Dicen que cuando el río suena es porque piedras trae, y al parecer, la economía estadounidenses está arrastrando numerosas y enormes rocas pues a larga distancia se puede escuchar el ruido que produce. El único que hasta ahora no ha podido ver los grande nubarrones es el presidente George W. Bush quien en una reciente […]
Dicen que cuando el río suena es porque piedras trae, y al parecer, la economía estadounidenses está arrastrando numerosas y enormes rocas pues a larga distancia se puede escuchar el ruido que produce.
El único que hasta ahora no ha podido ver los grande nubarrones es el presidente George W. Bush quien en una reciente conferencia en la Casa Blanca afirmó que «los fundamentos de la economía estadounidense son sólidos, marchan bien, con unas tasas de desempleo del 5,5 %, las exportaciones están aumentando y la productividad se mantiene». Aunque reconoció que «no soy economista» enfatizó «sí creo que estamos creciendo».
Pese al optimismo de Bush, solo dos días después, el presidente el Banco Central (Reserva Federal (FED), Ben Bernanke, durante su comparecencia semestral ante el Congreso, admitió que hay «numerosas dificultades en el horizonte, entre ellas los actuales problemas del mercado financiero, los descensos en el precio de la vivienda, el debilitamiento del mercado laboral y el encarecimiento del petróleo, de los alimentos y de otras materias primas».
Más realista fue el ex presidente de la FED, Alan Greenspan quien en una conferencia en Johannesburgo señaló que la economía estadounidense está al borde de una recesión y agregó que esa posibilidad es ahora mayor al 50 % con una recuperación improbable.
Para no quedarse detrás, un informe de la OCDE puntualizó que la economía de Estados Unidos será negativa en el segundo trimestre del año y quedará «prácticamente paralizada» para finales de 2008. Para la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, ese país afronta vientos fuertes en su contra con un PIB anual previsto de 1,2 %.
El mercado de empleo se degradó durante seis meses consecutivos, una tendencia que en el pasado coincidió con el inicio de las recesiones, el mercado inmobiliario caerá en 10 % hasta fines de 2009 y el consumo atraviesa un mal momento debido al alza de los precios de las materias primas y alimentos, asegura OCDE.
Cabría preguntarse tras las anteriores declaraciones si el presidente Bush tiene los pies sobre la tierra o se ha puesto una venda en los ojos.
Aunque es una economía tan grande y poderosa con alrededor de 14 billones de dólares de Producto Interno Bruto, también Estados Unidos tiene una economía altamente desequilibrada con altos déficit fiscal y en la balanza de pagos, así como endeudamiento con el resto del mundo.
La cuenta corriente de la balanza de pago que contabiliza los intercambios de mercancías y servicios con el exterior alcanzó en 2007 un déficit superior a 750 000 millones de dólares, o sea, 5,6 % de su PIB. La deuda externa de Washington desde la llegada de Bush al poder creció más de un 50 % y a finales del pasado año se ubicaba en 9 billones de dólares que representa el 65 % del PIB.
El déficit fiscal del gobierno federal se situará a fines de 2008 en -2 % contrariamente al superávit de 2,5 % dejado al término de la segunda administración de William Clinton. La deuda total estadounidense (pública, empresarial y personal) llegaba a los 48 billones de dólares: más de tres veces el Producto Bruto Interno norteamericano y superior al Producto Bruto Mundial.
La crisis inmobiliaria que siguió a la ocurrida en el sector de la informática hace cinco años está haciendo tambalear los cimientos económicos de la sociedad norteamericana.
Si en marzo pasado, en un intento por incentivar el sistema financiero, el gobierno flexibilizó las regulaciones sobre las dos mayores financieras hipotecarias del país, Fannie Mae y Freddie Mac, para permitirles comprar más hipotecas e inyectar unos 200 000 millones de dólares para que jugaran un papel importante en estabilizar los mercados hipotecarios, ahora la Casa Blanca ha anunciado una serie de medidas de emergencia para apuntalar la confianza de las dos atribuladas financieras.
El Departamento del Tesoro dijo que elevará temporalmente el límite de la línea de crédito para estos bancos y, de ser necesario, compraría acciones de estas compañías privadas patrocinadas por el gobierno. También la Reserva Federal informó que estaba lista para brindar asistencia e indicó que ambas empresas podrían acceder a préstamos de emergencia.
Las acciones de Fannie Mae y Freddie Mac perdieron casi la mitad de su valor en la bolsa de Nueva York lo que avivaron los temores por su futuro financiero.
Estas compañías, (dueñas o garantes de casi la mitad de la deuda en hipotecas del país, que asciende a 12 billones de dólares), adquieren hipotecas de las empresas que financian compras de viviendas y las empaquetan en valores garantizados que luego venden en todo el mundo, lo que permite abastecer con mayores recursos el mercado hipotecario.
Fannie se fundó en 1938 y Freddie en 1970. Ambas permitían acceder a bajos costos en los créditos hipotecarios para que los ciudadanos pudieran adquirir casas y han sido pilares en la fuerza económica estadounidense por su resultados en el consumo, la inversión y el crecimiento.
Un artículo publicado en el diario mexicano La Jornada, explicaba que «son compañías privadas bajo los auspicios del gobierno federal. Al gozar de una garantía gubernamental, captan recursos a menor costo para usarlos en la compra de títulos hipotecarios a bancos en ese ramo. Hoy ambos gigantes tienen o garantizan cerca de la mitad de los títulos hipotecarios de Estados Unidos. Con la desregulación financiera, Fannie y Freddie pudieron empaquetar esos títulos y bursatilizarlos, vendiéndolos literalmente en todo el mundo para refinanciar sus operaciones.
Esos paquetes de títulos respaldados por hipotecas son parte de la cartera de inversiones de gobiernos, fondos de pensión y hasta de la tesorería de grandes trasnacionales». Si estas financieras entran en bancarrota, el impacto sería catastrófico pues si caen los precios de los activos inmobiliarios, el consumo (base fundamental de PIB norteamericano) se desplomaría, afectarían aun más al dólar y podría venir una depresión que sobrepasara las fronteras estadounidenses.
Por otro lado, pese a que la FED bajó drásticamente las tasas de interés de 5,25 % en septiembre de 2007 a 2,25 % en junio de 2008, esto no le ha dado resultado y el fantasma de la recesión está presente en los últimos datos macroeconómicos.
En el cuarto trimestre de 2007 la economía creció a un ritmo anual del 0,6%, en contraste con el 4,9% del trimestre anterior. El pasado año el crecimiento fue de 2,2%, (contra 2,9% en 2006) y para el 2008 se prevé alrededor de 1,2 %.
Las peticiones de subsidios por desempleo crecieron hasta 366 000 y se ubicó en 5,5 %, una de las más altas de los últimos tiempos.
Además de Fannie y Freddie numerosos bancos han sufrido la insolvencia como el Citigroup, Merril Lynch, Lehman Brothers Holding, Bear Stearns, IndyMac Bancorp Inc, por solo citar algunos.
En conclusiones, abundantes y peliagudos problemas enfrenta la economía estadounidense pese a que su presidente George W. Bush diga lo contrario.