En primer lugar debe entender que lo que pasó el 2 de diciembre de 2007 no fue que la oposición ganó, sino que el gobierno perdió, como perdió también en varias circunscripciones estratégicas el 23 de noviembre de 2008. Es decir, no aumentaron su votación, sino que por razones que aún no se han estudiado […]
En primer lugar debe entender que lo que pasó el 2 de diciembre de 2007 no fue que la oposición ganó, sino que el gobierno perdió, como perdió también en varias circunscripciones estratégicas el 23 de noviembre de 2008. Es decir, no aumentaron su votación, sino que por razones que aún no se han estudiado y tal vez nunca se estudiarán, el gobierno perdió tres millones de votantes y aún no los ha recuperado completos, aún falta un 10%.
Creo que mantener el liderazgo de facto de Globovisión no le hace nada bien. Por el contrario, le hace mucho mal, porque es pura pérdida. No solo la ha llevado de paliza en paliza, sino que mantiene a los opositores al borde de un ataque de nervios y a veces en el ataque mismo, prolongado durante años. No pueden seguir en ese estado rabioso de desequilibrio emocional y de pánico inducido por ese y otros medios. Ese estrés continuo daña la salud, induce toda clase de enfermedades sicosomáticas. Envejece.
Me da grima imaginar su estado luego de cada derrota, como la de anoche. No olvido la noche del lunes 16 de agosto de 2004. Andaba por La Campiña y sus alrededores en Caracas, como a las 8 de la noche. Silencio atronador y todas las luces apagadas en las viviendas, ¡a las 8 de la noche! No puedo dejar de pensar en la depresión en que se hallaba aquella desventurada población, mientras en los barrios pobres la gente bailaba.
Los usuarios de Globovisión y de otros medios igualmente esperpénticos deben reconsiderar su fidelidad de marca. Yo tuve la mía, radical, desde mi infancia, a El Nacional. Cuando estudié en Francia durante tres años, sentí nostalgia por las hallacas, el plátano frito y El Nacional. José Ignacio Cabrujas suspendió una vez un viaje por Inglaterra, con algunas obras de Shakespeare por delante, porque le hacía falta El Nacional. Más que fidelidad era adicción, porque era uno de los mejores periódicos del mundo. Pero ahora no puedo leerlo, precisamente en nombre de aquel Nacional que tanto leí y en el que escribí durante 32 años hasta que me echaron de él en 2003, a mucha honra pero también con mucho pesar. Ahora siento como si me encontrara con una novia muy querida de los 15 años, flaca, fané y descangayada. Porque el problema no es que El Nacional se oponga al gobierno del cual formo parte con orgullo, sino que ha estimado que para enfrentarlo tiene que depravarse como medio, perder la honra, envilecerse de modo que espero no sea irreversible. No puede ser que El Universal, que siempre fue el diario de la derecha, sea más soportable que El Nacional. Está bien que alguien haya tenido conflictos con su padre, cosa que todos tuvimos, pero no al punto no solo de vetarlo en el diario que creó, sino de destruir metódicamente su obra de toda una vida. Me han recomendado para esos casos el sicoanálisis lacaniano.
Por otro lado debe la oposición revisar seriamente esos líderes que ha consentido que le encasqueten los medios. Hace años discutía con dos apreciadas amigas de oposición. Yo rehuía la discusión, porque sé lo agria que puede volverse una porfía en estos tiempos venezolanos que, espero, algún día superaremos. Pronto. Pero en un momento dado me di cuenta de que hubiese sido pésima educación de mi parte dejarlas con la palabra en la boca. Entonces me vi en la obligación de amigo leal de advertirles que con todos sus grados y posgrados universitarios en universidades de calidad internacional, sus idiomas extranjeros impecables y sus bibliotecas enteras estudiadas, estaban totalmente indefensas ante Chávez porque habían aceptado ser conducidas por esperpentos como Enrique Mendoza, que no les llegaban ni a los jarretes ni intelectual ni moralmente. Porque ese es el problema fundamental, ya lo he dicho: el predominio de los esperpentos en la oposición es un grave problema en primer lugar para la oposición, pero también para toda Venezuela. Y para el mundo. Señores y señoras: Bush ya no está en la Casa Blanca. Esperen al menos a ver con qué viene Obama, quien, al menos, no es un imbécil.
Vide http://www.aporrea.org/actualidad/a72401.html.
No pueden seguirse oponiendo, además, a las causas más nobles de la Revolución: las misiones, negando toda obra, rehusándose a ver viaductos que transitan todos los días, diciendo bolserías como que el Tercer Puente sobre el Orinoco fue idea de Vicente Yáñez Pinzón y por tanto no es mérito de este gobierno. Sus gobernadores y alcaldes no pueden seguir cerrando infocentros y misiones y obras en favor del pueblo.
No pueden continuar obedeciendo órdenes desde el Norte. Deben tener aunque sea un poquito de vergüenza patriótica. No pueden seguir sintiéndose orgullosos por lo que han construido los gringos y los europeos, porque no han hecho nada por eso. Tienen un país propio en donde hacer una labor y está a la orden. Es más, ya la están haciendo, claro, porque en su inmensa mayoría es gente de bien y de trabajo, pero no quieren entender nada y por eso pierden y seguirán perdiendo si no rectifican en estos u otros términos. Y entre las cosas que no entienden es que esta revolución también es en favor de ellos, que no son ricos, que no ganan nada con identificarse con lo peor de la oligarquía venezolana, la que Henry Ramos Allup llama «la ultraderecha recalcitrante, ultramontana y repugnante».
Ah, y estudiar. En primer lugar sus estudiantes embrutecidos en la educación privada, sobre todo la católica. No se triunfa en nada a través de la ignorancia, sobre todo cuando se combina con la prepotencia. Sus estudiantes no pueden seguir diciendo que el 23 de Enero es el Día de la Juventud, el Natalicio del Libertador y el derrocamiento de Fidel Castro, señores educadores de la Iglesia de derecha. Los «Pelúos» de Ávila TV, la televisora más innovadora del mundo, patentizaron dos cosas en esta campaña: la ignorancia e imbecilidad de la oposición, cosa que ya sabíamos pero no de modo tan palpable, y que esos ignorantes ven los canales del Estado. No puede ser que Ramos Allup, el único dirigente opositor que tiene alguna riqueza de vocabulario, la use solo para insultar y a veces a ellos mismos. No pueden seguir ocultando a los que no son ignorantes, como sus intelectuales, que jamás tienen acceso a su televisión, por ejemplo. Hay que leerlos solo en las páginas literarias de su prensa y a veces ni eso. Van a tener que ponerse a leer, a estudiar. Y no solo ellos sino también nosotros, claro está. Estudiar como estudian los dirigentes sociales de los barrios pobres, por ejemplo.
Hay muchos consejos más que se podrían decir, pero con estos basta para empezar, me parece, y ya irán saliendo solitos los demás.
Así, y solo así, pueden volver a aspirar a ganar una elección. La cuestión es que para volver a ganar, la oposición va a tener que hacerse chavista…