Se han preguntado alguna vez si era Cortázar realmente argentino? ¿Su padre era diplomático, como se asegura? ¿Apoyó a Franco en su juventud? ¿Cómo fue su vida sentimental? ¿Tenía realmente acento francés? A este tipo de cuestiones -y muchas otras- intenta responder el cineasta argentino Eduardo Montes-Bradley, metido a biógrafo del autor de Rayuela en […]
Se han preguntado alguna vez si era Cortázar realmente argentino? ¿Su padre era diplomático, como se asegura? ¿Apoyó a Franco en su juventud? ¿Cómo fue su vida sentimental? ¿Tenía realmente acento francés? A este tipo de cuestiones -y muchas otras- intenta responder el cineasta argentino Eduardo Montes-Bradley, metido a biógrafo del autor de Rayuela en Cortázar sin barba, libro que la editorial Debate pone hoy a la venta en España y que hará las delicias de los mitómanos.
Se trata de una biografía desmitificadora centrada en la etapa más desconocida del autor: desde los años iniciales de su vida hasta los años cincuenta, cuando escribió sus mejores obras. El título del libro hace referencia al hecho de que el escritor no usaba barba en aquella época, un complemento personal que se ha relacionado con su adhesión a la revolución cubana.
Montes-Bradley -que no pudo resistir escribir un libro tras haber realizado un documental sobre el autor- se ha cuestionado datos que hasta ahora se daban por buenos, y asegura que Cortázar «dificultó adrede la pesquisa de futuros biógrafos, oscureciendo algunos aspectos de su vida». Por ejemplo, su padre nunca fue diplomático en Bélgica, sino que emigró a Europa por razones económicas. Tampoco es cierto, pues, que naciera «accidentalmente» en Bruselas y la única ciudadanía que él escogió -y por la que batalló- fue la francesa. Aunque tampoco sea correcto afirmar, según el autor, que tuviera acento francés, pues su dificultad con las erres no se debía a otra cosa que a una patología conocida como dislalia orgánica.
El libro rastrea detalles íntimos y familiares -lo que ha desagradado a la viuda del escritor, Aurora Bernárdez-, como el abandono de que fueron objeto Cortázar y su madre por parte del padre del escritor, quien, ¿avergonzado?, lo hizo pasar en alguna ocasión por su tío.
Montes-Bradley -que visitará España a finales de mes para promocionar su obra- reconstruye también algunas ramas del árbol genealógico del escritor y se detiene en sus recuerdos de Barcelona, ciudad que visitó ya a los tres años, y en sus viajes por América y África. En general, la obra descubre -con un estilo directo en alguna ocasión más deudor de lo audiovisual- al hombre que hubo antes del escritor famoso, Julio Florencio Cortázar, maestro de escuela, profesor, traductor y funcionario de la Unesco (de hecho, una firma muestra que a veces firmaba «J. Florencio»). Como curiosidad, invirtió solamente nueve meses en concluir su carrera de traductor, que normalmente se cursa en tres años.
Cortázar sin barba demuestra, asimismo, que no es cierto que, en su juventud, hubiera firmado un manifiesto de escritores argentinos a favor del general Franco. Montes-Bradley explica que «son muchos los que creen que el pasado de Cortázar esconde oscuras filiaciones antidemocráticas. Esto ha servido para profundizar en la trascendencia que pudo haber tenido un supuesto cambio de filiación a partir de la revolución cubana. Sin embargo, la idea es tan absurda como la de un Cortázar franquista». Montes-Bradley acudió al manifiesto original que se firmó en Argentina en apoyo al alzamiento, y en él no se encontraba la firma del escritor, en contra de lo afirmado por algún historiador. Muchos de los mitos que desmonta el autor, como el del supuesto gigantismo de Cortázar, se refieren a cuestiones anecdóticas, no siempre conocidas por el gran público.
Eduardo Montes-Bradley es cineasta y periodista.Ha realizado diversos documentales sobre escritores, entre los que destacan Harto the Borges (1999) y Cortázar: apuntes para un documental (2002). Es autor también del libro de cuentos Ya sé que todo es mentira (2001). Ha escrito Cortázar sin barba con la colaboración de David Álvarez Casellas y Carles Álvarez Garriga.