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Cómo escribir acerca de Oriente Medio

Fuentes: errwhateverz.com

Traducción de Renata Vázquez para el blog Renostan.

Un buen consejo: ten bien a mano jeques y terroristas suicidas.

Utiliza siempre palabras como «arena», «oscuridad» o «susurros» en el título. Los subtítulos pueden incluir las palabras «Islam», «Yihad», «desierto», «amanecer», «lucha», «petróleo», «Oriente», «Arabia», «llamada», «velo», «Alá» o «ira». Otras palabras útiles pueden ser «terroristas», «fundamentalismo», «tribal» y «eterno». Recuerda que siempre has de referirte al pueblo árabe como la «calle árabe».

Si has de incluir a un árabe en la portada, por favor asegúrate de que sea una mujer llevando un velo o alguien quemando una bandera israelí o americana. Bajo ninguna circunstancia deberías de poner una foto de un árabe normal y corriente en la portada de tu libro, ni siquiera dentro del mismo; alguna vez puede que menciones a algunos árabes normales, pero sólo para subrayar sus diferencias con Occidente. Cinturones suicidas, un AK-47, una mezquita, el desierto: utiliza estos.

En tu texto, trata Oriente Medio como si fuera un país en sí mismo, y refiérete a él constantemente como «Arabia» o «El mundo musulmán». Es un lugar caluroso, polvoriento, lleno de dunas movedizas y manadas de camellos, los únicos animales lo suficientemente fuertes para resistir un clima tan hostil. No te molestes en dar ningún tipo de descripción precisa. Oriente Medio es grande, contiene nada menos que veintidós países y 300 millones de personas, todas ellas demasiado ocupadas en matarse entre sí y morirse, en guerrear y bombardearse los unos a los otros como para molestarse en leer tu libro. El continente está lleno de desiertos, bosques, junglas, estepas y muchas otras cosas, pero al lector todo esto no le interesa, así que procura que tus descripciones sean siempre misteriosas, exóticas y poco precisas. También asegúrate de que mencionas que países como Turquía, Irán, Paquistán o Afganistán no tienen nada que ver con los países árabes, pero luego puedes continuar refiriendote a ellos como si lo fueran. Porque, a pesar de que eres una persona viajada y consciente de las diferencias, al final todos se parecen entre sí y no importa.

También asegúrate de mostrar como los árabes son completamente diferentes de Occidente, y hacen cosas que ningún otro ser humano hace. No menciones música, televisión o bares; ir a la mezquita es la mejor forma de entretenimiento para los árabes, junto con la yihad, la guerra, las reuniones tribales, el dictado de fatuas, destripar cabras, cortar miembros, y mantener discusiones sobre la inferioridad de la mujer. Siempre que puedas no olvides de dar a entender que eres capaz de tomar parte en dichas acciones sin parpadear, y de describir cómo aprendes a entender esta nueva perspectiva – porque todo esto te importa.

Hay algunos temas que son tabú: escenas de la vida cotidiana, amor entre árabes (a menos que haya algún asesinato por honor de por medio), referencias a árabes divirtiéndose o a árabes que no odien a occidente, y por supuesto nunca menciones a niños que van al cole y no tienen ninguna intención de perpetrar ningún atentado suicida. Nunca jamás menciones a árabes cristianos, o árabes judios, árabes negros o árabes rubios. Todos los árabes son musulmanes, y todos los árabes tienen la piel oscura (pero no tanto).

Puedes describir a los árabes en su vida cotidiana, pero siempre debes de sonar algo alucinado de cómo pueden llevar a cabo tareas como cocinar, limpiar e incluso (aunque en rara ocasión) reír, dada su estricta tradición islámica. Asegúrate de mencionar que a pesar de tomar parte en estas actividades de la vida diaria, siempre lo hacen bajo «la mirada vigilante del mulá/padre/régimen opresor». Por supuesto, cualquier mención a la escuela debe de ir acompañada del tópico de las «madrasas». Aquí es cuando debes de insertar el vídeo con los niños árabes sin rostro que golpean su cabeza al suelo y recitan incomprensibles cánticos.

