Los acontecimientos de los últimos años en América Latina obligan a una reflexión sobre la relación entre la democracia, el neoliberalismo y su crisis (2008-) en la región: el ascenso al poder por la vía electoral de Evo Morales en Bolivia y su nueva constitución política (2006 y 2008), el triunfo de Rafael Correa en […]
Los acontecimientos de los últimos años en América Latina obligan a una reflexión sobre la relación entre la democracia, el neoliberalismo y su crisis (2008-) en la región: el ascenso al poder por la vía electoral de Evo Morales en Bolivia y su nueva constitución política (2006 y 2008), el triunfo de Rafael Correa en Ecuador y también su nueva constitución (2006 y 2008), el ascenso de Fernando Lugo al gobierno de Paraguay (2008), los constantes refrendos al proyecto bolivariano en Venezuela, así como la victoria a la reforma constitucional para la reelección indefinida del gobierno de Chávez (2009) y la crisis política mexicana (particularmente acentuada desde el año 2006), refrendan esta necesidad.
Sin duda, la argumentación depende en mucho de lo que se entiende por democracia, es decir, depende de si se le considera disminuida en su acepción liberal (lo que significa entenderla únicamente como un ejercicio periódico y electoral que refrenda proyectos políticos y económicos) o si se le considera como una forma de vida con elementos igualitarios y de participación política efectiva de una sociedad (para la cual se requiere la satisfacción mínima de una serie de necesidades básicas de subsistencia). Esto significa que la forma en que es entendida la democracia determina la forma en que se reflexiona su relación con el neoliberalismo, por lo que dadas las características liberales de la región será necesario poner énfasis en dicha acepción.
Desde esta perspectiva, la reflexión parte pensar al neoliberalismo reconociendo sus características centrales a partir de una visión de la historia de acumulación del capitalismo, posteriormente subraya la forma en que dicho modelo fue implementado en los casos que los organismos financieros internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Banco Interamericano de Desarrollo) han puesto como ejemplo mundial para después subrayar el momento histórico en el que el modelo neoliberal y la democracia liberal parecen ir de la mano. Posteriormente se analizan los límites políticos e históricos de dicha relación, los cuáles provocaron la separación entre ambos conceptos para finalmente, reflexionar sobre la relación del modelo y su agotamiento con otro tipo de democracia.
1. El neoliberalismo
El neoliberalismo es una fase de acumulación del capitalismo, que responde a la necesidad de dejar atrás la crisis del modelo keynesiano. Partiendo de las ideas del austriaco F. Hayek, del norteamericano M. Friedman y de la escuela de pensamiento fundada por ellos a través de la Sociedad Mont Pellerín (1947), la doctrina neoliberal pugna por un supuesto retiro del Estado en el ámbito económico para dedicarse a la contención del costo del trabajo y al otorgamiento de seguridad jurídica para las transacciones de los particulares, pugna también por la ocupación del mercado de bienes y satisfactores que nunca antes en la historia habían sido considerados mercancías (como el agua y los recursos naturales de cada región, el reciclaje de basura, la atención a la salud, los sistemas de pensiones, entre otros), por la liberalización comercial, por la liberación de las pocas cargas fiscales al capital y por el traslado de ellas a los consumidores, y a través de la autonomía de los bancos centrales, por el desentendimiento del Estado de las desigualdades sociales, para así evitar distorsiones en el mercado, es decir, distorsiones en la lógica de la aplicación de la ley de la oferta y la demanda en el comercio de todas las mercancías, incluyendo la fuerza de trabajo. Todas estas exigencias del modelo neoliberal significan una contraofensiva del capital contra el trabajo que ha tenido graves consecuencias sociales y medio ambientales, y en ellas el supuesto retiro estatal en la economía es una falacia en virtud de que actúa para crear mejores condiciones para la acumulación capitalista.
