Traducido para Rebelión por Manuel Talens y Germán Leyens. Revisado por Juan Vivanco.
Introducción
La Revolución cubana y su economía socialista han demostrado una tremenda resistencia ante enormes obstáculos y retos políticos. Cuba ha desafiado con éxito una invasión orquestada por EEUU, un bloqueo marítimo, cientos de ataques terroristas y medio siglo de bloqueo [1]. Cuba pudo sortear el bajón de la caída de la URSS y los regímenes colectivistas de la Europa del Este, el tránsito de China e Indochina al capitalismo y, al mismo tiempo, logró formular un nuevo modelo de desarrollo.
Tal como han señalado numerosos eruditos y dirigentes políticos -adversarios incluidos-, Cuba ha desarrollado un sistema muy avanzado de bienestar social, que funciona: cuidados sanitarios y educación universales y gratuitos desde la guardería infantil hasta la universidad [2].
En política exterior y nacional, Cuba ha establecido con éxito relaciones económicas y diplomáticas en todo el globo, y ello a pesar de los bloqueos y las presiones de EEUU [3].
En cuestiones de seguridad nacional y personal, Cuba es un líder mundial. Las tasas de criminalidad son bajas y la violencia infrecuente. Las amenazas y los actos terroristas (la mayoría en proveniencia de EEUU y de sus socios del exilio cubano), han disminuido y son menos peligrosos para la población cubana que en EEUU o Europa.
Son precisamente los éxitos de la Revolución cubana, su habilidad para sobrellevar las amenazas externas -que habrían derrotado a la mayoría de los gobiernos- los que han creado ahora una serie de importantes desafíos, que requieren atención urgente para que la revolución, tal como la conocemos, pueda adentrarse en el siglo XXI. Estos desafíos se deben tanto a las restricciones externas anteriores como a los acontecimientos políticos internos. Algunos problemas eran consecuencias inevitables de las medidas de emergencia, pero ahora exigen soluciones inmediatas y radicales.
Virtudes revolucionarias
La gran virtud de la Revolución cubana es haber sobrevivido manteniendo muchos de sus logros sociales positivos, cuando muchos regímenes reformistas o revolucionarios, anteriores y posteriores, cayeron en las urnas, fueron derrocados o se desplomaron por sí mismos. EEUU y sus aliados derrocaron los regímenes reformistas de Arbenz en Guatemala (1954), de Mossadegh en Irán (1953), de Allende en Chile (1973), de Lumumba en el Congo y otros muchos. La Casa Blanca hizo caer el gobierno sandinista de Nicaragua en 1989, el régimen de Aristide en 1992 y 2004 y otros muchos. Por el contrario, Cuba derrotó una invasión patrocinada por EEUU en 1961, resistió un bloqueo marítimo estadounidense en 1962, desactivó centenares de intentos de asesinato y ataques terroristas organizados por la CIA durante medio siglo e incluso pasó a través de un bloqueo económico mundial [4].
Gracias a una astuta diplomacia, Cuba se aseguró un favorable y oportuno comercio y contratos de ayuda con la antigua URSS y la Europa del Este. A finales del pasado siglo XX, Cuba tenía relaciones diplomáticas y económicas con casi el mundo entero, y ello a pesar del bloqueo de EEUU. En 2001 Cuba rompió incluso el embargo comercial al importar alimentos y medicinas de exportadores y agricultores estadounidenses, si bien en condiciones unilaterales desfavorables.
El repentino colapso de la URSS y la conversión de Rusia y la Europa del Este en colonias capitalistas occidentales fueron un golpe devastador para la economía cubana. La pérdida de socios comerciales dio lugar a un declive repentino de la producción. La transición al capitalismo en China e Indochina le brindó pocas alternativas. El gobierno cubano adoptó una estrategia económica de emergencia inaugurando un «período especial» de austeridad forzosa y ajuste estructural que difuminó el dolor del reajuste económico en toda la sociedad cubana, a diferencia de lo ocurrido en los países capitalistas. Entre 1990 y 2000 Cuba reconstruyó su economía para cubrir las nuevas exigencias de la economía mundial, y al mismo tiempo conservó su red de protección social, lo cual fue una hazaña sin precedentes.
La recuperación de Cuba se basó en diversos ejes de nuevo cuño: el desarrollo rápido y exhaustivo del sector turístico mediante grandes inversiones a largo plazo en asociación con multinacionales europeas y latinoamericanas; enormes inversiones en biotecnología para estimular la investigación y desarrollo de exportaciones farmacéuticas; acuerdos comerciales y contratos de inversión a largo plazo con Venezuela, mediante los cuales Cuba intercambia en condiciones favorables equipos médicos y servicios por productos del petróleo; asociación de empresas en participación para desarrollar la exportación de níquel, ron, tabaco y productos cítricos; y contratos de importación de alimentos con agroempresas de EEUU y Canadá [5]. Los cubanos cerraron la mayor parte de sus fábricas azucareras y redujeron la producción de azúcar, reconvirtiendo bruscamente los campos de caña para la producción de cosechas alternativas a escala limitada.
Continuaron las inversiones importantes en nuevas escuelas avanzadas de informática (200 millones de dólares) [6], en el turismo médico y en los proyectos humanitarios externos. Esta estrategia económica, combinada con condiciones externas favorables (precios mundiales elevados de productos primarios, la radicalización del presidente venezolano Hugo Chávez, los cambios en los regímenes liberales de América Latina desde la extrema derecha al centro derecha neoliberal) y el sacrificio voluntario de la mayoría del pueblo cubano, condujo a una recuperación económica gradual, pero firme, a partir de 1994, seguida de un crecimiento acelerado desde 2003 [7].
Tanto en la profunda depresión económica como tras la recuperación, el gobierno cubano mantuvo la estructura básica social y las provisiones de asistencia. Todos los programas sanitarios y educativos de importancia continuaron siendo gratuitos y abiertos al público. Los trabajadores desplazados por la reestructuración económica siguieron recibiendo sus salarios y se les ofrecieron trabajos estatales subvencionados y programas de formación en otras disciplinas. Los alquileres y los costos de las empresas de servicios públicos siguieron siendo bajos. Se siguieron pagando las pensiones. Continuaron los subsidios de la alimentación y el racionamiento de artículos básicos. Las actividades culturales, deportivas y recreativas avanzaron a pesar de los bruscos recortes en su subvención. A pesar de las carencias generales y las privaciones sociales, las tasas de criminalidad permanecieron muy por debajo de los porcentajes latinoamericanos y de EEUU.
Las instituciones nacionales de seguridad protegieron con éxito al público cubano de los ataques terroristas apoyados por EEUU y de los esfuerzos internos de desestabilización patrocinados por las organizaciones «disidentes» financiadas por la Casa Blanca [8]. A pesar de su mayor vulnerabilidad económica, Cuba rechazó las presiones de EEUU y la Unión Europea para dictarle su seguridad nacional y sus políticas económicas [9]. La Habana rechazó el intento de Washington de convertir a Cuba en un satélite del libre mercado similar a los ejemplos de la Europa del Este, el Cáucaso y Rusia, y siguió su propio modelo político y económico independiente.
