Fue a Brasil por primera vez en 2001, cuando tenía 21 años, para estudiar interpretación con el director Wolf Maya de Global TV. Sintió entonces que Brasil «se preparaba para el cambio» y tuvo que volver para experimentar el país por inmersión total. Su película acaba de ganar el premio en la categoría de «Mejor […]
Fue a Brasil por primera vez en 2001, cuando tenía 21 años, para estudiar interpretación con el director Wolf Maya de Global TV. Sintió entonces que Brasil «se preparaba para el cambio» y tuvo que volver para experimentar el país por inmersión total. Su película acaba de ganar el premio en la categoría de «Mejor Película sobre derechos humanos», en el Artivist film Festival in Los Ángeles.
En 2004 su hermano Pedro comenzó estudios universitarios en Rio y Mario llegó de París. Allí había estado estudiando interpretación con Jack Waltzer, miembro veterano del Actors Studio que se formó durante muchos años con los más destacados directores del Sistema Stanislavsky en los Estados Unidos, incluyendo a Lee Strasberg, Stella Adler y Elia Kazan.
Describe cómo su temprana fascinación por Brasil lo llevó desde un cómodo mundo europeo a este Universo Paralelo, donde la violencia y la delincuencia están presentes de forma constante pero donde también existen más calidez y humanidad que en el mundo normal al que estaba acostumbrado. Su formación como actor y su intensa curiosidad por la vida le permitieron superar muchos de los obstáculos prácticos a los que tuvo que enfrentarse a la hora de hacer la película y lo condujeron a complejas reflexiones personales.
La película, ‘Complexo do Alemao – Parallel Universe’, proyectada en octubre en el Festival de Cine Documental de Lisboa, se estrena el 3 de diciembre en Los Ángeles y el 11 en Nueva York, y más adelante en Londres. Se trata de su primera película, así como de la primera película comercial que muestra la vida en las favelas desde dentro. The Prisma habló en exclusiva con Mario.
¿Qué le llevó a Brasil por primera vez?
En todo portugués hay un pedacito del sueño de Brasil. Leemos mucho sobre ese país en las clases de historia, escuchamos su música, vemos sus telenovelas. Es parte de nuestra cultura y Brasil me tocó cuando vivía en Japón con mis padres, porque sus mejores amigos eran una pareja brasileña.
Complexo do Alemao, ¿un tema difícil para su primera película?
Todo el mundo decía que era imposible, debido al lugar. «¡Venga ya! Es tu primera vez, no voy a invertir dinero en algo sabiendo que lo perderé, quizás mueras, te robarán. Quizás, quizás… ¡Es imposible!»… Hasta que pensé, «Está bien si es imposible, te mostraré que no lo es». Hice oídos sordos y me centré en lo que quería hacer y en hacerlo paso a paso.
Y el dinero, ¿cómo resolvió ese problema?
Trabajando, trabajando y trabajando, además de nuestros pocos ahorros y lo que conseguimos cuando vendimos el único coche que teníamos en Brasil. Intenté prepararme lo mejor que pude, de modo que el poco tiempo durante el que iba a disponer de equipo alquilado se usara al 100%, lo que explica que tuviera que pasar tanto tiempo estudiándolo: Complexo está formado por 12 favelas. Y hay muchas complejidades que yo no estaba acostumbrado a ver, así que fue parte de mi aprendizaje.
Donde las reglas son diferentes…
Imagínese, yo había vivido en Lisboa, luego Japón, París, Los Ángeles, y luego voy a Rio, la maravillosa Río….y vas al Complexo do Alemao, donde encuentras un universo paralelo dentro de la misma ciudad, al que no entran los policías, con una economía paralela, y yo me preguntaba, «¿Cómo es posible?» Si vas al sur, ves la Rio supuestamente normal, donde la gente vive como vivimos nosotros en Europa, o mejor. Fue un proceso realmente difícil. Comenzó cuando un amigo mío actor me llamó y me dijo, «Vamos a dirigir un videoclip para un tipo en el Complexo do Alemao, vámonos todos juntos, su nombre es MC Playboy». Había llegado a la ciudad hacía sólo dos meses, así que simplemente respondí, «Oh, de acuerdo».
