede ser repetido con productos sujetos a la moda, pues aunque la riqueza existente esté aún presente, socialmente ya no cuenta. La obsolescencia puede programarse también técnicamente a partir de la falta de repuestos. La obsolescencia programada, sea la modalidad que sea, significa una pérdida de productividad general del trabajo visto por el contenido, aunque visto por la forma sucede precisamente lo contrario.

Esta subordinación del valor de uso al de cambio va aún más lejos. Conforme se desarrolla la sociedad de consumo, el valor de uso de todo lo que se produce se deriva cada vez más exclusivamente dentro de los límites que se manifiesta como valor de cambio. En la medida en que se logra vender un artículo (sea este lo que sea), al venderse o valorizarse se comprueba su utilidad ante los ojos del mercado.

Las necesidades desde entonces ya no son definidas por el sujeto individual y menos aún por el sujeto colectivo, es el propio capital que genera ´deseos artificiales´ que se aparten de las necesidades reales de las mayorías. Por más inútil o nocivo que sea un valor de uso, el solo hecho que se venda compruebe haberse valorizado y entra en la ´Riqueza de las Naciones´. Aquí realmente llegamos al fetichismo puro de la mercancía.

En el capitalismo tardío, el valor de cambio resulta cada vez más ser testimonio único del valor de uso. Justamente gracias a su superior posición tecnológica, el capital monopólico puede permitirse el lujo de producir productos que a la vez son inútiles, baratos y poco duraderos. Son productos cuya utilidad solo consiste en haberlos logrado colocar mediante otro trabajo improductivo desde la óptica del contenido: la publicidad. Bajo esta lógica las ´necesidades´ parecen infinitas. Así el capital monopólico expande su mercado no solo en el espacio (nuevos mercados geográficos), en el tiempo (mayor rotación de capital al acortarse la vida media de los valores de uso) sino también por la creación de ´deseos´ mediante la publicidad. Es aquí donde podamos hablar de la ´subsunción del consumidor al capital´. Desde la óptica del contenido y de la vida misma, es una economía de derroche. Desde la óptica de la forma, sin embargo, aumenta la riqueza de una manera considerable.

Esta acelerada valorización del capital significa una espiral de despilfarro de riqueza material (desechos) y de recursos naturales (saqueo). La permanente acumulación mediante la realización cada vez más agresiva de valor significa un consumo en forma de espiral de materias primas, es decir un asalto cada vez más grande sobre la naturaleza. Sin embargo, mientras la riqueza natural se reproduce por sí sola o resulta sustituible en el espacio o reemplazable por otra materia, esta destrucción visto por el contenido de la riqueza no significa pérdida de valor y por lo tanto no entra como pérdida en la contabilidad de una economía monetizada.

El despilfarro de recursos y la generación de montañas de desechos que contaminan son pérdidas visto por el contenido. El capital no los concibe como una pérdida o destrucción de riqueza, sino como fuente importante del proceso de valorización. El capital concibe la naturaleza, al igual que a la población, como simple factores externos de la economía.

La destrucción natural y el deterioro del medio ambiente y el deterioro de la salud de la población, no se contabilizan en las cuentas nacionales. El mismo desarrollo económico por la forma está acabando así con el contenido básico de toda riqueza. En términos de valor hay ´desarrollo´, pero en términos de contenido y desde la óptica del contenido y de la vida misma, suele haber cada vez más destrucción de riqueza que producción de la misma. Las ´cuentas nacionales´, al hacer un balance entre la riqueza generada y la destruida, por el contenido, bien podrían dar un balance negativo. La productividad general del trabajo visto por el contenido alcanzaría, en otras palabras, valores negativos.

La regeneración de los recursos naturales finitos o de recursos bióticos requiere tiempos mucho más largos que los impuestos por la reproducción del capital, causando un desequilibrio cada vez más grande entre ambos procesos de reproducción. El desequilibrio entre ambos procesos de reproducción conllevará al desarrollo sostenible del propio capital. La incapacidad de sustitución de recursos naturales y las limitaciones de la reproducción de la misma naturaleza, obligarán al capital, inevitablemente, a la conservación de la primera. Es decir, tarde o temprano el contenido y valor de uso se impondrán sobre el valor de cambio y la relación social o forma vigentes.

  • El consumo destructivo de medios de producción y pérdida de productividad de trabajo por la forma

El consumo de los medios de producción también está sujeto a la tendencia de la obsolescencia programada. La misma lucha por la competencia conduce a la situación de sustitución cada vez más rápida de los medios de producción. Cuando la vida técnica como valor de uso no se ha agotado aún, los medios de producción ya son sustituidos por otros que suele llamarse la tecnología de punta del momento.

Desde el punto de vista del contenido ya podamos hablar de una pérdida de productividad, al tiempo y visto por la forma, aumente más bien la tasa de ganancia y con ello, la productividad del trabajo por la forma. La tendencia anterior ha dado un enorme impulso al capital productivo en la posguerra así como a los inventos tecnológicos. El resultado ha sido que Investigación y Desarrollo (I&D) se ha transformado en un sector productivo aparte.

Para conservar la capacidad de competencia por un tiempo, o sea debido a la relación social existente, el conocimiento adquirido de I&D suele patentarse. Tener el patente significa vivir de la renta monopólica sobre el conocimiento. Es una forma improductiva y parasitaria de obtener una ganancia extraordinaria temporal. Es una renta improductiva.

Cada vez más patentes suelen no tener aplicación alguna en el ámbito productivo. En tanto que los costos de I&D no encadenen con el ámbito productivo, estas inversiones se tornan improductivas visto por la forma. A mediano plazo, la política de patentes no garantiza, en otras palabras, una tendencia duradera al realce de la tasa de ganancia. Con ello cada vez más costos de I&D han de ser transferidos al producto o servicio, contribuyendo a la tendencial caída de la tasa de ganancia en los demás sectores productivos, bajando la productividad general de trabajo por la forma.

En los años veinte del siglo XX, la vida media de las edificaciones era, según datos estimados por Ernesto Mandel, de 50 años para las fábricas e incluso de 100 para las granjas. La vida media de la maquinaria era de unos 30 años. En 1965, la vida media de las edificaciones de las fábricas había bajado a 35 años y la maquinaria a valores oscilando entre 16 y 20 años, según el tipo de maquinaria. Sonders estima la vida media del capital fijo (maquinaria y edificios) de las corporaciones estadounidenses en 1960 en 21.3 años, alcanzando su mínimo de 18.7 años en 1981 para luego subir a 22.5 años en 2012, es decir superando la vida media alcanzada en los años sesenta.

Koji estimaba a partir de tasas de depreciación que para el año 2005 la vida media de las edificaciones de las fábricas en Japón era de 15.8 años y la maquinaria robotizada menos de 10 años, cifras bien por debajo de la media observada para EUA y Canadá (Vea, Ernest Mandel, Het Laatkapitalisme, van Gennep, Amsterdam, pp182 y 183); Sonders, «Corporate America’s capital equipment is getting seriously old» (www.businessinsider.com, 30 de setiembre de 2014; Koji Nomura et. al., Asset service live and depreciation rates in Japan, www.cs.reitaku-u.ac.jp).

Podemos afirmar que a principios de los setenta la sustitución tecnológica llegó al límite posible para aumentar e incluso sostener la tasa de ganancia en Occidente y primero que todo en EUA. El costo de depreciación de capital fijo (maquinaria, edificios y hemos de incluir hoy I&D por unidad de valor de uso producido sube más rápidamente que el ritmo con que baja costo, o tiempo de trabajo necesario, para producir un producto determinado.