En términos generales, en América Latina existe cierto consenso sobre lo anti- popular que es el modelo neoliberal, así como de sus implicaciones de acumulación de capital en el modo de producción y de los efectos negativos en los sectores sociales de menores ingresos de la población. Esto no significa que la población afectada por su aplicación conozca el origen y los ejes centrales del modelo de acumulación, pero si que ha desarrollado a través de sufrir sus efectos, ciertas nociones de sus implicaciones. Por poner algunos ejemplos de los resultados de su aplicación, con la contraofensiva neoliberal, aumentó la desigualdad social en la región, así como el número de personas que viven en la pobreza y en la indigencia. De acuerdo a lo señalado por José Bell y Delia Luisa López (1), para el año 2000 el 10 por ciento de la población más rica de América Latina percibía el 40 por ciento del ingreso nacional. Asimismo, para 1990 (una década después de iniciada las reformas estructurales), el número de latinoamericanos que vivían en pobreza ascendía a 211 millones, frente a los 136 millones que existían en 1980 y con la contención del costo del trabajo, fructificó el sector laboral informal, al grado de equipararse en número al de las personas contratadas en el sector formal, pero con las precarias condiciones que le caracterizan pues «a partir de los noventa el 80% del nuevo empleo se realiza en el sector informal» (2). Por si fuese poco, el trabajo formal se ha precarizado sustancialmente y ha sido flexibilizado.
2. El ascenso del neoliberalismo y las condiciones políticas en la región
Indagar sobre la democracia (ya sea en su acepción liberal o en aquella que plantea una plena participación política) y su relación con el modelo neoliberal orienta necesariamente la discusión a la forma en que se fue impulsando el modelo económico en la región. Perry Anderson ha señalado que si bien América Latina no es la primera región del mundo donde se aplica de manera general dicho modelo, es durante la dictadura de Augusto Pinochet en Chile «donde comenzó sus programas de forma drástica y decidida» (3). Es decir, el primer lugar del mundo donde se aplica el modelo neoliberal como programa político y económico de manera tajante, es en un país en el cual no existe siquiera la democracia liberal, sino en un país que se encontraba bajo una dictadura militar que había suspendido la constitucionalidad y se había dado la tarea de crear un nuevo pacto social, con nuevas reglas sociales y económicas.
No es conveniente para los efectos de este ensayo analizar la forma en que se comenzó a aplicar el modelo neoliberal en cada país de la región; no obstante, es necesario señalar que en los tres casos que han sido señalados por los organismos financieros internacionales como ejemplos a seguir en la aplicación del neoliberalismo es inocultable su nula relación con la democracia liberal. El primer caso, calificado como ejemplar por los organismos financieros internacionales ha sido el chileno y ya ha sido comentada la forma en que se impulsó dicho modelo, los otros dos países, también calificados como ejemplares son Argentina y México. En el caso argentino la aplicación del modelo neoliberal fue iniciada por una dictadura militar, la cual desde que tomó el poder y suspendió la constitución política del país en 1976 y hasta el retorno a la institucionalidad, en 1983, dejó un saldo de 30 mil personas detenidas y desaparecidas. En el caso mexicano el modelo neoliberal se insertó a partir de 1982, a través de la transformación ideológica del partido gobernante, el cual tenía décadas controlando los tres poderes propuestos por el liberalismo clásico, y en ese momento carecía de credibilidad por la forma en que mantenía el poder, y si bien no cubrías las formas para ser denominado dictadura también dedicaba gran parte de su tiempo en la represión de los movimientos sociales y el asesinato de un número importante de sus líderes.
Como puede observarse en los tres casos, se trata de una imposición del modelo neoliberal, a través de gobiernos ilegítimos que carecían de los mínimos elementos para poder ser considerados democráticos, en virtud de que no cumplían ni con las propias exigencias de la filosofía liberal para poder ser calificados de esa manera (4). Es decir, en los casos señalados como ejemplares por los organismos financieros internacionales, la relación inicial del modelo neoliberal con la democracia liberal, es prácticamente inexistente. No obstante, y como es de suponerse, al momento de la inserción del modelo neoliberal, las posturas de los sectores progresistas, no se encontraba discutiendo su aplicación, sino la posibilidad de ejercer la democracia electoral y detener, en muchos casos, como el argentino, el uruguayo y el chileno, lo que hoy se conoce como terrorismo de Estado.