No sabía qué era el Complexo do Alemao y el primer día fue un poco tenso, todo el mundo mirándote al ser de fuera, y empezabas a ver a los traficantes y las pistolas. Ésa no es la realidad que estoy acostumbrado a vivir. Seis o doce meses antes había sido asesinado un periodista de TV Globo, pero sólo me enteré cuando volví a casa y mi hermano me lo contó, y lo busqué en Internet: «Caramba, ¿dónde he estado metido?» Pero la sensación de querer aprender y descubrir ese nuevo mundo se hizo más fuerte. Terminamos el videoclip, que se titulaba «The music for love», y en ese proceso tuvimos la oportunidad de conocer muchos lugares dentro del Complexo do Alemao. El vídeo fue un éxito enorme, se convirtió en el Himno Nacional del Complexo.
Así que había entablado relación con ese tal MC Playboy…
Fue él quien nos abrió las puertas y en la Navidad de 2004, después de mucha investigación, me preguntaba, «¿Qué voy a decir sobre este lugar? ¿Cómo voy a decirlo en términos de fotografía, movimientos de cámara?» No sabía mucho sobre documentales, así que tuve que estudiar por mi cuenta. Conseguí todos los libros y te decían qué películas tenías que ver, así que vi los DVDs, desde los orígenes mismos del cine documental.
Luego en 2005 mi hermano y yo decidimos pasar la Navidad allí, para entender mejor la geografía del lugar, porque el Complexo es también un personaje. Hay personajes como tales, Snr Zé, Dona Célia, MC Playboy y los Traficantes, pero el Complexo es también un personaje, y es enorme, así que hace falta comprender lo que hacen allí, cuando se despiertan, cuando duermen, a la hora del almuerzo, y todas las diferentes acciones e interacciones que ahí se desarrollan. Escogí a esos personajes para mostrar las diferentes facetas del Complexo y procuré mostrarlo a través de la fotografía, ya que desde el principio toda mi investigación fue a través de ese medio. Procuré transmitir esa imagen viva.
¿Cómo fue?
Esos cinco días fueron la experiencia más increíble, porque era Navidad. Éramos más sensibles, porque estábamos lejos de nuestras familias, más vulnerables…y la gente que vivía allí también. Supe entonces que todo lo que habíamos experimentado hasta ese momento no tenía casi ninguna importancia, porque vivir y dormir ahí es lo que marca la diferencia. Te despiertas y pasas un día entero viviendo al máximo y después duermes y luego vuelves de nuevo.
Sentí que teníamos que hacer un documental y que tenía que estar bien hecho. Teníamos que comprender la realidad, mostrar cómo es, sin juicios de valor. Vivíamos en la parte rica de Rio, luego vas y vives ahí y regresas: tienes dos mundos diferentes, dos mentes: «¿Cuál es el verdadero?» Y luego tienes que encontrar tu propia visión. En 2006 escribí el guión, escogí a los personajes e intenté recaudar algo de dinero. Nadie quería invertir, y como los Juegos Panamericanos iban a celebrarse a mediados de 2007 se incrementó la presión policial, rodearon la favela y hubo tiroteos, estaban todos los días en las noticias. La gente se preocupaba por sus familias, por si se involucraban con nosotros y se metían en problemas.
Pero tenía que encontrar al menos a dos personas, así que invité a un amigo mío portugués que es promotor, le organizamos un breve taller sobre cómo usar un micrófono, cómo ayudar a la cámara. Él también era productor, pero de eventos, no de películas. Su respuesta fue simplemente, «Allá vamos, tío», y luego otro tipo, amigo de un amigo con el que habíamos hablado una vez (ríe), habló con otro amigo y le dijo, «Puedes confiar en estos tipos, va a ser una gran aventura».