A lo largo del libro puedes adoptar un mal acento árabe, en conspiración con el lector, o un tono enfadado y desesperado. Deja claro que tu liberalismo es impecable, y menciona bien al principio que entiendes perfectamente porque todos los árabes odian a Occidente, y cómo simpatizas con la oprimida «calle árabe», a pesar de su naturaleza atrasada. Si eres un hombre, convierte salvar a las preciosas mujeres veladas de su sociedad opresiva en tu misión. Si eres una mujer, trata Arabia como si fuera un hombre opresor, tradicional, pero al mismo tiempo extrañamente comprensivo y de buen corazón. «Arabia» ha de inspirar pena, ser temida o liberada. No importa el ángulo desde el que la enfoques, lo que debe de quedar claro es que sin tu intervención y tu importantísimo libro la «calle árabe» está condenada.

Tus personajes árabes pueden incluir jóvenes fundamentalistas, mujeres muy sexualizadas aunque oprimidas, y musulmanes devotos. O líderes corruptos, beduinos pobres, jeques ricos, prostitutas de harén con las que te has acostado. La meta del devoto musulmán ha de ser siempre recuperar el Islam que está en manos de los fundamentalistas, y hacer constantes referencias a que el «Islam radical es la excepción y no la norma», de tal forma que tus lectores comprendan claramente que tú, como ellos, no eres un islamófobo.

El Árabe Moderno es un hombre gordo que roba y trabaja en la oficina de visados, negándose a dar permisos de trabajo a occidentales altamente cualificados verdaderamente preocupados por «Arabia». Él es el enemigo del cambio, utilizando siempre su trabajo gubernamental para obstaculizar la creación por parte de bondadosos expatriados de ONGs o refugios para mujeres. O también puede ser un intelectual educado en Oxford convertido en un asesino en serie islamista vestido de Armani. Un caníbal al que le encanta el champán Cristal sin alcohol, y cuya madre es una mujer velada que dirige un harén.

Entre tus personajes no debe de faltar La Madre Histérica, que no habla nada de inglés y que se pasea por el campo de refugiados golpeándose, chillando y maldiciendo a Occidente. Sus hijos son todos jóvenes fundamentalistas, y siempre aparece en el vídeo llorando angustiada ante la posibilidad de que sus hijos se conviertan en terroristas suicidas. Debe siempre de aparecer con una mirada de impotencia, y le tiene que caer un moco de la nariz. No tiene pasado ni historia: tales digresiones arruinarían este dramático momento. Los gemidos también están bien. Nunca debe de hablar de si misma durante toda la conversación si no es para hablar de su (inefable) sufrimiento. También debe de haber una acogedora y hermosa mujer joven con velo que tiene una sonrisa tímida y a la que le preocupa su país. Estos personajes deben de revolotear en torno al personaje principal, haciendo que siempre quede bien. Tu héroe puede enseñar a los niños, bañarlos, alimentarlos; puede llevar un montón de bebés en sus brazos y ha visto a la Muerte. Tu héroe puedes ser tu (si es un reportaje), o una bella y trágica celebridad internacional/aristócrata convertida al Islam (si es ficción).

Los personajes malvados occidentales pueden incluir a la administración Bush, expatriados occidentales que abusan de mujeres, empleados del Banco Mundial, Tony Blair. Cuando hables de la explotación perpetrada por occidentales menciona a los EEUU y la palabra imperialismo en repetidas ocasiones. Echa la culpa de Occidente por la situación de Arabia. Pero, por favor, tampoco especifiques demasiado.

