La recesión que genera la crisis financiera internacional impacta en el empleo mundial. Aumenta la desocupación, cae el salario y hay más trabajo en negro. Si bien son muchos los sectores afectados por esta situación, las más perjudicadas son las mujeres porque sufren segregación laboral por su condición social y por la división sexual del […]
La recesión que genera la crisis financiera internacional impacta en el empleo mundial. Aumenta la desocupación, cae el salario y hay más trabajo en negro. Si bien son muchos los sectores afectados por esta situación, las más perjudicadas son las mujeres porque sufren segregación laboral por su condición social y por la división sexual del trabajo. Dialogamos con algunas especialistas acerca de las consecuencias en la ocupación femenina y en la vida cotidiana de las mujeres.
La crisis financiera resuena en países de todo el mundo. Las bolsas de comercio se desmoronaron en agosto y siguen sin recuperarse. Hay recortes en el gasto público en un intento de las naciones más poderosas de rescatar al sector, mientras que las empresas y entidades financieras buscan frenar la caída de las tasas de ganancia en perjuicio del mercado de trabajo.
Frente a esas características, expertas en estos temas aseguraron que «hay una crisis de la economía real» y con diferentes efectos: el más visible es el deterioro del empleo mundial. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) informó que la desocupación se incrementaría en 20 millones de personas y a finales de 2009 sumarían 210 millones, y l@s trabajador@s pobres que viven con menos de un dólar al día aumentarían en 40 millones entre 2008 y 2009.
La investigadora del Conicet Corina Rodríguez Enríquez precisó que una recesión económica como la que se observa a nivel internacional «perjudica a los sectores más vulnerables. Uno de éstos lo constituyen las mujeres que tienen una inserción laboral más precaria que los varones, sobre todo las que tienen menos educación, más cantidad de hij@s y viven en situación de pobreza».
Por su parte, la socióloga Norma Sanchís, de la Red Internacional de Género y Comercio, coincidió en que «la crisis económica impacta negativamente en la vida de las mujeres, pero debido a su condición social están más expuestas al desempleo y al trabajo en negro».
Sin embargo, la especialista en temas de trabajo y género Silvia Berger no acuerda con la convicción de que donde quiera que la crisis golpee las mujeres son las más afectadas. Y explicó: «este impacto está dependiendo de la inserción de las personas en un sector de la economía y de las actividades que realiza. Son los sectores vinculados a las exportaciones los más afectados en la actual coyuntura».
Berger aclaró igualmente que en el mercado de trabajo efectivamente existe segregación y tiene que ver con la división internacional y sexual del trabajo. «Hay trabajos de varones y trabajos de mujeres (sanidad, educación, administración, etc.). Entonces algunas trabajadoras pueden ser más vulnerables a las variaciones del empleo generadas en una recesión, pero también más protegidas. Una reestructuración de personal suele afectar menos el área administrativa donde hay más mujeres, que al área de línea donde hay más varones», ejemplificó.
Migración femenina y remesas
«Los flujos migratorios se feminizaron cuando las mujeres en países desarrollados se incorporaron masivamente al mercado de trabajo y transfirieron las cargas reproductivas a las mujeres inmigrantes, porque no podían realizar el trabajo doméstico» dice Berger. La investigadora sostiene que la migración femenina es una de las caras de la división sexual del trabajo, y en un contexto recesivo, constituye el grupo más expuesto a sus efectos.
La socióloga Sanchís está de acuerdo con que la crisis está complicando a los países que dependen de las remesas proporcionadas por la migración y ofreció detalles sobre la situación en América Latina.
«Estados Unidos -afirmó- es un gran receptor de migrantes, mayoritariamente mujeres que dejaron sus familias para trabajar como empleadas domésticas, niñeras y camareras. Ahora son las primeras en quedar desempleadas, debiendo retornar a sus países de origen para vivir en situación de pobreza. Esta situación influye negativamente en el flujo de remesas hacia países latinoamericanos».
La Red de Género y Comercio no tiene estimaciones precisas, pero ha observado una reducción sensible. En México la migración representa más de 24 mil millones de dólares anuales y es el país más afectado por esta disminución. Le sigue Colombia que obtiene menos recursos, 5 mil millones de dólares al año, pero tienen un peso importante en la economía local. Estas divisas también son substanciales para las economías de Ecuador y países centroamericanos que generan entre 2 y 3 mil millones de dólares anuales y se ven muy afectadas por la caída en las remesas migratorias. En cambio Brasil obtiene entre 5 y 6 mil millones de dólares anuales y su economía no depende de estos recursos. Tampoco Argentina, donde las remesas significan menos de un millón de dólares al año.
El impacto de la crisis sobre sectores más frágiles tiene relación con la inserción de los países en la dinámica global. Para Rodríguez Anríquez «los países menos desarrollados constituyen el eslabón más débil y debido a esa condición están afectados por la caída de los precios de los comodities en el mundo (materias primas como cereales, petróleo, electricidad, etc.), y ésto se expresa en el nivel de exportaciones. Más adelante en la recaudación fiscal», amplió.
La especialista en género y comercio Sanchís agregó que las economías que venden productos a Estados Unidos y países europeos son los más perjudicadas. En América Latina, informó, otra vez es México el país más castigado por esa situación y la población femenina la más expuesta. «El Tratado de Libre Comercio entre este país, Estados Unidos y Canadá facilitó la instalación de plantas productivas estadounidenses y canadienses en territorio mexicano, particularmente maquilas, donde las mujeres son mayoría porque constituyen mano de obra barata. La crisis frenó la producción que México exportaba desde la industria de la maquila, impactando en la ocupación femenina», detalló.
En Centroamérica la situación es igual de grave y más mujeres que varones trabajan en este tipo de industria. La representante de la Red de Comercio y Género indicó que «este fenómeno es característico del modelo de globalización, done se busca mano de obra más barata, menos conflictiva, más disciplinada para producir mayor rentabilidad y son estos sectores los más perjudicados cuando las tasas de ganancias se derrumban».
La socióloga comentó por otra parte que «la crisis económica genera una mayor trasferencia de responsabilidades desde el Estado hacia el hogar, en perjuicio de la llamada economía del cuidado (hogar, hij@s, ancian@s, enferm@s), con lo cual esta crisis puede menoscabar aún más la condición social de las mujeres».
Las tres expertas coincidieron en que una recesión económica tiende a reforzar los roles tradicionales de las mujeres, por ejemplo el de la maternidad, pues el modelo necesita que se retiren del mercado de trabajo y sostengan la economía del cuidado. No obstante experiencias anteriores demuestran que frente a la escasez económica las mujeres salen al mercado, y si bien la inserción puede ser precaria y agobiante por la doble jornada laboral, la misma conlleva la oportunidad de una mayor autonomía.