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Vista de Lula a China

Crisis en el norte: ¿Y extremo occidente?

Fuentes: Rebelión [Imagen: Ceremonia de bienvenida del presidente Xi Jinping al presidente Lula da Silva el 14 de abril de 2023 en Beijing (China). Créditos: Ricardo Stuckert/Agência Brasil]

Asistimos a una clara perfilación histórica este 2023. La de un bloque de poder creciente que se ha ido afianzando en Eurasia (Rusia y China), frente al papel hegemónico de los Estados Unidos y aliados europeos, lo cual ha madurado durante los más recientes treinta años. Ello se expresa en la guerra de Ucrania, que en realidad se inicia desde 2014 con el golpe de estado en este país, culminando en febrero de 2022 con la invasión rusa desarrollada aún; aquí se hace manifiesta la búsqueda por parte de varios centros de poder de una sustancial modificación de la organización de las relaciones internacionales, establecida de facto directamente al final del colapso de la Unión Soviética en 1991.

Como consecuencia de lo anterior inexorablemente se presenta la oportunidad de avance en nuevos posicionamientos o reacomodamientos de parte de las naciones de la periferia de aquellos centros de poder, obviamente, de acuerdo de su capacidad de maniobra en momentos de la confrontación en Ucrania (en términos reales OTAN vs Rusia), turbulencias en los mercados financieros europeos y norteamericanos, guerras comerciales (Occidente vs China y Rusia), creciente proteccionismo agresivo entre las partes, etc.

América Latina históricamente bajo de la dominación de países del Atlántico norte, esto es, el Imperio Británico en el siglo XIX y luego al presente Estados Unidos, con una especial ubicación geográfica que la aleja de los conflictos en el centro mundial de Eurasia y África, sin enemigos internos ni externos, se encuentra bajo el declarado dominio de Washington[1]; en este contexto el subcontinente puede tener una oportunidad de esas que sólo ocurren muy de vez en cuando, respecto a marcar nuevos derroteros. Posee unas especialísimas características políticas favorables como bloque que se deben repetir: uniformidad histórica y cultural, determinada por la conquista y colonización por parte de una específica parte de Europa desde el siglo XVI (la península ibérica: España y Portugal). Lo cual entra en directa confrontación con el Divide et impera, lema oficial de los imperios anglosajones.

Dichas particularidades propicias al surgimiento de una autodeterminación, emergen como un conjunto de situaciones que con un tanto de sagacidad tienden a procurar que Latinoamérica adquiera la capacidad de colocar en primera instancia la satisfacción de sus más urgentes necesidades, marcando al menos unas mínimas distancias de intereses foráneos, de cara al acontecimiento mundial de una contienda bélica limitada (por el momento) y una económica extendiéndose en el hemisferio norte.

Justamente en el siglo XX durante las conflagraciones de la Primera y Segunda guerras mundiales y su intermedio, América Latina por las situaciones de urgencia bélica planteadas en el teatro de los enfrentamientos, logró potenciar una especie de industrialización permisiva del desarrollo de clases sociales que presionaron el surgimiento de un embrionario estado de bienestar generalizado y organizado[2], conectado con el Nuevo Trato (New Deal) del presidente estadounidense F. D. Roosevelt, entre otras influencias; todo ello a pesar de no pocas resistencias internas en cada uno de los países. El motivo inicial y concreto fue que durante la guerra en Europa, Asia y el Pacífico (I y II guerras mundiales) las potencias contendientes fueron tomado posiciones hasta estar a punto para eso que Virgilio denominó “la locura de los hombres”, determinando un esfuerzo bélico total conducente a la muerte y destrucción interrumpiendo y/o alterando sustancialmente intercambios comerciales y financieros a nivel mundial.

Fue en los momentos de confrontación bélica y extremada crisis económica como el Crack de 1929, en el norte del planeta, que deben englobarse temporalmente entre 1914 a 1945, cuando América Latina tuvo momentos de expansión debido a las dificultades en los intercambios de materias primas y capitales propiciados[3], los cuales permitieron medidas de defensa de la economía y el paso hacia una protección abierta de la industria[4]. Las fuerzas sociales crecientes buscando una redistribución del ingreso por entonces vivieron un clímax de actividad desde México hasta Argentina. Los gobiernos estuvieron sometidos a presiones internas para posibilitar cambios sociales y económicos en ese sentido; por los hechos, los mandamases de las repúblicas señoriales tuvieron que ceder, claro, tan solo un poco, pero lo hicieron. En otras palabras, hubo crisis de hegemonía en medio de un impulso industrializador en la región, concerniente a las conflagraciones bélicas y la catástrofe financiera en el centro capitalista[5].

