Me llegó, en formato de Power point, un documento que conmueve por el horror de las fotos que tomaron los estadounidenses cuando ocuparon los campos de concentración alemanes en 1945. En el orden comunicativo, del impacto visual, se pasa rápido a los textos que acompañan las terribles imágenes. Después, sin recuperarnos de la emoción, se […]
Me llegó, en formato de Power point, un documento que conmueve por el horror de las fotos que tomaron los estadounidenses cuando ocuparon los campos de concentración alemanes en 1945. En el orden comunicativo, del impacto visual, se pasa rápido a los textos que acompañan las terribles imágenes. Después, sin recuperarnos de la emoción, se nos insta a que reenviemos el documento gráfico a todos nuestros contactos, con la ¿justa? aspiración de llegar a 40 millones de personas.
Recibir un documento como el que refiero no es un hecho casual y aislado. He podido comprobar que otros similares están hoy en circulación en la «libre» autopista de Internet. Se trata de un procedimiento para broquelar con la desinformación y la manipulación de las personas lo que realmente ocurrió en la II Guerra Mundial. Es una vuelta, por otro medio y soporte, al debatido tema del holocausto judío, para colocarlo en el punto que conviene a los inescrupulosos intereses de los Estados Unidos y sus socios del imperialismo globalizado.
Los mensajes de este tipo que me han llegado proceden siempre de amigas y amigos cercanos, de personas muy sensibles y comprometidas con el humanismo y la justicia social. Es que el rechazo a la criminalidad del fascismo y la solidaridad que late en millones de personas actúan como eficiente mecanismo de propagación. Con muy buena voluntad se multiplican los reenvíos, mientras el centro -la dirección-, que facturó y lanzó el documento tendencioso queda oculto entre los miles -millones- de mensajes que inundan las casillas de correos. Develar la brutal tergiversación de la Historia y la desfachatez política, la trampa de que son víctimas tantas personas honestas, es una tarea que no puede esperar.
Sirva además esta incursión en la II Guerra Mundial de modesto homenaje al Héroe de la Unión Soviética Abduljakim Ismailov, el soldado ruso que izó la bandera soviética sobre el Reichstag de Berlín en mayo de 1945, como prueba irrefutable de la victoria. Abduljakim Ismailov acaba de fallecer a los 93 años.
Lo que dice, y sobre todo lo que no dice el documento
(1) El documento en Power point realza la figura del General D. D. Eisenhower, Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas, y tal parece que fueron los yanquis quienes liberaron a Europa y a todos los prisioneros de los campos de concentración. Se impone preguntarse: ¿qué pasó en Europa antes del 6 de junio de 1944, antes del desembarco en Normandía y la creación del demorado Segundo Frente? ¿El Comandante Supremo Eisenhower lo era también del Ejército Rojo, que liberó las dos terceras partes de Europa…?
El Segundo Frente adelantó el fin de la II Guerra Mundial en Europa y la derrota del fascismo alemán. La entrega y valentía de los oficiales y soldados estadounidenses, británicos y canadienses, merece todo nuestro reconocimiento. Pero lo que resulta inadmisible es silenciar el aporte fundamental que dio la Unión Soviética.
Precisamente la derrota del Sexto Ejército Alemán por el Ejército Rojo, el 1 de febrero de 1943, a raíz del sitio de Stalingrado, produjo el punto de inflexión que selló el curso de toda la contienda europea y mundial. Abduljakim Ismailov fue uno de los soldados-gigantes de aquella victoria decisiva. En el verano de 1943, después de la Batalla de Kursk , la URSS recuperó la iniciativa estratégica y la mantuvo durante el resto de la guerra.
En los precisos momentos en que se abre el Segundo Frente, el Ejército Rojo dirigido por J. Stalin, G. K. Zhukov y un contingente de brillantes jefes militares, con el heroísmo de los soldados del multinacional Estado soviético, arrojaba a los nazis de los últimos bastiones de resistencia en el suelo invadido de su patria.