A diferencia de los antiguos países comunistas de la URSS, Europa del Este y Asia, la transición hacia la nueva economía de Cuba no dio lugar a las monstruosas desigualdades en las que un diminuto grupo de multimillonarios y archimillonarios se apoderaron del control de los bienes y recursos públicos, mientras que el resto de la población permaneció pobre y desempleada, con alquileres prohibitivos, la sanidad y la educación desnacionalizadas e inaccesibles y pensiones miserables [10]. Igualmente, Cuba conservó la mayoría de las acciones y el control de las empresas en participación con capital extranjero [11], en contraste con las adquisiciones estadounidenses y europeas de casi todos (si no todos) los sectores de fabricación, financieros, mediáticos y comerciales de Europa del Este.
Incluso más digno de atención es que, a diferencia de Europa del Este y la antigua URSS, Cuba no sufrió la transferencia masiva al exterior de beneficios, alquileres e ingresos ilegales de redes de prostitución, narcotráfico y venta de armas. Tampoco la transición de Cuba a una economía mixta se vio acompañada de sindicatos del crimen organizado, que tuvieron un papel tan importante en los resultados electorales de Bulgaria, Polonia, Rumania, Albania y el resto de las nuevas democracias capitalistas [12].
El enorme éxito de Cuba para pasar por encima de obstáculos históricos que se oponían a su supervivencia, su sorprendente recuperación económica y su formidable fuerza de defensa nacional son en gran medida atribuibles a la combinación de perseverancia popular, lealtad a sus líderes revolucionarios y adopción de valores comunes de igualitarismo, solidaridad, dignidad nacional e independencia. Sin embargo, el propio éxito del gobierno cubano al enfrentarse y superar los obstáculos resultantes del bloqueo de EEUU y del colapso de la URSS ha creado un nuevo tipo de desafíos y contradicciones.
Contradicciones y desafíos tras el «período especial»
La promoción del turismo como eje de la recuperación económica fue el uso más rápido, fácil y racional del clima natural de Cuba para compensar la depresión económica, la falta de capital y el aislamiento político. Además, fue el sector que más interesó a los futuros socios inversionistas extranjeros. El turismo generó divisas fuertes para importar productos primarios esenciales, especialmente petróleo y productos manufacturados, material sanitario y alimentos.
Sin embargo, al cabo del tiempo el turismo dio lugar a distorsiones muy importantes en la economía: los salarios de los empleos de poca o ninguna calificación relacionados con el turismo excedieron con mucho a los de científicos de elevada formación, médicos, trabajadores calificados y trabajadores agrícolas entre otros. Además, las «empresas mixtas» en el sector del turismo llevaron a la creación de una nueva burguesía burocrática rica y al auge de las desigualdades [13]. Igual de perjudicial, la entrada masiva de turistas resultó en el crecimiento de un lumpenproletariado, prostitutas, narcotraficantes y otras formas de pícaros no productivos cuyos ingresos ilícitos excedían a los de trabajadores, empleados y profesionales. Este grupo desarrolló redes con hoteles, restaurantes y gerentes de clubs nocturnos, que apoyaron la corrupción y pusieron a prueba los valores revolucionarios. Las carencias continuas, el bajo poder adquisitivo y la falta de bienes de consumo deseables restaron fuerza a las campañas del gobierno para «moralizar» la actividad turística sin alejar a los turistas.
Las inversiones a gran escala y a largo plazo en infraestructuras turísticas -hoteles, restaurantes, muebles importados y alimentos- desviaron reservas de la agricultura: la producción agropecuaria, en especial la de productos alimenticios, declinó significativamente y sobre todo su disponibilidad para la población local, lo cual facilitó los mercados negro, gris y «libre». Cuba se convirtió en un país dependiente de alimentos del exterior [14]. Mientras que el turismo atraía divisas fuertes, se gastaban cientos de millones en importar alimentos de EEUU, Canadá, Argentina, la República Dominicana y otras partes. La dependencia alimentaria de EEUU incrementó la vulnerabilidad de Cuba ante cualquier endurecimiento del embargo a la exportación. Podría decirse que la seguridad nacional cubana quedó debilitada por el hecho de que Cuba pagase con moneda fuerte por adelantado una proporción creciente de importaciones de alimentos de ese país, tal como requiere el Departamento del Tesoro de EEUU.
Algunos comentaristas políticos de dentro y fuera de Cuba han señalado que los agricultores, el negocio de la agroalimentación y los políticos estadounidenses (de más de treinta estados) implicados en el comercio con Cuba son un potente grupo de presión capaz de presionar para el fin del bloqueo de la Casa Blanca. Los precedentes apuntan a lo contrario. La década pasada, bajo los presidentes Clinton y Bush, no mostró progreso alguno en el fin de la presión estadounidense sobre Cuba. Al contrario, conforme aumentaban las importaciones cubanas procedentes de EEUU, el Congreso de ese país imponía leyes restrictivas sobre los viajes y los envíos de dinero, añadiendo a la lista negra empresas de terceros países y financiando campañas de desestabilización y propaganda a través de la Casa Blanca.
El turismo, que sirvió como estrategia inmediata y necesaria en el período especial, por desgracia se ha convertido en un sector de crecimiento intrínseco y estratégico para la economía. Cuba sigue fiel a su tradicional ciclo de dependencia del «monocultivo» tras haber sustituido la exportación de azúcar a EEUU y luego a la URSS y a la Europa del Este por el turismo para canadienses y europeos. El problema con la nueva dependencia (como con la anterior) es que ofrecen soluciones a «corto plazo» mientras que a largo plazo empeoran los problemas estructurales, entre ellos una mala distribución de los recursos humanos (hay arquitectos que trabajan como botones de hotel) y la ausencia de una economía diversificada capaz de enfrentarse a los inevitables ciclos económicos endémicos del mercado capitalista mundial.
La cada vez mayor dependencia de alimentos de Cuba se está agudizando, como bien lo refleja el aumento de la importación de arroz, frijoles, carne de ave, cerdo, carne de res y otros elementos esenciales (incluso, a veces, el azúcar) en la dieta cubana. En su discurso del 26 de julio de 2007, Raúl Castro destacó el enorme aumento de los precios de los alimentos importados y puso como ejemplos el aumento hasta el triple del coste de la leche en polvo en los tres años anteriores, el incremento del 10% en el precio del arroz molido entre 2006 y 2007 y la duplicación del precio del pollo.
La producción agrícola de Cuba está dirigida en gran medida hacia los mercados turístico y de exportación: el tabaco, los cítricos la fruta tropical, el azúcar (apenas); gran parte de la fruta de calidad, la carne, los productos y la carne de ave se venden en los mercados privados de agricultores, o en las tiendas especiales que comercian en dólares o moneda convertible. Esto hace que haya escasez de productos en las tiendas estatales subsidiadas de los barrios. El desarrollo de «huertos urbanos» ha sido una solución para ciertos vecindarios -pues provee productos orgánicos frescos de calidad- pero no cubren las necesidades de gran parte de la población.