Evita que los personajes árabes rían, luchen por educar a sus hijos, o simplemente traten de salir adelante en circunstancias normales. Haz que tengan algo que decir sobre Europa o América. Los personajes árabes han de ser siempre misteriosos, exóticos y tradicionales – y todos deben de odiar a Occidente. Son los árabes buenos los que no están condicionados por estos sentimientos. Tampoco te molestes demasiado en explicar a tu audiencia por qué odian a Occidente, porque hacerlo sería una actitud racista contra su «Civilización Islámica». Acepta el hecho de que serás odiado y trata de buscarle una solución, pero sólo con los árabes buenos. La banda sonora debe de incluir un poco de algarabía rápida, y la llamada a la oración debe de sonar de fondo siempre que hablan los árabes malos.

Asegúrate de impresionar a tus lectores mencionando como en Arabia no había nada antes del petróleo y como tampoco habrá nada una vez que se agote. No menciones nada relacionado con la educación o la tecnología (los teléfonos móviles arruinan toda la atmósfera de las dunas de arena rodantes). Este tipo de cosas no son relevantes cuando se habla sobre el País de los Árabes, sólo el petróleo lo es. Cada árabe vestido en su traje nacional ha de ser descrito con la frase: «sus vestiduras largas y sueltas» o «sus vestiduras de un blanco inmaculado». No te olvides de impresionar a tus lectores con lo deslumbrantes e inmaculadas que son esas vestiduras. Reflexiona en repetidas ocasiones en la increíble habilidad de los árabes para mantener sus largas y sueltas vestiduras deslumbrantemente blancas. Las mujeres de Arabia han de ser siempre descritas como «mujeres cubiertas de negro» y siempre en plural. Nunca «esposa»; siempre «esposas». Cada aeropuerto debe de dejar una escena en la que un hombre árabe en vestiduras largas y sueltas de un blanco inmaculado acompañado de varias esposas cubiertas de negro.

Describe, con todo lujo de detalles, la llamada a la oración (azán, estridente, cautivadora, conservadora, embriagante) o bazares sucios y malolientes. Asimismo, el sexo es muy importante, así que no te cortes y describe detalladamente las formas que tienen los árabes de pensar en y mantener relaciones sexuales. Y cuerpos desnudos. O mejor, cadáveres desnudos. O, aún mejor, cadáveres mutilados por explosiones desnudos. Recuerda que cualquier trabajo que presentes en el que la gente aparezca sucia, miserable y cabreada será referido como «la verdadera Arabia», y, por supuesto, tú quieres que ponga eso en la sobrecubierta. No te sientas mal por ello, estás intentando que esta gente sea comprendida en Occidente. Los animales de tu libro, al contrario que los personajes humanos, pueden tratarse como caracteres complejos y completos. Esto no debería de resultarte difícil, al fin y al cabo los camellos son los únicos animales que existen en Oriente Medio, junto con los escarabajos y las cucarachas.

Los lectores quedarán desencantados si no menciones los bazares de Arabia. Siempre son ruidosos y sucios. Siempre hay alguien escupiendo flemas. Pequeños y estrechos callejones, así como los bazares son clave – Arabia es la tierra del Misterio y el Exotismo (en mayúsculas). Habla de la belleza de las dunas de arena rodantes y el paisaje, que a pesar de quien lo habita sigue siendo bello. Cuando tu personaje principal está en un desierto viviendo con los indígenas (cualquiera que sea bajito y/o sucio) está bien mencionar que Arabia ha sufrido un proceso de despoblamiento a causa de la Guerra y la Yihad (de nuevo mayúsculas).

También te hará falta un club de alterne llamado Tropicana, donde mercenarios, guerrilleros, prostitutas, personal militar estadounidense y malvados nuevos ricos se matan el tiempo.

Termina siempre tu libro o película con una llamada a la oración resonando en un abandonado bazar al atardecer, llamando a absolutamente todo el mundo a la oración. En serio, no olvides el gemido embrujador del azán. En repetidas ocasiones. Porque te importa.

Nota del autor: Texto basado en el brillante artículo How to write about Africa.

Fuente de la traducción: http://renostan.wordpress.com/2011/12/28/como-escribir-sobre-oriente-medio/

Fuente original: http://errwhateverz.com/2010/03/01/how-to-write-about-the-middle-east/