Nada de qué asombrarse de la fuerte sacudida de los mercados bursátiles, salvo que se adelantó por dos semanas al inicio del mundial de futbol en Alemania, que Bajo la Lupa había propuesto como fecha idónea para encubrir lo que, más que una vulgar «corrección», refleja una «evaporación» de las burbujas globales, además del concomitante […]
Nada de qué asombrarse de la fuerte sacudida de los mercados bursátiles, salvo que se adelantó por dos semanas al inicio del mundial de futbol en Alemania, que Bajo la Lupa había propuesto como fecha idónea para encubrir lo que, más que una vulgar «corrección», refleja una «evaporación» de las burbujas globales, además del concomitante realineamiento de las divisas como reflejo de la nueva correlación de fuerzas geofinancieras.
Son momentos de enterrar los caducos iconos del agónico neoliberalismo global para dar lugar a los nuevos paradigmas del incipiente nuevo orden multipolar, como consecuencia del cataclismo de la aventura militar unilateral en Irak de la dupla Bush-Blair, en plena debacle doméstica.
Ya lo habíamos advertido: «El nuevo orden multipolar sepultará la hegemonía del dólar de la otrora superpotencia unipolar» («Efecto Islandia: hacia la sequía crediticia global»; Bajo la Lupa, 1-03-06). Lo volvimos a refrendar un mes después al ominoso marzo, cuando sucedieron una serie de acontecimientos concatenados («¿Crisis monetaria global en el radar?; Bajo la Lupa; 5-04-06).
Llegó el día de la verdad y el destino del «efecto Islandia» y los juegos especulativos del carry trade alcanzaron en esta fase secuencial -que seguirá cobrando víctimas hasta que llegue a las entrañas del Moloch devorador de Wall Street y la City- a los «mercados emergentes/detergentes», incluido el grotesco blindaje sin contenido del neoliberalismo foxiano, quizá, el más primitivo de todos por ser el más ignorante en relación directa con su infatuación pueril, y que está siendo puesto a dura prueba. Fox, quien ató su suerte a Baby Bush, ha personalizado en forma ridícula un asunto doblemente estructural y que sus limitaciones consustanciales no lo capacitan para entender: el «fin del dolarcentrismo» y la «nueva era geopolítica de los energéticos» que han puesto a la defensiva a la otrora superpotencia unipolar en plena decadencia que ha optado por la «militarización» hasta en el sur de su frontera más pacífica. Los foxianos son tan ciegos como su patético portavoz ultramontano Aguilar, que ya no saben reconocer la identidad de un «soldado». Son tiempos trascendentales para la capacidad de entendimiento limitado del neoliberalismo mexicano de un cuarto de siglo de duración que sucumbe junto a su operativa matriz (en el sentido obstétrico y matemático) a la que ligó su destino sin pericia ni prudencia.
El estallido de la burbuja es búrsatil, pero su etiología como sus consecuencias son geopolíticas. No es gratuito que en estos momentos aparezca lord William Rees-Mogg, portavoz oficioso del reino británico, el imperio que intentó imitar Estados Unidos (EU) en forma mediocre, para sentenciar el «declive y la caída (sic) de EU» (The Times, 22-05-06) que augura el ominoso desafuero de Baby Bush y sus repercusiones deletéreas en Gran Bretaña. Más aún: el juez de raza negra de la Suprema Corte de Justicia, Clarence Thomas, confesó a la hermana de Baby Bush, Doro Bush Koch, que «estaba rezando por el presidente», quien se encontraba en «serios problemas» (New York Daily News, 22-05-06). ¿Quién rezará por Fox en México?
Durante dos semanas las bolsas globales periclitaron debido a los indicios de hiperinflación y la consecuente alza de las tasas de interés por la Reserva Federal, según Stratfor (22-05-06), centro de pensamiento texano-israelí, que acepta que los «mercados se encuentran en medio de una gran (sic) corrección», y se consuela de que todavía la «recesión no sea inminente», lo cual ha salido a respaldar en su rescate propagandístico la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en su reciente «perspectiva económica», al vaticinar una «economía boyante (sic) en los próximos 18 (sic) meses, pese a los elevados precios del petróleo y el alza de las tasas de interés» (The Times, 23-05-06), es decir, hasta finales del 2007. ¿Y luego? Ojalá se lo crean los «mercados» manipulados por la inyección obscena de dinero-chatarra de parte de los bancos centrales de EU y Gran Bretaña.
Al unísono, la OCDE (AFX News, 23-05-06) alertó sobre una severa devaluación del dólar que puede alcanzar 50 por ciento. ¿Cuánto se devaluará el hilarante «superpeso» foxiano, blindado también en el vacío y que desde ahora los infantiles calderonistas pretenden endosárselo a Andrés Manuel López Obrador?
India, una de las plazas donde cundió el pánico, se encuentra en «alerta» por una probable oleada de suicidios de los tratantes bursátiles y los inversionistas fantasiosos (Reuters, 22-05-06). Decir que alguien se suicide por unos vulgares papelitos simbólicos de valor virtual resalta la miseria y la baja autoestima mental de los neoliberales globales.
¿Cuántos más adictos neoliberales se suicidarán cuando estallen todas las burbujas creadas por el centralbanquismo del G-7, desde los bienes raíces hasta los «derivados financieros» que han alcanzado casi 300 millones de millones (trillones en anglosajón) de dólares, es decir, casi nueve veces el producto interno bruto global, según Asia BusTimes (22-05-06)?
David Smith, editor de economía de The Times (21-05-06), considera que los mercados están cercanos a un «desplome similar al de 1987». Se basa en un reporte reciente de Barclays Capital, que rememora el contexto de hace 19 años: «creciente déficit de cuenta corriente de EU, dólar débil, temores de una creciente inflación, disipación del auge de los bienes raíces, y nombramiento de un nuevo director de la Reserva Federal». ¿Y quién garantiza que no se asemeje a la depresión de 1929?
El historiador británico Niall Ferguson, apologista de la dinastía financiera hebrea de los Rothschild, arguye que la presente «crisis de liquidez», más que una «volatilidad», puede significar una «evaporación» (The Daily Telegraph, 21-05-06). Se burla sin piedad de la «ausencia de pensamiento» de los analistas financieros que sucumben a la visión de corto-plazo con un «solo indicador» o se resguardan detrás de los balbuceos de la Reserva Federal, la cual, con tal de evitar una «depresión en Wall Street, como en 1929 (sic)», operó una serie de insostenibles acrobacias financieras y monetaristas: «un imperio puede colectar impuestos sólo si la paz que provee es real y tiene legitimidad»; aduce que el proyecto del «Gran (sic) Medio-Oriente» de EU fue un fracaso y contribuyó al alza del petróleo que repercutió en la inflación, y concluye en forma primorosa: «hoy el imperio anglófono no es un acreedor, sino un deudor. Su divisa no está respaldada por oro, sino por papel (sic)». Ni más ni menos que la tesis de nuestro reciente libro Los cinco precios del petróleo, editado en Argentina.
Lo más relevante se centra en la sicótica irresponsabilidad de EU desde hace 35 años, cuando Richard Nixon deslindó al dólar del patrón-oro en 1971 en forma unilateral, y cuyos pecados acumulados ahora arrastran al planeta a una grave crisis financiera global. Antes los imperios eran acreedores y EU, el primer deudor mundial, en forma aberrante, ha sido el único en la historia de la humanidad que pretende sostener su seudoimperio en forma parasitaria mediante sus armas financieras y militares a costillas de los demás, en particular, de los países valetudinarios. Esto se acabó.