La disminución de la producción de alimentos, especialmente el arroz (Cuba importa más del 75% de su arroz) es notable. Un importante economista cubano nos dijo que se debía a una falta de trabajadores agrícolas deseosos de cultivar arroz -una labor que requiere un esfuerzo intensivo-, al menos mientras se les pague el salario actual, muy inferior al de los empleos en sectores no agrícolas. Cuba, con una baja tasa de natalidad y una población muy educada, carece de trabajadores agrícolas. Sin embargo, por razones poco claras, Cuba rechaza la idea de alentar la inmigración desde países con excedente de trabajadores agrícolas experimentados, como Haití, para reforzar su declinante fuerza laboral en las granjas e incrementar las cosechas de productos nacionales básicos de los que depende su seguridad alimentaria. La dependencia agrícola cubana del capital extranjero, en especial de inversionistas israelíes en el sector cítrico, es también incomprensible -dada la abundancia de agrónomos, operadores agrícolas de extensión y oportunidades de aprender mercadotecnia [15]-. El mercado mundial de los cítricos ha sido especialmente lucrativo para el capital brasileño, por lo menos desde los años sesenta… mientras que Cuba ha entrado en él con retraso y en parte a través del capital extranjero, lo cual hace que los beneficios salgan de la Isla.
Mientras Cuba canalizaba de forma eficaz grandes inversiones de capital hacia el turismo, la biotecnología y otros sectores productivos, ha descuidado su sector de la vivienda, lo cual ha creado una lista de espera de 10 años para más de un millón de familias. El déficit de viviendas es una de las fuentes más importantes del descontento entre el pueblo cubano, incluso entre sus funcionarios de nivel medio del partido y del gobierno, que se ven obligados a vivir con sus parientes. Además, la vivienda actual está en muy mal estado, sobre todo en Centro Habana, donde con un poco de cemento y una mano de pintura barata se podrían revitalizar los vecindarios obreros, ahora gravemente deteriorados.
Aunque el gobierno ha anunciado un programa para construir 100.000 casas y apartamentos por año, dicho programa adolece de mala gestión (demoras burocráticas), robo de materiales de construcción por funcionarios, baja productividad y un suministro inadecuado de materiales [16]. En gran medida, la vivienda no ha gozado de la prioridad que recibió el sector hotelero para turistas durante los pasados años. El énfasis que se puso en la «recuperación económica» durante el período especial ha dado lugar a una falta de énfasis en las necesidades básicas de los consumidores en el sector de vivienda.
La «producción» a corto plazo por encima de las estrategias para los consumidores está dando lugar a problemas a medio y largo plazo. Los demógrafos cubanos han indicado la disminución en la población total de Cuba junto con un envejecimiento de la existente, lo cual disminuye la cantidad de personas disponibles para el trabajo productivo [17]. Según los analistas de población cubanos, los factores socioeconómicos claves que explican la crisis demográfica son la falta de viviendas y el alto costo de la vida (Oficina Nacional de Estadísticas [ONE]). El desarrollo económico, la estabilidad social y la legitimidad política de Cuba exigen que se dé máxima prioridad a la construcción de casas, a la reparación y a la rehabilitación [18].
La baja productividad económica de Cuba, sus «ineficiencias burocráticas», así como la apatía diaria en el lugar de trabajo son en parte resultado del muy inadecuado sistema de transporte público -de personas y de artículos-, por lo menos en lo relativo al mercado nacional. Largas colas en las paradas de las guaguas, falta de puntualidad, guaguas abarrotadas, camiones «convertidos» en transporte público (los arriñonados «camellos») y combustibles muy contaminantes han dado lugar a un malestar crónico. La tardanza en el trabajo, debida al inadecuado transporte público, ha contribuido a la baja productividad y, a veces, es una excusa «legítima» para el absentismo. La falta del transporte público puntual mina la moral en el trabajo y en la escuela: si las autoridades públicas son incapaces de disciplina administrativa en algo tan básico como el transporte, ¿cómo pueden hablar a sus empleados de la necesidad de una mayor disciplina en el trabajo? La falta de disciplina de la dirigencia es un mal ejemplo para todos trabajadores.
La reciente compra de mil autobuses a China ha proporcionado algún alivio, pero la excesiva dependencia del auto-stop que tienen los trabajadores atestigua la persistente insuficiencia. Igualmente, las «pérdidas» que se producen durante el transporte de artículos desde los productores a los consumidores han generado una escasez crónica de productos alimenticios, materiales de construcción y petróleo [19]. La corrupción, el robo generalizado, la falta de coordinación y la supervisión inadecuada son en gran parte culpables, así como la ausencia de mecanismos de control político de los consumidores y los trabajadores concienciados. En sectores donde el Estado ha fijado prioridades altas, como el turismo, el níquel y los fármacos, el sistema de transporte funciona de una manera razonablemente eficaz.
El problema del transporte no se debe sólo a una falta de voluntad política. Cuando en noviembre de 2005 Fidel Castro anunció que más del 50% de la gasolina se robaba y se vendía en el mercado negro, quedó claro que la autoridad gubernamental y la vigilancia administrativa no funcionan [20]. Los ministros a cargo de la energía, el transporte y el comercio ni siquiera fueron reprendidos públicamente.
Cuba requiere al menos 10.000 nuevos vehículos de transporte, y eso sólo para empezar. Necesita personal de mantenimiento y personal entrenado, así como comités de vigilancia de consumidores y trabajadores, que aseguren que el nuevo transporte, una vez adquirido, funcione.
La educación sociopolítica, las exhortaciones morales y las citas de dirigentes históricos ejemplares son necesarias para motivar a los trabajadores, pero obviamente inadecuadas en ausencia de salarios y jornales decentes.
En su discurso del 26 de julio de 2007 en Camagüey, Raúl Castro señaló que «Somos conscientes igualmente de que en medio de las extremas dificultades objetivas que enfrentamos, el salario aún es claramente insuficiente para satisfacer todas las necesidades, por lo que prácticamente dejó de cumplir su papel de asegurar el principio socialista de que cada cual aporte según su capacidad y reciba según su trabajo. Ello favoreció manifestaciones de indisciplina social y tolerancia que una vez entronizadas resulta difícil erradicar, incluso cuando desaparecen las causas objetivas que las engendran [21].»
Salarios bajos, débil motivación, falta de disciplina de trabajo y escasa productividad constituyen un ciclo que ha afectado de forma cruel a los servicios, la manufactura y la agricultura y podría ser convertido en un ciclo virtuoso. Durante los tres últimos años, los salarios se descongelaron después de casi dos décadas y se concedieron algunos aumentos relativamente grandes. Pero en comparación con los aumentos en el precio de la electricidad doméstica, los alimentos (buena parte de los cuales deben comprarse en el mercado «libre»), la ropa y otras necesidades indispensables, los aumentos salariales están por debajo de lo necesario para estimular una mayor productividad.
