Como señalan los clásicos de las ideas marxistas, progresistas y socialistas: no hay discusión, donde hay revolución, siempre habrá contrarrevolución. El análisis trata sobre la necesidad e inevitabilidad de la lucha contra el dominio económico y político de la burguesía nacional e internacional.
En Venezuela vivimos una revolución de liberación nacional que es parte del proceso revolucionario mundial. Frente a los avances de un pueblo que ya logró importantes resultados, como la conquista de un gobierno antiimperialista de transición hacia el modelo socialista, una nueva carta Magna en 1999, que incluye derechos para sectores que siempre fueron excluidos en la sociedad burguesa del puntofijismo, como trabajadores y trabajadoras, mujeres, tercera edad, jóvenes, campesinos, indígenas, entre otros, la cuestión de la existencia de una revolución antiimperialista en el país pone en el tapete la discusión sobre cómo defenderla ante los ataques de factores que apuestan al fracaso del proceso de transformación y cambio.
Como señalan los clásicos de las ideas marxistas, progresistas y socialistas: no hay discusión, donde hay revolución, siempre habrá contrarrevolución. Los derechos conquistados se han logrado luego de superar largas y difíciles jornadas de lucha, de golpe fascista, sabotaje petrolero, bloqueo económico y comercial, guarimbas, luchas electorales y referendos.
Se convierte así en una cuestión fundamental la defensa de la Revolución en momentos de procesos contrarrevolucionarios simultáneos. Por esta razón, el análisis sobre la estructura económica y social de la sociedad venezolana es parte fundamental del trabajo. No es un lujo intelectual, es una necesidad, que, como incluye la existencia misma de una vanguardia revolucionaria, se convierte en cuestión práctica: «Sin teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario».
Todo eso se resume en la necesidad e inevitabilidad de la lucha contra el dominio económico y político de la burguesía nacional e internacional. Por ello el contraataque también se da en ambos sentidos, desde las trincheras de la burguesía criolla, y desde los centros del poder económico imperialista.
Lenin señala que la cuestión de la lucha de clases figura entre las fundamentales del marxismo y que «fuera de la lucha de clases, el socialismo es una frase vacía, o un sueño ingenuo» (V.I.Lenin, Socialismo pequeñoburgués y socialismo proletario).
Y el presidente Chávez advirtió sobre esta lucha que tenemos que ganar en la calle, en la fábrica, en el Parlamento, en el campo y en la ciudad: «La burguesía, usando focos fascistas, trata de incendiar a Venezuela», dijo el presidente Chávez en el Teatro Teresa Carreño, reunido con más de 2 mil líderes de centros estudiantiles (liceístas y universitarios) de todo el país, que lo respaldan a él, y a sus políticas sociales y económicas.
«El plan que existe detrás del movimiento foquista de jóvenes, que ya no son jóvenes, se pusieron viejos antes de tiempo porque están al servicio del capitalismo, los hijitos de la burguesía detrás de ese foquismo enloquecido fascista y violento, hay un plan que ha funcionado en otros países de Europa, como la Revolución Naranja; es una estrategia imperial’, explicó el comandante Chávez a los líderes estudiantiles congregados en la Sala Ríos Reyna, durante la juramentación del Frente de Juventudes Bicentenario 200.
Orange revolution made in USA
La Revolución Naranja fue el nombre que se le dio al movimiento político vinculado a los Estados Unidos que derrocó al Gobierno legítimamente electo en Ucrania en el año 2004 y que luego de cinco años ha sido rechazado por los ucranianos debido al desastre y la corrupción que provocó en la vida económica y social.
Este domingo 7 de febrero, se celebró un proceso electoral en Ucrania, en donde la población en los sondeos previos había rechazado, respaldar a quienes encabezaron la otrora Revolución Naranja.
Luego de recordar elementos actuales de la coyuntura internacional y nacional, el presidente Chávez expresó que no hay que subestimar a ese movimiento fascista y consideró oportuna y extraordinaria la conformación del Frente de Juventudes Bicentenario 200.
«Es necesario que salgan a la batalla, y con fuerza, cantando, diciendo lo que sienten, con la fuerza extraordinaria de la juventud», exhortó Chávez a jóvenes venezolanas y venezolanos al tiempo que denunció que detrás del fascismo y la contrarrevolución están las transnacionales de la información en el ámbito nacional e internacional.
Las contrarrevoluciones de colores fueron utilizadas en Europa del Este por EEUU y sus aliados de la OTAN, para frenar los intentos revolucionarios de salvar la fórmula socialista en los países del antiguo bloque soviético y ocupar de manear definitiva, desde el punto de vista militar, territorios estratégicos para el control de toda Eurasia.
En estas contrarrevoluciones aún se debate el papel que desempeñaron organizaciones como la Fundación Soros, la Fundación Konrad Adenauer, la National Endowment for Democracy y gran cantidad de «entes» que actúan bajo el radio de acción de la CIA.
En Venezuela, se introdujo el formato desde el 2002 con aquello de la «sociedad civil». Luego, desde el 2007, aproximadamente, surgen «los estudiantes», representados por «los manitos blancas». Los verdaderos estudiantes de la Patria, levantan la espada de Bolívar y no simbologías extrañas, ajenas a nuestra realidad cultural e histórica.
El color del facismo
Las llamadas revoluciones de colores son en realidad movilizaciones políticas propiciadas por factores contarrevolucionarios: burguesía apátrida, Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EEUU y otros intereses económicos. La estrategia consiste en propiciar acciones de «resistencia civil» en contar con «líderes autoritarios», «regímenes no democráticos o comunistas», «gobiernos corruptos» o «militaristas».
