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Complejo de gigantismo

Fuentes: Barómetro Internacional

Brasil sufre de una enfermedad que se llama complejo de gigantismo. Es verdad que tenemos bosques, suelos, minerales, climas, recursos y bellezas abundantes, pero desafortunadamente hay un uso privado excesivo de esa exuberancia. La autosuficiencia del petróleo (anunciada por Lula en abril de 2006) no resulta en derivados (sobre todo la gasolina) garantizados a precios […]

Brasil sufre de una enfermedad que se llama complejo de gigantismo. Es verdad que tenemos bosques, suelos, minerales, climas, recursos y bellezas abundantes, pero desafortunadamente hay un uso privado excesivo de esa exuberancia.

La autosuficiencia del petróleo (anunciada por Lula en abril de 2006) no resulta en derivados (sobre todo la gasolina) garantizados a precios bajos para consumidores brasileños; plantas hidroeléctricas colosales, no significa la estabilización de precios justos de electricidad para los brasileños; y lluvias torrenciales seguidas de sequía no sugieren planificación para que jamás falte agua en los grifos de brasileños (¡Qué suba el nivel de Cantareira! ¡Amén!).

Pero el complejo de gigantismo a que me refiero, se intensifica con el impacto que el brasileño M.A.C.M., de 53 años, causó cuando fue ejecutado por fusilamiento en Indonesia. Él intentó la entrada al país por el Aeropuerto Internacional de Yakarta, con trece quilos de cocaína escondidos en el armazón de un ala delta. Después de haber sido sorprendido por las autoridades indonesias, M.A.C.M. consiguió aún huir del aeropuerto y quedó así durante dos semanas, pero él fue capturado y luego juzgado.

Tal vez M.A.C.M. no entendiera que el tráfico de narcóticos, fuera así tan execrable en un país diferente al Brasil, en donde la impunidad prevalece. Él debe haber sufrido mucho por quedarse más de diez años recluido, en condiciones que desconocemos, como lectores de noticias en periódicos. Su mala suerte fue que el presidente indonesio Joko Widodo había prometido el combate intenso al tráfico de narcóticos y que no habría «clemencia» a los crímenes de esa naturaleza. Widodo tiene apoyo de buena parte de la población indonesia, para combatir ese flagelo.

El gobierno brasileño pidió «clemencia» a Indonesia para que el brasileño M.A.C.M. no fuera ejecutado y para que lo deportaran para su juicio en Brasil. Note, lector, que el pedido de «clemencia» por autoridades brasileñas (incluso por la presidenta Dilma Rousseff) contraría una política indonesia anti-narcóticos que es bastante rigurosa y que tiene además soporte democrático. Tras la indisposición del gobierno de Indonesia de ceder al pedido de autoridades brasileñas, Brasil manifestó que sus relaciones diplomáticas con aquel país no van bien y aplazó la entrega de la credencial del embajador indonesio en Brasilia, que habría ocurrido el 20 de febrero de 2015.

Sin embargo, esa es una actitud pueril del gobierno brasileño, porque demuestra dos fallas: una es la irreverencia a las normas de otro país, en referencia a procesos judiciales y declaración de sentencias, por más rigurosas que ellas sean. Creo que el gobierno brasileño sobrestima el papel internacional de Brasil en este aspecto. Países como Australia y Holanda tuvieron postura semejante en relación a sus ciudadanos, que también fueron ejecutados por tráfico de narcóticos en Indonesia. Y otra es la predisposición de Brasil a hospedar criminosos y darles cobertura para que pasen la vida siendo juzgados pero jamás condenados.

No juzgo a la persona de M.A.C.M., ni lo conozco para tanto, pero veo que su acto fue considerado criminal en otro país (en Indonesia) y, por eso, él fue castigado de acuerdo con las reglas locales. Otros extranjeros aguardan su ejecución en sentencias de pena de muerte, incluso otro brasileño (de Paraná), debido a tráfico de narcóticos. No habría que postergar sentencias o conceder «clemencias». Las leyes existen y se hacen cumplir mejor en otros países que en Brasil, en donde recibidores de sueldos extras ilegales (mensaleiros) y otros corruptos festejan su impunidad.

Una situación semejante es la del muchacho F.F.C., 23 años, de Sorocaba (interior de São Paulo), que envió un correo electrónico a TAM Líneas Aéreas y a la Policía en los Estados Unidos amenazando derribar un avión comercial, en el inicio de 2014 que viajaba de Miami a Brasilia. Sin embargo, el mensaje fue rastreado, el autor F.F.C. permaneció encarcelado durante un año en los Estados Unidos, y su broma de mal gusto fue castigada como tal vez no habría sido en Brasil.

Brasil tiene leyes buenas y sofisticadas. Falta, sin embargo, entrenamiento ciudadano para que nuestra conducta las asimile sin que ellas sean una jerga formal y ceremoniosa comprendida solo entre abogados y otros juristas.

La ejecución de M.A.C.M. en Indonesia abre un precedente más para la reducción de la impunidad en Brasil y el respeto incondicional a las normas de otros países, muchas de las cuales se deducen por el sentido común sin tener que leer sus constituciones. ¿El gobierno brasileño pediría «clemencia» si uno de sus ciudadanos, hubiera traficado narcóticos en los Estados Unidos y recibido la misma sentencia?

Ciudadanos de bien no aguantan más tanta hipocresía e impunidad en Brasil: bandidos que explotan cajeros automáticos, otros que acuchillan turistas, y otros que corrompen las relaciones del gobierno con grandes empresas.

Reconozca, lector, que el gigantismo de Brasil está en los deberes ciudadanos. Sólo usted, como un ciudadano pleno, podrá curar las enfermedades de Brasil.

Fuente: http://barometrointernacional.bligoo.com.ve/por-bruno-peron-brasil-complejo-de-gigantismo