Hoy le comparto y comento dos notas latinoamericanas. Una, como dicen frecuentemente, buena y otra mala, para las mayorías que habitamos al sur del río Bravo y hasta la Patagonia.La primera es que Latinoamérica logró en 2004 el mejor desempeño económico en una década. La segunda consiste en que transfirió al exterior 77 mil 826 […]
Hoy le comparto y comento dos notas latinoamericanas. Una, como dicen frecuentemente, buena y otra mala, para las mayorías que habitamos al sur del río Bravo y hasta la Patagonia.
La primera es que Latinoamérica logró en 2004 el mejor desempeño económico en una década. La segunda consiste en que transfirió al exterior 77 mil 826 millones de dólares como pago de intereses y remisión de utilidades a las trasnacionales que operan en la región.
De acuerdo con el balance de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el subcontinente logró en 2004 una tasa de crecimiento de 5.5 por ciento, la mejor en más de una década, tras dos años de limitada actividad. El producto interno bruto regional creció 1.9 por ciento en 2003 y 0.5 por ciento en 2002.
Sin embargo, este notable crecimiento económico, al que también le antecede la que los latinoamericanistas denominan década pérdida, la de los 90, ocurre paralelamente a la otra cara de la misma moneda: la persistente tendencia a la elevación de la transferencia neta de recursos al exterior, simultáneamente a la disminución de los flujos de la inversión extranjera directa.
Según estimaciones del organismo dependiente de la Organización de la Naciones Unidas, las transferencias netas de recursos en 2004 de América Latina y el Caribe al exterior, completa el ciclo de cuatro años en que ocurre este fenómeno.
Durante 1995-2000, excepto en 1999, la región fue receptora neta de recursos. Y los 77 mil 826 millones de dólares transferidos al exterior durante 2004, superan en 126 por ciento a los efectuados en 2003. Para la Cepal la trasferencia neta de recursos representa la diferencia entre el ingreso neto de capitales menos los pagos netos de utilidades e intereses, como explica Roberto González Amador en La Jornada.
Mientras que más que se duplicó la transferencia de recursos al exterior, la inversión extranjera directa se mantuvo con un crecimiento bajo, y en 2004 el monto fue de 37 mil 848 millones de dólares, es decir menos de la mitad de los recursos transferidos por pago de intereses y utilidades.
Este fenómeno tiene una explicación en la privatización de los activos más productivos de Latinoamérica, desde mediados de los 80 del siglo XX y hasta finales de la década pasada, como parte de los planes de ajuste impuestos por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, a raíz de la crisis de la deuda externa de hace 20 años (José Luis Calva dixit).
Los activos adquiridos por empresas trasnacionales generan ahora mayores montos de utilidades y éstas se destinan a sus metrópolis. Sólo entre 2002 y 2004 la transferencia neta de recursos realizada por América Latina alcanzó 153 mil 191 millones de dólares, cifra superada en 45.15 por ciento respecto a los 105 mil millones de dólares que ingresaron a la región, como inversión extranjera directa, en el mismo lapso.
Un macro modelo económico expoliador, impuesto por el BM y el FMI, en pleno funcionamiento y, simultáneamente, en vías de agotamiento sobre todo en el Cono Sur.