Aunque hace falta aumentar el poder adquisitivo de los consumidores, también debe aumentar la disponibilidad de artículos de consumo a precios competitivos. Los aumentos de salario en situación de escasez llevan a gastar más dinero para comprar menos artículos, y los aumentos informales de los precios erosionan los «aumentos» simbólicos. La economía tiene que equilibrar la mayor producción y las importaciones de bienes de consumo con inversiones en bienes de equipo y producción para mercados de exportación. Las inversiones en instalaciones turísticas tienen que ser equilibradas con inversiones de capital y producción para mercados de exportación. La brecha entre instalaciones lujosas para turistas y el paupérrimo estado de la vivienda de los trabajadores creció enormemente durante el «período especial». La continuación de la expansión del turismo extranjero durante la década y media de recuperación erosiona los valores socialistas tanto como la desigualdad resultante del robo de recursos públicos. Las desigualdades han aumentado a causa de las «bonificaciones» no oficiales a altos funcionarios que trabajan en empresas con participación extranjera, en el comercio exterior y en la economía del dólar/euro. Una nueva política de la renta puede incentivar la productividad si se combina con la participación directa de todos los trabajadores en la organización y la administración del centro de trabajo, así como con la inauguración de espacios múltiples para discutir sobre la reestructuración de la economía.
La nueva política de la renta debería promover sectores estratégicos de la economía. El crecimiento de la agricultura, la manufactura y los sistemas de información aplicada requieren cambios en la dirección de la política gubernamental y, sobre todo, en sus programas de formación educativa y profesional [22]. Mientras que la mayoría de los países asiáticos y latinoamericanos iban a la zaga de Cuba en los años sesenta, hoy han superado a Cuba en la diversificación de sus economías, el desarrollo de sectores competitivos de fabricación para la exportación y la disminución de su dependencia de un grupo limitado de productos de exportación. Al añadir valor a sus productos, los países asiáticos han incrementado sus ingresos, lo cual ha redundado en salarios más altos y un mejor «ajuste» entre educación avanzada y oportunidades de trabajo. La economía de Cuba se caracteriza por un gran desequilibrio entre un sistema educativo muy desarrollado y una economía de «monocultivo» que no provee los puestos de trabajo apropiados a la universalización de la educación superior. Cuba tiene que ajustar su educación para formar diplomados que gestionen y dirijan las actividades industrial y agrícola con vistas a que éstas produzcan en masa tanto artículos para el consumo popular como científicos para servicios médicos.
Cuba produce y exporta níquel y cítricos -a pesar de la disminución de su valor añadido-, pero el procesamiento y la fabricación de productos terminados se realizan en otros lugares. Cuba produjo durante décadas 5-6 millones de toneladas de azúcar crudo para la exportación; después del fin de la URSS, tuvo que vender a precios de mercado mundial. En comparación, Brasil avanzó en el uso múltiple de la caña de azúcar procesada, especialmente como fuente de energía, mientras Cuba desperdiciaba sus escasas divisas extranjeras importando petróleo y reduciendo así el crecimiento general. Después, Cuba cerró muchos centrales azucareros. Algunos campos de caña se dedicaron a otros productos, pero muchos permanecieron sin cultivar, incluso cuando el precio del etanol subió vertiginosamente y aumentaron las importaciones cubanas de alimentos. Aunque numerosos críticos tienen razón al señalar los efectos negativos del cambio de la producción de alimentos a etanol, no es el caso de Cuba: los campos sin cultivar no producen ni alimentos ni etanol.
El crecimiento económico y la igualdad social se ven fuertemente afectados por la gran cantidad de robos de propiedad pública. Fidel Castro mencionó sólo un ejemplo: la pérdida de un 50% de los beneficios en la distribución de petróleo, vendido en el mercado negro. La corrupción oficial y el robo público concentran los ingresos en manos de los operadores del mercado negro, aumentando la desigualdad y erosionando la moral laboral de los trabajadores honrados. Igual de importante es que el robo acarrea mala asignación de recursos, retardos en las entregas de bienes y servicios y escasez de bienes. El castigo de altos funcionarios es necesario, pero insuficiente. Lo que requiere reformas de un modo especial es la creación de un nuevo sistema de responsabilidad pública basado en autoridades independientes de contraloría, comisiones de supervisión de consumidores y trabajadores con el poder de «abrir los libros». El control por los trabajadores y profesionales no eliminará por completo la corrupción, pero cuestionará a las autoridades mediante estudios independientes periódicos. El presidente de facto Raúl Castro ha exigido que los ministros sigan ahora agendas estrictas y presenten informes escritos actualizados relacionados con su campo de trabajo. Una mayor responsabilidad de la dirigencia es necesaria, pero no suficiente. Tiene que haber control y vigilancia de comisiones autorizadas desde la base y de una oficina paralela independiente de contraloría general.
Las empresas mixtas y un cierto grado de desigualdades de clase fueron tal vez necesarias para atraer capital durante los años de crisis sistémicas y colapso del comercio y de las redes financieras, el denominado Período Especial. Sin embargo, lo que en su tiempo fue considerado como una retirada o ajuste tácticos en un período particular, se ha enquistado con efectos trascendentales. Las desigualdades sociales han creado eso que Fidel Castro llama una clase de nuevos ricos que abrazan la ideología liberal. Impulsan un mayor espacio para la colaboración pública-privada, tratando en última instancia de integrar a Cuba en un mercado mundial dominado por el capital imperial. En Cuba el sector público sigue siendo preponderante y políticamente poderoso [23], pero al ser incapaz de controlar la escasez en las necesidades públicas y de satisfacer el consumo individual, se hace cada vez más vulnerable a la crítica liberal y de sedicentes «socialistas de mercado». Estos últimos arguyen que la solución a la escasez es un mayor espacio para inversionistas capitalistas e intereses comerciales, tanto internos como extranjeros.
Las desigualdades sociales no son sólo el resultado de fuerzas de mercado, la corrupción y el turismo. También son un producto de la concentración del poder político en la administración y la dirección de la economía y la disposición de los gastos públicos. Para limitar el crecimiento de una burguesía de nuevos ricos se requiere algo más que periódicas movilizaciones populares -como entregar el control de las gasolineras a trabajadores sociales- y los insistentes llamados a la moralidad (que son importantes). La lucha contra la Nueva Clase requiere que un nuevo sistema de representantes elegidos supervise las asignaciones del presupuesto a los diversos ministerios y tenga poder para convocar a funcionarios responsables a audiencias televisadas para que exista una responsabilidad pública estricta, cuando sea necesario.
Uno de los motivos de descontento más frecuentes y repetidos entre la población es la gran desproporción entre la ayuda humanitaria en el exterior y la escasez de bienes en el mercado interno. Nadie pide el fin de la solidaridad con los pobres de todo el mundo, pero la masa cubana no apoya el grado en que se gastan actualmente recursos, en vista de la escasez de bienes de consumo dentro del país.
