(2’06» / 498 Kb) – Cerca de 2300 congresistas reunidos en el quinto Congreso Brasileño de Agroecología a comienzos del mes en Guarapari, Espírito Santo, aprobaron una moción de repudio a los procedimientos de la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad – CTNBio, para la aprobación del uso de maíz transgénico.Solamente este año, la Comisión Técnica […]
(2’06» / 498 Kb) – Cerca de 2300 congresistas reunidos en el quinto Congreso Brasileño de Agroecología a comienzos del mes en Guarapari, Espírito Santo, aprobaron una moción de repudio a los procedimientos de la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad – CTNBio, para la aprobación del uso de maíz transgénico.
Solamente este año, la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad, vinculada con el Ministerio de Ciencia y Tecnología ya aprobó el plantío comercial de tres variedades de maíz transgénico. La última modalidad, conocida como BT11, resistente a insectos, de la multinacional Syngenta, fue aprobada el día 21 de septiembre.
Según la integrante del Greenpeace, Gabriela Vuolo, las protestas ocurren porque la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad no posee criterios para la evaluación de los pedidos de liberación comercial, ni metodologías para análisis de riesgo de los transgénicos.
«Es una falta de criterio científico lo que ellos hacen hasta ahora. La Comisión Técnica – CTNBio – no tiene parámetros de evaluación, porque no tiene absolutamente ninguna norma. No posee norma para pesquisa en campo, no posee norma para liberación comercial, no posee norma para la coexistencia [de plantíos] y monitoría. Ellos aprueban los procesos de la manera que quieren.»
Gabriela explica cómo la falta de criterios genera distorsiones en las aprobaciones de la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad.
«Por ejemplo, la Bayer dijo que presentó un estudio de impacto ambiental, de ahí usted saca las páginas de este informe y mira que en verdad es un estudio de eficiencia agronómica, y que sirve para evaluar si el transgénico funciona y si realmente resiste al agrotóxico. Eso no es un estudio de impacto ambiental, pero la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad lo acepta justamente porque no hay norma. Eso es un absurdo.»