Cuando a pesar de las inversiones en Investigación y Desarrollo no se logra incrementar la productividad del trabajo, hablamos de la llamada paradoja de productividad del trabajo: a mayor innovación tecnológica menor crecimiento en los niveles de productividad del trabajo visto por forma y contenido. Hoy por hoy se observan computadores y robots en toda parte, menos en las estadísticas de la productividad del trabajo. La capacidad de reemplazo tecnológico (el desarrollo de las fuerzas productivas) se manifiesta como un estorbo para aumentar la tasa de ganancia, es decir, para la propia relación de producción vigente.

Cuando los costos de Investigación y Desarrollo no suelen incrementar la productividad del trabajo, estas inversiones se tornan improductivas, o sea, constituyen un costo falso de la producción. El capital productivo se da a la fuga hacia países donde aún es posible sostener la tasa de ganancia en el ámbito productivo.

Como consecuencia, el capital fijo ´residente´ en los países centrales tiende a envejecerse. La transnacionalización del capital a partir del llamado ´outsourcing’ (doble deslocalización del capital- de un país a otro- de las secciones de una empresa que producen respecto de las que ensamblan partes y piezas) no se dio, entonces, debido al aumento en el costo de la fuerza de trabajo, como suelen plantearlo las tesis neoliberales. La obsolescencia programada de la tecnología empleada en las empresas ha contribuido más al proceso de outsourcing que el propio aumento en el costo de la fuerza laboral. El discurso neoliberal solo habla del elevado costo laboral ya que políticamente no conviene señalar el otro.

Es en este contexto que surgen la Unión Europea y el NAFTA al otro lado, creándose Estados-Regionales- Continentales que incorporan mano de obra barata dentro de sus propios fronteras, con la diferencia que la UE no limita la libre circulación de fuerza de trabajo y el NAFTA si lo hace. Paralelo a esto se desarrolla el capital financiero globalizado que invierte sin límites de fronteras ni compromisos con ciudadanos, creando su propia estructura por encima de las naciones. Es un Estado-Global en proyecto (Estado-Red Global de Cities Financieras) con su centro en las Cities de Wall Street y Londres, pero también presentes en Hong Kong, Bombay, Buenos Aires, Sao Paolo, etc. Los países en donde más invierten son los llamados países emergentes.

En la actualidad los BRICS-Ampliado, como conjunto, se vislumbran como paises emergentes con China como el nuevo ´milagro económico´. China aparece como actual taller del mundo que triunfará como el nuevo líder mundial capitalista. Sin embargo, se repite la historia de Japón de hace unas décadas. De acuerdo con las estadísticas oficiales, la tasa de inversión de China en 2009 fue de casi 50% del PIB.

Colocar ese capital fijo exclusivamente en la ampliación y diversificación de la economía real es insostenible. Las inversiones en años más recientes se orientan cada vez más en aumentar la rotación del capital fijo y menos hacia la expansión de plantas industriales. Gaulard estima que la intensidad del uso de capital fijo más que se duplicó en el período de 1980-84 a 1990-94 y más que se quintuplicó entre las primeras fechas a 2000-204. Con ello la tasa de ganancia adquirió su máximo en 1991 oscilando unos años alrededor de ello para luego, entrando al nuevo milenio, mostrar una tendencia a la baja (Véase Mylène Gaulard, Los problemas de sobreacumulación en China, ISTOM, Paris, www.revistaeconomíacritica.org, marzo de 2011).

La tendencia a la baja de la tasa de ganancia en el ámbito productivo en China no solo se está dando a partir de una veloz sustitución del capital fijo. A esto le agregamos un costo ascendiente en Investigación y Desarrollo y el encarecimiento de la mano de obra. En el año 2013 no menos de 629 mil patentes fueron publicados en China, 200 mil más de lo que publicó EUA en el mismo año.

El desarrollo tecnológico en China demanda una fuerza de trabajo cada vez más calificada. En 2014 había 9.4 millones de estudiantes aplicando para la educación superior en China y la población en edad de estar en la educación superior era de 150 millones de personas contra 32 millones en EUA. Más del 20%, o sea 30 millones de jóvenes (el doble de EEUU), estaban en un programa de educación superior. La mayor inversión en la educación de la fuerza de trabajo demanda su mejor conservación. La mayor cobertura de la salud es consecuencia de este estado de desarrollo.

Debido a lo anterior, China oficialmente reportó en 2014 una tasa de crecimiento de 7%, la más baja en 24 años. Esta cifra, en la opinión de Kurt Cobb, es claramente sobreestimada. Cuando se observa la tasa de crecimiento de 3.8% en el consumo de electricidad, la tasa real de crecimiento económico ha de ser más baja al haber una estrecha correlación entre ambos comportamientos.

Según Bloomberg, el PIB de China, expresado en dólares, subió en un 4.25% durante el cuarto cuatrimestre de 2015. De ser así parece que las posibilidades de realizar una plusvalía relativa a escala global están agotándose. El único modo de competir en la economía real será, entonces, volver más agresivamente a la plusvalía absoluta. Lo anterior significa abaratar salarios, prolongar la jornada, de trabajo, desmantelar el régimen de seguridad social y de las pensiones, etc. (Bloomberg, China’s Other Growth Figure Is Flashing a Warning, 2 de marzo de 2016).

Debido a la aparente tendencia a la baja de la tasa de ganancia a nivel más global, el capital se ve enfrentado a una creciente imposibilidad de reconectarse con el ámbito productivo, sin que descienda la tasa de ganancia. Hasta en China el endeudamiento ha sido la receta para fomentar la demanda interna. El Banco Popular de China aplica hoy ya la misma política de comprar sus propios bonos para emitir dinero sin respaldo.

Es un hecho que el endeudamiento de China lleva ya varios años aumentando a un ritmo ascendente. Entre noviembre de 2014 y octubre del año 2015, el banco central chino rebajó seis veces los tipos de interés.

(Vea, Jeremy Warner, Negative interest rates put world on course for biggest mass default in history, www.investmentwatchblog.com , 14 de mayo de 2015 y Daniel Morley, China y la economía mundial en 2016, www.argentina.elmilitante.org , 17 de enero de 2016).

  • El consumo de medios de destrucción; pérdida de productividad de trabajo por forma y contenido

Ante la tendencia a la baja de la tasa de ganancia en la economía real-civil, la economía de guerra constituye una alternativa y explica el tendencial desarrollo de un complejo industrial y militar a partir de la posguerra en EUA. Es aquí que se desarrolla el capital financiero estadounidense sustentado en el complejo industrial y militar. Lo anterior requiere la creciente vinculación entre políticos y gran empresa.

El Estado sombra es liderada en esta época por la dinastía Rockefeller con sus inversiones en el petróleo, la industria farmacéutica, pero también en la aviación y el complejo industrial y militar. Si se logra vender mejor un avión o barco para fines de ´defensa´, que tales mercancías en la esfera civil, la realización de la plusvalía extraordinaria es un hecho garantizado para este sector militar.

La importancia del Estado Profundo no solo es clave para vender los productos bélicos al gobierno sino también para negociar el mejor precio posible de los mismos. De esta forma se garantice una tasa de ganancia extraordinaria en comparación con la tasa media en la economía civil.

La demanda de armas es condición necesaria para garantizar al menos la reproducción simple del sector. Una reproducción ampliada a su vez conlleva fácilmente a un mayor desarrollo en Investigación y Desarrollo (I&D) de productos bélicos que en la economía civil.

