La crisis petrolera producida por la guerra árabe israelí de los años 70, alteró profundamente las economías y el mercado petrolero, y posibilitó el surgimiento de la industria de explotación costa afuera («Offshore»). Es tan directa la relación entre guerras e incremento de precios petroleros, que parece inocente pensar que los conflictos no estén motivados […]
La crisis petrolera producida por la guerra árabe israelí de los años 70, alteró profundamente las economías y el mercado petrolero, y posibilitó el surgimiento de la industria de explotación costa afuera («Offshore»).
Es tan directa la relación entre guerras e incremento de precios petroleros, que parece inocente pensar que los conflictos no estén motivados por intereses particulares. El mecanismo es repetido. Además, la estabilidad de los altos precios actuales abre perspectivas mayores al desarrollo tecnológico, facilitando la explotación del hidrógeno como combustible.
Crisis petrolera mundial de los 70
La crisis petrolera de los años 70 originada por el conflicto arabe-israelí, transformó la industria petrolera mundial, impactó severamente los balances económicos de los países industrializados y perturbó el nivel de vida de sus ciudadanos. Los altos precios del barril y la escasez mostraron al talón de Aquiles del norte. Largas colas afectaron a sus ciudadanos, y todos entendieron que la política exterior tiene demasiado olor a petróleo y termina siendo política interior. La estrecha relación entre petróleo, geopolítica y política interior parece disfrazarse, por períodos, con las crudas confrontaciones como la del terrorismo, pero la realidad se encarga de recordarla frecuentemente.
El cierre del canal de Suez impulsó el uso de enormes tanqueros que navegan el mundo y hacen más frecuentes los derrames con los consecuentes accidentes ecológicos. Por otro lado e inesperadamente, los precios llegaron a niveles tales que permitieron que la costosísima explotación de los profundos pozos del Mar del Norte se hiciera rentable, con lo cual Noruega se convirtió en franco productor y exportador petrolero, y el Reino Unido se enrumbó en su recuperación retardada de la postguerra.
Este proceso se dio en medio de severas dificultades tecnológicas, la explotación a más de doscientos metros de profundidad en un mar de grandes olas no es un problema simple, y su solución abrió las puertas a la explotación actual de profundidades mayores. Cubrir los costos de esa explotación sólo fue posible gracias a los elevados precios. Se desarrolló la tecnología requerida, la ingeniería Offshore (costa afuera), con gran esfuerzo y gracias a las capacidades de centros de investigación y al vínculo entre universidades e industria, y gracias a la demanda.
Surgimiento de la industria offshore
Brasil, en su visión de generar su desarrollo, hizo significativos esfuerzos en ese sentido a finales de los 70. Desde Petrobras presentó demandas de desarrollo tecnológico a universidades, fortaleció redes nacionales e internacionales con la industria y logró ser firme partícipe del desarrollo de la industria Offshore. Con ese fin fortaleció vínculos con países como Irak.
También implantó el uso del alcohol derivado de la caña para movilizar sus automóviles. Todos esos esfuerzos de Brasil se han visto recompensados con un aumento de su productividad en el sector petrolero, la cual ronda los 2,3 millones de barriles diarios, además de una sólida industria petrolera, la cual procura atender la demanda nacional a fin de utilizar sus recursos para su propio desarrollo tecnológico y social.
Las primeras plataformas de exploración y explotación petrolera sumergidas del mundo fueron construidas en el lago de Maracaibo en los años 1920 e inmediatamente fueron desarrolladas en el mar Caspio y el golfo de México. Eran plataformas que daban tímidos pasos y comenzaban a mojar sus piernas en pequeñas profundidades que no sobrepasaban la decena de metros, y eran inspeccionadas por buzos en apnea.
Las exigencias tecnológicas y los costos hacían mucho más rentable la explotación en la tierra firme. Las quietas y tibias aguas del lago de Maracaibo, y los inmensos depósitos petroleros permitieron ir avanzando lentamente a profundidades apenas mayores.
Hoy, ochenta años después, hay 4.000 plataformas en el golfo de México y 450 en el mar del Norte.
