Cuando Aristóbulo Iztúriz desde el Ministerio de Educación y Deportes, trataba de impulsar la reforma a la Ley de Educación hace ya casi dos años, una zigzagueante clase media venezolana y por supuesto la oligarquía dominante, esgrimía pancartas tan globales como ellos mismos que decían «con mis hijos no te metas». Análogamente, hoy las cabezas […]
Cuando Aristóbulo Iztúriz desde el Ministerio de Educación y Deportes, trataba de impulsar la reforma a la Ley de Educación hace ya casi dos años, una zigzagueante clase media venezolana y por supuesto la oligarquía dominante, esgrimía pancartas tan globales como ellos mismos que decían «con mis hijos no te metas».
Análogamente, hoy las cabezas del proceso están mandando a callar al pueblo sus denuncias. Algo así como diciéndole, de forma también globalizada: «Con mis hijos del mvr, ppt, podemos, alcaldes, concejales, diputados y gobernadores, ¡no te metas!»
Es al pueblo que le corresponde la tarea de denunciar a los corruptos y mentirosos, a los mal intencionados y usurpadores que emulan aquél principio Goebbeliano de que una mentira repetida muchas veces terminará siendo validada.
¿A quién, si no a nosotros, corresponde entonces denunciarlos?
Quienes sobrevivimos la «chiquitica» diaria -en tanto pueblo- somos los mejores evaluadores de ciertos funcionarios cupulares a los que por cierto, nosotros no elegimos. Claro, no nos corresponde hacerlo. ¿O tal vez si? En todo caso y si el consenso lo indicara, debemos madurar conciencias y promover las instancias necesarias para democratizar también esos nombramientos en los «techos institucionales» de ministerios, embajadas, consulados y poderes representativos del pueblo, incluyendo las administraciones de justicia.
¿Acaso es plausible que un magistrado del Tribunal Supremo de Justicia incumpla con la ley a la que debe su supuesta integridad profesional? ¿o que una ministra mienta al asegurar que el río Cabriales de Valencia está saneado al contestar una alusiva pregunta de Chávez durante el programa Aló Presidente del domingo próximo pasado?
La reprobación a gritos de los presentes no se hizo esperar en este caso, provocando el inesperado pero evidente ofuscamiento del presidente, ante la bulla desatada por la eventual concurrencia lugareña.
El pueblo debe literalmente meterse de manera responsable, en todo lo referente a las instancias de su Res-Pública que ahora, gracias al proceso revolucionario en marcha, adquieren trascendental importancia. De manera muy particular, aquellas que atañen directamente a las más urgentes necesidades comunitarias.
Insistimos en que el pueblo venezolano ya fue sacudido por el despertador revolucionario. Abrió los ojos un 27 de Febrero, tardó casi un año restregando sus lagañas, pero ahora parece decidido a abandonar la tradicionalidad de aquella antigua cama de los letargos. Hoy, armado con su mochila de fuerzas largamente acumuladas hará valer su derecho constitucional de participación protagónica. Ha entendido la importancia de esta reivindicación, que constituye la esencia y el fundamento social, para la consolidación del proceso Revolucionario Bolivariano liderado por Hugo Chávez.
Elementos estos, más que suficientes para volcarse de lleno; primero a limpiar la casa de alimañas para entonces encarrilar definitivamente los vagones de la conciencia popular y soberana en este proceso revolucionario, definiendo el rumbo firme hacia el socialismo bolivariano.
Con los míos no te metas…
Cuando Aristóbulo Iztúriz desde el Ministerio de Educación y Deportes, trataba de impulsar la reforma a la Ley de Educación hace ya casi dos años, una zigzagueante clase media venezolana y por supuesto la oligarquía dominante, esgrimía pancartas tan globales como ellos mismos, que decían «con mis hijos no te metas». Análogamente, hoy las cabezas del proceso están mandando a callar al pueblo sus denuncias. Algo así como diciéndole, de forma también globalizada: «Con mis hijos del mvr, ppt, podemos, alcaldes, concejales, diputados y gobernadores, ¡no te metas!«. Es al pueblo que le corresponde la tarea de denunciar a los corruptos y mentirosos, a los mal intencionados y usurpadores. ¿A quién si no? Nosotros que vivimos la diaria -en tanto pueblo- somos los mejores evaluadores de ciertos funcionarios que por cierto, nosotros no elegimos. ¿Acaso es plausible que una ministra mienta al asegurar que el río Cabriales de Valencia está saneado, al contestar una pregunta de Chávez al respecto durante el programa Aló Presidente del domingo próximo pasado? La reprobación a gritos de los asistentes al evento no se hizo esperar, provocando el evidente ofuscamiento del presidente con las masas alteradas. El pueblo debe meterse responsablemente en todo lo referente a las instancias que más le interesan. De manera muy particular aquellas que revisten el interés comunitario. Insistimos en que lo peor, o mejor dicho lo mejor, es que este pueblo ya fue sacudido por el despertador revolucionario; abrió los ojos un día 27 y ahora sólo le falta terminar de bajarse de su cama de letargos, armado con su mochila de fuerzas largamente acumuladas y su derecho constitucional a la participación protagónica. Algo más que suficiente para volcarse de lleno primero, a limpiar la casa, e inmediatamente, a encarrilar definitivamente los vagones de este proceso revolucionario bolivariano rumbo al socialismo.