Si es por nombres más o menos emblemáticos de dichas circunstancias, tenemos en América Latina que desde aproximadamente 1930 a 1955, emergieron personajes como Getulio Vargas (Brasil), Juan D. Perón (Argentina), Lázaro Cárdenas (Méjico), Víctor Raúl Haya de la Torre (Perú), Jacobo Arbenz (Guatemala), Alfonso López Pumarejo (Colombia), etc[6].

El “extremo occidente” que llamara Alain Rouquié, al no verse sometido a la presión de la existencia de tan intensas fuerzas especiales de la guerra y tener que enfrentarse con alguna libertad a sus propias realidades económicas y sociales, tuvo ante sí un camino de posibilidades y por un tiempo repuntó significativamente; la ebullición política de esos momentos que se encontró marcada por impulsos nacionalistas[7]. De alguna manera América Latina por un lapso pequeño tuvo por aquel entonces cierta autonomía interna. Naturalmente, los conflictos no desaparecieron, sino al contrario, pero el Estado de cada país dio en alguna medida un espaldarazo a los movimientos sociales e intervino la economía (presumiblemente para evitar que otros lo hicieran a su manera), con una decisión nunca antes vista.

Luego de este periodo vienen hacia los años cincuenta, en medio de la tensiones de la llamada Guerra Fría y la implantación dramática del “enemigo comunista”, un reflujo de las mareas conservadoras y reaccionarias de carácter extremadamente violento desconocidas hasta entonces con la dirección y apoyo de Washington[8], buscando revertir los avances sociales, para años después transformarse en verdaderos retrocesos vitales para las poblaciones, los cuales se cristalizaron en los años noventa con la ofensiva neoliberal, al derrumbarse la URSS, es decir el socialismo realmente existente, que ya dejó de preocupar a EE.UU.

El interrogante actual consiste en establecer como poner en marcha políticas equivalentes a una autonomía dentro en un intrincado mundo de intercambios globalizado, en otras palabras, interdependiente. Lo ideal sería en situaciones de dificultad de intercambios, poner en ejecución verdaderas estrategias que conduzcan a hacer posible economías enfocadas en lo interno, erigiendo una calidad de vida aceptable de acuerdo a las circunstancias existentes, para una población que por estas fechas se aproxima a los 700 millones de habitantes, habitando un espacio geográfico muy significativo de las tierras emergidas del planeta (13,5%), con unas riquezas naturales excepcionales (para no extendernos, una vital, el agua dulce).

Una región con las potencialidades translucidas por estas características, no debería en esta época de la existencia humana, de acuerdo las experiencias históricas conocidas, padecer condiciones de vida pauperizantes para la mayor parte de su población como las que se viven actualmente. Situaciones históricas conocidas han desencadenado un relegamiento político, económico y social en lo que algunos denominan, Nuestramérica.

Al presente 2023 las preguntas se acumulan respecto a la postura que adoptarán los gobiernos latinoamericanos frente a las álgidas situaciones en Eurasia. Brasil al parecer, el más decidido y con capacidad toma la delantera, fiel a su antigua conciencia de potencia con influencia protagónica en la región[9], gestionando una posición acorde a su carácter de miembro de los poderosos BRICS[10]. Como se ha sentido con sus relaciones con China, que tienen como punto de referencia inmediata la reciente visita del presidente Lula da Silva a Beijing, donde su homólogo Xi Jinping le recibió con todos los honores, expresándole que “Como socios estratégicos integrales China y Brasil comparten amplios intereses comunes”[11]. En esos mismos días fue posesionada como jefa del Nuevo Banco de Desarrollo, entidad financiera respaldada por China, la ex presidenta de Brasil, Dilma Rousseff[12]. El jefe de estado chino Xi, hizo una solicitud expresa a Lula: la de profundizar la cooperación práctica entre los países para aprovechar el potencial existente entre los mismos, referido a la agricultura, energía y construcción[13].

Las crisis en el norte son las oportunidades para el hemisferio sur, la historia implacable, no muy lejana por cierto, lo ha evidenciado. No obstante, en un planeta muchísimo más interrelacionado que hace setenta u ochenta años, las consecuencias para América latina deben adaptarse a conflictos de la época y a múltiples agresiones económicas, conducentes a competencias por intercambios, aliados y neutralidades indispensables.

Esta rivalidad por las materias primas justamente en el antagonismo del presente, implica notoriamente un enfoque de las economías dirigido a no fortalecer el mercado interno, a más de no constituir en absoluto la generación de una protección industrial (como en el pasado), la cual, en estos momentos del desarrollo tecnológico, es de dudosa viabilidad.