En junio de 1944 los soldados soviéticos y los guerrilleros de los países ocupados ya habían liberado Kiev y las estratégicas regiones de Odesa y Crimea, y con ello pulverizaban el poderío militar alemán en Ucrania; también arrojaban a los fascistas de los países del Báltico e iniciaban la liberación de los pueblos de Europa: en esos momentos lanzaban una ofensiva masiva en el este de Bielorrusia, destruían el Centro del Grupo del Ejército Alemán y avanzaban hacia el oeste, hasta al río Vístula frente a Varsovia, en el centro de Polonia . También combatían en Rumania. Ya había caído en mayo de ese año el régimen títere de Bozhilov, que no pudo frenar el empuje de los comunistas y guerrilleros búlgaros reforzados con el apoyo logístico de oficiales y combatientes soviéticos. En Yugoslavia, bajo el mando del Mariscal Tito, 150 mil guerrilleros liberaban vastos territorios. Por entonces las tropas aliadas, que habían desembarcado al sur de Roma en enero de 1944, estaban estancadas en Italia central.
La Resistencia francesa, antes de Normandía, había alcanzado un imparable poder operativo, al punto que el 18 de mayo de 1944 el líder comunista Maurice Thorez llamó a la insurrección armada general contra los invasores de la Alemania fascista. Sin embargo los libros de los escolares estadounidenses, canadienses y británicos, apoyados en una nada casual ola de filmes y series televisivas sobre la II Guerra Mundial -llevadas a vídeo y puestas a «disposición» de nuestros hijos e hijas-, solo hacen referencia a los combates de las fuerzas aliadas «liberando» poblaciones francesas, lo que culminan con la entrada triunfal de las tropas estadounidenses en Paris.
(2) Hay que precisar que el pueblo SOVIÉTICO, no ruso como se dice en el texto de las diapositivas, llevó el peso de la guerra. Las víctimas de la Unión Soviética, sin contar desaparecidos y heridos, ascendieron a no menos de 27 millones de personas, lo cual significa que murieron 91,5 veces más rusos que estadounidenses, 69 veces más rusos que ingleses y 33,3 veces más rusos que franceses.
(3) En el documento se felicita a D. D. Eisenhower por la iniciativa de ordenar tomar las fotos de los campos de concentración para preservar la memoria histórica. Pero antes que el «gran jefe yanqui» tuviera esa sabia idea (que realmente lo es), ya Stalin había documentando toda la barbarie que se ensañó contra su pueblo. Fue justa Naciones Unidas cuando designó el 27 de enero como el Día Universal del Holocausto, aprovechando que se trata de la fecha que conmemora la liberación por las tropas soviéticas del mayor campo de la muerte, el de Auschwitz-Birkenau en Polonia.
(4) Se olvida ponerle nombre y apellido al holocausto: Lo hizo la Alemania fascista, los nazis de Hitler, que hoy vuelven a estar de moda en ese país, y por toda Europa y los Estados Unidos, con partidos «legales» que resucitan sus símbolos y a los asesinos, devenidos en héroes y toda su ideología racista y ultra reaccionaría.
(5) ¿Murieron 10 millones de cristianos y sacerdotes católicos? Pienso que si de religiosos se va a hablar, merecen la primera mención los rabinos masacrados junto con sus comunidades. También los miles de sacerdotes ortodoxos rusos y de otras nacionalidades, que pelearon y fueron asesinados por los nazis. Y sin dudas muchísimos testigos de Jehová, y ministros cristianos y sacerdotes católicos que también perecieron. Pero ¿y los monjes budistas que resistieron similar arremetida contra sus naciones por parte de los fascistas japoneses? ¿Los chinos, coreanos, vietnamitas que también sufrieron masacres, no se cuentan porque mayoritariamente no son cristianos? ¿Los etíopes que murieron peleando la derrota de Mussolini no existen porque tampoco eran cristianos, y además eran negros? Ojalá en la cuenta del costo humano de este documento estén los negros africanos y antillanos, devenidos al cristianismo por sus opresores británicos, franceses y holandeses, que dieron su aporte a la derrota del eje fascista.
Aunque los judíos eran víctimas principales, también fueron víctimas principales otros seis millones de personas de los pueblos eslavos, asesinadas por no ser «arios». También más de tres millones de prisioneros de guerra soviéticos, 250 000 gitanos… Un millón y medio de alemanes antifascistas comunistas, socialistas y sindicalistas, unos doscientos mil homosexuales y doscientos mil pacientes discapacitados física o mentalmente, en su mayoría alemanes, perecieron en las mazmorras y campos de concentración.
Una y otra vez se olvida que «los aliados» también emularon en crueldad. En respuesta a los bombardeos alemanes sobre Londres, el primer ministro británico W. Churchill tomó la decisión de aplicar la Ley de Talión y durante casi cinco años castigó las ciudades alemanas. El colmo del horror se alcanzó el 11 de septiembre de 1944 en Darmstadt. Todo el centro histórico de la ciudad, densamente poblado, desapareció en medio de un océano de llamas. En 51 minutos la urbe recibió un tonelaje de bombas superior al lanzado por Alemania contra Londres durante toda la guerra. Murieron 14.000 personas. Casualmente las fábricas de la burguesía fascista alemana situadas en la periferia de la ciudad apenas si fueron tocadas.