¿Cómo sabía que al hacerse amigo de alguien no se estaría convirtiendo en enemigo de sus enemigos?
No, en el Complexo sólo hay una facción, es el cuartel general de la mayor facción de Rio.
¿El Comando Vermelho?
Sí, así que antes de rodar allí hablamos con El Jefe y le dijimos que queríamos hacer un documental. Y él respondió, «De acuerdo, pero digan la verdad, no inventen nada». Porque habían aprendido a no confiar en periodistas, pero nos conocían desde hacía dos años.
¿Permanecieron en contacto durante ese período?
Empezamos a quedarnos allí durante dos, tres, cuatro días, para hablar con la gente e intentar comprender el lugar, e hicimos algunos amigos. También invitamos a amigos del Complexo a nuestra casa. Era muy importante mostrar la otra cara, porque nosotros no estábamos forrados de dinero. Queríamos hacer esto por nosotros mismos y porque nos enamoramos de los personajes, pero, «es para ustedes». Creo que mostrar la situación puede contribuir de forma positiva.
¿No hubo ningún acuerdo especial con la policía?
No, ni siquiera hablamos con la policía en el sentido de «Vamos a hacer este documental, ¿podrían por favor hacer algunas declaraciones?»
No, queríamos mostrar la perspectiva desde dentro y no se ve a la policía en esa zona a menos que vayan para llevar a cabo una operación y luego salgan.
Me refería también a su propia seguridad, a no quedarse atrapado en el fuego cruzado.
Bueno, cuando empezaba una operación, primero te tiras al suelo y luego te levantas y corres, eso es lo que hicimos.
¿Con la cámara?
¿La cámara? ¡No pensábamos en rodar!
No, claro, pero se trata de correr con un equipo bastante pesado…
Ah, la cámara, con trípode e iluminación, eres como un marine con 20 kilos a la espalda. Físicamente era muy difícil, porque caminábamos mucho por la favela, y es enorme. Imagínese, subir dos mil escalones y luego bajar de nuevo. Era agotador, pero no podíamos parar porque teníamos el equipo sólo durante unos cuantos días, teníamos que hacerlo todo en ese tiempo. Después de unos 12 días de rodaje, cuando ya teníamos las entrevistas con los traficantes, con Dona Célia, Snr Zé, MC Playboy, y las escenas de la vida cotidiana, decidí sacar las imágenes de la favela, porque la policía podía venir en cualquier momento. Y a la mañana siguiente entraron 1.500 policías.
¿Cómo ven sus vidas los traficantes?
A algunas personas les resulta normal, como una empresa donde trabajas, en la que puedes ser guardia, o entregar productos, o lo que sea.
Pero afecta a todo el mundo, porque había una guerra entre los traficantes y la policía, y… ¿quién está en medio?
Los humildes habitantes de Complexo do Alemao, que trabajan todos los días. He procurado mostrar sus vidas en la película, dejarles hablar y que el público saque sus propias conclusiones.
Los niños a veces ven a los traficantes como héroes, porque son ricos, hacen alarde de sus joyas de oro y tienen pistolas. Las chicas los respetan, los habitantes tienen que respetarlos, y ahí está el problema. Los niños deberían admirar a los médicos, los ingenieros, los músicos….Quizás no haya muchos modelos a seguir en esas zonas, sólo unos pocos, y eso es lo que hay que cambiar. Tienen que darles oportunidades.
¿Cree que el cambio vendrá desde el gobierno?
El cambio siempre viene desde dentro de uno mismo. No importa si estás en Complexo do Alemao o en Tokio, creo que el cambio viene desde dentro. Pero el gobierno tiene que actuar, no sólo…
De forma diferente, no sólo entrando en esas zonas y matando a gente…
Exacto. Este año sentí algo diferente, porque están llevando a cabo este PAC, el Programa do Aceleração do Crescimento. Es como el Plan de Desarrollo para Brasil… y he visto muchas diferencias, en términos de infraestructura, que están cambiando el aspecto de la favela, hay mucho trabajo, así que la gente tiene la oportunidad de ganar su propio dinero. Pero… están instalando un teleférico, mientras que Dona Celia no tiene nada que comer. Hace falta actuar en el ámbito de la educación, ésa es la única salvación.
