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Las líneas de Chávez

«Confieso que he vivido»

Fuentes: VTV

I   Un 31 de enero de 1815 fue perpetrado uno de los crímenes más horrendos de nuestra historia. Hoy conmemoramos el 195° aniversario del asesinato del general en jefe José Félix Ribas: héroe y mártir de nuestra gesta emancipadora. Recordemos que a finales del año 1814 la Segunda República había entrado en agonía. Nada […]

I

 

Un 31 de enero de 1815 fue perpetrado uno de los crímenes más horrendos de nuestra historia. Hoy conmemoramos el 195° aniversario del asesinato del general en jefe José Félix Ribas: héroe y mártir de nuestra gesta emancipadora.

Recordemos que a finales del año 1814 la Segunda República había entrado en agonía. Nada podía detener la avalancha popular liderada por José Tomás Boves: la independencia no había encarnado, por aquel entonces, como causa social.

La adversidad se había cebado sobre Ribas desde la fatal encrucijada de Urica (5 de diciembre de 1814) y el heróico pero inútil intento de resistir en Maturín (11 de diciembre de 1814).

«El vencedor en La Victoria», como lo bautizó el mismo Bolívar, con su salud menguada, huyó hacia las selvas del Alto Llano: fue delatado, capturado por los realistas y conducido a Tucupido. Allí fue ejecutado con extrema crueldad. Ya Ribas, impertérrito, había soportado toda clase de vejámenes.

Su cuerpo fue literalmente desmembrado. En la Puerta de Caracas su cabeza, frita en aceite, estuvo colgada mucho tiempo, para escarmiento de los patriotas. Llevaba el gorro frigio que siempre usó como símbolo de su condición de revolucionario radical.

Pero la Revolución Bolivariana se ha encargado de demostrar que este adalid no murió el 31 de enero de 1815: ¡Ribas vive! Vivo está en la misión social educativa que lleva su nombre: vivo está en la memoria y en el amor de nuestro pueblo. ¡Vivo en la vanguardia va el vencedor de Niquitao, Los Horcones, Vigirima y La Victoria! Vivo y comandando la batalla cotidiana por nuestra independencia definitiva.

II

En muestra fehaciente de una carencia palmaria de agenda política, la irracional «oposición» venezolana vuelve a cabalgar sobre la supuesta ausencia de libertad de expresión en el país con el afán de crear un clima de desestabilización y violencia. Esto amerita cierta reflexión.

El argumento que más se escucha en la menguada protesta es que el Gobierno impide o coarta la libre expresión del pensamiento. El problema no está allí, lo sabemos todos y todas.

Pregúntese cualquiera de ustedes, compatriotas, hombre o mujer, joven que me lees: ¿Qué hacer cuando un canal de televisión no quiere cumplir las leyes? ¿Cuándo no se pone en consonancia con la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión?

¿Qué hacer cuando un canal pretende pasar por internacional, con un 94% de producción nacional, burlándose de la legalidad vigente?
¿Por qué este canal no toma el ejemplo de infinidad de señales internacionales que salen a diario sin problema alguno? ¿Por qué sus directivos no comparecen ante los entes correspondientes y consignan los documentos requeridos?

El cuerpo legal del país no puede funcionar de acuerdo a los caprichos de la patronal mediática. No podemos ser complacientes con la ilegalidad, ni con la violencia desestabilizadora.

Por eso le digo al pueblo venezolano que no caiga en provocaciones: no le hagamos el juego a un grupo empresarial de la comunicación y a sus aliados que están buscando un pretexto para soliviantar la tranquilidad nacional.

El problema de fondo radica en que la oligarquía quiere entender la libertad, única y exclusivamente como el principio que garantice sus propios designios: a la medida de sus particulares intereses y privilegios. Así quedó demostrado el 12 de abril de 2002 cuando pateó a la Constitución y arrasó hasta con el más mínimo vestigio de legalidad. No señores, entiéndanlo de una buena vez, aquí hay un Estado social y democrático, de derecho y de justicia, que legítimamente el pueblo venezolano se ha dado en pleno ejercicio de su soberanía. Y Pueblo, Gobierno y Fuerza Armada Bolivariana, en unidad indivisible, estamos dispuestos a hacerlo respetar. ¡No podrán con nosotros y nosotras!

Nuestra Constitución y nuestras leyes forman el cauce de un destino que nos involucra a todas y todos por igual: aquí nadie está por encima de la ley y el Estado ya no está al servicio, como lo estuvo durante cien años, de los intereses y privilegios de los poderosos.

En realidad y en verdad, los jefes de la contrarrevolución no están haciendo otra cosa que reeditar un formato que ya conocemos. Se trata, una vez más, de embaucar a ciertos grupos para que les hagan el mandado: usándolos, como carne de cañón, en protestas que no se atreven a encarar.

Duele e indigna tener que recordarlo: ya la irresponsabilidad criminal de sectores apátridas le ha costado a Venezuela estos últimos días la muerte de dos jóvenes en Mérida. Dos asesinatos perpetrados por bandas en las que la presencia del paramilitarismo y del fascismo es evidente. Igualmente, fueron heridos a balazos dos guardias nacionales bolivarianos, así como agredidos y heridos numerosos policías en varias ciudades del país.