Mucho menos se habla del costo humano del genocidio nuclear, hecho horroroso e injustificable, con el que los Estados unidos quiso aterrorizar al mundo y amedrentar a la Unión Soviética, para inaugurar la época de la irracional carrera por esas armas de exterminio en masa.
(6) No me opongo a los méritos que pueda tener el General Eisenhower en la II Guerra Mundial, pero falta el balance histórico del asesino, Harry Truman, Presidente de los Estados Unidos de América en aquellos momentos, que ordenó los ataques atómicos contra Japón. El 18 de julio de 1945 el emperador del Japón telegrafió al presidente Truman para pedirle la paz una vez más. Su mensaje fue ignorado. Ya estaba decidido el zarpazo asesino. El 6 de agosto de 1945 se lanzó la primera de las bombas sobre la ciudad de Hiroshima. De este holocausto no se habla, aunque hay fotos tan o más horrendas que las de los campos de concentración. Japón reconoció 300 mil víctimas de las bombas atómicas. Se estima que hacia finales de 1945 el ataque atómico habían matado a 140.000 personas en Hiroshima y 80.000 en Nagasaki, aunque sólo la mitad falleció los días de los bombardeos. Las víctimas inmediatas murieron los días posteriores agonizando por quemaduras horribles, del 15 al 20 por ciento murieron después por lesiones o enfermedades atribuidas al envenenamiento por radiación que las llevó a padecer durante meses y años dolores atroces, junto al drama de verse morir sin cura posible. Familias enteras sufren hasta nuestros días, en sus descendencias, las terribles consecuencias de la barbarie yanqui; sus bebés nacen con malformaciones genéticas, cáncer y otros muchos males.
(7) Se utiliza el término Holocausto para hablar de la política fascista de «limpieza étnica», que consistió en la aniquilación sistemática de seis millones de judíos. En honor a la verdad, habría que hablar más que de un holocausto judío, de muchos holocaustos, o del gran Holocausto que desató la violencia de la guerra provocada por la ambición y la pugna de los nazis y las potencias imperialistas para repartirse el mundo. No olvidemos que los cálculos más exactos del costo humano de la II Guerra Mundial alcanzan los 60 millones de muertos.
(8) ¡Qué rápido olvidaron Eisenhower y los militares yanquis las fotos tomadas en los campos de concentración alemanes! ¿Qué pasó en Corea con la población civil a solo unos años (1950-1953) de aquellas fotos? ¿Y en Viet Nam en la década inmediata de los sesenta? ¡Los crímenes abominables de las boinas verdes en Son Mi y Mi Lai emularon a los de la aldea checa de Lídice, arrasada por las hordas SS nazis! ¿Y la reconcentración de la población vietnamita en aldeas con cercas fuertemente custodiadas y minadas, no emulaba al Gueto de Varsovia?
Los cubanos no podemos olvidar que fue Eisenhower, como presidente del imperio, el que dio el visto bueno a los primeros planes terroristas contra la Revolución Cubana en los primeros meses de 1959. El «republicano» Eisenhower aprobó el plan de invasión de Cuba por Playa Girón, que luego su sucesor el presidente «demócrata» J. F. Kennedy ejecutaría en abril de 1961. Así el país del Norte iniciaba su criminal política del terrorismo de Estado contra la naciente Revolución, con un saldo hasta ahora documentado de 3.478 muertos, 2.099 incapacitados y daños físicos y psíquicos a cientos de víctimas y familiares.
Se trata de una historia de horror cuyo penúltimo episodio fue el apoyo a los fascistas de la desmembrada Yugoslavia, los bombardeos genocidas y la guerra contra Serbia. ¡Qué casualidad que uno de esos fascistas tan útiles a la OTAN liderara el comando terrorista, pagado por «alguien», que se preparaba para asesinar al Presidente boliviano Evo Morales!
(9) ¡Qué buenos y democráticos son los gobernantes británicos, atentos a lo que dicen que es una solicitud de la minoría musulmana que vive en su país, mientras su primer ministro engañó, igual que el Emperador Bush, a su nación, para ir a la guerra contra Irak y participar en la masacre de la población musulmana Iraquí: el más reciente de los holocaustos!