Debe señalarse que la imposición de las dictaduras militares en la región, inicialmente no tenían el objetivo de impulsar la aplicación del modelo neoliberal, sino contrarrestar el creciente avance de las luchas sociales -las cuales se encontraban directamente vinculadas a los partidos comunistas de cada nación, y veían su futuro a través del espejo cubano-, por lo que la reacción de la oligarquía dominante, como ha ocurrido a lo largo de la historia, ante la posibilidad de perder mínimos privilegios, hizo suya la doctrina fascista para mantenerse en el poder. Es por ello que en el caso chileno, la aplicación del modelo neoliberal puede observarse a partir del año 1976, es decir, 3 años después de la ruptura constitucional, cuando ya había disminuido la fuerza de la lucha social. En este país, con la intención de hacer inamovible el nuevo modelo económico al retorno a la democracia liberal, se creo una nueva Constitución Política, la cual estuvo en redacción durante 5 años y fue elaborada por una comisión de estudios (5) (creada por ordenes de la Junta Militar en 1973) vinculada con las posturas ideológicas de la Universidad Católica y con los grupos ahora conocidos como Chicago Boys. Asimismo, el impedimento constitucional para cambiar el modelo económico fue acompañado de un rígido sistema electoral que hace imposible el acceso por la vía de las urnas a un proyecto social distinto, tal y como ocurrió en 1970 con la elección de Salvador Allende.
En Argentina la aplicación del modelo neoliberal por parte de la Junta de Gobierno inicia prácticamente en 1976, es decir, recién iniciada la ruptura constitucional, pero el gobierno de facto miraba el ejemplo chileno.
Lo señalado anteriormente no significa que el modelo neoliberal haya sido impulsado en América Latina únicamente por gobiernos no democráticos, pues existen casos, como el boliviano donde el modelo fue impulsado por un gobierno constitucional, no obstante, no deja de ser paradigmático que los casos exhibidos como ejemplo regional e internacional carezcan de los mínimas exigencias de la democracia liberal.
3. La democracia neoliberal como paradigma
Con estos antecedentes históricos, es de entenderse que la postura de los sectores progresistas que sobrevivían ante la brutal represión dentro o incluso fuera de su propio país, no fuese para contener el viraje hacia el modelo neoliberal, sino por la defensa de la vida, de los derechos humanos, por el regreso a la institucionalidad, por la liberación de los detenidos e incluso, por la búsqueda y ubicación de las personas desaparecidas. Así, cuando se ingresó o retornó a la democracia liberal, en Argentina en 1982, en Chile en 1990 y en los años 1994 y 2000 en México (por insistir en estos casos), este proceso trajo consigo la continuidad en la aplicación del modelo neoliberal, por lo que cuando se festejaba el retorno (o ingreso) a la democracia y la institucionalidad, se aplaudía, muchas veces sin conocimiento previo, la aplicación del neoliberalismo.
Ejemplificando con el caso mexicano, el llamado ingreso a la democracia fue acompañado del modelo neoliberal en dos momentos históricos: las elecciones de 1994 que se supone son las primeras elecciones respetadas en la historia del país (en las que paradójicamente resulto vencedor el partido gobernante) y las elecciones del año 2000 donde México ingresaba a la llamada alternancia electoral. Los gobiernos iniciados en 1994 y el año 2000 (bajo las presidencias de Ernesto Zedillo y Vicente Fox) continuaron y profundizaron las políticas neoliberales, si bien en el último caso la resistencia social logró frenar gran parte de los proyectos de reforma, lo que ha llevado a su continuidad incluso por la vía de la ilegalidad.
Es particularmente importante subrayar el hecho de que el retorno a las democracia liberal en América Latina, además de conllevar la aplicación del modelo neoliberal, coincide con la caída del llamado socialismo real, y por tanto, con las crisis moral del pensamiento crítico que sobrevivió, ya sea en el exilio o en la guarida, a los gobiernos de facto. Así, el ambiente que permea el retorno a la democracia en la región, incluye un cierto consenso en la aplicación del neoliberalismo y lleva incluso a borrar la línea epistemológica e ideológica que los separa: el uso de la palabra libertad, en sociedades fuertemente reprimidas fue fácilmente vinculado con la libertad del tránsito mercantil. De igual manera, ideológicamente se relacionó a las dictaduras militares con los gobiernos socialistas, calificando a ambos como gobiernos totalitarios, sin importar las distancias entre los proyectos de sociedad que cada uno de ellos promovía. Correlativamente, se vinculó a la libertad, con la democracia electoral y con la libertad de comercio, lo que afianzó el consenso regional, sobre la necesidad de la continuidad del modelo neoliberal en democracia. De esta manera, ante los retractores del nuevo modelo podía respondérseles que había consenso entre la población en su aplicación, es decir, que la gente estaba de acuerdo con la aplicación del neoliberalismo. Fuertes campañas publicitarias reforzaron este pensamiento: la radio, la televisión, los periódicos, las escuelas, iglesias e incluso muchos intelectuales se sumaron al festejo de la profundización de la libertad económica (6). En general, puede decirse que se creó un consenso para la continuidad de la nueva forma de acumulación de capital.