A fin de garantizar dicha reproducción, es necesaria la generaración de una demanda permanente de productos bélicos. Ahora bien, la forma por excelencia de generar dicha demanda es la guerra más o menos permanente, fenómeno inherente al capitalismo estadounidense. El trabajo en el complejo industrial y militar para la guerra, con la destrucción programada de vidas humanas, riqueza natural y material, este trabajo improductivo por el contenido se transforma en el sector más productivo, visto por la forma, para dicho sector que tiende a abandonar su esfera civil.

Visto por el contenido, la venta de productos bélicos y los medios de destrucción en general permiten en un ciclo determinado la realización de plusvalía y ganancia. Durante ese ciclo fueron producidas mercancías que cuentan como riqueza real a nivel nacional. Incluso cuando los productos destructivos vendidos al Estado no sean ´consumidos´ destructivamente, es decir, sin usarlos en la guerra y por lo tanto, sin causar destrucción directa, en el ciclo económico siguiente, estos productos guardados no contribuyen a la reproducción ampliada del capital a nivel social global.

En un ciclo de producción siguiente, dichas armas no figuran entre los medios de producción para renovar o ampliar el capital fijo de la economía real ni entre los medios de consumo necesarios para volver a contratar la misma o más fuerza de trabajo en dicha economía. Por su contenido, la riqueza o capital real generada en un ciclo, se transforma en capital o riqueza ficticia en el ciclo siguiente.

El desarrollo relativamente autónomo del capital en el complejo industrial y militar conlleva a la reproducción limitada del capital a nivel social global a través de diferentes ciclos de producción. Su desarrollo hace declinar la tasa de inversión en la producción civil que afecta al crecimiento económico y, por ende, hace bajar la productividad general de trabajo por forma y contenido.

La reproducción limitada no se manifiesta tan inmediatamente, sino podrá manifestarse muchos años después. El consumo de trabajo muerto que reaparece en el ciclo siguiente en otro subproducto bélico y así en cadena durante ciclos sucesivos y varios años (eventualmente hasta una década), no significa otra cosa que acumulación de capital y trabajo durante años pero finalmente, al terminar el producto final (misiles, portaviones, etc.) este no encadena con la espiral de reproducción de la economía como un todo.

La industria de defensa se transforma en un sector con aparente autonomía, pero su excesivo desarrollo impactará, en última instancia, negativamente sobre la reproducción ampliada de la economía en su totalidad. La reproducción ampliada del complejo industrial y militar significa el fomento de un creciente gasto falso para la sociedad en su conjunto. Al constituir el gasto de defensa un gasto falso, este sí puede ser transferido a terceros, según el grado de apertura de una economía.

 En una economía cerrada la transferencia del gasto de defensa suele realizarse mediante el sistema tributario. Las grandes empresas vinculadas con el complejo industrial y militar pueden realizar sus ganancias (generalmente por encima de la media), mediante la compra más o menos garantizada del material bélico por el Estado.

El gasto que ello implica es transferido a los ciudadanos y las empresas ubicadas en la economía civil mediante el sistema tributario. Cuanto mayor el gasto de defensa y el desarrollo del complejo industrial y militar, mayor también la generación de capital ficticio y más limitada será la reproducción ampliada del capital real o civil y a la inversa. En este sentido hay que entender por qué países con un reducido gasto de defensa en la postguerra como Japón y Alemania (al haber sido derrotados en la segunda guerra), han mostrado mayores tasas de crecimiento económico que países con un gasto militar relativamente fuerte como Estados Unidos y la URSS e incuso que Francia y Gran Bretaña.

 En una economía abierta existe una modalidad de transferir los gastos improductivos de la economía de guerra a terceras naciones: mediante la exportación de armas. La exportación de armas significa para el país productor, la realización de las mercancías producidas por el complejo industrial-militar sin que el Estado (y por ende, los ciudadanos y el capital invertido en la economía civil), tenga que asumir esa parte del gasto improductivo. Al trasladarse el gasto improductivo a naciones compradoras de armas, las últimas asumen los efectos negativos de la reproducción limitada. El país exportador de armas obtiene los ingresos para importar los medios de producción y de consumo necesarios para así poder mantener la reproducción ampliada de la economía en su conjunto.

El país que exporta las armas transforma de esta manera el capital ficticio (armas exportadas) en capital real (productos civiles importados) y el país que exporta riqueza real lo hace a cambio de recibir riqueza ficticia. La reproducción ampliada se ve menos frenada en el país productor de armas y se transfiere una reproducción más limitada a terceras naciones que las importaron. Conforme EUA logre cierta posición monopólica en la industria bélica, más poder de negociación tendrá el Estado incluso para mejorar su posición de ´competencia´ en todas las esferas.

Lo anterior explica el gran interés por exportar armas a terceras naciones pero no todavía su demanda. Una supuesta amenaza a escala internacional de las relaciones de producción existentes, resulta una coyuntura favorable para la transferencia del gasto improductivo del complejo industrial militar a terceras naciones. Durante la guerra fría, la amenaza de la expansión del comunismo desde la Unión Soviética constituyó el mayor argumento para transferir el gasto de defensa a los aliados de EEUU.

En nombre de la defensa del «mundo libre» contra el «peligro rojo» se dio origen a la OTAN. Son precisamente los países miembros de la OTAN los que en la posguerra garanticen una demanda significativa de productos bélicos. Europa era la región más militarizada del mundo en esas primeras décadas, hacia donde se destinaba más del 50% del gasto militar a nivel mundial en la confrontación este-oeste. Los países con menos desarrollo en el complejo industrial-militar como Alemania, Japón, Bélgica, Luxemburgo u Holanda, eran importadores netos hacia donde más se transfirió dicho gasto militar.

Guerra fría y reproducción limitada

 La comprensión del ascenso y caída del socialismo real no es posible sin tomar en cuenta el concepto de trabajo productivo por su contenido, pues, desde la óptica del contenido, el gasto militar constituye un gasto improductivo tanto para el capitalismo como para el socialismo. En palabras más concretas, la caída del socialismo real no se puede entender sin concebir el efecto de la carrera armamentista sobre la reproducción limitada de la economía soviética. Toda riqueza sacrificada para la economía de guerra significa un costo falso de la producción. Es riqueza ficticia ya que es un costo que no vuelve a pagarse a sí mismo en el próximo ciclo de producción porque no retorna al proceso reproductivo sino que es extraído de él para, en el mejor de los casos, no ser usado nunca.

Este costo resta fuerza a la reproducción ampliada de la riqueza real futura y, por ende, limitará el desarrollo de la economía civil. Los estantes vacíos en la URSS han sido la ilustración más clara del fenómeno. Llevando más allá de cierto punto, habrá un espiral económico hacia abajo conllevando a la reproducción limitada, afectando incluso la potencialidad de seguir produciendo armas. Si a partir de una reproducción limitada se invirtiera en más armas, la economía como un todo colapsaría.

Cuanto más cerrada sea una economía, más difícil es, como vimos, la transferencia de este gasto improductivo a terceras naciones. Es cierto que en los años setenta del siglo pasado la URSS exportó más armamentos al llamado Tercer Mundo que los EUA. Esta ventaja desapareció en años posteriores. En los ochentas, la capacidad de la URSS de transferir este gasto improductivo a terceras naciones era menor que para EUA.