Los grupos de manifestantes siguen el guión preparado en los laboratorios de inteligencia estadounidenses y toman como «bandera» un color o un símbolo. Así rosas, cedros, tulipanes, manitos blancas, han sido emblemas de la contrarrevolución mundial. Es importante destacar que suelen no identificarse con un símbolo patrio o nacional, sino con «íconos» aparentemente no relacionados con la política sino con la «inocencia» y el «desenfado» de la juventud. El primer intento de este tipo se realizó en China, contar el Gobierno que encabeza el Partido Comunista de China (PCH), pero la solidez del proceso revolucionario del pueblo de Mao-Tse-Tung echó por la borda el contraataque imperialista. En los países de la ex-Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en Europa Oriental, la desorientación dejada por el fracaso del primer intento civilizatorio de construir una sociedad socialista, fue el caldo de cultivo para la proliferación de estas «revoluciones» que también han tenido sus resonancias en el Medio Oriente.
En el formato-guión de la puesta en escena de estas acciones contrarrevolucionarias se encuentran: 1) las movilizaciones declaradas no violentas por los voceros del «movimiento», que en realidad tienen el propósito de subvertir el orden público; 2) el discurso en defensa de los valores de la democracia burguesa y occidental; 3) rostros jóvenes como líderes de las manifestaciones, pues uno de los pilares fundamentales de la estrategia es resaltar mediáticamente que se trata de la «juventud, los estudiantes y ONG», desvinculadas de los tradicionales partidos políticos que en muchos casos han perdido influencia y prestigio en las sociedades.
Contrarrevoluciones exitosas
El «movimiento» Otpor: los «manitos blancas» serbios que provocaron el derrocamiento de Milosevic en Yugoslavia, en el año 2000. Este era un supuesto movimiento de «jóvenes» no violentos, sin orientación ideológica, que fue utilizado para desintegrar la federación. Sus consignas pacíficas eran: «Slobo, salva a Serbia: suicídate», refiriéndose a Slobodan Milosevic. El «movimiento» no tiene historia, sus casi 100.000 afiliados no recuerdan cómo fue su fundación por algo muy sencillo, fueron creados en un laboratorio de guerra mediática.
Revolución de las Rosas: fue presentada como un «movimiento de jóvenes» espontáneo y no violento. Idéntico formato que el utilizado en Yugoslavia, produjo la renuncia del poder de Eduard Shevardnadze en Georgia en 2003. Señala Paul Labarique que «en realidad fue fruto de una paciente manipulación. Objetivo estratégico y petrolero en juego entre la Federación Rusa y Estados Unidos, Georgia se ha convertido en terreno de enfrentamiento de las potencias. La cólera popular, hábilmente desencadenada por el Instituto Democrático de Madeleine Albright y estructurada por asociaciones juveniles que financia George Soros, permitió a la CIA poner a sus hombres en el poder en Tbilisi, capital del país».
Revolución Naranja: elección de Víktor Yushchenko en Ucrania, 2004.
Revolución de los Tulipanes: salida del Gobierno de Askar Akayev en Kirguistán, 2005.
Revolución de los Cedros: organizada e impulsada por la administración Bush para imponer la resolución 1559 que tenía por finalidad forzar la retirada de las tropas sirias del Líbano y el desarme de Hezbollah.
Derrocamiento del presidente Manuel Zelaya en Honduras, 2009.
Contrarrevoluciones fracasadas
«El primer intento de «revolución de color» fracasó en 1989. El objetivo era derrocar a Deng Xiaoping utilizando a uno de sus colaboradores, el secretario general del Partido Comunista Chino (PCCH) Zhao Ziyang, para abrir el mercado chino a los inversionistas estadounidenses y poner a China bajo la influencia de Estados Unidos. Los jóvenes partidarios de Zhao invadieron la plaza Tian’anmen. Los medios de prensa occidentales los presentaron como estudiantes apolíticos que luchaban por la libertad oponiéndose al PCCH, cuando en realidad se trataba de una disidencia interna entre nacionalistas y proestadounidenses surgida en el seno de la corriente de Deng. Luego de una larga resistencia a las provocaciones, Deng decidió poner fin a aquella situación recurriendo a la fuerza. La represión dejó entre 300 y 1.000 muertos, según las fuentes. Veinte años después, la versión occidental sobre aquel golpe de Estado frustrado sigue siendo la misma», destaca el analista internacional francés Thierry Meyssan.
Revolución Blanca: fallido intento de derrocar a Alexander Lukashenko en Bielorrusia.
Revolución Azafrán: fallido intento por parte de monjes budistas de derrocar la dictadura militar en Birmania.
Revolución Verde: protestas en Irán contra el presunto fraude electoral y en apoyo del candidato de la oposición Mir-Hossein Mousavi.»La ‘revolución verde’ de Teherán es el más reciente caso de las «revoluciones de color» mediante las cuales Estados Unidos ha logrado imponer gobiernos sometidos a su tutela en varios países sin tener que recurrir a la fuerza», señala Meyssan
Revolución Twitter: protestas en contra del triunfo del Partido de los Comunistas de la República de Moldavia, en las elecciones parlamentarias de 2009.
Fuente: http://www.cubadebate.cu/especiales/2010/02/16/contrarrevoluciones-colores-papel-manitos-blancas/