Se han presentado varias objeciones relativas a los compromisos de Cuba en el extranjero y a prioridades mal identificadas. Ante todo, se dona mucha ayuda y no tiene un beneficio práctico para Cuba: los programas de salud no obtienen como respuesta reacciones diplomáticas y políticas favorables de los países receptores. De hecho, los gastos cubanos de salud permiten que numerosos regímenes reaccionarios favorables a EEUU sigan destinando fondos para incentivar inversiones extranjeras o comprar armas -como es el caso en Honduras, Pakistán, África y otros lugares-, reduciendo la presión popular sobre los gobiernos nacionales para que presten servicios sociales. Sin duda Cuba se gana el favor de los pobres de esos países, pero también provoca el resentimiento de muchos cubanos. Ante la urgente necesidad de acelerar programas internos, Cuba no está en condiciones de mantener costosos programas en el extranjero que carezcan de beneficios monetarios, estatales o comerciales. También se cuestionan los subsidios para estudiantes y pacientes extranjeros y para los numerosos delegados a conferencias.
Hay que pensar seriamente y tomar decisiones económicas durísimas para lograr un equilibrio efectivo entre las urgentes necesidades internas de Cuba y sus misiones humanitarias en el extranjero. Un ejemplo positivo de relaciones recíprocas equilibradas son los intercambios socioeconómicos de Cuba con Venezuela: petróleo a precios rebajados, inversiones y comercio de Caracas a cambio de servicios médicos, educacionales y sociales a gran escala prestados por la fuerza laboral altamente capacitada de Cuba.
Cuba es un país en desarrollo, que tiene grandes expectativas y logros, pero sigue siendo un país en el que la pobreza es evidente en las viviendas y en la deteriorada infraestructura del centro de La Habana.
Si Cuba ha de derrotar los desafíos externos y los del incipiente neoliberalismo interno, el sector público debe reaccionar mejor ante las necesidades populares. Para asegurar más transparencia y un mayor grado de reacción necesita más representación y supervisión de los sectores de consumidores y productores.
Cultura: la Revolución y los críticos neoliberales
La amenaza del neoliberalismo llega desde varios frentes. La «amenaza dura» más obvia proviene del imperio de EEUU, del gobierno y de la propaganda masiva de sus pseudoorganizaciones no gubernamentales (ONG), de los medios de entretenimiento, así como de fuentes informales de ese entorno y reclutadores deportivos. Nosotros argumentaríamos que esta animosidad de la «línea dura» contra la Revolución cubana es bien conocida, formidable, pero la menos efectiva… porque está claramente identificada y amplia y profundamente descifrada.
La amenaza cultural clara e inmediata para Cuba viene de dentro y está evidenciada en la disminución de las producciones culturales revolucionarias, en el cine, la literatura, el teatro y la música. En los años sesenta y setenta Cuba produjo magníficos documentales sobre las heroicas luchas del pueblo vietnamita, y los levantamientos negros en EEUU y el contraste entre intelectuales vacilantes y militantes revolucionarios. Durante las últimas dos décadas no ha habido un solo documental sobre las luchas de relieve histórico mundial de la resistencia iraquí, afgana o somalí contra las guerras imperiales dirigidas por EEUU, la lucha de la guerrilla colombiana contra la ‘democracia’ de los escuadrones de la muerte o la lucha de las masas negras de Nueva Orleans contra la erradicación capitalista de sus hogares, escuelas y hospitales.
Un destacado funcionario cubano de la industria cinematográfica me dijo que ésos eran «temas importantes», pero que carecían de fondos y que frecuentemente tenían que trabajar en coproducción con productores españoles y otros europeos que no estaban interesados en luchas revolucionarias. El argumento financiero no es convincente [24]. Se han realizado documentales sobre guerras anticoloniales con presupuestos limitadísimos: dos pasajes de avión, una cámara vídeo, una grabadora, un saco de dormir y voluntad política, todo por menos de 5.000 dólares (menos que el precio de un solo anuncio turístico en un periódico europeo). No existe una necesidad financiera de ajustarse a los gustos de coproductores europeos liberales y posmodernos.
Muchos filmes y escritos denominados «críticos» caricaturizan a revolucionarios o a militantes o los excluyen por completo. Al ver, escuchar o leer las actuales producciones culturales cubanas se tiene la impresión de que ya no quedan revolucionarios honrados en Cuba.
La televisión cubana entrevistó recientemente a funcionarios literarios de los setenta, que defendieron posiciones culturales rígidas y dogmáticas en aquel período. Los «nuevos críticos» levantaron un revuelo, no sólo criticando justificadamente las políticas culturales de los antiguos funcionarios, sino atacando a las estaciones de televisión, la política cultural del gobierno y llamando a que haya despidos, investigaciones y censura [25]. En otras palabras, los «nuevos críticos» llamaban a introducir exactamente los mismos métodos autoritarios que sus antiguos perseguidores. Además, la vehemencia de su campaña en general adoptó el color de una caza de brujas contra todo esfuerzo literario o artístico que tratara de defender, proyectar o utilizar situaciones, valores revolucionarios o cualesquiera realidades o situaciones sociales positivas de la Cuba contemporánea.
Como parte del repertorio del «nuevo cine», como contrapunto para la caricatura mecanicista, acartonada de revolucionarios, los exiliados cubanos son mostrados como individuos sensibles que tienen «sentimientos» hacia Cuba, pero están confortablemente situados en el extranjero. El nuevo cine no menciona que en EEUU los exiliados no gozan de atención sanitaria universal y de educación gratuita. En sus películas, los protagonistas exiliados carecen de toda conciencia sobre el régimen asesino de Bush, que mata a millones en Oriente Próximo. Ninguno de los crímenes contra la humanidad penetra en los sensitivos «argumentos personales» de los nuevos críticos.
La nueva literatura en Cuba -en su ruptura con el socialismo real- contiene estereotipos raciales y sexuales, entre los que destaca la sensual mulata con largas piernas y prominentes nalgas. Aventuras románticas con turistas u hombres de negocios europeos llevan a lacrimosas separaciones y a promesas de un futuro mejor en el extranjero.
Considerando las décadas de estrechas relaciones culturales y educaciones con la URSS y la Europa del Este, hay una ausencia total de descripción o relato novelesco de la catastrófica crisis que ha afectado a la sociedad postsoviética y el ascenso del neoliberalismo en Europa del Este. En ninguna parte registran los artistas cubanos las masivas crisis socioeconómicas resultantes de la adquisición extranjera de las economías de las antiguas sociedades comunistas. No hay documentales o producciones dramáticas del saqueo de los fondos de pensión, del crecimiento vertical de bandas criminales involucradas en la droga y la esclavitud sexual de pobres mujeres y niñas ni la disminución sin precedentes de la población debido a las drogas, el alcohol, los suicidios y enfermedades infecciosas que otrora habían sido vencidas, como la tuberculosis y la sífilis. Al describir la nostalgia del exilio cubano, no hay nada del otro lado del neoliberalismo, sólo una visión de la relativa afluencia de la clase media occidental, en sí misma una clase con niveles de vida en decadencia.
¿Será que los «nuevos críticos», con sus propias visiones liberales, se niegan a describir las desastrosas consecuencias del «socialismo de mercado» o del «postsocialismo» por temor a debilitar su propia versión de una transición a una «Cuba nueva y abierta»? Al evitar las horrendas consecuencias de las transiciones al capitalismo, prefieren concentrarse en la tarea más fácil de contrastar los problemas y contradicciones inmediatos de la Cuba pasada y presenta con un Occidente idealizado. Pocos artistas e intelectuales expresan preocupación por los defectos y contradicciones de su postura liberal-democrática.