Ahora bien, alrededor de 1980 el PIB de la Unión Soviética se estimaba entre un tercio y la mitad del de los Estados Unidos. Los EUA gastaban en 1955 todavía el doble en defensa de lo que gastaba la URSS para ser alcanzados en 1975 y superados por la última nación a principios de los ochentas. A partir de lo anterior podamos concluir que, para poder mantenerse una carrera armamentista, la Unión Soviética tenía que gastar, en términos relativos a su PIB, unas 2 a 3 veces de lo que EUA gastaba lo que significaba el camino acelerado a la reproducción limitada de la economía soviética.

El crecimiento económico negativo y un aumento simultáneo en el gasto de defensa en los años ochenta, llevó la URSS al abismo. En los ochentas, la economía soviética efectivamente se encontraba en un ciclo vicioso hacia el derrumbe. En síntesis, la guerra fría, significaba para la URSS un auto-entierro económico, social y político cada vez más seguro. La conversión de la economía militar en civil se hizo necesaria. Aquí se explica la aparición de Mijail Gorbachov con su política conocida como la ‘perestroika’.

La economía basada en el pesado complejo industrial y militar había llevado a una fuerte centralización económica, con la corrupción que conlleva y a costa de los planes de desarrollo en las repúblicas. Levantar la economía civil en las repúblicas requería una mayor descentralización, autonomía y democratización. El resultado no esperado fue el fomento de nacionalismos en las repúblicas, y con ello se dio su separación del poder central. La caída del Muro de Berlín fue el símbolo de esta desintegración del bloque socialista.

Con la crisis del socialismo a finales del decenio de los ochenta, pareciera que el capitalismo era el único sistema posible. Las grandes potencias en su conjunto, aunque sobre todo los EUA, se presentaron como gloriosos triunfadores de la Guerra Fría. Esta perspectiva, promovida por Francis Fukuyama, cerraba cualquier alternativa de desarrollo para los países del Sur, e implicó su subordinación a un mundo unipolar. El Consenso de Washington somete los países ´emergentes´ al fundamentalismo del mercado. Es el momento histórico de la formación del ´Estado Continental EUA/NAFTA con el Tratado de Libre Comercio entre Canadá EUA y México y la Unión Europea como Estado Continental a partir del Tratado de Maastricht.

Fue muy simbólico al celebrarse en noviembre de 2009 el vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín, que el expresidente soviético Mijail Gorbachov se refirió a la caída de otro muro, esta vez en Nueva York («Wall Street»). Aludiendo a la crisis financiera del año 2008 y afirmaba que Estados Unidos «necesitaba su propia Perestroika». Finalmente expresó que Occidente (Unión Europea y EUA) se prepare ante su eventual desintegración, que después de Brexit y Trump ya no parece estar muy lejos de la realidad.

Capital ficticio o acumulación sin trabajo

  • Breve definición de capital ficticio

El capital se lanzó al capital ficticio como remedio para contrarrestar la baja en la tasa de ganancia a soportar desde la década de los 70. Analizar el capital ficticio permite mejor caracterizar la etapa actual del capitalismo, al resaltar la contradicción entre producción y apropiación de riqueza. Lo anterior no sólo en cuanto a la relación entre capital y trabajo, sino también entre las diversas fracciones del capital en relación a la redistribución del o disputa por el excedente-valor. Con el desarrollo del capital ficticio la suma total en valor del patrimonio del conjunto de los agentes de la economía, es decir, la riqueza patrimonial social, suele apartarse cada vez más del valor total de las existencias de riqueza real capitalista.

El capital ficticio se refiere a aquella parte de la riqueza nominal o patrimonial, no constituida directamente por bienes reales que se comporta como capital rentista remunerado exclusivamente por los intereses.

A mediados de los años 90, el volumen de sus operaciones financieras era de 25 veces el PIB mundial. En 2013 oficialmente ya era 70 veces y si incorporásemos al cómputo todos los flujos financieros que van por fuera de las bolsas de valores, los llamados mercados extrabursátiles, el volumen sería de 250 veces el PIB mundial.

De estas operaciones no hay obligación de rendir cuentas, ni a publicar sus estadísticas y han crecido exponencialmente durante la última década, según el Banco de Basilea (BIS). Si entre 1998 y 2008 su valor se multiplicó por cinco (50% anual), a partir de 2008, la tendencia ha se sido creciente, aumentando el riesgo de bancarrota o default para los tenedores de estos activos (Alejandro Inurrieta, Cerramos bancos y abramos indústrias, www.cafereggio.net, 17 de junio de 2013).

Es preciso anotar que el capital ficticio no es lo mismo que el capital a interés. El último en si no es productivo aunque se apropia de una parte de la plusvalía generada en el sector productivo y contribuye de modo indirecto a fomentar la riqueza real, es decir, tiende a aumentar la producción del excedente así como la velocidad de reproducción del ciclo del capital. En pocas palabras, aumenta la ´productividad del trabajo´ en general.

El capital financiero ficticio procura participar en la acumulación sin necesidad de relacionarse siquiera con el factor trabajo, aunque lo anterior no implica que no contrate mano de obra. El capital ficticio no genera ninguna sustancia real porque no contribuye en nada a la producción o la circulación de riqueza, en el sentido de que no financia ni el capital productivo ni el comercial. Exige remuneración pero no contribuye en nada a la producción del excedente económico, de plusvalía. En otras palabras, el capital ficticio es un capital parasitario que no aumenta la productividad del trabajo en general.

La derogación de la Ley Glass Steagall en 1995 borró la línea entre banca de inversión y banca comercial lo que fue el motor por excelencia para el desarrollo del capital ficticio. La derogación de la ley abrió el camino para que los bancos estadounidenses emitan, negocien y creen mercados de acciones y deudas. La derogación llevó a permitir a las compañías de holding bancario que poseen una variedad de filiales por el mundo y cada cual con su balance independiente. Es la implementación firme de la red global de Cities Financieras con su centro en Wall Street y Londres, pero con sus cities en Hong Kong, Bombay, Buenos Aires, Sao Paolo, etc.

Los grandes bancos servían no solo como proveedores de fondos a las empresas transnacionales en los países emergentes y como comisionistas en el proceso de fusiones y adquisiciones, sino también operaban como agencias calificadoras. Como tal daban información sobre la capacidad de pago de deudas públicas y privadas. Las propias obligaciones de los grandes bancos sirven como «medio de cambio», títulos que pueden ser negociados como dinero.

Carcanholo y Sabadini distinguen dos tipos de capital ficticio. El primer tipo de capital ficticio está, como ejemplo, constituido por acciones con valor igual al del patrimonio real de empresas productivas. El capital está dos veces representado, una vez en forma física y otra en forma ficticia. Lo llaman capital ficticio de tipo 1 por ser respaldado por capital real. Es real desde la óptica del capital individual que lo puede vender a fin de obtener riqueza real. Desde la óptica de la sociedad en su conjunto sin embargo es capital ficticio.

La valorización especulativa de las acciones, mediante la obtención de un préstamo a tasa de interés cero, invertido luego en la compra de las acciones propias, constituye un incremento del volumen total del capital ficticio. Por detrás de él no hay ninguna sustancia real. Ese incremento lo llaman los autores de capital ficticio de tipo 2. Así, y por extensión, clasifican diferentes valorizaciones especulativas de activos reales o mobiliarios como capital ficticio de tipo 2.