Se utilizan plataformas de acero que llegan a 500 metros de profundidad, de concreto que sobrepasan profundidades de 200 m y plataformas semisumergibles, con cables tensados, que extraen petróleo a más de 2.000 m de profundidad, con olas de más de veinte metros de altura, vientos de unos 250 km/hora y terremotos o heladas que arriesgan la integridad de las estructuras y la operación. La inversión de la industria Costa Afuera («offshore») es estimada en US$ 75.000 millones para los próximos 5 años. El aumento de la explotación oceánica ha sido del 540% en los últimos 7 años y la explotación a grandes profundidades ha aumentado en 620% en el mismo período.
Las consecuencias ecológicas son todavía impredecibles, el cementerio de plataformas comienza a afectar delicados sistemas marinos que son mayormente desconocidos a esas profundidades.
Todo ese desarrollo comercial, energético y tecnológico se dio en nuestras narices, y poco participamos, poco crecimos, poco aprovechamos, a pesar de tener gas y petróleo en la plataforma continental, y a pesar de que Trinidad si lo aprovechó, para explotar sus pozos de gas. Por cierto, los pozos que explota Trinidad en muchas oportunidades sobrepasan las líneas fronterizas y no sería sorprendente que se estén llevando lo nuestro.
Conocimiento y desarrollo tecnológico
El desarrollo económico y la evolución de la demanda, producen condiciones que pueden resultar en oportunidades para ciertos países colocados estratégicamente en el camino. Sin lugar a dudas, el conocimiento es la herramienta fundamental para el aprovechamiento de estas oportunidades. En el caso de la industria offshore, el conocimiento disponible y las enormes cantidades de dinero por la gran demanda de los años 70, permitieron que las industrias y los ingenieros asumieran los riesgos de diseñar y desarrollar la tecnología.
Las principales empresas petroleras contaban con avanzados grupos de investigación, diseño y proyectos y por conseguirse en los EEUU y el Reino Unido, contaron también con grupos de investigación en las universidades de punta. En una perspectiva distinta, Noruega compró tecnología offshore, la transfirió y desarrolló parte de ella, y los vikingos surgieron de nuevo, ahora como petroleros, son los terceros mayores productores mundiales. Dejaron de ser un apacible pueblo de pescadores, para batallar con los árabes el mercado energético.
Conocimiento, Estado y universidades
Las componentes del conocimiento requieren de una firme solicitud del Estado al sector académico, así como el compromiso firme del sector académico de atender los programas de desarrollo nacional, económico y social, acompañado de incentivos que impulsen la competitividad y rendimiento en las universidades. Asimismo debe incentivarse el impulso a la capacitación, investigación y desarrollo del sector productivo, lo cual ha sido considerado en la Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación aprobada en 2001, todavía sin reglamento ni implementación.
La demanda del Estado de soluciones a problemas nacionales en un esquema de estímulos, debe ser una palanca de transformación universitaria que combata círculos de ineficiencia e improductividad sin destruir capacidades existentes. Esta es una manera de sembrar el petróleo. Todo esto requiere de la implementación y la recuperación de Agendas y programas de capacitación, modernización y competitividad que a su vez impulsan los acuerdos y la participación en la búsqueda de objetivos comunes de alcance nacional.
Demanda petrolera
Los altos precios actuales del crudo son un acertijo. Pueden facilitar el surgimiento de alternativas de explotación petrolera, por hacer rentable la explotación de costosos pozos y por hacer rentable el uso de alternativas energéticas de tecnologías no suficientemente desarrolladas que pueden verse aceleradas como sucedió con la explotación costa afuera. En algún momento el hidrógeno podrá conformarse como combustible de bajo costo y consumo masivo. Todo eso atentaría contra la industria actual. Pero por otro lado, se observa que la geopolítica habla el lenguaje del desarrollo asiático.
Un Asia de fuentes diversas, con un motor chino indetenible, con los tigres asiáticos insistiendo y con India que se perfila sin duda en pos de su futuro, es decir, de su mercado de 1.027.015.247 personas (censo 2001), a pesar de un PIB de US$360 per cápita, con una gran fortaleza en educación y vocación de desarrollo endógeno mantenida desde su independencia en 1947. La India crece económicamente, pero al igual que China, tampoco tiene petróleo. En el crecimiento, se estima que China requerirá unos seis millones de barriles diarios superando el 7.5% de la demanda global de 2004.