Había, adicionalmente un argumento bastante sólido para generar consenso en la profundización del modelo: la crisis del estado de bienestar, tanto en las regiones del centro de la economía mundial como en las regiones periféricas, había llevado a sufrir una fuerte crisis inflacionaria, la cual funciona, de acuerdo a un consenso que se vuelve retórico, como un impuesto sobre la gente más pobre. Y el culpable del aumento de la inflación y por lo tanto de la pobreza era el Estado, por su irresponsable manejo de las finanzas y su intervención en la economía, lo que significaba la necesidad y exigencia de que el estado dejase que el capital privado ocupara áreas en las que se encontraba interviniendo. Si bien es cierto que el agotamiento del modelo de bienestar se había expresado con la crisis inflacionaria, ello no implicaba que la única salida a dicho problema fuese y represente el modelo neoliberal.
4. El divorcio entre la democracia liberal y el neoliberalismo
Con el festejo de la transición a la democracia liberal en el continente y ante los nocivos efectos generados por el modelo neoliberal, surgió la idea de que es posible transitar a otro modelo económico mediante el ejercicio popular en las urnas. Es decir, si de acuerdo a la idea liberal el ejercicio del voto implica el respaldo y consenso a un proyecto de sociedad, llevando al triunfo a un proyecto distinto por la vía de las urnas es posible eliminar el modelo neoliberal. Este planteamiento llevó, inicialmente, a la separación epistémica de la democracia y el neoliberalismo que habían sido confundidos con el retorno a la institucionalidad en los distintos países de la región. Por ello, los procesos electorales de los últimos años en América Latina han girado en torno a la continuidad o no, de la aplicación de dicho modelo.
Los discursos y proyectos antineoliberales en los últimos 10 años han cobrado fuerza durante las campañas electorales y han llevado al triunfo a candidaturas que se han declarado contrarias al modelo. Este fenómeno ha producido por la vía de las urnas tres tipos de resultados: por una lado, se ha dado el caso de candidatos antineoliberales que al triunfar electoralmente comienzan a eliminar gradualmente la aplicación del modelo, los ejemplos son Bolivia, Ecuador y Venezuela; también se han obtenido triunfos de candidatos declarados antineoliberales en campaña, los cuales durante su gobierno continúan con ese discurso pero también con la aplicación del modelo neoliberal, es decir, gobiernos neoliberales con discurso antineoliberal (entre los que podemos encontrar como ejemplo, a los gobiernos de Uruguay y Brasil, y en cierta medida Argentina). Y finalmente, un caso que si bien siempre ha estado condicionado por sus particulares procesos nacionales, ha significado la separación radical entre el modelo neoliberal y la democracia liberal: este es el caso del fraude electoral de 2006 en México (7).
El caso mexicano y el caso chileno, que son desde sus propias particularidades casos extremos, ejemplifican hasta donde puede distanciarse la aplicación y continuidad del neoliberalismo con la democracia liberal en virtud de que en ambos casos pero de distinta forma se encuentra cerrada la vía institucional a una economía alternativa, con la finalidad de asegurar la continuidad en el modelo económico.
Existe un riesgo político muy grave en el caso de los gobiernos que con discurso antineoliberal aplican políticas neoliberales, en virtud de que se encuentran usurpando una postura progresista y que, ante los evidentes malestares sociales que ha causado el modelo en cuestión, del que de antemano sabemos no está destinado a mejorar las condiciones de vida de la población y disminuir la extrema desigualdad, puede llevar en los procesos electorales a una reacción antineoliberal pero a favor de la derecha política que marque la continuidad del modelo durante una o dos décadas más.
