Proyectado en secuencia: El «lunes negro» de los mercados globales, que registró el mayor derrumbe de Wall Street desde el 11-S, trasformó la crisis hipotecaria en crisis crediticia e instaló oficialmente la crisis financiera con recesión proyectada de las economías centrales a los países emergentes y periféricos del sistema capitalista a escala global. Bienvenidos al Apocalipsis económico.
En consecuencia: El cóctel crisis del crédito-caída de la producción-desempleo masivo ya se proyecta como efecto inmediato de la crisis financiera con caída bancaria y derrumbe de bolsas a escala global con epicentro en EEUU y Europa.
En el tablero de la especulación y la concentración capitalista a alta escala el dinero, durante las crisis financieras, no se evapora, solamente pasa de unas manos a otras en un mayor nivel de concentración.
Una crisis financiera, es antes que nada un reciclamiento del sistema: Lo que estaba en un casillero, se traslada a otro. Lo que estaba en Merrill Linch se recicló en el tablero contable de Bank Of América que compró a la entidad semiquebrada.
En las jornadas «negras» que vienen experimentando los mercados del dinero, billones de dólares solamente se pasaron de unas manos a otras, pero el impacto de temor que generan la crisis produce el retiro del efectivo en masa, desparece la liquidez, y los bancos restringen créditos: ese es el mecanismo clave que activa la recesión.
El gran problema que dejan las crisis financieras del capitalismo es el encarecimiento y/o desaparición del crédito. Se contrae el crecimiento económico y las empresas reducen la producción y achican plantel de empleados para sobrevivir.
Como dicen los expertos: El lunes (junto con los mercados financieros) estalló la confianza en el sistema financiero, y se desató la furia «vendedora» donde empresas e inversores se desprendieron de sus acciones y trataron de convertirlos en «efectivo» dejando las plazas sin liquidez.
Y un mercado sin liquidez (sin circulación de dinero) genera escasez de dinero.
Y la escasez de dinero genera dos efectos inmediatos: Retracción del crédito y suba de las tasas de interés.
Y la retracción del crédito y su encarecimiento genera como efecto inmediato: Caída de producción y baja de las ventas.
Y caída de producción y achicamiento de ventas en los códigos del empresariado capitalista significa sólo dos alternativas: Suba de precios y despido de personal, para conservar el margen de rentabilidad vendiendo y produciendo menos.
Se trata de una ley universal y probada del capitalismo que se desata como emergente inmediato de la recesión económica con paralización de la producción y desaparición del crédito.
En ese escenario, y como efecto de la recesión económica, los países «exportadores» e «importadores» (materias primas y manufacturas) del actual modelo capitalista globalizado reducirán sus ventas (ya está pasando con el petróleo) y en consecuencia restringirán sus compras.
Veamos como impactará la crisis del crédito (el efecto inmediato de la perdida de confianza en el sistema financiero global) en las primeras economías capitalistas del mundo: EEUU, Europa y China.
Según las primeras autoridades del sistema capitalista (Reserva Federal USA, BCE, FMI, Banco Mundial; OCDE, G-8) EEUU y las quince naciones de la zona euro, países que en conjunto representan más de la mitad de la economía mundial, o ya están en recesión o enfrentan significativos riesgos de entrar en recesión en los próximos meses.
En estas naciones centrales (y con epicentro en EEUU) comenzó a propagarse como un virus la crisis hipotecaria desde septiembre de 2007, la que devino finalmente en crisis financiera expandida a escala global a través de los mercados bursátiles.
EEUU y Europa (el corazón del Imperio económico «unipolar») por lo tanto, se han convertido ya en el epicentro de la crisis crediticia emergente del derrumbe globalizado de los mercados del día lunes que se «institucionalizó en la economía real como multiplicación y potencialización del proceso inflacionario-recesivo en desarrollo en las primeras potencias económicas del sistema.
Hay que aclarar que el llamado «lunes negro» no inventó la crisis recesiva (que ya venía desarrollándose), sino que sumó a la misma un naciente proceso de «desaparición del crédito» que va generar un impacto negativo directo en las economías centrales cuyos números ya venían en rojo con la inflación (suba de precios) y el achicamiento del consumo.
En las últimas semanas, los números mostraron claramente que la economía mundial estaba ingresando en la recesión global, de la mano de las dos primeras potencias: EEUU y Europa, cuyos datos macroeconómicos indicaban que ya se encuentran insertas en un proceso inflacionario recesivo como consecuencia de la suba de precios (sobre todo de alimentos y de energía) y del achicamiento del consumo.
Tanto la Reserva Federal de EEUU como el Banco Central Europeo han alertado que las economías de Europa y de Estados Unidos pararon de crecer, y la desaceleración se acentúa a raíz de la baja del consumo y la suba de los alimentos y de la energía.
