El copresidente de la Izquierda alemana reacciona a los ataques del jefe del partido liberal alemán, Guido Westerwelle, quien acusó al Partido de la Izquierda de «flirtear» con la izquierda sudamericana. Pero Lafontaine ve afinidades políticas electivas, y toma partido. Hace una semana preguntaba en este mismo medio Guido Westerwelle «por qué Oskar Lafontaine pone […]
El copresidente de la Izquierda alemana reacciona a los ataques del jefe del partido liberal alemán, Guido Westerwelle, quien acusó al Partido de la Izquierda de «flirtear» con la izquierda sudamericana. Pero Lafontaine ve afinidades políticas electivas, y toma partido.
Hace una semana preguntaba en este mismo medio Guido Westerwelle «por qué Oskar Lafontaine pone como modelos de su socialismo a los autócratas sudamericanos». Me regañó por mi toma de partido a favor de Evo Morales y Hugo Chávez.
Pero Chávez y Morales son presidente elegidos por el pueblo. Evo Morales resultó elegido en 2005 con mayoría absoluta como presidente de la República, el primero indígena en la historia de Bolivia. Junto a su resuelta lucha contra la pobreza y la corrupción, su objetivo político más importante es la participación de la mayoría indígena de la población en la vida política y económica.
Respecto de Chávez y Venezuela, el propio ministerio de exteriores de la República Federal alemana constata: «Una profunda aversión a los partidos tradicionales, que se habían repartido inveteradamente poder, hundiéndose cada vez más en la corrupción y la economía clientelar, llevó en 1999 a la elección de Hugo Chávez como presidente. Pudo éste, para ello, apoyarse, además de en el núcleo de sus partidarios entre habitantes de los barrios pobres, en amplios estratos de las decepcionadas clases medias». En en cambio Westerwelle confunde causa y efecto, cuando escribe: «pero los neosocialistas en Sudamérica no hacen sino dividir sus sociedades».
Escribe Westerwelle: «Quien celebra para Europa el modelo de Chávez, se burla de las víctimas de los experimentos socialistas». ¿No será más bien que quien califica de autócrata la nueva oleada de democracia en Sudamérica se burla de las víctimas de los antiguos dictadores y oligarcas en los países latinoamericanos? No se trata, para nosotros, de poner como ejemplo para Europa a los nuevos gobiernos socialistas progresistas en Venezuela y en Bolivia. Demasiado distintas son las bases de partida sociales y económicas. Y, claro es, Chávez y Morales, deben mantenerse como demócratas y apostar por los derechos humanos. Es empero bienvenida allí la llegada al poder de políticos que quieren poner las riquezas del subsuelo de su país al servicio de los pobres y de los expoliados.
Que esa parte de la población constituya, antes como ahora, la mayoría en esos países, no arroja precisamente una luz favorable a su evolución pasada, responsable de la cual fueron regímenes capitalistas corruptos. El capitalismo, instalado allí a menudo bajo la égida de EEUU, no ha liberado a la mayoría de la población ni del estado de necesidad ni de la miseria, sino que ha hecho a los ricos, más ricos, y a los pobres, más pobres. No otro fundamento tiene el triunfo electoral de Chávez y de Morales.
También aquí tiene la nueva Izquierda alemana raíces comunes. Me refiero a Rousseau, quien dejó dicho que, en la relación entre fuertes y débiles, la ley libera y la libertad oprime. Si no se pone límites a los fuertes, oprimen a los débiles y crean un sistema falto de libertad. La estatalización de las fuentes energéticas y de las industrias con ellas relacionadas en Venezuela y en Bolivia libera a los débiles. Abre a los gobiernos espacios de actuación financiera para superar la pobreza y otros estados de necesidad.
Westerwelle se preocupa por la libertad de expresión en Venezuela. Sería según él una «burla» decir que Chávez no ha cerrado canal televisivo alguno, sino que se ha limitado a no prorrogar una concesión. Respecto del canal emisor en cuestión, la RCTV, la historiadora germano-venezolana Dorothea Melcher afirmaba hace poco en la televisión alemana que los canales privados «han realizado campañas harto malignas contra Chávez. Yo creo que eso no podría permitírselo aquí nadie». Además, algunos de esos canales, siguiendo el ejemplo de la RCTV, apoyaron el intento de golpe de estado de la derecha contra Chávez en 2002, manipulando las noticias de la peor manera. Melchor afirma que el gobierno de Chávez ha otorgado cientos de licencias a pequeños programas «abiertos» de radio y televisión resultantes de iniciativas ciudadanas. En vivo contraste con la cada vez más fuerte concentración mediática en las democracias occidentales.
Tomarse en serio la libertad de prensa significa, por de pronto, estar dispuesto a poner constantemente a prueba las condiciones que la hacen posible. Paul Sethe, uno de los cinco editores fundadores de la Frankfurter Allgemeine Zeitung dejó sentado en su día que «la libertad de prensa es la libertad de 200 ricos para difundir sus opiniones». Quien hoy se avilante a sostener que las cosas han cambiado y que la prensa alemana está «libre» de intereses económicos y sociales, precisa urgentemente de atención oftalmológica.
La Izquierda está en contra de todo tipo de violencia y de toda violación de los derechos humanos. Erradicarlas con éxito, empero, presupone una visión no obnubilada de la realidad.
Porque Westerwelle es ciego respecto de la brutal ingerencia de los EEUU en los países de la América latina -basta recordar el golpe contra Salvador Allende promovido por la CIA y la posterior dictadura de Augusto Pinochet en Chile-, tampoco puede estimar con justicia la situación en Cuba. Precisamente la propia CIA acaba de dar a conocer sus pasados planes de asesinato contra Castro. De acuerdo con una recientes declaraciones oficiales, el gobierno de EEUU reservó el pasado año 80 millones de dólares para sus políticas de desestabilización en Cuba. Es prepóstero e ideológico condenar tajantemente en Sudamérica la estatalización y el proteccionismo, pero no el barril de pólvora sobre el que la economía privada globalizada y sin brida ha sentado a esos países, y no sólo a ellos.
Cuando Westerwelle exige a la Izquierda que deje de coquetear con jefes de estado que tienen mucho que ver con el despotismo y muy poco con la democracia, tendría que explicarnos por qué relativiza y banaliza la política del gobierno Bush. Porque esa política es responsable de las cámaras de tortura en Abu Ghraib y en Guantánamo y de la muerte de centenares de miles en Irak y en Afganistán. Las posiciones ideológicamente tuertas son siempre peligrosas.
Oskar Lafontaine es copresidente del nuevo Partido de la Izquierda alemana.
Traducción para www.sinpermiso.info: Amaranta Süss