Informes reservados destinados a hombres de negocios, a los que BRECHA accedió, diagnosticaban que había 70 por ciento de posibilidades de caos en Venezuela en la proclamación de los resultados de las elecciones presidenciales del pasado domingo. En el 10 por ciento de los casos se hubiese podido manifestar una situación al borde de la […]
Informes reservados destinados a hombres de negocios, a los que BRECHA accedió, diagnosticaban que había 70 por ciento de posibilidades de caos en Venezuela en la proclamación de los resultados de las elecciones presidenciales del pasado domingo.
En el 10 por ciento de los casos se hubiese podido manifestar una situación al borde de la guerra civil. Esta es la verdadera historia de la guerra civil que no fue. Una semana antes de las elecciones, la Penn, Schoen & Berland Associates (PSB) emitió un sondeo según el cual Rosales aventajaba a Hugo Chávez en las elecciones venezolanas. No era cierto, pero eso no era lo importante, porque el asunto para la PSB no es proporcionar sondeos fehacientes sino crear -lo declaran en su sitio web- el humor para cambios de régimen favorables a los intereses de Estados Unidos.
Esta agencia hizo un negocio de la producción de mentiras trabajando para la Freedom House, una agencia cercana al Partido Republicano estadounidense dirigida por el ex director de la cia James Woolsey y de acuerdo con el National Endowment for Democracy. Les fue bien en varios lugares, desde Serbia a Ucrania, pero en Venezuela, el 15 agosto de 2004, para el referendo revocatorio, fracasaron rotundamente.
Difundieron un boca de urna falso con 20 puntos de distancia de la realidad y cuando todas las entidades de observación internacional certificaron la limpieza del voto, la PSB fue la única agencia internacional en denunciar un fraude inexistente. Todo servía para desestabilizar a Venezuela. La estrategia de proporcionar sondeos falsos, que perfilaban una derrota de Chávez -a pesar de que 16 de 18 sondeos dieran una gran ventaja al presidente-, se repitió en esta campaña electoral en un intento de mantener caliente a la oposición.
Decenas de opinadores de la oposición, con Teodoro Petkoff a la cabeza, difundieron una versión muy venezolana de la ley de Murphy: «No podemos perder y si perdemos es porque hubo fraude». Tan convencida estaba la oposición venezolana de su superioridad que, en lugar de preparar camisetas para celebrar el triunfo, en distintas ocasiones fueron incautadas camisetas y materiales de distinta naturaleza que serían usados para sacar la gente a la calle a denunciar el fraude chavista.
DESOBEDIENCIA.
La jornada electoral del domingo se desarrolló en la más absoluta tranquilidad y civismo, con una única sombra: que la oposición no reconociera la derrota y que esto sembrara el caos. La ley venezolana prohíbe la difusión de sondeos antes de que el poder electoral difunda los datos oficiales a través de su organismo encargado de hacerlo, el Consejo Nacional Electoral.
La ley establece severas sanciones para quienes, desde el territorio venezolano, difundan resultados antes que el CNE. Sin embargo estas sanciones no valen para CNN, que formalmente trasmite desde Estados Unidos.
Cerca de las seis de la tarde, mientras aún había electores en las mesas, todos los medios de comunicación manejaban sondeos que daban a Chávez una votación de entre el 62 y el 65 por ciento, y sin embargo estos medios respetaban la ley no informando a la opinión pública. Aparentemente el único medio que no recibía estos sondeos, que se revelaron exactos, era CNN que, violando la ley venezolana sin violarla, empezó a difundir en sus distintas ediciones noticias falsas y tendenciosas, como que el Consejo Electoral no difundía resultados porque había una distancia muy corta entre los candidatos, al borde de la sorpresa, con Rosales a la cabeza.
También difundió la falsa noticia de que en todo el país se registraban irregularidades. Frente a esta jugada sucia la ley venezolana se quedaba corta. La emisora Telesur, cercana al gobierno, decidió entonces difundir los sondeos de boca de urna reales: Chávez 62 por ciento, Rosales 38 por ciento. Eran las 7 de la tarde y Telesur había violado la ley para preservar la legalidad democrática en Venezuela.
Voceros de la oposición denunciaban la violación de Telesur, pero todos los medios, CNN incluida, tuvieron que enfrentarse a la realidad, certificada por el mismo Consejo Electoral Nacional minutos después y por todas las entidades de observación: Rosales quedó 23 puntos detrás de Chávez, en elecciones limpias.
RECONOCIMIENTO.
El mismo Manuel Rosales tuvo que admitirlo poco después de las 9 de la noche. Difícilmente se conocerán los detalles de la interna opositora en las horas que pasaron entre los rumores falsos de CNN y la admisión de la derrota que Rosales hizo en términos explosivos: «Alguien me instó a mentir al pueblo, sin embargo yo no le voy a mentir al pueblo y por esto voy a reconocer que perdimos».
Era la confirmación -en palabras del mismo líder de la oposición- de la existencia de un plan subversivo y probablemente golpista, de una parte de la oposición venezolana en conjunto con aquellos ambientes estadounidenses que trabajan para erosionar democracias ajenas en pos de intereses propios.
El resultado electoral venezolano simplifica el cuadro opositor en el país al desaparecer decenas de listas menores, ya que sólo dos tuvieron una votación buena: la de Rosales (Un Nuevo Tiempo), que aceptando el resultado quiere perfilarse como una derecha civilizada y democrática, y Primero Justicia, la derecha fascistoide a la cual con toda evidencia se refería Rosales al decir que se le pidió mentir al pueblo. No se puede demostrar, pero la reacción democrática de Telesur, que no existía aún el día del golpe de 2002 ni el día del referéndum revocatorio de 2004, habrá violado la ley, pero puede haber evitado el caos que CNN se consideró con libertad para sembrar en Venezuela.
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