A pesar de estas últimas consideraciones, una clara división beligerante en el dominante norte, abre espacios en el sur, ya doscientos años apabullado. Rápidamente veremos si los gobiernos del sur del Río Bravo a la Patagonia, de variopintas tendencias políticas, toman un camino globalizador o uno latinoamericanista; las circunstancias permiten para quienes detentan los gobiernos, al menos, pensar en la existencia real de la disyuntiva. Brasil parece haberse decidido. ¿Qué otros le seguirán?

Notas del autor

[1] “Siempre dimos por sentado que América Latina nos pertenecía por derecho propio. Como dijo Henry Stimson (secretario de Guerra en los gobiernos de Franklyn Delano Roosevelt y William Taft, y secretario de Estado del gobierno de Herbert Hoover), América Latina “es nuestra pequeña región de aquí, que nunca molestó a nadie””. Noam Chomsky. Cómo funciona el Mundo. Conversaciones con David Barsamian. Katz Editores. Buenos Aires 2013. Pág. 33.

[2] Las guerras mundiales originaron un proceso de industrialización en América Latina, con su respectivo mercado interno, con un sector exportador interesado en el proceso. Ver Albert O. Hirschman. A Bias for Hope: Essays on Development and Latin America. New Haven. Yale University Press. Capítulo 3

[3] Victor Bulmer-Thomas. La Historia Económica de América Latina Desde la Independencia. Fondo de Cultura Económica. México 1998. Pág. 86,87.

[4] Bulmer-Thomas. Historia… pág. 323,324

[5] La guerra cierra los mercados de Europa y Asia a la vez que restringe el de los EE.UU. Tulio Halperin Donghi. Historia Contemporánea de América Latina. Alianza Editorial. Madrid 1998. Pág. 369

[6] Ver al respecto América Latina: Historia de Medio Siglo. 1- américa del sur. Siglo XXI Editores. México 1979; América Latina: Historia de Medio Siglo. 2- México, Centroamérica y el caribe. Siglo XXI Editores. México 1984.

[7] Justamente por la época hubo procesos democráticos y una notoria presencia popular en la arena política en Guatemala, Venezuela, Brasil, Colombia, Argentina, Chile, Méjico, Bolivia, Perú.

[8] “Esto en Latinoamérica fue determinado por la decisión del presidente John F. Kennedy de desplazar la misión de las fuerzas armadas de la <<defensa hemisférica>>, sin sentido después de la II GM, hacia la llamada <<defensa interna>>; en la práctica, una guerra contra los habitantes que habían levantado la cabeza”. Presidential Papers, National Security Files, Meeting and Memoranda, National Security Action Memoranda [NSAM], NSAM 134, Report on Internal Security Situation in South America, JFKNSF-335-013, John F. Kennedy Presidential Security Museum, Boston Massachusetts. Noam Chomsky. ¿Quién Domina el Mundo? Ediciones B S.A. Bogotá 2016. Pág. 23

[9] “Brasil se ha encargado de hacer una política exterior que lo ha posicionado sobre el camino a reclamar un estatus de gran potencia, más allá de sus problemas al interior… el gigante verde tiene una geopolítica propia que conjunta cánones tradicionales con ambiciones propias. Dando continuidad a esta lógica, hoy la influencia del país amazónico, tanto en la región latinoamericana como a escala mundial, es trascendente para entender la nueva forma de hacer política internacional y cobrar centralidad en su balanza geopolítica.” Michelle Vyoleta Romero GallardoRodrigo Peña González y Pablo Armando González Ulloa Aguirre. Brasil: Raíces geopolíticas y actual influencia en expansión. ResearchGate. Diciembre 2011 https://www.researchgate.net/publication/262657043 Pág. 245 ; para una visión más global e histórica ver Ananda Simões Fernandes. A reformulaÇao da Doutrina de SeguranÇa Nacional pela Escola Superior de Guerra no Brasil: a Geopolítica de Golbery do Couto e Silva. Antítesis, vol. 2, n 4 jul,-dez de 2009.

[10] Organización de cooperación de un conjunto de países “emergentes” con las economías más importantes del mundo: China, Rusia, India, Sudáfrica y Brasil; formalmente se establecieron a partir del 2009. https://infobrics.org

[11] Proceso.com. Abril 14 de 2023. https://www.proceso.com.mx/internacional/2023/4/14lula-da-silva-se-reune-con-xi-jinping-para-impulsar-lazos-bilaterales-305334.html

[12] Proceso. Ibídem.

[13] Zuni Fariña. Misionesoline. Net. Abril 14 2023. Https://misionesonline.net/2023/04/14/xi-jinping-pide-a-lula-da-silva-profundizar-la-practica-de-cooperacion-entre-china-y-brasil/

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