En el fondo, el pretexto es lo de menos: hoy es por un canal de televisión, mañana por la inseguridad y pasado por vaya usted a saber qué. Se trata de la misma tentativa desestabilizadora de siempre: de la misma conspiración mediática. Es el mismo golpe interminable desde abril de 2002, ahora enmarcado en el contraataque imperial.

Lo repito: ante esta situación, necesario es que nuestro pueblo se despliegue en batalla, con el partido, los estudiantes, la clase obrera, los movimientos campesinos, las mujeres, todas y todos en la vanguardia, con el fin de preservar la paz y la tranquilidad de todos los venezolanos y venezolanas: todos, esto es, incluidos quienes nos adversan, porque nada está por encima de la Patria. La presencia viva y activa de los estudiantes revolucionarios en las calles debe convertirse en un muro de contención que disuada y neutralice a quienes pretenden incendiar nuestras ciudades.

Y no menos necesario es que la Revolución no pierda la iniciativa y lleve el ritmo del combate en todos los terrenos. Especialmente, en el terreno comunicacional debemos tomar la ofensiva con todo el poder crítico y creador de la artillería del pensamiento.

III

La agenda política, económica y social de la Revolución Bolivariana ha tenido un gran dinamismo en esta semana. Haré un esfuerzo de síntesis para tratar de abarcarla.

Lo primero que quiero mencionar es el conjunto de nombramientos en el alto Gobierno que anuncié al país el martes pasado: Elías Jaua es el nuevo vicepresidente de la República y continúa en el cargo de ministro del Poder Popular para la Agricultura y Tierras. El general en jefe Carlos Mata Figueroa recibe el Ministerio del Poder Popular para la Defensa y sigue al frente del Comando Estratégico Operacional. Igualmente, Alejandro Hitcher pasa a desempeñar el cargo de ministro del Poder Popular para el Ambiente.

El jueves 28 de enero juramenté al ministro del Poder Popular para la Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias, Ricardo Menéndez, como vicepresidente para la Economía Productiva. El mismo día designé a Tania Díaz como presidenta de Venezolana de Televisión.
Son cinco compatriotas que han demostrado vocación de servicio, capacidad de trabajo y compromiso a toda prueba con la Revolución Bolivariana.

El 26 de enero la prestigiosa empresa italiana ENI y nuestra Pdvsa firmaron el acuerdo de constitución de la empresa mixta que desarrollará el Bloque Junín 5 de la Faja Petrolífera del Orinoco, la más grande reserva petrolera del mundo. En contra de tanta patraña mediática queda demostrado, una vez más, que es mentira que no haya condiciones ni seguridad para invertir en Venezuela.

De la mayor relevancia fue el I Encuentro Productivo Socialista del Fondo Bicentenario, realizado el jueves 28 de enero. Con la instalación y activación de las mesas productivas estamos dando un paso cierto hacia un trascendente objetivo de la vía venezolana al socialismo: superar nuestra condición de país rentista; ser, en realidad y en verdad, un país cada vez menos dependiente del petróleo. Para ello, estamos convocando a todos los venezolanos y venezolanas de buena voluntad: la plena realización de la Venezuela productiva no admite la menor demora. Ahora mismo, cuando escribo, recibo mensaje del ministro Ricardo Menéndez: «Comandante, desbordadas las mesas productivas en la región Central. En Maracay debimos prorrogar hasta mañana. 443 proyectos hoy. En total de la región van 911». Le respondo: «Rumbo al socialismo, todo eso rumbo al socialismo».

Quiero destacar el hermoso acto de graduación de la primera promoción de ingenieros e ingenieras mención gas que se realizó en Lagunillas, estado Zulia, el viernes 29 de enero: son 161 compatriotas que conforman una verdadera vanguardia de profesionales revolucionarios. Ellos son una nueva y poderosa razón para reafirmar que nuestra Patria tiene el camino abierto para convertirse en una potencia gasífera.

Finalmente, felicito al equipo Leones del Caracas: se han coronado campeones del béisbol venezolano, temporada 2009-2010, tras una reñidísima final en la que batallaron durante siete juegos con los Navegantes del Magallanes. No pudo, esta vez, el Magallanes: cosa que lamentamos las magallaneras y magallaneros. Pero ahora los Leones son Venezuela: vamos todos y todas a ligar para que se lleven el título en la Serie del Caribe que arranca el próximo martes en nuestra bella Isla de Margarita.

De mi parte les digo: he comprobado que a pesar de los cuarenta años transcurridos desde aquellos días inolvidables de la Barinas de 1969, el Liceo O´Leary, las partidas de pelota en La Carolina o en el parque La Federación, las tertulias en los bloques de la Rodríguez Domínguez y todo aquel tiempo mágico que se convirtió en recuerdos, la pasión magallanera está aquí, intacta, chisporroteando en cada jugada, en cada lanzamiento, en cada batazo…

Gracias doy a los Leones del Caracas, gracias doy a los Navegantes del Magallanes, gracias…

Porque entre tanto ajetreo revolucionario y contrarrevolucionario, a cuyo epicentro me trajo esta vida, me hicieron revivir aquellas tempranas pasiones, que luego vinieron a convertirse en este fuego patrio en el que me «consumo gustosamente», como dijo el profeta.

Y, con una sonrisa, digo ahora con el gran Pablo Neruda: «Confieso que he vivido».
¡De verdad, vivido…!

Patria socialista o muerte,
¡Venceremos!

Hugo Chávez

Fuente: http://vtv.gob.ve/art%C3%ADculos/opini%C3%B3n/29395