Con una reducción especulativa del valor de activos, nos encontramos con una destrucción de capital ficticio. Marx también destaca que los títulos de la deuda pública constituyen capital ficticio, que hoy es más importante que nunca. Los autores distinguen aquí también los tipos 1 y 2. Cuando los títulos públicos son emitidos para financiar inversiones reales, tales como carretera, puertos, puentes, túneles, ferrocarriles, edificios, se trata de capital ficticio de tipo 1.

En última instancia tratase emisiones que permiten una reproducción ampliada de la riqueza real y por ende estimulan la productividad general del trabajo por su contenido. Al contrario, cuando el incremento de la deuda pública ocurre en razón de gastos improductivos o gastos corrientes o aún de transferencias, estamos frente a la creación de un nuevo capital ficticio de tipo 2, ya que no habrá nada sustancial después de ese incremento de la deuda.

La geopolítica hoy: formas de capital ficticio en lucha

 El capital financiero anglo-americano globalizado es una nueva forma de capital que necesita negar al estado-nación del país central (o estado-corporación multinacional) como modo de organizar y producir el Estado del poder-valor. Es un Estado-Global (Estado-Red Global de Cities Financieras) con su centro en Wall Street y la City de Londres, pero presentes también en Hong Kong, Bombay, Buenos Aires, Sao Paolo, etc. Este capital está liderado por bancos como City Group (la mayor empresa de servicios financieros del mundo con sede en Nueva York), HSBC (la segunda de estas empresas, con sede en Londres), Lloyd’s (el principal mercado de seguros y reaseguramientos, con sede en Londres) y Barclays (la cuarta mayor compañía de servicios financieros, con sede igualmente en Londres).

La red financiera internacional de la Gran Banca Global Rothschild, que está detrás de HSBC y Lloyd’s Bank, y detrás de los últimos aparecen empresas transnacionales como Cargill-Monsanto, Shell y Unilever. Es interesante saber que los Rothschild controlan además los principales medios de comunicación (CNN, BBC, Reuters News, Associated Press, ABC, CBS, NBC, CNBC, y otros canales de televisión y diarios en todo el mundo). Son los opositores más visibles del gobierno de Trump hoy en día. Es preciso saber asimismo que los Rothschild controlan la CIA (Agencia Central de Inteligencia) y la OTAN como su brazo armado, y que hay pocas naciones donde no controlan el banco central.

El aumento de las obligaciones de la banca financiera, permite al capital financiero global invertir directamente a través de sus empresas transnacionales ubicadas en países emergentes y primero que nada en China, para transformarlo en capital real. Es decir crean capital ficticio de tipo 1 a fin de transformarlo en capital productivo. Ya en 2007 un informe del Instituto McKinsey señalaba que los mercados financieros en las economías emergentes representaron ese año la mitad del crecimiento del total de los activos financieros.

Como demuestra un reciente estudio de la OCDE el crecimiento global del PIB en la primera década del siglo XXI se debe más a las inversiones en los países emergentes que a las invertidas en economías avanzadas. Se destaca la transcendencia de las cuatro nuevas potencias (BRIC) que en su conjunto superaban la riqueza de los países más desarrollados de Occidente. China por si sola superó la riqueza de Alemania en 2007, la de Japón en 2010 y superará la de los EUA en 2027.

El «momento unipolar» que sucedió a la bipolaridad propia de la guerra fría, entonces, no fue más un episodio pasajero. La multipolaridad caracteriza las actuales relaciones de poder en el mundo (Vea, Instituto Español de Estudios Estratégicos, Las potencias emergentes hoy: hacia un nuevo orden mundial, www.ieee.es, marzo de 2011).

Para imponer un estado global es preciso acabar con la soberanía de las naciones lo que significa a la vez una lucha contra el multipolarismo y el unipolarismo del capital financiero continental. Uno de las ´armas´ del capital financiero globalizado son los derivados: el capital ficticio tipo 2 por excelencia.

Los derivados son productos financieros que cubren el riesgo de un activo principal subyacente, el cual puede ser un bien físico (oro, plata, cereales), un activo financiero como divisas o títulos, o incluso una cartera de activos. Su desarrollo se da particularmente a partir de 1995, luego de legalizar la banca de inversión al derogar la Ley Glass Steagal. Su dinámica se dispara más aún a partir de 2009, con la ley Dodd Frank, que legaliza la emisión de dinero sin respaldo para financieras a la banca «demasiado grande para quebrar».

El ejemplo más sencillo y elemental de un «producto derivado» se desarrolló con las deudas hipotecarias. Estas fueron revendidas en paquete por los grandes bancos de EUA y ofrecidas como nuevos ´productos financieros´ muy seguros a otros bancos en el mundo y así sucesivamente. Con ello se liberaba capital para una nueva ronda atrayendo gente cada vez menos solvente al tiempo que los bienes e inmuebles subieron sin cesar y de manera especulativa. Cuando subieron las tasas de interés a partir de 2006, estas deudas se tornaron impagables y explotó la crisis inmobiliaria.

Los precios del activo subyacente (los inmuebles) se desplomaron al disminuir la demanda de casas, generando la destrucción de capital ficticio. Al peligrar la caída de los bancos demasiado grandes para quebrar, el Estado tuvo que intervenir para rescatar a la banca y asumir las pérdidas del capital ficticio fallido. La deuda bancaria se transformó en deuda pública.

A partir de entonces entran de lleno los seguros contra el riesgo de impago de la deuda pública: llamados ‘Credit Default Swaps’ (CDS). Al haber salvado a los bancos demasiado grandes para dejarlos caer, estos mismos bancos comienzan a manipular la deuda pública. Existe la Asociación Internacional de Derivados y Seguros (ISDA).

Su objetivo es determinar cuándo un estado tiene un problema de pago de la deuda, o si más bien se encuentra en bancarrota o incapacidad total de pago (‘default’ en inglés). Cuando un país se encuentra en bancarrota se aplicaría el seguro (CDS) y los bancos que vendieron esos seguros tendrían que pagar una indemnización. Los directivos y oficiales de la ISDA son representantes de los mayores bancos del mundo en general y de Wall Street y la City de Londres en particular. En vez de declarar un estado en bancarrota, señalan que ese país tiene dificultades de pago a fin de poder imponer condicionamientos como la privatización de empresas estatales en beneficio de dichos bancos. Es una forma de acumulación originaria en el siglo XXI.

Aquí entran los megabancos con sus agencias calificadoras de riesgo de pago. Si una agencia como Standard&Poors (la más grande en el mundo) califica la capacidad de pago de la deuda de un país hacia arriba (algo intermedio entre AAA y CCC), da señales de una mayor capacidad de pago y el país obtendrá con más facilidad crédito.

La agencia calificadora recibe comisiones para ello. Si más adelante señala que el país esté demasiado endeudado, la calificación va hacia abajo. Las consecuencias sobre la tasa de interés son inmediatas. Para conseguir nuevos créditos el país ha de pagar tasas de interés superiores. Las empresas calificadoras de riesgo tienen márgenes de manipulación de la capacidad de pago de la deuda. En su conjunto constituyen una palanca para la subordinación de economías enteras al pequeñísimo club de capital financiero que controla ese proceso.

En la Unión Europea está la agencia calificadora Fitch y en EUA la Moody´s como agencias menores. En 2010, el FMI acusó estas agencias de calificación de riesgo de contribuir «involuntariamente» a la inestabilidad financiera en el mundo. Se trata de una política de subordinación de la economía real de países enteros a la gran banca en la Unión Europea y en EUA pero sobre todo al capital financiero globalizado de Wall Street y la City de Londres.

