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Cuando conocí a Hugo Chavez

Fuentes: Rebelión

En el año 2005 fui invitado por la Coordinadora Simón Bolivar de Caracas a supervisar como observado internacional las elecciones regionales que se celebraban en octubre de ese año. Tras supervisar varias mesas electorales, tener la oportunidad de reunirme con el vicepresidente y de conceder diferentes entrevistas en Venezolana de Televisión y Vive TV, decidí […]

En el año 2005 fui invitado por la Coordinadora Simón Bolivar de Caracas a supervisar como observado internacional las elecciones regionales que se celebraban en octubre de ese año. Tras supervisar varias mesas electorales, tener la oportunidad de reunirme con el vicepresidente y de conceder diferentes entrevistas en Venezolana de Televisión y Vive TV, decidí profundizar en la realidad venezolana ya lejos de encuentros políticos, de reuniones de pasillo y de guías mas o menos incomodos que intentaban influir en una única visión del país. Fue entonces cuando descubrí la nueva Venezuela que estaba surgiendo en esos momentos, esa que me intentaban describir pero a la que no había querido escuchar.

Era el «boom» de las misiones; la Robinson, la Sucre, la Rivas, la Misión Piar, la Misión Milagro, etc. Todas financiadas con el petroleo de Venezuela que por primera vez beneficiaba a su pueblo de manera directa.

Fueron 3 meses de viaje por un país arrasado y que experimentaba con este nuevo gobierno una reestructuración sistémica sin precedentes.

Chavez, que ya llevaba 6 años en el poder, regularizó a 11 millones de personas que no existían en ningún censo y a través de esas misiones buscó los mecanismos de integración al sistema creando tejido social y rompiendo el aislamiento marginal en el que había venido viviendo esa sociedad.

Hubo varios encuentros que sin duda me hicieron comprender quién era Chavez y que representaba. ¿Quieren saber quién es Chavez? Estas personas son Chavez:

Padre Matias, parroco español en una iglesía de San Felix que llevaba 40 años en el país y con una singular interpretación, dentro de lo que es el clero, de la palabra de Dios. Le habían bautizado el cura de Chavez por ser un firme defensor de sus políticas sociales. Tras compartir con él un par de días, lo pude comprender perfectamente. Me explicó el proceso que se vivió en Venezuela con el caracazo y como fue esa matanza el punto de partida de una nueva visión por una parte del ejército para la construcción del país, un país en la que todos los venezolanos, incluidos los excluidos y por su puesto los indígenas, formaran parte activa y protagónica de su destino.

Roberto, trabajador en una mina de oro en las proximidades de la ciudad de El Dorado. Su vida perfectamente podría representar la vida de millones de venezolanos excluidos que vivian entre la carcel y las calles sumergidos en drogas y alcohol. Visiblemente desgastado por la vida, este jóven de 30 años era uno de los beneficiarios de la misión Piar, destinada a conceder tierras ricas en oro a cooperativas de mineros que llevaban años peleando con las mineras canadienses por el derecho a trabajar. Su vida se podría resumir de ninguna manera, el último hijo vivo de una familía que habia tenido 8, habiendo pasado mas de 8 años en la cárcel o encerrado en comiserías por asaltos a los terrenos de las mineras canadienses, por primera vez sentía que no tenía que huir, que importaba y que estaba protegido por el gobierno quién le garantizaba no solo un trabajo sino que le hacia propietario del producto del sudor de su frente.

Fidel, un anciano humilde de mas de 70 años que en los últimos 30 años habia vivido casi ciego afectado por unas cataratas agudas. Cuando le conocí, en una aldea de la Gran Sabana, estaba sentado en el porche de su casa leyendo el periodico Gramma que se había traido de Cuba. Beneficiario de la Misión Milagro regreso de Cuba con la autoestima recuperada tras décadas de abandono, con un puro y con un diario Gramma que pegó con cola en la fachada de su casa eternamente agradecido por poder apreciar los colores que la naturaleza le ofrecía. Y por supuesto, glorificando a un comandante que le había devuleto la vida y la esperanza, Rafael Hugo Chavez Frías.

Esperanza y Carmencita, dos estudiantes de bachiller que conocí en un banco de un parque de Cumana. Entablando conversación con ellas sobre que opinaban de la política, ambas estudiantes de unos 15 años, estaban deseando poder acabar el bachiller para formar parte de las misiones de alfabetización de adultos, en las que había que formar parte antes de ir a la universidad. La manera en la que me lo contaban, la ilusión y el reconocimiento al país que el comandante les estaba dejando para el futuro solo se puede apreciar en primera persona pero Esperanza y Carmencita, significaban el futuro de Venezuela, eran conscientes de ello y agradecian las oportunidades que el nuevo sistema las ofrecia de participación en la construcción del país.

Los Yanomamis, los Curripacos y el resto de étnias indigenas también son Chavez. Venezuela era en esa época el único país del mundo que tradujó su Constitucion a todos los idiomas que existen en su territorio. Además, era el único país que reconocía los territorios históricos a sus pueblos originarios y así, por ejemplo los Yanomamis, tras décadas de abusos por parte de misiones religiosas en el Alto Orinoco, quienes experiementaron con ellos vacunas e incluso los esclavizaron para sacar oro de manera ilegal de la Amazonía, por primera vez se sentian seguros en sus territorios como pude confirmar hablando con ellos en el Parque Parima Tapirapeco del Alto Orinoco, con derechos recogidos en su carta constitucional del país en el que se ubican y por supuesto, agradecidos a esa nueva Venezuela que el liderazgo de Chavez ha creado.

Aún hay gente que se pregunta quién es Hugo Chavez y sin duda esta es la mejor respuesta que les puedo ofrecer. Mi encuentro con Hugo Chavez fue a través de la gente que perdió el miedo, que dejo de sufrir, que se sintió valorada y querida por el único gobierno que habían conocido que les escuchaba, atendía y protegía. Un personaje único que rompió los protocolos reuniendose con los Movimientos Sociales en su visita a España en ese mismo año 2005 y que anteriormente los habia roto en Brasil asistiendo a la plenaria de Movimientos Sociales del Foro Social Mundial de Porto Alegre.

Un presidente preocupado por lo que sentían y pensaban los pueblos, no las élites o los mercados, emponderando a los movimientos sociales, a los medios comunitarios y a las organizaciones de base, tradicionalmente siempre olvidadas por cualquier gobierno.

Esos 11 millones de venezolanos que no existían legalmente en el país en los años 90 son Hugo Chavez, pero también lo son un tercio de los otros 13 millones que si existían y decenas de millones en el resto del mundo que hemos llorado su perdida.

Publicado en Montreal el 23 de Marzo de 2013.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.