Un avión P-3 de combate de EEUU que salió de la base militar de Washington en Curazao violó el espació aéreo venezolano de nuevo el día 8 de enero de 2010 durante 19 minutos. El Presidente Chávez ordenó que fuera interceptado por F-16 venezolanos y fue escoltado fuera del territorio venezolano, destino a Curazao… la […]
Un avión P-3 de combate de EEUU que salió de la base militar de Washington en Curazao violó el espació aéreo venezolano de nuevo el día 8 de enero de 2010 durante 19 minutos. El Presidente Chávez ordenó que fuera interceptado por F-16 venezolanos y fue escoltado fuera del territorio venezolano, destino a Curazao… la saga continúa.
La reciente violación del espacio aéreo venezolano por parte de un avión militar estadounidense es otra evidencia de la escalada de provocaciones contra Venezuela y un ejemplo más del peligro que representa la presencia militar de EEUU en la región. Frente a las declaraciones de los gobiernos de Washington y Holanda desmintiendo dicha violación, fue revelada una grabación entre la torre de control del aeropuerto venezolano de Maiquetía y un piloto estadounidense en un avión del ejército de Estados Unidos, confirmando que el avión militar norteamericano había partido de Curazao. Según el piloto estadounidense, «no sabía» que estaba en el espacio aéreo venezolano, sin embargo, había llegado hasta la base militar de la Orchila, ubicada dentro del bien definido y conocido territorio marítimo venezolano. Este incidente no fue aislado.
Desde el año 2006, el Pentágono ha incrementado su presencia en la isla de Curazao, donde mantiene una base de operaciones de avanzada desde el año 1999. En el convenio original entre Holanda y Washington, se autorizaba la presencia militar estadounidense en Curazao para misiones contra el narcotráfico. No obstante, luego del 11 de septiembre de 2001, Washington comenzaba a utilizar todas sus instalaciones militares para combatir lo que percibían como «amenazas terroristas» o atentados contra los intereses estadoundienses. Para el año 2006, las operaciones estadounidenses desde Curazao no eran solamente misiones contra el narcotráfico de la Fuerza Aérea estadounidense, sino también había presencia de la armada, el ejército, la CIA y las fuerzas especiales de EEUU. Juntos, los componentes militares y servicios de inteligencia estadounidenses comenzaban a realizar maniobras y ensayos para combatir «una potencial amenaza terrorista en la región».
Llegaban portaaviones, buques de guerra, aviones de combate, helícopteres Black Hawk, submarines nucleares y miles de tropas a las aguas de Curazao para participar en las operaciones estadounidenses. El comandante de uno de los buques de asalto, la Fragata U.S.S. Stout, declaró a la prensa de Curazao el 11 de abril de 2006, «…somos la fuerza naval más poderosa del mundo y EEUU defenderá en todas las circunstancias a sus amigos en la región.» También destacó el comandante Thomas K. Kiss que su buque representaba «…una formidable presencia para defender los intereses de EEUU.»
Eso era en 2006. En 2008, Washington intentó clasificar a Venezuela como un Estado terrorista, aunque a última hora optó por no hacerlo, aún. Sin embargo, fue reactivada la Cuarta Flota de la Armada de EEUU en julio de 2008, también para «demostrar la fuerza y poder de EEUU y defender sus intereses y aliados en la región», como declaró su comandante. 2009 culminó con el acuerdo militar firmado entre Washington y Bogotá para establecer siete bases militares en Colombia operadas por el Pentágono. El acuerdo fue acompañado por un documento de la fuerza aérea de EEUU que destacaba la necesidad de invertir en las bases militares en Colombia para «contrarrestar la constante amenaza… de los gobiernos antiestadounidenses en la región» y para realizar operaciones de inteligencia, espionaje y reconocimiento, y mejorar la capacidad de las fuerzas armadas estadounidenses para ejecutar una «guerra de forma expedita» desde Colombia.
En diciembre 2009, el Presidente Chávez denunció la violación del espacio aéreo venezolano por parte de un avión no tripulado -conocidos como «drones»- de tecnología estadounidense, proveniente de Colombia.
Una publicación del Departamento de Estado clasificaba a las islas holandesas, Aruba, Bonaire y Curazao como «La tercera frontera de los Estados Unidos», señalándolas como parte de la «frontera geopolítica de los Estados Unidos» en la región. En reacción a la creciente presencia militar de Washington en su país, un periodista de Curazao que visitó uno de los buques de guerra estadounidenses, comentó que «Al desembarcar de la nave de guerra, tuvimos la sensación de que, de repente ahora somos muy importantes…»
* Eva Golinger es abogada, investigadora y escritora estadounidense-venezolana