¿Qué fue a hacer el gobernador Capriles a Colombia, el pasado martes 8 de mayo? La versión oficial de su comando de campaña, y del inmenso aparato de propaganda que le brinda cobertura, es que » viajó a Bogotá… a reunirse con un grupo de venezolanos «. Según nota publicada por el diario Tal Cual […]
¿Qué fue a hacer el gobernador Capriles a Colombia, el pasado martes 8 de mayo? La versión oficial de su comando de campaña, y del inmenso aparato de propaganda que le brinda cobertura, es que » viajó a Bogotá… a reunirse con un grupo de venezolanos «. Según nota publicada por el diario Tal Cual al día siguiente, » centenares de personas aclamaron a Capriles, con gritos y vítores. La visita a Bogotá, donde hay una creciente comunidad venezolana, es la primera etapa de una gira internacional de Capriles «. Nos toman por tontos.
Si fuera cierto que la visita forma parte de una estrategia orientada a establecer contacto cara a cara con los venezolanos en el exterior, pronto lo veríamos visitando Estados Unidos, España, Italia y Portugal, los «destinos preferidos», antes que Colombia, de los venezolanos que emigran, según reportaje del domingo 13 de mayo en Últimas Noticias, con título que no deja lugar a dudas: «La inseguridad ‘expulsa’ a talentos venezolanos«, escrito por Lisseth Boon.
Dos más dos son cuatro: la «inseguridad» expulsa al talento venezolano, los venezolanos que emigran son cada vez más, por tanto es lógico que el gobernador Capriles entre en contacto con ellos, personalmente vale decir, durante la campaña. Por supuesto, no lo hará, porque la referida reunión con venezolanos en Bogotá es una simple y vulgar coartada.
Pero vale detenerse en el reportaje sobre la emigración, comenzando por la pregunta de rigor: ¿por qué aparece publicado en este momento? Tal parece una respuesta, entre otras similares aparecidas en otros diarios, al documental Caracas, ciudad de despedidas, fuertemente cuestionado por chavistas y antichavistas.
El efecto del documental en el plano simbólico fue demoledor, ente otras cosas porque develó, en pocos minutos, y con una franqueza perturbadora, el carácter militantemente anti-nacional de los jóvenes de clases acomodadas. Para el chavismo fue una muestra del verdadero rostro de la «gente decente», acostumbrada a la pose y a la hipocresía, y para parte del antichavismo fue como ver retratadas sus opiniones, exactamente las mismas, pero expuestas torpemente por un puñado de imberbes sifrinos veinteañeros.
Desde entonces, la «prensa seria» antichavista viene haciendo un sostenido esfuerzo por dar un tratamiento «serio» a temas igualmente «serios», pero que fueron abordados con excesivo desenfado por unos jóvenes irresponsables.
Mediante esta artimaña, el tema central del documental, esto es, la conciencia anti-nacional que distingue tanto a la oligarquía como a sus émulos, es ignorado por completo, y pasa a ser la «realidad» de la emigración del talento venezolano o la «inseguridad» que, según cuenta la leyenda antichavista, son fenómenos que los chavistas menospreciamos irresponsablemente, puesto que preferimos fingir que vivimos en el «mar de la felicidad».
Envilecida de tal forma la discusión, soslayado el tema de fondo, lo que queda es pura aritmética mediocre: dos más dos, la «inseguridad», el talento, la emigración, el gobernador Capriles en campaña. Normal pues.
Pero incluso si uno cede por un momento al chantaje argumentativo, y lee más allá de los titulares, se consigue con datos que no concuerdan. En las páginas que siguen al trabajo de Boon, aparece publicado otro, «Emigrantes criollos se concentran en 6 países«, de Carlos Subero. Refiriéndose al caso de los venezolanos que emigran a Colombia, escribe: «En junio de 2011, la revista Semana publicó el reportaje Llegaron los venezolanos, en el que se precisa que en el sector petrolero comenzaron a arribar en 2005, después de que hubo despidos en masa en Petróleos de Venezuela».
De manera que el incremento de la emigración a Colombia tiene que ver principalmente con razones económicas, y no con la «inseguridad», y este comportamiento no puede explicarse si no se arroja luz sobre los protagonistas: quienes pararon la industria petrolera en 2002, en un intento por derrocar al gobierno democrático de Hugo Chávez. Éste es el «talento» que, luego de intentar torcer el destino marcado por las mayorías populares, se vio forzado a buscar otros destinos.
Los venezolanos en Colombia superan los 30 mil, según refiere el periodista Subero. Los colombianos en Venezuela son millones. No es el mismo tipo de migrantes: los hermanos colombianos que vienen a nuestro país lo hacen huyendo de la violencia y de la pobreza, es decir, de la violencia económica. ¿Cuántos de los venezolanos que se han marchado a Colombia no serán responsables directos del mayor atentado que haya sufrido la economía nacional? Tal vez unos cuantos miles.
Pero volvamos a la pregunta inicial: ¿qué fue a hacer Capriles a Colombia? La especie de la reunión con venezolanos en un hotel bogotano no resiste un mínimo análisis.
Habrá que recordar la visita realizada por Leopoldo López a Bogotá, en diciembre pasado, para reunirse con el ex mandatario Uribe, estrechamente vinculado con el narco-paramilitarismo. «Colombia es una referencia absolutamente necesaria e innegable de lo que significa éxito en materia de seguridad«, declaró entonces López, hoy coordinador nacional del Comando Venezuela.
Lo cierto del caso es que cinco días después de la visita de Capriles, Uribe no sólo acusó a Chávez de «asesino» y «dictador» a través de su cuenta Twitter, sino que manifestó su apoyo al gobernador Capriles. Al día siguiente, Capriles le pidió que no se involucrara «en el proceso electoral de Venezuela«. Agregó: «porque hay algunos que dan declaraciones que lejos de contribuir… estorban«.
Pero mientras Capriles se esforzaba por hacer «control de daños», irrumpió Diego Arria, cual veinteañero irresponsable, a declarar sin vergüenza lo que tantos en el antichavismo piensan pero no pueden admitir públicamente: «Rechazar que nuestros amigos nos defiendan como @AlvaroUribeVel es un despropósito«.
Henry Ramos Allup, adeco veterano, hizo un llamado público de atención, aunque sin referirse de manera expresa a esas declaraciones de Arria: «¡Cállate la boca! No estés publicando tus planes de combate en el periódico. Vamos a primero a ganar ¡No estés asustando a la gente por anticipado!«.
¿Qué fue a hacer el gobernador Capriles a Colombia? Eso no se dice. No ahora. Que la gente se asuste después. Cuando sea demasiado tarde.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.