El acertijo de los precios apunta a que o caen los precios, o entramos en una nueva tendencia de precios que cambiarán las referencias y se encadenarán con el crecimiento asiático y las guerras del Medio Oriente.
Precios petroleros
El barril de petróleo a 50 dólares materializa la fortaleza de la creciente demanda energética mundial, originada principalmente por el desarrollo económico chino y las consecuencias de las guerras del Medio Oriente, en especial la vietnamización de Irak. Se presentan perspectivas positivas en los próximos años para Venezuela. Si se fortalece adecuadamente Pdvsa y se genera un estratégico plan de desarrollo tecnológico, se abre una importante etapa con oportunidades de desarrollo nacional.
Los precios del petróleo alcanzaron máximos históricos en 1974, con el embargo árabe y la guerra de Yom Kippur y en 1981 con el inicio de la guerra Irán-Irak. El valor del barril en 1974 llegó a 9 dólares, mientras que en 1981 llegó a 26,5 dólares. (ver Energy Economics Newsletter www.wtrg.com ) Al aplicar correcciones inflacionarias se consigue que en dólares de 2004 esos precios equivalen a 35 y 54,5 dólares respectivamente.
Las guerras del Medio Oriente han determinado los precios del crudo, pero… ¿quién ha determinado las guerras del Medio Oriente? Es tan directa la relación entre guerras e incremento de precios, que parece inocente pensar que los conflictos no sean motivados por intereses particulares que se aprovechen de las inmensas masas de dinero que se desplazan. El mecanismo es repetido.
Las causas de esas guerras están allí, han estado históricamente, y se renuevan en las actualizaciones de los conflictos. Pareciera que buenas son diversas excusas, como las armas de destrucción masiva en Irak, o el enfrentamiento contra los ayatolá por intermedio del para entonces amigo de occidente Saddam Hussein.
La geopolítica del siglo XXI demanda petróleo. Venezuela tiene las mayores reservas de crudos pesados del mundo. La oportunidad es de nuevo positiva. Los planes de Pdvsa de aumentar la producción a 6 millones de barriles diarios en 5 años, y a 10 millones en 20 años, definen claramente el motor del desarrollo industrial nacional.
Es vital que se reconozca a Pdvsa como la cadena productiva y comercializadora que impulsará el crecimiento industrial, y en tal sentido, se constituyan mecanismos de demanda nacional directa, así como de construcción y desarrollo de la oferta de bienes y servicios nacionales, si se desea generar empleo y riqueza aguas arriba y aguas abajo del proceso petrolero.
Para ello es vital preparar centros de capacitación, investigación y desarrollo tecnológico, incubadoras de empresas y parques tecnológicos, zonas especiales de inversión, fondos de capitales de riesgo y estímulos a la innovación tecnológica alrededor de la industria principal del país.
Tecnología y desarrollo
Las perspectivas del mercado petrolero son de demandas crecientes a nivel mundial, con lo que Venezuela sigue teniendo oportunidades en ese mercado, sigue en ese camino. Asimismo el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación (TIC) y de la Biotecnología, son oportunidades sólidas que deben ser atendidas porque no requerirán necesariamente recorrer todo el camino que otros procesos productivos imponen. Para ello es vital la presencia y orientación del Estado, conjuntamente con políticas de desarrollo del conocimiento y de fortalecimiento de capacidades del sector empresarial e industrial y de la administración pública.
Dentro de estas perspectivas de altos precios energéticos, no debe perderse la visión de un posible desarrollo tecnológico emergente. En algún momento el hidrógeno podrá conformarse como combustible de bajo costo y consumo masivo. Todo eso atentaría contra la industria venezolana actual. Es necesario clarificar la situación actual de la producción petrolera nacional. Es necesario construir escenarios de desarrollo futuro que sean dados a conocer al país y que sirvan de sustento de demanda industrial y de estímulo al crecimiento nacional.
Marianela Lafuente Ingeniero y licenciado en filosofía, profesor de la Universidad central de Venezuela, con doctorado en Insa, Francia.
Carlos Genatios Ingeniero y licenciado en filosofía, profesor de la Universidad central de Venezuela, con doctorado en Insa, Francia.