La crisis, como fue planteada hasta ahora, viró de lo «financiero» hacia lo «económico-.financiero»: Tuvo un epicentro en la crisis hipotecaria de EEUU, se expandió a los mercados financieros globales (subdesarrollados y desarrollados), y ahora ya toca variables estructurales de la «economía real» por medio del proceso desatado por el cóctel suba del petróleo + suba de alimentos = proceso inflacionario, que ya padecen las economías centrales del sistema capitalista: EEUU, Unión Europea y China.
A este escenario, se suma la naciente crisis del crédito que (según todos los pronósticos) va a obrar con un efecto de acelerador del proceso inflacionario-recesivo paralizando aún más las primeras economías del sistema capitalista (EEUU-Europa-China) con un impacto directo en los países de la periferia.
La falta de crédito, a su vez, actúa como principal disparador de la detención de la producción y de la suba de precios lo cual genera un consecuente proceso de achicamiento del consumo y despidos en masa de la masa laboral, en EEUU y Europa.
La recesión y la crisis crediticia convergen en la desaceleración económica que achica el consumo y la demanda de productos y paraliza cada vez más la economía.
Según publica The Wall Street Journal este martes, la economía de EEUU está en lo que el ex gobernador de la Reserva Federal Laurence Meyer describe como una «zona de peligro», cercana a una recesión y quizás ya en ella.
Los empleadores han reducido sus nóminas cada mes de este año, eliminando un total de 605.000 puestos de trabajo. El índice de desempleo ha subido de 5% a 6,1% desde diciembre. Además, la Fed informó el lunes que la producción de las fábricas estadounidenses cayó 1,1% en agosto, debido a los recortes en la industria automotriz. La producción de las fábricas que no están en el sector automotor ha caído o se ha mantenido sin cambios durante los últimos cinco meses, y la producción de las fábricas se encuentra 1,9% por debajo de los niveles de hace un año, señala el Journal.
A este contexto se agrega (como efecto multiplicador) la crisis del crédito emergente del derrumbe bancario en EEUU con efecto encadenado en Europa y en el resto de las economías centrales o emergentes con China a la cabeza .
Es decir, a la lista en «rojo» de los números macroeconómicos de las primeras economías capitalistas a escala mundial, EEUU , UE y China (juntas suman más del 50% del PBI mundial), se suma la crisis del crédito que, según todas las estimaciones, ya se proyecta en una recesión interna con directa implicancia en el mercado global por la incidencias de sus economías en el proceso de importación y exportación global.
Pero hay otro dato que convierte a sus economías en el eje económico global: EEUU, la Unión Europea y China, son los mayores compradores de petróleo y materias primas del mundo.
En el actual modelo globalizado de economía planetaria los PBI juntos de EEUU, la Unión Europea y China alcanzan el 50% del PBI mundial, mientras que el sistema capitalista está «dolarizado» (el dólar es la moneda patrón de todas las transacciones comerciales y financieras a escala global).
Estos dos factores centrales explican porqué cualquier oscilación o desequilibrio económico-financiero que tenga a estas tres economías centrales como protagonistas, impacta y se esparce inmediatamente por todo el «sistema».
EEUU y Europa son los principales compradores de productos chinos, y el gigante asiático, a su vez, es el principal importador de petróleo y materias primas de los «países emergentes», con lo que se puede deducir que si el Imperio estadounidense (en proceso recesivo) reduce sus compras, el impacto se va a proyectar inevitablemente en una crisis de China proyectada a los «países emergentes».
Con un proceso recesivo de su economía, EEUU (el principal comprador de la «gran fábrica» asiática) reduciría drásticamente sus compras a China, y Europa, que ya enfrenta un fenómeno recesivo en su economía comunitaria, ingresaría en una contracción de sus sistema económico productivo.
Como impacto inmediato, la economía china también ingresaría en un proceso recesivo (detención del crecimiento) que la obligaría a reducir sus importaciones de materias primas y de petróleo,
A su vez la reducción en la importación de materias primas y de petróleo por parte de China (el principal importador mundial) impactaría en las economías de Rusia y de los «países emergentes» (los principales exportadores de petróleo y de materias primas a China) que también podrían ingresar en un proceso recesivo.
Con la crisis financiera y crediticia que ya desató el derrumbe bancario en EEUU, comienza a completarse (y a profundizarse) el cuadro recesivo de las economías capitalistas centrales que se irá proyectando cada vez con más fuerza hacia las economías de la periferia (principalmente los países exportadores de materias primas).
La recesión económica generalizada a escala global, a su vez amenaza con romper el equilibrio de la «gobernabilidad» política del sistema por medio de una ola de conflictos sociales y sindicales a escala mundial (cuyos primeros efectos ya se presentaron con la crisis alimentaria) con proyección tanto en las potencias centrales como en los países «emergentes».
El espectáculo recién comenzó y lo peor de la crisis todavía está por venir.