En Wall Street existe «cierta» regulación respecto a las rehipotecas. En la City de Londres no existe regulación alguna y los bancos pueden rehipotecar las veces que lo deseen. Al rehipotecar la deuda de un gobierno la banca de inversiones da una señal de alerta. A partir de ahí las calificadoras de riesgo suelen calificar hacia abajo la capacidad de pago de la deuda. Suben las tasas de interés y se complica aún más la capacidad de pago de dicha deuda.

La re-aseguración del riesgo de una bancarrota o re-hipotecar dicho riesgo genera así una pirámide invertida de títulos anclados, en última instancia, en una garantía: la riqueza real generada. En otras palabras, el peso del capital ficticio en la parte superior de la pirámide invertida se torna cada vez más desmesurado en relación con la economía real. El excedente a repartir entre una creciente cantidad de títulos buitre, tiende a fraccionarse cada vez más. Al disminuir los rendimientos disminuye también el interés de nuevos potenciales compradores para participar.

El capital financiero ficticio posee su propia lógica y puede demorar años para que se manifieste su carácter improductivo y desastroso para la sociedad en su conjunto. Todo esto funciona como un esquema Ponzi: mientras se agrande la parte superior de la pirámide invertida (los nuevos compradores de títulos) hay sostenibilidad. Conforme los países emergentes como China comenzaron a mostrar tasas de crecimiento a la baja, el plusvalor a repartir también crece a menor ritmo.

El esquema Ponzi todavía puede prolongarse en el tiempo al bajar las tasas de interés a valores negativos (-0% como viene haciendo la Fed después de la crisis de 2008). Es pedir prestado sin costo alguno para seguir invirtiendo en títulos. Todo indica que la destrucción de este capital ficticio no está lejos de suceder. Quien tiene en ese momento el control efectivo sobre la economía real no perderá, pero quien se quedó solo con el capital ficticio y particularmente derivados, bonos del Tesoro, etc. sufrirá las pérdidas.

Con el Brexit y las elecciones de EUA el capital financiero globalizado sufrió un serio revés. El Globalismo Financiero es fuerte en el plano global pero débil dentro de EUA y con el Brexit también se debilitó en la UE. Ahí sí son fuertes el Continentalismo financiero conformado por las multinacionales que controlan el Nafta (EUA, México y Canada) y la UE.

La política de Donald Trump se confronta con el globalismo financiero y tiene divergencias con el continentalismo financiero, pero no tiene otra opción que establecer alianzas con el Continentalismo y con los Multipolarismos, tendencias que hemos abordado con mayor detalle en textos anteriores y que veremos en síntesis más abajo.

Ahora ya no solo es exclusivamente una crisis financiera global (Septiembre de 2008) que luego se volvió crisis económica global, sino que además, con el nacionalismo anti-oligarquía financiera transnacional de Trump, la crisis se extiende y conmociona lo social, lo ideológico-cultural, lo jurídico-institucional y también lo político institucional de partidos políticos apoyados en las corporaciones mediático financieras Global (con CNN/BBC/Al Jazzera/ Euronews/etc.) y Continental con (NewsCorpFox /Clarín/O´Globo/TV Azteca, etc.).

Como respuesta al capital ficticio parasitario que está acabando con la soberanía de EUA, Trump introdujo un nacionalismo industrialista anti-oligarquías financieras. El capital financiero global no se ha quedado inmóvil en EUA. La Reserva Federal (FED) estará bajo su control al menos hasta febrero de 2018. La Fed ya subió las tasas de interés días después del triunfo de Trump y lo hace otra vez en marzo de 2017. La Fed considera que ahora es el momento para aumentar las tasas de interés con más celeridad.

Se programaron dos aumentos más para 2017 y se proyecta otros tres tanto en 2018 como en 2019. El gobierno de EUA gastará en este año 400 mil millones de dólares en intereses por concepto de la deuda nacional. Si la tasa de interés subiese como programado, el servicio a la deuda por concepto de intereses sobrepasaría un billón de dólares.

Está claro que Trump y sus apoyos en el Continentalismo financiero neoconservador y en el nacionalismo industrialista, también necesita aumentar la tasa de interés para atraer el crédito de todo el mundo. El alza en las tasas de interés que tuvo lugar en diciembre de 2016 y la perspectiva de otras más ya orientó el flujo de capital ficticio y especulativo hacia EUA, y esta vez ese capital pasará de la especulación a la producción. El reflujo también incluye el regreso de las inversiones de Empresas Transnacionales, para financiar su plan de reindustrializar EUA con nueva infraestructura y reposicionarlo como potencia industrial mundial.

Una acelerada alza en las tasas de interés, sin embargo, bien podrá provocar el colapso financiero y la explotación de todas las burbujas y de todo ese capital ficticio.

Sin duda la fracción del capital financiero globalista y su red de medios de comunicación en línea atribuirán dicho colapso al fracaso de las políticas nacionalistas de Trump y presentarían al Estado global como su alternativa. Así aparecen los megabancos como los salvadores de la depresión. Sin embargo, el día que Janet Yellen, la actual presidencia de la FED, acelere el aumento en las tasas de interés, Trump hará la presión posible para frenarla y de ser necesario no esperara hasta febrero de 2018, para reemplazarla.

 La fracción financiera estadounidense conservadora unipolar y unilateral.

 A la política de desmantelamiento de la soberanía nacional se opone un fuerte bloque conservador dentro de los EE.UU. Estas fracciones conservadoras buscan perpetuar el viejo imperialismo del país central y para ello promueven la estrategia de un unipolarismo unilateral, sustentado por el brazo fuerte del Pentágono y el complejo industrial y militar. Este bloque de poder cuenta con la fracción financiera de J.P. Morgan (la primera banca comercial de los EUA), y el Bank of America (la segunda).

Luego está Goldman Sachs (uno de los mayores grupos de banca de inversión y valores del mundo). Este capital financiero depende de la sobrevivencia del dólar como moneda internacional de referencia, defendida por su complejo industrial y militar. Su proyecto es otro siglo americano con un mundo unipolar con bloques continentales de poder como la UE bajo su hegemonía.

A este capital financiero pertenecen además las grandes empresas multinacionales del imperio Rockefeller. El vínculo del complejo industrial y militar con el Chase Manhattan Bank, ahora fusionado en J.P. Morgan Chase, ha sido muy directo. Así como los Rothschild manejan a la OTAN como su brazo armado, los Rockefeller trabajan con el Pentágono. El J.P. Morgan Chase controla la ESSO y Halliburton. El imperio petrolero de los Rockefeller se expresa además a través de empresas petroleras como Exxon Mobil, Chevron Texaco, BP Amoco y Marathon Oil.

Los Rockefeller controlan asimismo grandes empresas farmacéuticas, la constructora de aviones Boeing y las aerolíneas United Airlines, Delta y Northwest Airlines. En términos políticos la dinastía ha sido mejor representada por los republicanos.

Estas fuerzas conservadoras buscan mantener a toda costa la soberanía y fortaleza del poder estadounidense como potencia hegemónica. Este proyecto político defiende el concepto de Estado-nación-Estado-región hegemónica con sus controles geográficos. La debilidad y retraso en términos económicos de esta fracción estadounidense de poder, ha sido compensada por su poder militar. La caída de las Torres Gemelas en 2001, así como la caída de Lehman Brothers provocada en 2008 fueron el medio para detener el avance de la fracción del capital financiero global, que pretende acabar con la soberanía nacional de los propios EUA.

