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España

Constitución y Democracia cuando sólo luchan los ricos

Fuentes: Rebelión

Cualquiera que haya estudiado Derecho sabe que las constituciones son la voluntad racionalizada de los vencedores y que pueden estar formalizadas en un documento escrito al que se otorga un valor jurídico superior, como en el caso de España, o no estarlo, como en el caso del Reino Unido o de la propia Unión Europea […]

Cualquiera que haya estudiado Derecho sabe que las constituciones son la voluntad racionalizada de los vencedores y que pueden estar formalizadas en un documento escrito al que se otorga un valor jurídico superior, como en el caso de España, o no estarlo, como en el caso del Reino Unido o de la propia Unión Europea tras el fracaso de su proyecto de Constitución escrita.

El gran pacto de reforma constitucional express entre el PSOE y el PP, con el apoyo de CIU y el PNV con el que nos sorprendió ayer el Presidente del Gobierno, por que el que se pretende constitucionalizar el «equilibrio presupuestario» de todas las administraciones, no es sino la formalización de la victoria de la economía privada sobre los intereses de los ciudadanos. Una vez que el parlamento apruebe la medida no hará sino cercenar su ya limitadísima capacidad de ejercer la soberanía, toda vez que la propia Constitución le prohibirá decidir nada menos que sobre sus políticas de gasto social.

En anuncio de ZP se enmarca en el conjunto de medidas anticrisis de la Unión Europea propuestas por Nicolás Sarkozy y Angela Merkel, que hace una semana indicaron al resto miembros de la eurozona que constitucionalizaran la regla del equilibrio presupuestario. Dicho y hecho. Bienvenidos a la Unión Europea, región de banco central independiente y parlamento inútil donde la crisis se combate con ajustes sociales y sin ningún tipo de presión fiscal a las rentas más altas. Y si hubiera algún problema como en Grecia, en Reino Unido o en España, para eso está la policía.

Mientras, en EEUU, Obama lograba in extremis el acuerdo para subir el techo de la deuda y proceder a recortes del déficit fiscal que difícilmente ayudaran a recuperar una economía basada en el consumo. Lo único creíble que podía hacer EEUU era seguir depreciando su moneda pero entonces apareció Standard and Poor’s rebajando la calificación de la deuda estadounidense (algo que ya habían hecho, por cierto, las agencias de calificación chinas) y obligando al Presidente Obama a pronunciar un patético discurso patriótico: «Siempre seremos un país AAA». ¿Y el Madrid qué, otra vez campeón de Europa?.

El elemento cómico ha llegado con varios multimillonarios estadounidenses y franceses que, avergonzados, se han prestado voluntarios para echar una mano pagando impuestos. Cuando se gana por tanta diferencia uno se puede permitir ser «generoso».

Pero ¿Existe entonces alguna alternativa a que la crisis la paguen siempre los mismos? Sí y la hemos visto hace unos días en América Latina. El pasado día 12 se reunían en Buenos Aires de los ministros de economía y finanzas de los países de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y decidían, entre otras cosas, impulsar un fondo latinoamericano diversificado de reservas (en este contexto se explica la nacionalización del oro en Venezuela), aumentar y desdolarizar el comercio entre los países de UNASUR y crear un Banco del Sur dependiente de los gobiernos.

Calificados por los medios de comunicación privados como populistas, los países de UNASUR han demostrado que en América Latina, a pesar de las dificultades propias de una región castigada durante siglos, todavía existen gobiernos que toman decisiones. Esta es la calve de toda Constitución, qué poder representa. En España, en las próximas semanas, si nada lo impide, se va a constitucionalizar el poder de los responsables de la crisis. Que los partidos mayoritarios españoles, así como vascos y catalanes, aparquen sus diferencias, es solo una prueba más del valor de nuestra democracia.

Tenía razón Carlos Marx cuando decía que el motor del desarrollo histórico era lucha de clases. Lo que pasa es que, como dijo alguien, en Europa y en Estados Unidos parece que sólo luchan los ricos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.