La ortodoxia liberal ha vuelto a mover sus principios para calmar a los mercados ante la crisis de la deuda griega. Todo parece indicar que otra vez no será suficiente.
Si Grecia está al borde del abismo, quizá merece la pena preguntarse cómo es el abismo. Para empezar, la posibilidad de que Grecia abandone el euro quita el sueño a un grupo importante de políticos de la Unión Europea encabezado por Herbert Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, o Nicolás Sarkozy y Angela Merkel, mandatarios de Francia y Alemania, respectivamente. Pero sus esfuerzos, aunque son amplificados por los titulares de prensa sobre un apocalipsis financiero, chocan con otras opiniones que piensan que Grecia puede caer, esto es, abandonar el euro. Como destaca el diario Der Spiegel, Merkel tiene la oposición en casa: miembros destacados de su partido -la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU por sus siglas en alemán)- y de su socio de Gobierno, el liberal FDP, optan por precipitar la salida de Grecia del euro, para «corregir ciertos desarreglos» del sistema germano.
Argumentan que el país no ha sido serio en sus reformas. Por eso el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha amenazado con no entregar el siguiente tramo del rescate financiero a Grecia, 8.000 millones de euros, a pesar de que, siempre según Spiegel, el Fondo que dirige la francesa Christine Lagarde se muestra más tolerante con Grecia que el Banco Central Europeo y la Comisión Europea. Éstos piden a Grecia más reformas: la venta de Hellenic Petroleum, de los derechos de uso del Aeropuerto de Atenas y de las Loterías y apuestas del Estado son algunos de los pasos que aparentemente calmarían los nervios de la ‘troika’ encargada de la gestión liberal de la crisis de la deuda. La amenaza de estos organismos internacionales ha llevado al Gobierno de George Papandreou a implementar nuevas medidas de ajuste que se suman a los sucesivos planes de austeridad, que, se calcula, han rebajado los salarios un 20%. Estas medidas afectan a impuestos indirectos -suben alcohol y tabaco-, establecen algunas medidas para luchar contra la evasión de impuestos, crean un nuevo gravamen similar al Impuesto sobre Bienes Inmuebles español y recortarán salarios, en esta ocasión a los funcionarios elegidos. En total se pretenden recaudar 2.000 millones de euros adicionales para mantener la previsión de terminar 2011 con un déficit del 7,5%.
VAIVENES RENTABLES
¿Satisfacen estas medidas las pretensiones de la troika? De momento, la caída de Grecia se ha frenado, y aunque las bolsas siguen acumulando pérdidas [nota del viernes 16: la inyección del liquidez del BCE ha hecho que las bolsas europeas se recuperen], la amenaza de un default de Grecia sobre el sector financiero alemán y francés, principales acreedores de Grecia, hace que la UE mantenga, por ahora, la voluntad política de sostener al «alumno que no ha hecho los deberes», por usar la terminología convencional. No obstante, en los últimos días cada vez más voces de la ortodoxia liberal han expuesto que ese mismo sector financiero podría arrostrar una caída de Grecia.
¿Son capaces estas medidas de calmar a los mercados? La respuesta sólo puede ser no, ya que los vaivenes de los mercados son, en esta fase de la crisis, la principal vía para la obtención de beneficios escandalosos, ha explicado a DIAGONAL Isidro López, miembro del Observatorio Metropolitano. Así, cuando aparece el fantasma de la suspensión de pagos, comprar deuda griega se convierte en una maniobra de cierto riesgo pero que puede ofrecer una rentabilidad de hasta el 40% [Nota del 16/09/11: el lunes 12 la rentabilidad de la deuda griega llegó hasta el 115% con respecto a la referencia, la deuda alemana. Así se mantiene la tensión entre quienes compran seguridad (bonos alemanes) y quienes buscan rentabilidad (bonos griegos).
La urgencia de la situación puede imponer salidas que se salen de la ortodoxia liberal. Esta heterodoxia fue la causante de la dimisión de Jürgen Stark, el economista jefe del BCE el viernes 9 de septiembre. Entre las medidas al alcance del Banco que dirige Jean Claude Trichet está poner en marcha los eurobonos, por los que los socios más fuertes de la UE avalarían con parte de su deuda la de los socios más débiles. Otra vía pasa por aumentar la cantidad de inyecciones al sector financiero que se está llevando a cabo a través del crédito. En cualquier caso, la salida ortodoxa a la crisis probablemente también incluya una reestructuración de la deuda griega, expone Alberto Garzón Espinosa, economista y miembro del Consejo Científico de ATTAC-España.
La diferencia está en como se lleva a cabo esta negociación. Por parte de los mercados si el objetivo es que Grecia no se declare en suspensión de pagos, el «reescalamiento» de la deuda se promoverá desde lo privado y el mecanismo para hacerlo será la convocatoria del club de París o el club de Londres. Esto es, los acreedores, convocados por el principal acreedor (la banca francesa), negocian plazos más largos y mayores intereses para el pago de lo debido. Una reestructuración encabezada por el deudor, en este caso Grecia, serviría para neutralizar el chantaje de los mercados, ésta debería incluir una auditoría sobre la deuda para establecer su legitimidad. «Lo ideal», cree Garzón Espinosa, «es que se produzca un rescate a Grecia, no a los bancos».