Esta gran fracción del capital financiero ha florecido mediante crecientes inversiones en el complejo industrial militar. Después de la caída del Muro de Berlín dichas inversiones se realizan, sobre todo, a partir de una deuda creciente en dólares, es decir a partir de otra forma de capital ficticio. En tanto que han logrado transferir su deuda, mediante los bonos del Tesoro, a terceras naciones que aceptaban dichos bonos (capital ficticio) a cambio de importaciones por EUA de riqueza real (productos y servicios en el ámbito civil), los países exportadores a EUA se quedan con ese capital ficticio.

El capital financiero Estado continental y unipolar ha tratado de mantener el control sobre el petrodólar a punta de guerras. Estas guerras se han dado sobre todo en Medio Oriente donde se concentre el negocio de petróleo en dólares. El petrodólar, sin embargo, sufre la competencia de la alianza entre Rusia (mayor productor de energía fósil) y China (mayor consumidor de dicha energía) ya que estos países compran y venden el petróleo fuera del ámbito del dólar. A este plan se integró Irán cuando dejó de vender petróleo en dólares.

Debido a ello el país fue sancionado. No se repitió el caso de Irak con Sadam Hussein por la potencia económica y militar que resulta ser Irán. Las sanciones tuvieron además un efecto contrario a lo esperado, ya que desde entonces Irán vendió más petróleo hacia el Este de Asia y fuera del ámbito del dólar. Con Rusia, China e Irán cada vez más naciones de Eurasia dejaron de negociar el petróleo y gas en dólares.

Por lo anterior la ´fe´ en el petrodólar se vino hacia abajo. Al no ocupar más dólares como moneda de cambio internacional, la posición del dólar como moneda internacional de reserva queda afectada. La venta de bonos del Tesoro ha sido masiva en los últimos años. Las tenencias china´s de bonos del Tesoro (el mayor tenedor) han bajado desde su máximo en junio de 2014 en no menos de 25% (algo más de un billón de dólares).

Al minar uno de los dos pilares del poder hegemónico de EUA (el dólar como moneda de referencia internacional) se acaba también el sostén militar. Cuando los bonos del Tesoro dejen de tener demanda también viene hacia abajo la capacidad de financiar el complejo industrial y militar. La política de Trump es aumentar la tasa de interés para poder elevar el gasto de defensa. Al exigir a los países aliados de la OTAN que eleven su contribución, se liberaría presupuesto para invertir en el complejo industrial y militar (Vea, Wolf Richter, Foreign governments dump US Treasuries as never before, en www.wolfstreet.com, 9 de febrero de 2017).

Economía de guerra, Economía especulativa o Economía productiva

Los BRICS nacen como los países «emergentes» con peso mundial, por volumen de población, de materias primas y por ser territorio de deslocalización de los capitales financieros globales desde el año 1995. Los BRICS expresan en su primer momento una relación estratégica subordinada a los intereses financieros globalistas. Luego, cuando China no es aceptada como verdadero socio en el Fondo Monetario Internacional (FMI) buscan agresivamente su propio espacio geopolítico.

Originalmente, el FMI había propuesto en 2010 anunciar un cambio de moneda internacional en 2014 a partir de los Derechos Especiales de Giro (DEG´s). Luego, bajo presión de los globalistas, se pospuso a una fecha a finales de 2015. El 11 de Agosto de 2015 en el FMI decidieron posponer una vez más la inclusión del Yuan. La aceptación del Yuan finalmente se dio el 30 de setiembre de 2016. Es el primer paso en firme para que el Yuan sea considerado como una moneda de reserva internacional.

A los BRICS los podemos caracterizar como proyecto estratégico no-financiero, como opción estratégica desde los países dependientes-subdesarrollados-periféricos-no alineados. Surge en el marco de la guerra financiera transnacional inter-imperialista. Es a partir de las decisiones del FMI que se pone de pie con un proyecto propio en confrontación con los capitales financieros unipolares. El mundo dependiente-«emergente» se manifiesta como centro dominante de producción y consumo de riqueza social, en síntesis, como el lugar donde impera el trabajo productivo y el capital real enfrentado a dos formas de capitales financieros unipolares basando su fuerza en el capital ficticio.

La presencia de Rusia y el acuerdo militar con China y otros países de Asia, otorga mayor fuerza geopolítica disuasiva al proyecto BRICS-Ampliado. La propuesta cuenta con un Banco de Desarrollo y Fomento como con un Fondo de Compensación entre los instrumentos más importantes. Cuenta con un Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura con su plan económico-estratégico de la nueva Ruta comercial-industrial de la Seda (NRS). El proyecto de la Ruta de la Seda es una especie de keynesianismo/desarrollismo productivo a escala mundial. China y Rusia agregan, a su nueva arquitectura económico-financiera y político estratégica, la nueva arquitectura económica comercial y productiva.

El proyecto de la Ruta de Seda es una respuesta a la baja de la tasa de ganancia en los países emergentes y primero que nada en China. China ya sufre la ´enfermedad japonesa´ que después de ser el milagro económico por décadas, muestra tasas de crecimiento cada vez más débiles, pasando de cifras de dos dígitos a una tasa de 4% en el año 2016 (como hemos señalado en Geopolítica de la crisis económica mundial).

Tasas de crecimiento más bajas son un reflejo de menores inversiones en capital fijo debido a una tasa de ganancia a la baja. Los perfiles de las tasas de ganancia micro y macroeconómicas son bastante similares, y básicamente caracterizados por una tendencia a la baja en el largo plazo afirma Rémy Herrera. Se observan ligeras oscilaciones en la tendencia a la baja de la tasa de ganancia hasta la década 1990.

La tasa de ganancia a nivel micro en China continúa su descenso en los años 1990. En la segunda mitad de la década, después de la derogación de la Ley Glass Steagall, se observa una marcada recuperación, hasta el año 2008, para luego reanudar su tendencia a la baja (Vea, Rémy Herrera y Zgiming Long, Acumulación del capital y ciclos en la economía china de 1952 a 2014: Dos métodos de análisis con tasas de ganancias industriales, Universidad de Paris, 2016).

Con la creación del Banco de Inversiones e Infraestructura se logró obtener inversiones de muchos países incluyendo las principales economías europeas a fin de darle vida al proyecto de la Ruta de Seda. Es un proyecto de corte desarrollista/keynesiano productivo a escala global.

Los ausentes más llamativos en este proyecto han sido EUA y Japón. Con la llegada del gobierno de Trump y dada la decisión y necesidad de su gobierno de reindustrializar EUA, se abre la posibilidad y, en nuestra opinión, se da la necesidad que ambas naciones apunten a este desarrollo de proyectos de infraestructura a escala mundial.

Es interesante e importante saber que hay otra fuerza política que no hemos de subestimar para que salga adelante el proyecto Universal Multipolar de BRICS-Ampliado. Fines de febrero de 2017 el papa Francisco estuvo en comunicación con China para abrir espacios para la iglesia católica en China y públicamente mencionaron la necesidad de un mundo más igual y más justo y la urgencia de una redistribución de la riqueza mundial.

Estamos claros que China opera, al igual como todos los países capitalistas, en la economía de mercado a nivel mundial, pero tampoco podemos dejar de un lado que tiene un gobierno central con fundamentos socialistas. El Vaticano del papa Francisco se alinea con China y el Proyecto Universal Multipolar de BRICS-Ampliado y comparte el proyecto de un Nuevo Orden Monetario en el cual el Yuan sea una moneda de reserva internacional anclada en oro. Hoy en día China es el principal poseedor de oro a nivel mundial, con más de 20 toneladas en lingotes y muy a sorpresa de muchos, el Vaticano es el número dos. (Vea, Bill Holter, The world is about to be hung on a cross of gold, www.silverdoctors.com, 27 de febrero de 2017).