Existe la necesidad de una revolución cultural en Cuba, de sobrepasar la insuficiente representación de afrocubanos en la publicidad, en las posiciones de dirigencia y en la visibilidad oficial; y de profundizar y ampliar la formación profesional de afrocubanos para disminuir su sobrerrepresentación en el boxeo y en otros deportes perjudiciales.
La recuperación de las prácticas culturales revolucionarias y programas de acción racial afirmativa fortalecen y profundizan el proceso del socialismo del Siglo XXI y abren el camino para la reformulación crítica del proceso de toma de decisiones económicas. Las reflexiones críticas y el debate sobre prácticas económicas pasadas probablemente llevarán a una mayor atención a una mayor racionalidad, coherencia y análisis de costos y beneficios. La dependencia de llamados morales al sacrificio ya no es tan efectiva como lo era en los años noventa. La introducción de nuevos proyectos públicos en gran escala con «resultados postergados» o promesas de concesiones futuras a las masas no generan entusiasmo popular, tal como señalara explícitamente Raúl Castro en su discurso del 26 de julio de 2007.
La planificación cubana de inversiones ha estado dominada por estallidos de entusiasmo ante grandes ideas directrices, que seguramente poseen algunas características progresistas pero que, realizadas en aislamiento de otras prioridades, no corresponden a criterios de análisis de costos y beneficios. Se destacan dos áreas: la informática y la biotecnología. Ambas reciben inversiones multimillonarias en dólares y han producido algunos resultados innovadores. Pero ha sido gracias a un gran costo en relación con otros sectores.
La inversión cubana del equivalente de varios cientos de millones de dólares en la construcción de una compleja universidad especializada en las ciencias informáticas es un ejemplo. El proyecto de universidad podría haber sido incorporado e integrado en centros universitarios existentes y, lo que es más importante, integrado con instituciones cruciales para la construcción de bases de datos y programas capaces de procesar información para mejorar el rendimiento de fábricas, gasolineras, hospitales y antecedentes de pacientes, etc. La contradicción entre una costosa universidad especial de ciencias informáticas avanzadas y el procesamiento anticuado de datos en instituciones sociales y económicas clave es indicativo de la tendencia a adoptar una «Gran Idea», la informática, sin pensar a fondo cómo encaja y puede ser aplicada para solucionar problemas de ineficiencia, hurtos y retrasos.
La biotecnología es el área más citada por los cubanos como su sector de crecimiento futuro. Más de 1.000 millones de dólares han creado instalaciones de primera calidad, entrenado y reclutado a científicos de primera calidad y producido algunas importantes vacunas y progresos en ellos cuidados médicos. Sin embargo, hay que reconocer que en Cuba, como en el resto del mundo, el rendimiento de inversiones en biotecnología, tanto en términos de grandes adelantos médicos y en términos monetarios, ha sido en el mejor de los casos disparejo. Las innovaciones biotecnológicas han producido modestas mejoras en la salud pública, y ello tanto en Cuba como en Europa y en EEUU. Por cada descubrimiento exitoso, han fracasado varias docenas de costosos programas. Considerando la necesidad que tiene Cuba de cubrir de modo económico y fácilmente disponible las necesidades elementales de alimentos nutritivos, transporte público, viviendas familiares y otras necesidades urgentes, hay que plantearse el problema de las prioridades y debe ser discutido abierta y ampliamente en la sociedad cubana. Considerando los altos niveles de escasez crónica de artículos de consumo, el deterioro de las infraestructuras, los bajos salarios, ¿puede Cuba seguir invirtiendo miles de millones en sectores de alto riesgo?
¿Vale la pena el reconocimiento científico internacional y la ayuda humanitaria al precio del desencanto y la disminución del fervor revolucionario durante veinte años más de escasez en el país?
La política exterior cubana ha cosechado muchos éxitos diplomáticos importantes: un 98% de apoyo en la Asamblea General de las Naciones Unidas y un voto casi unánime en la Organización de Estados Americanos contra el bloqueo económico de EEUU. Cuba mantiene relaciones comerciales con casi todo el mundo e incluso un comercio no recíproco con EEUU, a pesar del endurecimiento del embargo comercial y de viajes durante los mandatos de Clinton y Bush (ley Helms-Burton). Cuba y Venezuela han impulsado exitosamente alianzas estratégicas comerciales, de inversiones y militares a pesar de la severa presión de la Casa Blanca. La política exterior de Cuba ha abierto y expandido relaciones diplomáticas y económicas con los regímenes clientes más serviles de Washington, a pesar de la presión de Washington. La «diplomacia pueblo a pueblo» le ha ganado el favor de los pobres de todo el mundo. La oposición intransigente de Cuba a los libres mercados y a las invasiones militares en Asia y Oriente Próximo (en particular las invasiones coloniales de Iraq, Afganistán y Líbano) ha granjeado a Cuba el apoyo de la gente en todo el mundo y la simpatía de numerosos gobiernos del Tercer Mundo.
El éxito mismo de Cuba en la ruptura del bloqueo diplomático y económico imperial ha creado una nueva serie de contradicciones: en ocasiones, el interés legítimo del Estado por incrementar al máximo el apoyo comercial y diplomático a Cuba ha llevado al gobierno a apoyar y refrendar a algunos regímenes reaccionarios neoliberales, como el de Lula Da Silva en Brasil, y a hacer gestos amistosos hacia el presidente de los escuadrones de la muerte, Uribe, en Colombia [26]. El problema crucial es la falta de separación entre el Estado cubano y el Partido Comunista de Cuba. Lo que es apropiado desde el punto de vista diplomático para el Estado cubano es políticamente reaccionario desde el punto de vista de los movimientos de masas populares en los países que combaten contra regímenes neoliberales. Cuba podría resolver el problema si el Estado y el partido fueran organizaciones claramente distinguibles. El partido podría hablar desde una perspectiva revolucionaria en solidaridad con las luchas de los pueblos y el Estado podría trabajar con los regímenes existentes.
Conclusión: contradicciones y alternativas
El éxito de Cuba en la superación del colapso de sus principales socios comerciales en Europa del Este y de la antigua URSS, y la reestructuración de su economía, son algunos de los acontecimientos más llamativos de la historia contemporánea. De la misma manera, la capacidad del sistema nacional de seguridad de Cuba para derrotar todos los esfuerzos de la mayor superpotencia del mundo por destruir la revolución no tiene precedentes en la historia mundial reciente.