Para justificar la invasión de Irak, el gobierno fascista de G. W. Bush, en complicidad con los británicos, afirmó que ese país poseía armas químicas. No solo se comprobó que esta fue una gran mentira, sino que además el país del Norte, que sí posee miles de estas armas, las está usando en la guerra contra esa nación. Está documentado el crimen de guerra de noviembre de 2004, cuando los aviones estadounidenses rociaron en la ciudad iraquí de Falluya cantidades masivas de fósforo blanco y napalm. Murieron insurgentes y civiles por igual, que quedaron marcados con las graves quemaduras típicas de esas armas químicas prohibidas por el Convenio sobre Armas Convencionales de 1980. Como vemos, las tropas SS de asalto y los boinas verdes, se tecnifican y repotencian en poder destructivo, maldad y criminalidad
(10) Otro error nada ingenuo es decir que el mundo vio con indiferencia el holocausto. Desde el golpe fascista de julio de 1936 contra la España Republicana, lo mejor de la humanidad se empeñó en luchar contra el fascismo. Hay que decir que en tales combates un lugar de vanguardia lo tuvieron LOS COMUNISTAS, que trabajaron, pelearon y fueron a los campos de exterminio, mientras Prescott Bush , el abuelo del último Emperador Bush, y toda la cohorte de capitalistas norteamericanos, británicos y franceses sí «miraban hacia otra parte» y se enriquecían haciendo negocios con la Alemania nazi. Aspiraban los gobiernos imperialistas de entonces a que la maquinaria de guerra y destrucción de la Alemania fascista la emprendiera contra la URSS, y a eso los alentaron. Hitler los sorprendió atacándolos primero a ellos, para luego con esa fuerza, emprenderla contra el país de los soviets.
(11) Ahora se enteran de que falta el holocausto en los libros británicos: ¿Cómo se enfoca este tema en los libros alemanes, austriacos o japoneses? ¿No se conocen los fuertes debates al respecto en Francia y otros países europeos, y no por solicitud de «los musulmanes», sino de los partidos «parlamentarios» neofascistas, donde militan ciudadanos de esos países? ¿Acaso sobre este tema de la masacre fascista en la II Guerra Mundial, se les insiste a los escolares estadounidenses? No preocupa cómo las fuerzas reaccionarias que han llegado al poder en Lituania, Estonia, Ucrania y en otras repúblicas ex soviéticas, en Rumania y otras naciones ex socialistas, cambiaron la historia en sus libros escolares, para que los ejércitos de mercenarios fascistas aliados a los ocupantes nazis, fueran ahora «nacionalistas» «patriotas» que se defendían de «la amenaza y la invasión comunista de Rusia». Búsquese lo que desdice Encarta a propósito de Ucrania: «los alemanes invadieron Ucrania durante la II Guerra Mundial, los nacionalistas ucranianos esperaban que una república ucraniana independiente podría formarse bajo protección alemana» (Microsoft ® Encarta ® 2009. © 1993-2008).
(12) La propia manipulación carece de sustentabilidad noticiosa: si Irán dice que el holocausto no existió, esa sería la errónea lectura histórica de determinada persona, grupo o dirigente o dirigentes de ese país. ¿Cuál es el interés por subrayar declaraciones que se circunscriben a un juicio sobre la historia? Resulta evidente que en el asunto hay mucho más involucrado.
El cuestionamiento del holocausto no es un tema propiamente iraní: Fue el profesor francés Paul Rassinier, un prestigioso intelectual socialista detenido en el campo de Buchenwald entre 1943 y 1945, quien primero cuestionó el tema del holocausto judío. Después lo han hecho más personas en Europa y Norteamérica. En 1995 la revista japonesa de economía y negocios Marcopolo señaló que «cada vez eran menos las razones para creer que en la Alemania nazi habría tenido lugar un Holocausto» de judíos y gitanos. ¿Por qué ahora esta algarabía? Evidentemente se trata de atacar a Irán y al pueblo musulmán con el tema de la desmemoria.
