Como una bomba de tiempo, la crisis financiera originada en el mercado de Estados Unidos y mplificada hacia Europa y Asia, también impactó de manera directa en los 915 millones de hambrientos que existen en el mundo. Registra EE.UU. baja histórica en construcción de viviendas El comentario, difundido en las últimas horas por la Organización […]
Como una bomba de tiempo, la crisis financiera originada en el mercado de Estados Unidos y mplificada hacia Europa y Asia, también impactó de manera directa en los 915 millones de hambrientos que existen en el mundo.
Registra EE.UU. baja histórica en construcción de viviendas El comentario, difundido en las últimas horas por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), alarma a los desnutridos de los cinco continentes, pues escaseará el financiamiento para la compra de productos alimenticios.
Según la FAO, la crisis crediticia que reventó en agosto del 2007 en la banca norteamericana y en las operaciones de las hipotecas, influirá de manera directa en la falta de alimentos hasta más allá del 2010.
El representante del organismo especializado de la ONU para América Latina y el Caribe, José Graziano da Silva, dijo en Sao Paulo que «la crisis sorprendió por la rapidez con la que llegó y la lentitud con la que se irá» y que tendrá efectos en el ciclo de producción y comercialización de alimentos.
En ese sentido, señaló que «el inicio de 2009 será decisivo», pues se cosechará lo que se sembró a comienzos de 2008 con altos costos de insumos, como los fertilizantes, mientras que los bajos precios que se esperan para 2009 «no van a estimular las siembras que serán comercializadas en 2010».
«Nos vamos a encontrar en 2010 con una oferta baja, pues los productores por falta de crédito no van a estar con todo su potencial y es donde se debe hacer un control de la especulación», apuntó.
En Roma, Luciano Marcos, funcionario de la FAO, comento a los periodistas que resulta negativo para los millones de hambrientos, la política que impulsa Estadaos Unidos sobre los biocombustibles a desmedro de un apoyo a la producción alimentaria.
En cuanto a la incidencia de los biocombustibles en el encarecimiento de los alimentos, como apuntan algunas organizaciones sociales, Marcos comentó que Estados Unidos debe corregir esa política.
La producción de biocombustibles que impulsa la Casa Blanca, lleva al límite la disponibilidad de alimentos, encarece los precios básicos de este sector y aumenta el hambre de millones de personas.
Los agrocombustibles devinieron competidores importantes en el mercado de la energía y fuente de enriquecimiento para las trasnacionales de la industria.
A ello se suma un incremento de la demanda de comestibles en las naciones emergentes, como China, la India y Brasil o en países afectados por eventos climatológicos.
Por otra parte, la especulación, la caída del dólar, la incertidumbre política y militar en muchas zonas del mundo, entre otros factores, dispararon el precio del petróleo, lo que influyó en la producción y el valor de los alimentos.
Las consecuencias parecen incalculables, apoyadas en su carácter global, pero el Banco Mundial (BM) reveló recientemente que la propagación a nivel internacional del uso de biocombustibles estimuló el encarecimiento de los alimentos en un 75 por ciento.
Estas fuentes alternativas, que hoy día parecen una esperanza para algunos, serán la desgracia por hambre de 915 millones de personas, la mayoría de las regiones en vías de desarrollo, indicó un análisis del investigador italiano Leoncio Pitaluga.
Según Pitaluga, sólo en Estados Unidos, la cantidad de maíz destinada a la fabricación de etanol en los últimos ocho años creció en más del 500 por ciento.
Estadísticas indican que en el último año el maíz subió su precio hasta un 130 por ciento, mientras en pocos meses el arroz pasó de 300 a la desconcertante cifra de mil 200 dólares la tonelada.
Para la FAO las causas del hambre están en la mala distribución de las riquezas, en las políticas irresponsables de muchos gobiernos y en el hecho de que también el 40 por ciento de los agrocombustibles del planeta provengan de las tierras cultivables.