Hemos de señalar que también Rusia se encuentra en una posición de fuerza más allá de su poderío militar. Como gran productor de oro, las reservas internacionales rusas en oro han aumentado sin cesar. Rusia podrá llegar a ser una fuerza importante en la definición del precio del oro y no solo por sus reservas en oro. Pues, a pesar del colapso en el precio del petróleo, las finanzas del Estado ruso se encuentran en una posición muy saludable al no contar con deuda externa. Todavía en este año, Rusia habrá cancelado todas las deudas entabladas en el período soviético.

Esto significa que el capital financiero unipolar no tendrá ninguna capacidad de maniobra para subordinar al país por la vía económica. De ahí también la amenaza concreta de una confrontación militar con Rusia si Clinton y los globalistas hubiesen ganado las elecciones. Rusia está en una posición de atacar al dólar, si así lo deseara, comprando oro. (Vea, Alasdair Macleod, Will Russia attack the dollar by buying gold,www.silverdoctors.com, 26 de febrero de 2017).

Finalmente está cada vez más claro que EUA no posee el oro que oficialmente afirma tener. De acuerdo a la documentación que recibieron expertos como Koos Jansen en la materia de US Mint, (el organismo encargado de producir la moneda estadounidense) hace décadas que no hay auditorías serias ni completas del stock de oro en bodega. Lo que queda claro de la pobre documentación recibida es que US Mint ha hecho de todo para mantener la información fuera del dominio público.

Lo anterior no necesariamente significa que todo el oro hubiese desaparecido, pero una buena parte bien puede estar comprometido por una política de ´leasing´. Así, por ejemplo, Alemania ha recibido parte de ´su´ oro que no llevaban las marcas del caso. Obtuvieron lingotes sin marcas probablemente de otros tenedores con menos influencia.

Si la administración Trump quisiera pasar al patrón oro muy probablemente ha de adquirir oro también mediante la política de leasing. Y quienes poseen el oro suficiente para poder prestarlo son China, el Vaticano, India y Rusia. Para poder definir el próximo sistema monetario internacional el poder real está en quien posee la riqueza real necesaria para anclar su moneda y no en quien más posee riqueza ficticia para hacerlo. (Vea, Koos Jansen, US Mint releases New Fort Knox ´Audit Documentation´, en www.silverdoctors.com, 27 de febrero de 2017 y Koos Jansen, 9 must see gold charts, www.silverdoctord.com, 2 de marzo de 2017).

¿Y la administración Trump qué?

A principios de 2017, Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva federal afirmó: «Regresar hoy al patrón oro sería percibido como un acto de desesperación». El capital financiero globalista efectivamente calificaría esta decisión como un acto irresponsable. Sin embargo, señala Greenspan, si hubiéramos tenido el patrón oro no estaríamos en la misma situación en la que nos encontramos hoy. Con el patrón oro, sigue, nunca hubiéramos alcanzado esta situación de endeudamiento extremo ya que el patrón oro no permite que la política fiscal se descarrile.

El retorno al patrón oro significaría muy probablemente un colapso para los ´banksters´ de Wall Street y dejaría sin poder al ´Estado Profundo´ en Washington. Este retorno, afirma Rory Hall, quien cita a Greenspan, transformaría la economía norteamericana profundamente y entregaría el poder democrático de nuevo al pueblo, tema central de la campaña de Trump (Vea, Rory Hall, Why do all developed countries have gold reserves?, www.silverdoctors.com, 23 de febrero de 2017).

El desarrollo del capital financiero ficticio ha dado espacio para «la guerra de clases desde arriba» al prescindir del factor trabajo, pero al tener problemas cada vez más serios para volver a la esfera productiva, una fracción del capital financiero unipolar apunta cada vez más agresivamente contra el otro. Conforme ha pasado el tiempo la guerra entre estos capitales financieros dentro del propio país hegemónico. En medio de esta lucha llega Trump quien apuesta al capital productivo, buscando fortalecer la economía real de EEUU. El capital financiero globalista hará todo lo posible para que Trump sea derrotado y su arma principal son las aceleradas alzas en las tasas de interés.

Lo anterior llevaría el proyecto Trump a su derrota económica. Su única salida, en nuestra opinión, es apostar al multipolarismo productivo. Con la otra fracción del capital financiero unipolar y conservador Trump ha hecho alianzas para poder sobrevivir en el poder, hecho que se refleja en la composición de su gobierno.

La administración Trump pretende reactivar el desarrollo de Estados Unidos rompiendo con el ideal de ser «el primero». Para lograrlo no puede perder el tiempo, afirma Thierry Meyssan.

Se necesitarán años para abrir las «rutas de la seda», aunque su construcción ya está ampliamente iniciada. Por consiguiente, Estados Unidos no tiene tiempo para ponerse a renegociar los grandes tratados comerciales multilaterales ya existentes. Tiene que lograr sin demora acuerdos bilaterales para que los mega-contratos se apliquen de inmediato. Hay señales que Trump busca integrarse al Banco de Inversiones en Infraestructura para poder participar en el proyecto de la Ruta de la Seda (Vea, Thierry Meyssan, Los negocios contra la guerra, http://www.voltairenet.org, 14 de febrero de 2017).

La tesis de Trump de invertir un billón de dólares en infraestructura parece cuadrar con el desarrollismo/keynesianismo productivo a escala mundial de la Ruta de Seda en Eurasia. Con la participación de la administración Trump dicho proyecto alcanzaría escala global. Esta salida probable significaría un golpe mortal para el capital financiero globalizado. No queremos afirmar que es una salida segura, pero las oportunidades del proyecto Universal Multipolar van en aumento.

El peso de la geopolítica se traspasaría de Occidente a Oriente, pero así se garantizaría la sobrevivencia de EUA como gran nación. En tanto que esas mega-inversiones en infraestructura se desarrollen habrá creación de capital real por unos cuantos años hasta que terminen dichos proyectos financiados.

La gran pregunta, sin embargo, es si las mismas obras luego encadenarán con el proceso de reproducción ampliada de la economía real. De no ser así, dichas inversiones se transformarían en capital ficticio. La productividad general del trabajo a escala global tendería a la baja a partir de entonces. No habría retorno posible a un alza en la tasa de ganancia ni a partir del multipolarismo productivo a escala global.

En tal caso estamos frente a una crisis sistémica y la transición hacia una sociedad post-capitalista será inevitable. Surge inmediatamente la pregunta sobre las alternativas. En términos de trabajo productivo e improductivo creemos que con el descenso de la productividad general por la forma, nos encontramos en un período de transición de una sociedad donde el trabajo productivo regulado por la forma, estará en un proceso de subordinación al trabajo productivo visto por el contenido. Estamos ante la transición hacia una racionalidad económica donde el contenido se sobrepondrá a la forma, es decir donde el valor de uso se sobrepondrá al valor de cambio.

*Agradezco los aportes de Walter Formento para este artículo

Wim Dierckxsens es sociólogo y economista holandés, integrante del Observatorio de la Crisis.

Fuente: http://socialismo21.net/como-categorizar-la-geopolitica-hoy-trabajo-productivo-vs-trabajo-improductivo/