Las fuerzas productivas se caracterizan por la presencia de tres elementos cuyo desarrollo, en el contexto de la lucha entre dominados y dominantes, explican la historia del ser humano. En ese sentido, el desarrollo individual o en conjunto de los medios de producción, del conocimiento de las técnicas de producción o de la ideología que […]
Las fuerzas productivas se caracterizan por la presencia de tres elementos cuyo desarrollo, en el contexto de la lucha entre dominados y dominantes, explican la historia del ser humano. En ese sentido, el desarrollo individual o en conjunto de los medios de producción, del conocimiento de las técnicas de producción o de la ideología que le da contenido y justificación a las prácticas sociales de los seres humanos en el plano productivo, establecen, los cambios en la dinámica productiva del hombre, cuya radicalidad llega inclusive a definir modos de producción distintos.
Ya señalábamos, en escritos anteriores, que de estos tres elementos que integran la fuerza productiva la ideología era el elemento determinante para producir un cambio en el modo de producción. Y esto, dado que la ideología constituye el andamiaje de ideas que de acuerdo a una determinada lógica crea y organiza nuestras creencias, definiendo nuestros criterios de valoración de la realidad. En esa estructura mental también se instalan los elementos de dominación que el ser humano reproduce en su práctica social y que luego asume como «natural». De aquí que una persona nacida esclava asuma como natural su esclavitud y la defienda frente a quienes piensan otra cosa de su condición humana. Así también en el capitalismo el trabajador es el segundo gran defensor de su explotación, frente a los que plantean su propia liberación. Ante tal escenario, ¿cómo cambiar esto, cómo cambiar las fuerzas productivas desde un modo de producción capitalista a otro socialista?
Los cambios ideológicos los imponen quienes tienen el poder de influir sobre los otros, y esto, en virtud del reconocimiento que hacen los últimos respecto a ese poder. De allí que en el caso del socialismo sea la vanguardia económica desde las posiciones de dirección en las empresas capitalistas las llamadas a promover con su ejemplo y su accionar el cambio ideológico de las prácticas productivas capitalistas que permitan su auto transformación y la del resto de los trabajadores de la empresa. Esa auto transformación debe expresarse en formas de dirección y de organización del trabajo que garanticen que los trabajadores se apropien conscientemente de su trabajo y del beneficio que crean; así como, de la contribución que este beneficio tendrá para la clase trabajadora.
En este sentido, la construcción de plan de negocio de la empresa capitalista que se va a auto transformar debe ser el resultado de la incorporación de todos los trabajadores de dirección y gerencia de la misma. Esto en una primera etapa. En una segunda etapa la dirección de la empresa debe orientar para que la construcción del plan de negocio de la empresa incluya la participación de todos los trabajadores, desde los distintos niveles decisorios de la organización. Esto a los efectos, de que al trabajador en cada nivel decisorio le resulte natural apropiarse de la responsabilidad sobre las decisiones de su trabajo y del trabajo de los otros. Este proceso lento de cambio en la lógica de las ideas que lleven al trabajador a apropiarse de su trabajo, requerirá de él un esfuerzo extra que le permita obtener un mayor conocimiento de las técnicas productiva, que exige su participación en los planes de negocios de la empresa, ahora sí, socialista. Dichos planes no serán el resultado de una imposición de un pequeño grupo sino un acto de integración participativa y colaborativa de los trabajadores de la empresa.
En ese sentido, el centralismo democrático tendrá su expresión en la forma de organizar las decisiones en las empresas socialistas. La participación consciente y responsable de los trabajadores en la construcción del plan involucrará, también, su participación en el ajuste que se realice en cada nivel de decisión de acuerdo a la rentabilidad prevista. Y esa actividad será complementada, en una tercera fase, con la toma del control y seguimiento, en manos de los propios trabajadores, de las tareas de la empresa. Finalmente, de acuerdo al nivel de consciencia de los trabajadores, se elegirán a los directivos, gerentes y supervisores de acuerdo a su capacidad organizativa, mérito, conocimiento de las técnicas productivas y compromiso ideológico con el socialismo.
La vanguardia económica debe garantizar que se produzca la apropiación del trabajo y su beneficio por el trabajador; esto con el fin de volver esta práctica social una idea cuya lógica sea natural para el mismo. Cuando esto ocurra la ideología socialista se habrá instaurado en la mente de los trabajadores y trabajadoras de la empresa.
Para concluir, debemos insistir en que el conocimiento de las técnicas productivas será el pilar fundamental que permitirá la sostenibilidad y rentabilidad de la empresa y economía socialista. Sin esa sostenibilidad será imposible el desarrollo de la ideología socialista: será imposible un cambio en el modo de producción. Viviremos y venceremos, que viva el socialismo, Carajo!
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