Recomiendo:
0

Cuba, Economía y economistas

Fuentes: Insurgente

Parece excepcional que uno de los mayores deseos del pueblo cubano se exprese en un congreso de académicas improntas mediante el apunte de un presidiario, no importa sea la ergástula cadena de un verdadero luchador antiterrorista. Tanta voz para decir, y un hombre encarcelado a miles de kilómetros de su patria lo resume todo. Ramón […]

Parece excepcional que uno de los mayores deseos del pueblo cubano se exprese en un congreso de académicas improntas mediante el apunte de un presidiario, no importa sea la ergástula cadena de un verdadero luchador antiterrorista. Tanta voz para decir, y un hombre encarcelado a miles de kilómetros de su patria lo resume todo.

Ramón Labañino, economista cubano mundialmente conocido como uno de los Cinco Héroes Prisioneros del Imperio -y a mucha honra, espiar a terroristas – se dirigió por escrito al VI Congreso de la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC), el cual tuvo lugar entre el 24 y el 26 de noviembre, en La Habana.

Su carta contiene un párrafo en el cual pide «Que el crecimiento económico no sea sólo una cifra estadística, sino un beneficio tangible en el nivel de vida de la sociedad, tal como sabemos es premisa cimera del economista cubano».

Carlos Marx afirmó que «las cabezas pensantes están unidas al cuerpo del pueblo por hilos invisibles». Labañino comentó de esta manera la noticia de que el Producto Interno Bruto (PIB) de la mayor de las Antillas había crecido en 7,9 % durante el primer semestre, así como el anuncio oficial de un crecimiento para el 2005 superior al 9, incluso pronosticado por algunos economistas como hasta de 10,5 %, respecto al 2004.

No obstante, conviene recordar que dicho incremento será superior al promedio esperado para Latinoamérica, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina (CEPAL). Y vale rememorarlo, porque ninguna de las naciones del área está sometida a una política de sanciones económicas unilaterales como la practicada por los Estados Unidos hacia Cuba, y que fuera calificada por Juan Pablo II como éticamente inaceptable.

Dicha política representó pérdidas para la nación caribeña, estimadas en unos 3 mil millones de dólares sólo en el año por finalizar, y buena razón para preguntarse a cuánto ascendería el crecimiento económico cubano de no existir aquella, más allá de ineficiencias presentes en la economía de Cuba.Por ejemplo, y de acuerdo con estudios diversos, la simple permisividad de los viajes de turistas norteamericanos a la Isla, hoy prohibidos por el gobierno norteamericano, podría representar más de mil millones de dólares de ingresos por ese concepto.

El dato, entonces, está en preguntarse cómo, pese a los obstáculos levantados en Washington, puede la economía de Cuba crecer de manera sostenida, en un escenario donde, además, otros efectos negativos de la coyuntura internacional se añaden al llamado por unos bloqueo y por otros embargo.

De todo ello se habló y discutió en el congreso de los economistas isleños, presentaciones incluídas de varios ministros y académicos, en las que pudo observarse la consolidación de un conjunto de tendencias positivas, algunas de éstas las siguientes:

– conversión de la economía de Cuba en una de servicios y especialmente de servicios de creciente valor agregado. Estos aportaron el 57, 6 % de los ingresos a la balanza comercial del país y financiaron el déficit de la balanza de bienes, para así lograrse desde el 2004 un superávit en cuenta corriente que en el 2005 se pronostica como superior;

-mejoramiento de la capacidad crediticia; el 73 % de la deuda externa está contratada a mediano y largo plazo. Según el presidente del Banco Central, Francisco Soberón, la Isla es el octavo país de América Latina menos endeudado respecto al PIB. Pero si de esa deuda se excluye a la que se tiene con el Club de París –informalmente «congelada» entre acreedores y deudor, dada la negativa isleña a renegociar bajo términos humillantes–, Cuba sería el de menor por ciento respecto al PIB;

– sustancial reducción del dólar en los flujos en efectivo que el país recibe, que en el pasado superaba el 80%, mientras que hoy prevalecen otras divisas como el euro, el dólar canadiense y la libra esterlina; y el dólar solo representa alrededor del 30 %. En este proceso ha desempeñado un rol muy positivo la llamada desdolarización de Cuba, en virtud de la cual se sustituyó a aquel por el peso convertible en las transacciones financieras al interior. Conjuntamente, el establecimiento de un fuerte control de cambios ha incrementado la capacidad de maniobra frente a la política norteamericana, y permitido una reorientación social de la economía, junto a una racionalización del comercio exterior, hoy expandido tras alianzas beneficiosas con China y Venezuela;

– redefinición energética, en la dirección de eliminar una centralización en la generación de energía, la cual ha provocado severos daños y constantes «apagones», así como reorganización del sector en búsqueda de mayor eficiencia. Se ha llegado a decir que Cuba puede ahorrar hasta dos tercios del combustible que consume. Parece exagerado, pero por lo menos la intención revela que, al nivel oficial, se considera al ahorro nacido de la eficiencia como una importante fuente de ingresos;

-confianza popular en la moneda nacional. En los últimos doce meses, las cuentas bancarias de la población en dólares han experimentado una reducción del 57%, mientras que las cuentas en pesos convertibles se han multiplicado más de 3 veces; y en pesos cubanos han crecido en un 35%;

-lucha contra una corrupción que ha llegado a ser considerada una amenaza pública. Solamente atajar la existente en los expendios de combustible, puede significar ingresos por unos 300 millones de dólares anuales. Como dato interesante, la corrupción parece descansar sobre una contabilidad poco confiable, a juzgar por estas cifras: el 42 % de las auditorías realizadas por entidades centrales y provinciales, durante el primer semestre del 2005, calificó a los auditados de deficiente o mal, y el 8 % podría estar involucrado en delitos.

Mucho se escribe en los medios transnacionales de prensa sobre una creciente centralización de la economía cubana, la cual además se interpreta como una suerte de «resurgir totalitario». Pero en el mundo real lo cierto es que, antes de esa centralización, dos tercios de los recursos en divisas de Cuba estaba en manos de empresas y no del Estado, para así privar al país de una capacidad de maniobra muy necesaria ante el bloqueo norteamericano. El Premio Nacional de Economía Alfredo González, expresó que antes que una descentralización mal hecha, como la habida en Cuba, era mil veces preferible centralizar. El punto, sin dudas, originará debates. Pero por lo pronto las medidas adoptadas a partir del segundo semestre del 2004 están mostrando resultados. Está por verse si no se producirá un agotamiento de las mismas en la medida en que sus avances se estabilicen. Pero están resultando.

El mundo real es implacable. Este periodista se tomó la molestia de organizar algo así como un debate entre sus vecinos de aparcamiento, en pleno municipio de Centro Habana. Participaron alrededor de unas 15 personas, en distintos momentos, pero todas coincidieron en que, para el cubano de a pie, el punto central es cuando se podrá vivir decentemente de los salarios y pensiones. Vale, que la economía se consolide desde el punto de vista macroeconómico. Pero si ello no se traduce proporcionalmente en una mejora tangible, como pudieran ser la debida apreciación del peso y el adiós a la inflación, para ese cubano de a pie todo cuanto se hable de mejoramiento económico será pura hojarasca. Sí, la educación y la salud son gratuitas, y mucho de lo que se recibe se adquiere a precios subsidiados. Pero una botella de aceite comestible cuesta algo menos de la cuarta parte del salario medio, y el costo de un huevo no baja de 1500 % respecto a 1989, sin que haya existido una elevación proporcional de los sueldos y pensiones. Por ello, ya que tanto se habla de corrupción «a la cubana», conviene apuntar que su principal causa es la pobreza.

Ramón Labañino, economista cubano encarcelado a miles de kilómetros de su patria por luchar contra el terrorismo, no lo ha perdido de vista.

Fuentes: prensa cubana y participación del autor en el VI Congreso de la ANEC.