En estas elecciones parlamentarias estamos conscientes de la necesidad de preservar el control bolivariano de la Asamblea Nacional y de minimizar la presencia de los representantes de la burguesía. Sabemos que la derrota de la derecha es fundamental para poder mantener nuestras conquistas y el marco de libertades democráticas que favorecen a la organización y […]
En estas elecciones parlamentarias estamos conscientes de la necesidad de preservar el control bolivariano de la Asamblea Nacional y de minimizar la presencia de los representantes de la burguesía. Sabemos que la derrota de la derecha es fundamental para poder mantener nuestras conquistas y el marco de libertades democráticas que favorecen a la organización y movilización del pueblo para profundizar la revolución.
Sin embargo, la experiencia nos dice que no basta con tener diputados «rojos-rojitos». La elaboración de leyes de avanzada y, sobre todo, su efectiva aplicación, depende de nuestro nivel de participación, del desarrollo de nuestra capacidad de movilización como clase trabajadora y como pueblo en lucha por su emancipación.
Sin organismos de poder popular consolidados y en expansión, sin movimientos sociales con fuerza para presionar, sin el control obrero ganando espacio en la conducción de la economía, sin instancias poderosas de los trabajadores, de las comunidades populares y de los campesinos, que realmente se impongan y se hagan sentir, corremos el riesgo de que los diputados actúen separados del pueblo y al servicio de intereses parciales o particulares.
Por eso, esta campaña electoral para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional, no debe ser simplemente para impulsar a los candidatos de Chávez, sino que debe convertirse en una buena oportunidad para organizarnos mejor y fortalecer nuestro protagonismo como sujetos sociales del proceso revolucionario.
De esta manera estaremos mejor preparados para impulsar las iniciativas legislativas que tendremos que asumir como pueblo legislador, para que sean aprobadas por la AN. Porque para que haya cambios trascendentales y profundizar esta revolución, para resolver todos esos grandes problemas cuya solución está siendo demorada por la supervivencia del Estado burgués y el funcionamiento capitalista, vamos a tener que presionar duramente, para forzar la ruptura con el capitalismo y asumir plenamente el poder.
Entonces, será preciso hacer cosas como las que nos enseñaron los trabajadores de SIDOR cuando se lanzaron a la lucha e incluso enfrentaron a un sector del Estado para poder lograr sus reivindicaciones laborales y la nacionalización de la empresa; para poder lograr que el gobierno tomase la decisión correcta y abrir con ella nuevos caminos, como el que están andando hoy los trabajadores con la experiencia del control obrero y el Plan Guayana Socialista.
A los diputados y diputadas de la Asamblea Nacional, habrá que tenerles la cabulla bien cortica; exigirles compromiso y consecuencia revolucionaria, porque nadie puede negar el descontento que hay respecto a lo que ha sido el desempeño parlamentario, el burocratismo y la corrupción en las instituciones (no sólo de la burguesía como tal). La gente se queja y no se puede esconder esto por el hecho de que estemos en campaña.
En el seno de los trabajadores y de las masas populares, necesitamos debatir el programa por el cual vamos a impulsar esta campaña electoral y a estos candidatos; qué queremos que hagan cuando los elijamos. Tenemos que señalar cuáles son los proyectos de ley, las acciones contraloras, las decisiones a adoptar en la designación de los poderes del Estado, a tono con el curso que le debemos dar a esta revolución.
Uno se pregunta por qué en todos estos años no tuvieron mayor determinación para avanzar, por ejemplo, hacia la aprobación de una Ley Orgánica del Trabajo que contribuyese a desmontar los mecanismos de explotación y opresión capitalista, a cambiar las relaciones sociales de producción, acabar con la impunidad patronal, etc. Allí deberíamos establecer ajustes periódicos de los salarios que permitan compensar automáticamente la pérdida de poder adquisitivo a causa de la inflación y la especulación de los capitalistas, porque no basta con subir los salarios mínimos si estos no cubren las necesidades de los trabajadores y no frenan el deterioro del resto de los salarios. Los recursos adicionales pueden sacarse de más impuestos al capital, sin sacrificar al pueblo.
Esta nueva LOT tiene que salir de la AN de una vez por todas, y debe ser diseñada con una verdadera participación protagónica de todas las instancias orgánicas con las que interviene la clase trabajadora en nuestro proceso revolucionario.
Otras cuestiones claves que tendríamos que abordar en la AN:
Reforzar y profundizar la legislación en cuanto a la transparencia administrativa y el combate de la corrupción, dando un poderosísimo impulso a la contraloría obrera y popular en todas las áreas de la actividad del Estado.
Una ley que garantice efectivamente el derecho a la vivienda para todo el pueblo, que ponga freno a los inhumanos desalojos y los abusos del capital inmobiliario, que distribuya equitativamente los terrenos urbanos.
Establecimiento del Sistema Único Nacional de Salud y la Seguridad Social Universal, con excelencia y calidad.
Auditoría y liquidación de la dependencia de la deuda externa usurera, para dar prioridad a la deuda social, en vista de la disminución de los recursos que ingresan al país con la crisis capitalista mundial.
Necesitamos legislar para ir hacia la nacionalización completa de la banca y del comercio exterior; acabar con rezagos neoliberales como el IVA, que castigan al pueblo porque implican pagar impuestos directos hasta por comer en un establecimiento, lo que es sumamente injusto y penalizador.
Respecto al tema de la inseguridad, se podría considerar la incorporación de la milicia popular a las tareas de la seguridad interna en estrecha coordinación con las organizaciones comunales.
El PSUV ha aprobado un nuevo programa en el Congreso Extraordinario y también tiene que ver cómo lo pone en práctica desde la Asamblea Nacional.
Pero, como no basta con hacer leyes, sino que hay que aplicarlas y cumplirlas, que es lo que menos se hace, es fundamental enfatizar esto y exigir la más estrecha vinculación de los diputados con las luchas y reclamos del pueblo.
Más, no podemos conformarnos con el simple rol del «pueblo legislador». Para que realmente sea posible que con Chávez mande el pueblo, hace falta que el protagonismo popular vaya más allá de los organismos de poder local y se establezca una instancia nacional de consulta, una especie de gran consejo nacional de organizaciones de los trabajadores y del poder popular, que intervenga con el presidente y con el Ejecutivo en el diseño de las políticas, porque el Consejo Federal de Gobierno deja al pueblo en una correlación de fuerzas desventajosa frente a las instancias del poder constituido.