La catastrófe ecológica producida en el Estado de Minas fue evocada durante los 15 años del Fórum Social Mundial Temático de Porto Alegre. Tratándose del peor desastre ecológico producido en Brasil, era inevitable. La ruptura de dos presas mineras el 5 de noviembre liberó decenas de millares de metros cúbicos de barro contaminado. 60 millones […]
La catastrófe ecológica producida en el Estado de Minas fue evocada durante los 15 años del Fórum Social Mundial Temático de Porto Alegre. Tratándose del peor desastre ecológico producido en Brasil, era inevitable.
La ruptura de dos presas mineras el 5 de noviembre liberó decenas de millares de metros cúbicos de barro contaminado. 60 millones de litros de una mezcla constituida de tierra, sílice, residuos de hierro, aluminio y de manganeso se derramaron en el Río Doce; el quinto río más grande de Brasil. Rápidamente, millones de peces murieron de asfixia.
Desde ahora, la colada producida por los desechos de la extracción minera desova su camino hacia el océano, destruyendo los ecosistemas. Al instante, 11 personas murieron. Entre aquellos que trabajaban en el sitio durante el desastre 15 personas fueron dadas por desaparecidas. Una localidad fue tachada del mapa (Bento Rodrigues) y varios pueblos fueron inundados. Según el periódico Correo del Orinoco la ruptura de las presas provocó la muerte de 9 toneladas de peces y contaminó 850 kilómetros de vías fluviales. Triste balance.
Los militantes que abordaron este asunto recordaban los incumplimientos frecuentes de la empresa a las reglas de seguridad y sus negligencias en materias de mantenimiento. BHP Billiton y Vale que se comparten el control de Samarco (la empresa minera) subcontrataron este trabajo de mantenimiento. Aunque fue condenada desde el inicio por una multa de 250 millones de reales anunciada por la presidente del Brasil, Dilma Roussef, estamos intentando decir que frente a la destrucción y la contaminación múltiple generada por este extractivismo que muestra sus límites, las compensaciones financieras quedan vanas.
Deutsche Bank estimó la factura en más de un millón de dólares. Como no dejan de recordarnos los movimientos sociales, las ganancias realizadas por la empresa en 2014 eran de 2,8 millones de reales. En cualquier caso, la compensación financiera no puede estar a la altura del desastre. Ni 250 ni un millón de dólares no pueden volver a hacer lo que está destruido, solidificar lo que está debilitado, volver a dar vida y pureza a lo que ya no la tiene.
La población de Mariana no puede acceder al agua. Desplazan a la población. Samarco trató de participar al socorro de las poblaciones proponiendo un camión para la distribución del agua, pero este agua fue contaminada con queroseno. Los trabajadores y almas de buena voluntad se desvelaron día y noche para intentar salvar los peces, los crustáceos y las torturas del litoral, antes la llegada de la colada. Entre los voluntarios, no había ningún miembro de la dirección de Samarco; ningún accionista.
Mariana que dependía del sector minero va a cerrar sus puertas. Los trabajadores ya no tienen trabajo, los pescadores ya no pueden ejercer, los seres vivientes ya no pueden respirar. La polución sigue su vía. El crecimiento económico y el extractivismo también. Todo bien.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.