Existe también otra forma de observar la relación entre el neoliberalismo y la democracia. Se trata de la forma en que terminan muchos de los gobiernos elegidos por la vía de las urnas y que aplican políticas neoliberales, y para ejemplificarla existen también suficientes ejemplos: la salida de Gónzalo Sánchez de Lozada por la insurrección popular del año 2003 en Bolivia, la caída de Lucio Gutiérrez en Ecuador en 2005 (quien fue un crítico del neoliberalismo en campaña) y la forma en que terminó el gobierno de Fernando de la Rua en Argentina, en el año 2001. Se trata de una relación inversa, en virtud de que en estos casos se rompió con la institucionalidad a través de insurrecciones populares que, en su intento por romper con el orden neoliberal, dejaron de lado los instrumentos liberales de la democracia. Finalmente, y en este mismo sentido, cabe señalar el caso del fallido golpe de estado en Venezuela en abril de 2002 y los triunfos electorales del proyecto bolivariano que le han sucedido, pues en este caso, la intentona golpista de romper con un proyecto alternativo al neoliberalismo (que llegó por las vía de las urnas), llevó a la población a las calles a su defensa, profundizando la relación entre la participación política de la población (no solo para impedir la consumación del golpe) y el proyecto dominante en el país, y como consecuencia una profundización democrática que es defendida incluso por la vía de las urnas.
5. El neoliberalismo y la democracia sustantiva
Hasta el momento se ha presentado una reflexión la relación histórica entre la democracia liberal y el modelo neoliberal en América Latina. Ahora bien, es necesario analizar la relación entre una democracia no liberal sino una democracia profundizada como forma de vida en la población y el modelo económico en cuestión.
Particularmente, lo que hay que señalar de esta relación es que es inexistente e imposible en virtud de que una profundización democrática implica, entender a la democracia como una forma de participación política de la gran mayoría de la población en la que puedan discutirse las decisiones más importantes de un país, entre las que se incluyen el tipo de relación entre el capital y el trabajo e incluso, entre el trabajo comunitario y la producción. Y esta relación es imposible por dos hechos centrales: por un lado, porque una plena participación política y una forma de vida democrática no es posible cuando existe una relación de explotación del trabajo, la cual es una característica de todos los momentos históricos de acumulación del capital. Para que pudiese existir una participación democrática y sustancial de la población, tendría que eliminarse la relación de explotación que el capital hace sobre el trabajo, lo que implica terminar, no solo con la acumulación neoliberal sino con toda la forma de organización social del capitalismo. Por otra parte, esta relación es también imposible en virtud de que la plena participación política de la población impediría la aplicación de un modelo económico que le imposibilita satisfacer sus necesidades básicas de vida con la finalidad de enriquecer a unos cuantos propietarios.
6. La crisis del patrón de acumulación y América Latina
El ingreso a la democracia liberal en la región estuvo acompañado del modelo neoliberal, pero dicho acompañamiento no es fácil que vuelva a repetirse. De hecho, se trató de un momento histórico que conjugó múltiples factores nacionales, regionales e internacionales que posibilitaron dicha asociación.
El modelo neoliberal enfrenta hoy en día dos grandes problemas: por un lado, posee un amplio rechazo popular que ha generado crisis políticas en la región, se trata de un agotamiento político de un modelo económico que ha logrado cumplir de muy buena manera con sus objetivos de acumulación de capital pero que no puede legitimarse más frente a una población que parece dispuesta a combatirlo. Por lo tanto, la confrontación al neoliberalismo, por parte de los pueblos, comunidades y organizaciones sociales y de trabajadores se ha vuelto directa, aunque ello no implica aún una confrontación con la forma de organización social dominante, lo que puede significar la eliminación del modelo neoliberal, su transformación o mutación, pero la continuación de las relaciones de dominación entre el capital y el trabajo.
El segundo problema es lo que parece ser su agotamiento como modelo de acumulación: a fines de 2008 se observó la punta del iceberg de una crisis del sistema capitalista, de la que hasta el momento no es posible observar sus alcances, pero que se entiende como una de las más grandes de la historia del capitalismo, mayor incluso que la de 1929- 1932. Y es así como lo han reconocido los representantes políticos de las principales económicas del mundo y sus empresas trasnacionales, por ejemplo, en octubre de 2008 el genocida George Bush llamó a «preservar el capitalismo democrático, un compromiso con el libre mercado, la libre empresa y el libre comercio» (8), y el presidente francés Nicolás Sarkosy a trabajar en «el capitalismo de mañana» (9).
