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¡Cuidado!: Niños trabajando

Fuentes: Argenpress

La tentación a explotar niños pobres es muy alta y el único antídoto es la voluntad política de los gobiernos que debieran perseguir esas prácticas como mismo persiguen al terrorismo. De todas maneras, existe un consuelo: hacerlos trabajar no es lo peor que se le puede hacer a un niño: prostituirlo, abusarlo sexualmente y utilizar […]

La tentación a explotar niños pobres es muy alta y el único antídoto es la voluntad política de los gobiernos que debieran perseguir esas prácticas como mismo persiguen al terrorismo.

De todas maneras, existe un consuelo: hacerlos trabajar no es lo peor que se le puede hacer a un niño: prostituirlo, abusarlo sexualmente y utilizar sus imágenes para el comercio con pornografía son todavía peores y más viciosos, porque nada tienen que ver con pobreza o la subsistencia. Al menos 8 millones de niñas ejercen la prostitución.

Todo el mundo sabe que un negocio prospera cuando abundan los clientes. Es el caso de la prostitución y la pornografía infantil, cuyo consumo no está ligado a la pobreza, sino todo lo contrario, es un placer del que disfrutan las personas de posición económica holgada, sobre todo de los países desarrollados.

El inventario, no debe olvidar que sólo en la década pasada, más de 80 millones de niños fueron involucrados como combatientes en guerras y conflictos armados. En esos eventos, las niñas sirven además para proveer sexo a los combatientes.

Estamos hablando de niños que no asisten a la escuela y no juegan, no cultivan la fantasía ni la camaradería, no conocen ni reproducen amor. Una parte de ellos crecerá y aquellos que logren sobrevivir serán adultos pobres y traumatizados, carentes de autoestima y de preparación, muchos crearán familias en las que crecerán niños trabajadores y algunos los enviaran a las calles para reiniciar otra noria salvaje.

Lo que ocurrió con Miguel Hernández sucedió también con Charles Perrault. Al lado de los actuales cuadros de vileza extrema, el niño yuntero, parece una estampa romántica y, frente a las niñas esclavizadas, prostituidas y abusadas, Cenicienta recuerda a una afortunada damita que tuvo su oportunidad y la supo aprovechar.