(13) Se repite hasta la saciedad lo que la prensa afirma que dijo el presidente Iraní Mahmud Ahmadineyad sobre que el Holocausto es una mentira, pero casualmente se omite la totalidad de la afirmación del gobernante y de otros de sus voceros: «El Holocausto es una gran mentira creada para situar a Israel como estado gendarme en el Oriente Medio». El Presidente iraní se ha dirigido a los europeos con una lógica aplastante: «Si ellos de verdad creían haber cometido una masacre entonces ellos debían compensar a los judíos con la tierra europea y no con el territorio palestino». El silenciamiento de esta parte del discurso de Ahmadineyad deja de mencionar lo fundamental: que el tema del genocidio nazi contra el pueblo judío, fue y es punta de la manipulación política, primero para crear en medio de los pueblos árabes un Estado aliado a los intereses Occidentales «una patria permanente para los judíos sobrevivientes», y después para enmascarar sus atroces métodos de terror y mantener una agenda internacional de permisibilidad para con los jerarcas sionistas.
(14) Lo que los árabes en general -y los palestinos más aún- plantean, es que ellos viven en un holocausto permanente, frente a la criminalidad del Estado de Israel, con el apoyo incondicional de Washington. Que no es un genocidio de seis o siete años como en la II Guerra Mundial, sino que ¡¡¡ya tiene más de medio siglo!!! Lo que sí debe interesar, alarmar y unir a todos en el más amplio y decidido rechazo, es el hecho público e incuestionable de que el Estado de Israel, un país de judíos, tenga la desmemoria de tratar a los palestinos y árabes igual o peor de lo que trataban los nazis a los judíos en los guetos y campos de concentración.
El genocidio de los israelíes se ha multiplicado con las invasiones de Irak y Afganistán por las tropas norteamericanas, británicas y de los demás aliados de la OTAN: y tal crimen se ve indiferente por el mundo capitalista, que lo oculta y tergiversa ahora, con su bien montado aparato mediático, bajo el slogan de «la guerra contra el terrorismo»,
(15) Con materiales como este se trata «técnicamente» de ablandar a la opinión pública mundial para sustentar el bloqueo y la agresión contra Irán. Ese país hace uso de su derecho soberano a desarrollar la tecnología nuclear con fines pacíficos, pero aún en el hecho de que decidan mañana desarrollar tecnología militar, el ataque a su soberanía es insostenible: ¿Cuándo van a renunciar los Estados Unidos y las potencias europeas a sus arsenales nucleares? Un solo error en cualquiera de esos almacenes de la muerte puede destruir en cadena la actual civilización. ¿Por qué no le piden a Israel que entregue las bombas atómicas que posee, gracias a la «generosa colaboración» estadounidense? ¿India y Pakistán pueden detonar pruebas de armas nucleares y sin embargo Corea no puede hacerlo? ¿Irán ni siquiera puede tener esa tecnología para su desarrollo? Son ni más ni menos que los indefendibles «dobles raseros» que los Estados Unidos y el Occidente imperialista manejan con total desfachatez.
No es sostenible el punto de que el holocausto no existió. Podemos simpatizar o no con las posiciones que asumen, en uno u otro punto, los gobernantes de Irán. En general, a quienes tenemos una cultura de raíz Occidental, nos es difícil comprender aspectos de las culturas de las naciones árabes, incluidas algunas de sus formas religiosas y políticas. Pero no es difícil demostrar que Irán no es la Alemania nazi, ni por su régimen político, ni por su ideología, ni por su religión, ni desde luego por su potencial económico. No son los bárbaros e incultos, que pretende crear la propaganda antiárabe, y sí una antiquísima y culta civilización. El Estado terrorista de esa región del mundo es Israel.
Los crímenes contra la Historia: El terrorismo ideológico
Reitero que no hay casualidad. Materiales como este que comento son fabricados por funcionarios tarifados, por agentes de los servicios de subversión, diversión y guerra psicológica del Pentágono y la CIA en el país imperialista del Norte y por sus socios de la comunidad «de inteligencia» de la OTAN. Se «trabaja» así la campaña «antimusulmana», para sembrar rechazo a nivel psicológico, construir prejuicios y sentimientos antiárabes y antiiraníes y romper los vínculos históricos culturales que crea el conocimiento del pasado y su intelección objetiva desde el presente. El Objetivo es evidente: privar de conocimientos históricos para entorpecer la capacidad analítica, controlar a la opinión pública «cristiana» y occidental, y contribuir a justificar las guerras de rapiña por el petróleo y el control geoestratégico del Medio Oriente. Se prepara por demás lo que de inmediato se avecina: un ya declarado ataque nuclear de Israel contra Irán.
Asesinar la Historia, tergiversarla, borrarla y cambiarla a favor de sus enajenantes finalidades opresoras es uno de los crímenes más siniestros de la actual ofensiva ideológico cultural imperialista. El caso que nos ocupa es aleccionador.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.