Es cierto que China tiene creciente importancia en el mercado internacional del petróleo por los fuertes volúmenes que está importando actualmente, y la curva ascendente que se está configurando entre los años pasados y los futuros. Incluso ya se habla en los reportes de los analistas más confiables de que muy pronto, en menos de […]
Es cierto que China tiene creciente importancia en el mercado internacional del petróleo por los fuertes volúmenes que está importando actualmente, y la curva ascendente que se está configurando entre los años pasados y los futuros. Incluso ya se habla en los reportes de los analistas más confiables de que muy pronto, en menos de 10 años, tendrá el primer lugar en el ranking de los países importadores, dejando a Estados Unidos en segundo lugar y a India en tercero.
Lo cierto es que mientras esto sucede, los casi 10 millones de barriles al día que actualmente importa Estados Unidos le están costando en este año aproximadamente 400 mil millones de dólares, lo cual es un incremento de 300 por ciento, en números gruesos, respecto a 2002, lo que se da simultáneamente con la debilidad del dólar, todo lo cual está aumentando el precio de la mayoría de los bienes de importación y jugando también como un importante factor para aumentar el alto déficit estadunidense en su comercio internacional.
Por otra parte, en este año la declinación constante de su producción es igualmente un hecho que lo ha obligado a importar otros 80 mil millones de dólares por cerca de 3.5 millones de barriles diarios y de productos derivados del petróleo.
La debilidad del dólar, sobre todo respecto al euro, ha sido un factor que ha influido en los altos precios del combustible, puesto que vuelve más baratas y por tanto disminuye en su valor total las exportaciones estadunidenses, además de que el poder adquisitivo del ciudadano común de Estados Unidos se ve disminuido como efecto, entre otras cosas, del aumento de la gasolina para el consumidor final, así como de la energía para uso doméstico, y desde luego, para los industriales.
Muy probablemente este fenómeno ha contribuido en mucho a que se hable persistentemente en la superpotencia del norte de una estanflación; inclusive hay quien afirma que ya está en marcha la nefasta combinación de la desaceleración de la economía con inflación interna.
Las importaciones de combustibles fósiles del exterior han configurado una «dependencia de Medio Oriente» muy alta, la cual se acentúa a medida que se aplican las normas de seguridad energética, y de entre sus importaciones en este campo solamente cuenta con abastecimientos relativamente seguros, desde Canadá y México, cuyo peso es ya poco menos de un tercio del total de las importaciones de crudo de nuestro poderoso vecino del norte, mientras que la seguridad energética está siendo presionada por la naturaleza global del petróleo, por las presiones que se producen en las difíciles relaciones que este país tiene actualmente con Venezuela, que también es exportador hacia Estados Unidos, aunque en menor escala que Canadá y México.
Por otra parte, en su última reunión a principios de marzo en Viena, el vocero de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) hizo claras afirmaciones de que hay suficiente abastecimiento para la demanda del crudo en el mercado internacional de petróleo, y que el alza desmedida de los precios de este combustible se debe más bien a conflictos de carácter geopolítico, como los ya multicitados con Irán y Venezuela, y al carácter cada vez más especulativo en la bolsa de Nueva York (Nymex). Habría que agregar a lo dicho por el vocero de la OPEP que también la capacidad no empleada, es decir, ociosa, ha sido uno de los más importantes factores para la volatilidad o la estabilización en ocasiones, según el caso, del precio del petróleo, esto es: cuanto más baja sea la capacidad ociosa, el precio del petróleo sube y viceversa: cuando la capacidad ociosa está más alta, los precios bajan, como sucedió en la década de los años 70 y 80.
En la actualidad la curva de la capacidad ociosa de la OPEP se mantuvo debajo de la de los precios, y ésta es una de las razones por las que el petróleo había alcanzado en 2007 los 90 dólares por barril, mientras la capacidad ociosa se mantuvo en menos de 4 millones de barriles diarios. Podemos tomar como ejemplo también que en los años 80, de manera inversa, cuando la capacidad ociosa subió hasta 12.5 millones de barriles diarios, el precio en un mercado débil fue de 30 dólares por barril, y a partir de 2003 hasta la actualidad, el precio del barril de petróleo se ha triplicado.
La OPEP actualmente tiene 12 miembros, excluido Irak y considerando también a Angola y Ecuador, de reciente ingreso en el cartel de esta organización, y tiene 3 millones 950 mil barriles de capacidad ociosa, mientras que está produciendo el total de todo el mundo 35 millones 579 mil de barriles diarios de petróleo, de los cuales Venezuela produce 2 millones 347 mil frente a Arabia Saudita, que está produciendo, incluyendo la zona neutral, 11 millones 300 mil barriles, en tanto Irak produce 2 millones 225 mil.
La franja de capacidad ociosa más importante con mucho la tiene Arabia Saudita, con 2 millones 288 barriles diarios, o sea que podríamos concluir, si atribuimos a este factor la mayor importancia en lo que a estabilidad de precios se refiere en el mercado internacional, que es precisamente Arabia Saudita que tiene mayor influencia en este aspecto, sin que se pudiera afirmar, como ellos mismos han declarado recientemente, que éste es el único factor que determina el alza de los precios, puesto que la capacidad ociosa actualmente, en niveles que ya ha tenido anteriormente, sin que los precios se hubieran disparado como ha sucedido de 2005 a la fecha.
Por lo tanto, tenemos que imputar a la falta de estabilidad geopolítica mundial esta desmesurada alza de los precios del petróleo que no tiene precedentes, por lo menos de la década de los 70 a la fecha, y también, desde luego, a la cada vez más alta dependencia de Estados Unidos en el petróleo del Medio Oriente, tanto en lo que se refiere a los inventarios globales como a la importación de 10 millones de barriles diarios para su consumo interno, cantidad que se agrega a los otros 10 millones de barriles que Estados Unidos produce, pero que acusan una marcada tendencia a la declinación.