¿Qué hay del espíritu comunitario?
Hay 300.000 personas en Complexo do Alemao, pero tienes la impresión de encontrarte en un pueblo pequeño. Nunca he sentido algo así en ninguna otra parte de Rio. Estás en una comunidad pequeña, donde la gente se ayuda mutuamente. Los vecinos se hablan unos a otros. Resultó extraño encontrar eso. A veces me sentía casi como en casa, en un lugar acogedor…
Supongo que nunca podría decir que los gánsteres eran los buenos, pero sí que proporcionaban empleo, creaban un sentido de comunidad, un cierto tipo de ideología…
Es todo un asunto de dinero. Está claro que dan trabajo, pero quizás al 1% de la población de Complexo do Alemao, que tiene 300.000 habitantes. No es nada.
La escena en su película de la que todo el mundo habla es aquella en la que aparece una mujer con un niño alrededor del cuello, y el niño dice, «Quiero matar a todo el mundo cuando sea mayor». ¿Cree que eso es distorsionar la realidad?
Para mí fue un momento único. Me hace reflexionar, porque quedó registrado en la imagen. Ella está caminando por la calle y él mira a los policías, con su gran coche y sus pistolas, y dice eso… Es un símbolo, te hace reflexionar. Si vives en un ambiente en el que ves pistolas todo el tiempo, en manos de la policía o de los traficantes, pistolas enormes, creces acostumbrándote a eso.
¿Qué sigue ahora?
En enero tendremos el estreno comercial aquí en cines, lo cual supone una conquista importante, puesto que es muy difícil aquí, en un mercado pequeño, proyectar un documental en salas de cine. Creo que va a funcionar, sobre todo en estos momentos… No tenía mucha fe hasta el estreno aquí en DocLisboa. Estamos en un tiempo de grave crisis aquí en Portugal y cuando la gente vio a esos personajes, especialmente Dona Célia, enfrentándose a situaciones tan difíciles y sonriendo… sonriéndole a la vida… eso les hizo reflexionar.
Tengo la impresión de que para ser actor hace falta comprenderse a sí mismo en cierta profundidad, y ser capaz de jugar con las posibilidades psicológicas de uno, y explorar la propia realidad espiritual. Esto debe de contribuir de forma bastante profunda al proceso de filmación.
He aprendido que para ser hombre hace falta hacer eso. Evidentemente toda la formación que hice comenzó a abrirme a este tipo de cosas. Pero si eres un ser humano, hombre o mujer, ése es el modo natural de hacerlo, tienes que intentar comprenderte a ti mismo antes de intentar comprender el mundo. Tienes que mirar dentro de ti, a veces lo que ves no es bueno, pero lidiar con ello es aprender, es el camino. Y el cambio viene de dentro de ti, cuando empiezas a tratar el problema, pero debes tener la valentía de afrontarlo. Y deberías ponerte en situaciones en las que puedas crecer. Y a veces no lo haces porque te quedas atascado en un círculo rutinario. Ya sabe, dependemos siempre de los subsidios… la ‘subsidiología’ de Europa… podemos hacer más por nosotros mismos. Simplemente ves la vida pasar, cuando deberías estar dentro de ella, viviendo, creciendo, haciendo cambios dentro de ti, porque cuando empiezas a hacer cambios dentro de ti todo cambia a tu alrededor. Tiene que empezar desde dentro, es para toda una vida. Lo que importa es el camino.
Traducido por Vicente Rosselló
Fuente original: http://www.theprisma.co.uk/es/2010/11/29/%E2%80%98complexo-do-alemao%E2%80%99-el-universo-paralelo-de-las-favelas/