El éxito de Cuba en garantizar un mínimo de recuperación económica mientras mantiene importantes programas sociales, la destaca del resto del mundo, en el que la reestructuración económica se ha visto acompañada por fuertes restricciones en los servicios sociales. Sin embargo, los cambios estructurados por el gobierno revolucionario han creado importantes contradicciones, que hasta ahora no han amenazado al sistema, pero podrían hacerlo si no se tuvieran en cuenta. Hay procesos, prácticas, políticas y estructuras que erosionan gradualmente la base de apoyo popular y deberían encararse con cierta urgencia mientras aún sean resolubles. Las reformas positivas podrían incluir:
1. Una planificación económica equilibrada, la supervisión de la administración y la participación de los trabajadores-consumidores en el proceso conjunto de toma de decisiones.
2. La publicación para el escrutinio público de cuentas, ingresos y gastos de todos los ministerios.
3. La publicación de cuentas de gastos, transporte, regalos privados y posesiones y compras en el extranjero de todos los altos funcionarios.
4. Debates públicos y referendos sobre las prioridades en las inversiones, ayuda al extranjero frente a programas internos de salud, vivienda y transporte.
Los responsables de la toma de decisiones en Cuba deberían romper con la mentalidad del monocultivo: es insuficiente romper con las exportaciones de azúcar y basarse en la economía turística y en materias primas (níquel, cítricos, tabaco, etc.). Podrá ser políticamente hábil desarrollar vínculos limitados con exportadores agrícolas en EEUU, pero no tiene sentido llegar a depender de alimentos y sacrificar la seguridad alimentaria, especialmente en el comercio no recíproco, con un Departamento del Tesoro de EEUU que exige dinero contante y sonante (¡sin crédito!) [27]. Aunque el ALBA es una gran alternativa al ALCA dominado por EEUU, Cuba debe desempeñar su papel promoviendo las importaciones de alimentos (que actualmente son casi nulas) de Bolivia, Ecuador o Nicaragua en lugar de EEUU, a cambio del cobro de exportaciones farmacéuticas y de servicios sanitarios y educacionales.
Cuba debería considerar la reapertura de sus campos de caña de azúcar cerrados con demasiada premura, especialmente aquellos (tierras llanas) adecuados a la cosecha mecanizada. Con los altos precios sustentables del azúcar debido al cambio hacia biocombustibles (etanol), Cuba puede ganar divisas extranjeras, producir etanol y reducir su dependencia del petróleo importado que, incluso a los precios subvencionados de Venezuela, sigue estando a más de 30 dólares por barril.
El nuevo complejo especializado en ciencias informáticas de Cuba debería integrarse en el sector de servicios económicos y sociales – programas aplicados: urge tener programas de estudio en hospitales y fábricas para crear redes informáticas que vinculen a hospitales, clínicas y sitios de trabajo. Hay que computerizar sistemas de transporte para controlar la puntualidad, reducir desvíos de rutas que llevan a entregas ilegales de materiales sustraídos de almacenes estatales a negociantes del mercado negro. La computerización, que incluya datos diarios o incluso instantáneos sobre ingresos del petróleo y de otros puntos de distribución, aumentará los ingresos y reducirá la corrupción. La computerización y los consejos de supervisión de consumidores-trabajadores-contables definirán parcialmente el socialismo del Siglo XXI.
La diversificación industrial, especialmente en líneas relacionadas directamente con productos para la economía popular y la exportación, requiere mayor énfasis en la formación profesional, el diseño de ordenadores y los estudios del consumo. La computerización tiene que estar más estrechamente relacionada con la satisfacción de urgentes necesidades populares.
Cuba debe invertir en la industrialización de sus productos del níquel, sumando puestos de trabajo calificados en la manufactura y valor agregado a sus exportaciones a China y otros países. Sobre todo, Cuba debe recuperar su seguridad alimentaria [28]. No existe ninguna razón justificable por la que Cuba no pueda ser autosuficiente en carne de aves de corral, carnes, arroz, frijoles y otros alimentos esenciales si reestructura sus prioridades de desarrollo económico, pone más énfasis en el desarrollo y la profundización de su mercado interno y transfiere sus inversiones de los sectores terciarios sobredesarrollados a sus sectores primarios y secundarios.
Cuba ha sobrevalorado sus programas de ayuda médica al extranjero suministrando clínicas nuevas, mientras que sus hospitales locales se deterioran. Las salas de espera y las de las clínicas vecinales deben estar limpias y bien pintadas. Algunas clínicas carecen de suficiente personal. El personal de mantenimiento está infrautilizado. Los hospitales carecen de equipos básicos de capacitación y de reactivos químicos en los centros de diagnóstico, etc. Aunque observadores exteriores comparan correctamente la vasta superioridad de Cuba frente al pobre sistema de atención sanitaria pública en EEUU, los cubanos se han quejado recientemente de demoras y esperas en el tratamiento a causa de la asignación al extranjero de personal médico.
Cuba debe pensar, con Martí, en recrear la dinámica nacional interna de la revolución, colocando por encima de todo la satisfacción de las necesidades de consumo del pueblo cubano. Esto puede lograrse corrigiendo los desequilibrios entre los sectores de exportación e interior, el desarrollo de la capacitación avanzada y de las necesidades prácticas de la economía. El sistema educacional, actualmente orientado hacia el sector de servicios, debe producir graduados para diversificar la manufactura y reanimar la producción de alimentos.
Cuba ha demostrado en el pasado su capacidad de resolver sus contradicciones internas. Las actuales contradicciones no son irresolubles pero requieren una reconsideración seria y profunda de las actuales prioridades, estrategias y estructuras. Es necesario un debate a fondo abierto entre todos los cubanos antiimperialistas para profundizar y sustentar los logros de la revolución.
Los nuevos dogmas y posturas de artistas, escritores y cineastas apolíticos y liberales constituyen un obstáculo de la misma importancia para la profundización de la revolución que los burócratas afianzados en sus posiciones. La Revolución cubana y sus dirigentes pueden contar con una enorme reserva de buena voluntad, solidaridad y lealtad de la vasta mayoría de los cubanos. Pero hay límites en el tiempo y la paciencia, pues el deseo cubano de una buena vida exige soluciones para las necesidades de cada día.
Retrasos y constantes postergaciones en la satisfacción de necesidades de vivienda, ingresos y alimentos sólo ayudan a los contrarrevolucionarios liberales internos que argumentan en favor de mayores «libertades de mercado» [29]. Los llamados a la moralidad y las medidas disciplinarias son necesarios, pero insuficientes si no se acompañan de más supervisión popular y de una creciente disponibilidad de bienes materiales, incentivos materiales, una calidad asequible y alimentos variados y viviendas disponibles para cada generación familiar. El futuro de la revolución es ahora mismo, no durante nuestra vida, sino este año. Lo que está en juego es nada menos que el futuro de la Revolución cubana mientras prosigue el actual debate de gran alcance sobre la estrategia, las estructuras sociales y la acción política.
Tal como declarara uno de los líderes históricos de la revolución de 1959, el comandante Ramiro Valdés, el pasado 28 de mayo de 2007: «Fortaleceremos internamente en la economía, en los dominios de la ciencia y la tecnología, en la conducción de las problemas sociales y la calidad de vida de nuestro pueblo, son tareas a las que tenemos que volcarnos con eficiencia creciente, si queremos que la revolución y el socialismo cubano sean realmente irreversibles, como esperan Fidel y Raúl» [30].