Para Isidro López, queda la duda de saber si lo que se está produciendo en estos momentos es una batalla retórica a cuenta del significado de la suspensión de pagos, y todo dependerá de saber, si se produce, quién anuncia el default. Si es la Unión Europea la encargada de gestionar el default es de prever que se produzca la refinanciación de la deuda y se siga la senda del ajuste permanente. Pero cabe la posibilidad, que ya se vislumbró a principios de verano tras las presiones de la ciudadanía en la plaza Syntagma de Atenas, de que se produzca una ruptura desde la base que imponga a los gestores de la crisis una quiebra como reivindicación. En esta línea se expresa el profesor de Economía Política de la Universidad de Pavía, Andrea Fumagalli: «Los inversores institucionales especulan sobre la posibilidad del default, pero son los primeros que no lo desean», para Fumagalli ahí se encuentra la oportunidad de romper el circuito de la especulación financiera: «El derecho al default ya se está ejecutando. Es ésta la única respuesta política posible y adecuada».
¿QUIÉN TEME AL EFECTO DOMINÓ?
Histeria en las bolsas. El último episodio de la crisis de la deuda griega ha provocado que el Ibex 35 español haya perdido la mitad del valor que tenía en 2007, tras el desplome inmobiliario y merced a las dudas sobre su sector financiero. La prima de riesgo española (la diferencia entre el valor de la deuda del país y la referencia, la deuda alemana) superó los 360 puntos, la cifra más alta desde que en agosto el Banco Central Europeo (BCE) accediese a comprar bonos españoles e italianos.
DESDE ENTONCES, EL BCE HA COMPRADO 70.200 MILLONES DE EUROS EN DEUDA
No le va mucho mejor a Italia, que desde julio está entre los países cuya deuda es objeto de más ataques por parte de los mercados financieros. La compra de deuda italiana y española por parte del Banco Central Europeo y el apoyo explícito de China al sistema italiano no es suficiente para enfriar las dudas sobre su solvencia, alentadas por el presidente de EE UU, Barack Obama, quien el lunes 12 de septiembre detectó la enfermedad: «el gran problema» son las deudas de estos países, dijo Obama y prescribió el remedio, que a su juicio es «un juego común de políticas económicas». En Cinco Días se estima que la bancarrota de Grecia dejaría a los bancos europeos 83.000 millones de euros «en papel heleno sin valor real». Según este medio conservador, los bancos franceses y alemanes serán, por este orden, los más afectados por el default y el impacto inmediato sobre los bancos españoles será menor, si bien el contagio de las dudas será nuevo combustible para la hoguera de la economía financiarizada. Según como se produzca, la posible suspensión de pagos de Grecia no sólo arrastraría a los Estados de la UE, sino que haría tambalearse a aseguradoras y fondos de inversión que han invertido en el mercado de Credit Default Swap (CDS o Permuta de incumplimiento crediticio), en el que juegan hedge funds, bancos, aseguradoras y otras empresas. Con la contratación de CDS se adquieren seguros contra posibles impagos, sin embargo, como explica Alberto Garzón Espinosa, de ATTAC, gran parte del dinero que se mueve en ese mercado no se corresponde con dinero «real», es decir, no hay provisiones suficientes para cubrir una bancarrota «desordenada» de Grecia, con lo cual la misma podría generar un caso similar al de la quiebra de Lehman Brothers, que acabó con la aseguradora AIG. Según Garzón, los mercados de Francia, España e Italia están muy expuestos al mercado de CDS. Otro factor que debe tenerse en cuenta es el mensaje que una suspensión de pagos impuesto como demanda democrática desde la base de la soberanía griega lanzaría al resto de Estados de la Unión Europea. Un default impulsado por los llamados «indignados griegos» puede servir de faro para las demandas democráticas en los Estados europeos más afectados por la crisis como Italia, Portugal o España.
REFORMAS EN EL REINO UNIDO
A partir de 2019, los bancos ingleses deberán adaptarse a las nuevas reglas del juego creadas por la llamada Comisión Vickers. Las entidades financieras parcelarán su actividad entre las operaciones de la economía no especulativa y el sector inversor. Cada banco deberá tener dos consejos directivos dedicados a cada una de las patas y se limitará la cantidad de dinero que pueden prestarse entre sí esas divisiones. Esta es una medida similar a la que se estableció en el sector financiero estadounidense después de la gran depresión. Para Alberto Garzón, economista y miembro de ATTAC, la medida es insuficiente, porque la banca de inversión seguirá poniendo en riesgo al sistema y porque sigue habiendo problemas endémicos, como la falta de regulación de los hedge funds o los Credit Default Swap (CDS).
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Crisis-de-la-deuda-griega-entre-el.html
rCR