El posible agotamiento del modelo neoliberal, significa una transformación en la relación básica entre el trabajo y el capital, y la acumulación que de ella se deriva (más no su eliminación). Atendiendo los ciclos históricos de acumulación, es posible pensar en una vuelta al capitalismo de rostro humano y benefactor, pero ello es únicamente una posibilidad; el propio Sarkosy ha señalado que «el proteccionismo y el cierre de las fronteras sería una catástrofe porque desafiaría los fundamentos de la economía de mercado» (10), lo que significa una negativa a un capitalismo benefactor. A pesar de dichas posturas, algunas economías latinoamericanas han comenzado a impulsar el mercado interno, y el caso Argentino parece ser el mejor ejemplo: al tiempo que re-estatiza y por tanto rescata financieramente empresas privadas que pertenecieron al Estado argentino, fomenta el consumo interno a través de programas sociales. Pero también es posible que la negativa a un capitalismo menos depredador termine imponiéndose, impulsando una mayor explotación a través del fomento al empleo con mayor flexibilización laboral u otras estrategias de explotación. En cualquier caso, no se debe olvidar, que la relación básica, en cualquier etapa y modelo de acumulación del capitalismo, es la existente entre el capital y el trabajo, y la acumulación de capital que se genera a través de la explotación del trabajo y la especulación, y es precisamente esta relación la que se debe combatir para acabar con la dominación entre los hombres. La participación popular en la región, que ha ido en ascenso desde el levantamiento zapatista, jugará un papel central en estas definiciones, sea a través de métodos democrático- liberales o sin ellos.
Juan José Carrillo Nieto es estudiante del Posgrado en Estudios Latinoamericanos, UNAM, docente UAM Xochimilco.
Notas:
1) Bell Lara y López, La cosecha del neoliberalismo en América Latina, pág. 8. (en versión electrónica: http://www.sssp1.org/extras/global%20symposium/Bell%20Lara%20and%20Lopez_Spanish.pdf).
2) Pàg. 15 Ibídem.
3) Anderson Perry, «Neoliberalismo: un balance provisorio» en Sader y Gentili (comp) La trama del neoliberalismo, Pag 25
4) Situación similar ocurrió en los casos de Uruguay y Paraguay, entre otros.
5) El nombre correcto es Comisión de Estudios de la Nueva Constitución Política de la República de Chile (CENC), también conocida como Comisión Ortúzar.
6) Parodiando el festejo del diario Clarín de Argentina cuando se anunció la profundización de las reformas estructurales durante el gobierno de Carlos Menem.
7) Esta afirmación no significa tener la certeza de que de haber sido respetado el conteo de los votos, el candidato defraudado hubiese cambiado el programa neoliberal.
8) Cita tomada de: Afp, Dpa y Reuters «Necesaria, la construcción de un nuevo orden financiero mundial, clama la UE» en de Diario La Jornada, domingo 19 de octubre de 2008, sección economía.
9) Ibídem.
10) Ibidem.
Bibliografía.
• Afp, Dpa y Reuters «Necesaria, la construcción de un nuevo orden financiero mundial, clama la UE» en de Diario La Jornada, domingo 19 de octubre de 2008, sección economía (www.jornada.unam.mx)
• Bell Lara y López, La cosecha del neoliberalismo en América Latina, pág. 8. (en versión electrónica:
http://www.sssp1.org/extras/global%20symposium/Bell%20Lara%20and%20Lopez_Spanish.pdf).
• Basualdo Eduardo, Estudios de historia económica Argentina. Desde mediados del siglo XX a la actualidad, FLACSO- Siglo XXI Editores, Argentina 2006.
• Castellani Ana Gabriel, «Implementación del modelo neoliberal y restricciones al desarrollo en la Argentina contemporánea» en Más allá del pensamiento único. Hacia una renovación de las ideas económicas en América Latina y el Caribe, CLACSO- UNESCO, primera edición, Buenos Aires Argentina, 2002.
• Cristo y Ruíz Tagle, La República en Chile. Teoría y práctica del Constitucionalismo Republicano, LOM ediciones, Santiago de Chile, 2006.
• Diario Clarín, fechas varias: 1989, 1990, 1991, 1992, 1994, 1998, 2001.
• Diario La Jornada, fechas varias: 2006, 2007.
• Duarte Marisa, «El Consenso de Washington y su correlato en la Reforma del Estado en la Argentina: los efectos de la privatización» en Más allá del pensamiento único. Hacia una renovación de las ideas económicas en América Latina y el Caribe, CLACSO- UNESCO, primera edición, Buenos Aires, Argentina, 2002.
• Sader y Gentili (compiladores) La trama del neoliberalismo: mercado, crisis y exclusión social, Editorial de Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 2003.
• Offe Claus, Las contradicciones de la democracia capitalista.