Notas:
1. Morris Morley: «Imperial State and Revolution: The United States and Cuba (1952-1986)», Cambridge University Press, NY 1987.
2. Ernst and Young, «A Business Guide to Cuba» (February 2006), Bridgetown, Barbados. Part 1. Vea también Fidel Vascos González, «Economía Cubana: Se Acelera su Ritmo de Crecimiento», Cubarte 2007.
3. Íbid parte 3, página 36.
4. Morley, obra citada.
5. Ernst and Young, obra citada.
6. Entrevistas con el director de la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), 11 de febrero de 2006. Véase también Ernst and Young, obra citada, parte 6.
7. Ernst and Young obra citada, partes 1 y 2. Comisión Económica para América Latina de Naciones Unidas (CEPAL), informe para 2006 subrayó el crecimiento ininterrumpido de Cuba desde 2003.
8. James Petras, «La responsabilidad de los intelectuales: Cuba, los Estados Unidos y los derechos humanos, 5 de mayo de 2003 http://www.rebelion.org/noticia.php?id=55007
9. Entrevista con Felipe Pérez Roque, Ministro de Relaciones Exteriores de la República de Cuba, 4 de febrero de 2004.
10. Paul Klebnikov, Godfather of the Kremlin: The Decline of Russia in the Age of Gangster Capitalism (Harcourt NY, 2000); James Petras «Global Ruling Class: Billionaires and How They Made it», Journal of Contemporary Asia, Jan. 2008; David Hoffman, The Oligarchs (Public Affairs NY, 2003).
11. Ernst and Young, obra citada, Parte IV, Foreign Direct Investment, y Parte VI, Sectors for Foreign Investment.
12. Klebnikov, obra citada, Hoffman, obra citada.
13.Fidel Castro, Discurso en la Universidad de La Habana, 17 de noviembre de 2005. (Granma, 18 de noviembre de 2005). Fidel subrayó que la Revolución enfrenta su principal peligro de la Nueva Clase de su interior.
14. Discurso de Raúl Castro en Camagüey, 26 de julio 2007. «Año 49 de la Revolución». Raúl Castro subrayó la necesidad de más producción agrícola interior, especialmente de alimentos para el consumo local, señalando «deficiencias estructurales».
15. Gideon Alon, «Just a Farmer in Cuba«, Haaretz 3/7/07. El informe en la prensa israelí se refiere a Rafi Eitan, antiguo jefe de las operaciones europeas del Mossad, policía secreta de Israel: «Eitan es socio de una compañía que posee vastos huertos en Cuba… La compañía se ocupa de agricultura en Cuba… produciendo concentrado de jugos cítricos en la mayor planta del mundo». Capitalistas israelíes están invirtiendo decenas de millones de dólares en un complejo de oficinas en La Habana, que constará de 18 edificios de oficinas de seis pisos en 186.000 metros cuadrados. El proyecto es una sociedad conjunta entre la agencia estatal cubana, Cubalse y el Grupo BM, una corporación israelí dirigida por Rafi Eitan.
16. Véase Juventud Rebelde, 18 de junio de 2007, en Gerardo Arreola, «Trabas burócratas ahondan crisis de vivienda en Cuba: Juventud Rebelde«. Citado en La Jornada, 18 de junio de 007. Según la publicación sindical Trabajadores, de 8.934 unidades habitaciones aprobadas para 2005, sólo 1.445 fueron construidas hasta mayo de 2007.
17. «La Población cubana decrece y envejece», Xinhua 11/07/2007; Gerardo Arreola «Decrece la población cubana», La Jornada 9 de marzo de 2007.
18. Íbid.
19. Raúl Castro, 26 de julio de 2007. Discurso en Camagüey. Raúl Castro cita el ejemplo del desperdicio de petróleo en el transporte de leche de las lecherías a las plantas de procesamiento de vuelta a consumidores que viven cerca de las mismas lecherías.
20. Discurso de Fidel Castro en noviembre de 2005 – Universidad de La Habana (Granma 19 de noviembre de 2005) e informe subsiguiente en Gerardo Arreola, «El Presidente cubano recibe 2006 en un gasolinera de la Habana». La Jornada, 2 de enero de 2006.
21. Discurso de Raúl Castro, 26 de julio de 2007.
22. Pedro Campos, «Debería Cuba reconsiderar comercio unidireccional con EEUU y avanzar a la autosuficiencia alimenticia», junio de 2007 ([email protected]).
23. Sobre la preponderancia de la propiedad estatal a pesar del avance de las sociedades mixtas véanse los pronunciamientos del Ministro de Economía José Luis Rodríguez en Gerardo Arreola, «Firme en Cuba el predominio de la propiedad estatal: Ministro de Economía», La Jornada, 30 de mayo de2007.
24. Entrevista en La Habana, 7 de febrero de 2005.
25. Gerardo Arreola, «Cuba: el fantasma de la censura», La Jornada 19 de enero de 2007.
26. Gerardo Arreola, «Intercambian invitaciones Castro y Uribe para hacer visitas recíprocas», La Jornada, 2 de abril de 2007; «Nueva etapa de cooperación y solidaridad con Cuba: Torrijos, La Jornada, 2 de diciembre de 2005. Torrijos es Presidente de Panamá y un notorio propugnador del libre mercado y partidario del ALCA.
27. El director de las importaciones de alimentos de Cuba, Pedro Álvarez, proyectó la compra de entre 1.500 y 1.600 millones de dólares en importaciones de alimentos de EEUU, la gran mayoría de los cuales podrían ser producidos en Cuba. Las importaciones de alimentos de EEUU representaron más de la mitad del déficit comercial neto de Cuba para 2006. Entre 2001 y 2006 Cuba ha gastado 2.260 millones de dólares en compras de alimentos de EEUU. Sobre las importaciones de alimentos de Cuba de EEUU, véase Ernst and Young, obra citada, Partes II y III; «Cuba prevé comprar este año en el exterior entre mil 600 y mil 700 millones de dólares en alimentos», La Jornada, 31 de julio de 2007. Sobre los precios exorbitantes en el mercado de agricultores de Cuba en relación con sueldos y jornales, véase BBC News, 31 de julio de 2007.
28. Raúl Castro subraya la necesidad de aumentar la producción de alimentos y de industrializar y diversificar la economía en su discurso del 26 de julio de 2007, critica la inercia burocrática y llama a nuevas formas de relaciones de propiedad incluyendo la inversión extranjera (esto como reacción ante la incompetencia de la actual administración estatal).
29. Actualmente, en Cuba, Raúl Castro ha convocado a una serie de grupos de trabajo independiente basados en académicos para considerar los problemas y deficiencias de la propiedad estatal y relaciones público-privadas alternativas.
30. La Jornada, 30 de mayo de 2007.
Los últimos libros del profesor Petras incluyen The Power of Israel in the United States (Clarity Press 2006) y Rulers and Rules (Clarity Press 2007).
Manuel Talens, Germán Leyens y Juan Vivanco son miembros de Rebelión. Talens y Vivanco son asimismo miembros de Cubadebate y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística.