La reunión del pasado fin de semana de los jefes de Estado de las 20 economías más importantes del mundo (G-20) en la localidad china de Hangzhou llegó a la conclusión de que la economía mundial todavía tiene problemas. El FMI calcula que 2016 será el quinto año consecutivo de un crecimiento global por debajo […]
La reunión del pasado fin de semana de los jefes de Estado de las 20 economías más importantes del mundo (G-20) en la localidad china de Hangzhou llegó a la conclusión de que la economía mundial todavía tiene problemas. El FMI calcula que 2016 será el quinto año consecutivo de un crecimiento global por debajo de la media del 3,7% registrada en el período de 1990 a de 2007.
Y justo antes de la cumbre del G-20, el FMI emitió un informe con una previsión de crecimiento aún más débil. «La alta frecuencia de datos apunta a un crecimiento más débil este año, especialmente en las economías avanzadas del G-20, mientras que el rendimiento de los mercados emergentes será más heterogéneo«. Y continua: «El panorama global sigue siendo limitado, con una dinámica de crecimiento a largo plazo desfavorable y con disparidades de ingresos nacionales que suponen nuevos desafíos para los gobiernos. Los desarrollos recientes, incluyendo una inflación muy baja, junto con la desaceleración del crecimiento del comercio y de la inversión, confirman ampliamente el modesto ritmo de la actividad global. La disminución de la inversión, agravada por los problemas de sobreendeudamiento del sector privado y los problemas de balance del sector financiero en muchos países, la tendencia a un crecimiento débil de la productividad, así como factores demográficos pesan sobre las perspectivas de crecimiento a largo plazo, lo que reduce aún más los incentivos para la inversión, a pesar de las tasas de interés históricamente bajas. Un período de bajo crecimiento que ha dejado de lado a muchas personas de bajos ingresos, que ha aumentado la ansiedad sobre la globalización y empeorado el clima político para las reformas. El riesgo de decrecimiento sigue dominando«.
la directora del FMI, Christine Lagarde, también escribió en su blog que «un crecimiento global débil, que interactúa con un aumento de la desigualdad, está alimentando un clima político en el que las reformas se estancan y los países recurren a políticas orientadas hacia el interior. En una amplia muestra representativa de las economías avanzadas, los ingresos del 10 por ciento se incrementaron en un 40 por ciento en los últimos 20 años, mientras que el crecimiento ha sido muy modesto en la parte inferior. La desigualdad también se ha incrementado en muchas economías emergentes, aunque el impacto en los pobres a veces se ha visto compensado por un fuerte crecimiento de los ingresos en general» .
Bajo crecimiento, elevada deuda, débil productividad y aumento de la desigualdad: esa es la historia de la economía mundial desde el final de la Gran Recesión en 2009.
¿Qué sugiere el FMI a los líderes del G-20 para salir de esta deprimente situación? En primer lugar, un mayor apoyo a la «demanda». Pero la política monetaria (cero o tasas de interés negativas y la impresión de dinero) no están funcionando. Por lo tanto, ha llegado la «hora de impulsar la inversión pública y mejorar las infraestructuras«. Pero el mundo necesita más «reformas estructurales» neoliberales, como la desregulación de los mercados laborales y de productos, el recorte de los planes de pensiones, etc., con el fin de aumentar la rentabilidad. Pero también se debería reducir la desigualdad a través de mayores beneficios básicos y una mejor educación para los trabajadores con salarios bajos. Así que necesitamos más globalización, más comercio mundial, más reformas neoliberales y menos desigualdad. ¡A ver como reconcilian eso!
Una idea que dominó la reunión del G-20 fue la necesidad de impulsar el comercio mundial y apoyar la «globalización». Como he expuesto con frecuencia, el crecimiento del comercio mundial ha sido pésimo y es una importante característica de la Larga Depresión desde 2009.