Basada en hechos reales, la película Dallas Buyers Club es mucho más que la historia de un hombre enfrentándose al sida: trata sobre la superación personal y la lucha de miles de personas dispuestas a rescatar una sanidad secuestrada a día de hoy por los intereses económicos. Ron Woodroof es un electricista texano que vive […]
Basada en hechos reales, la película Dallas Buyers Club es mucho más que la historia de un hombre enfrentándose al sida: trata sobre la superación personal y la lucha de miles de personas dispuestas a rescatar una sanidad secuestrada a día de hoy por los intereses económicos.
Ron Woodroof es un electricista texano que vive al límite. Apasionado del rodeo y corredor de apuestas, se presenta como un personaje homófobo, machista y racista, pero todo cambia cuando le informan de que tiene el sida y sólo le quedan 30 días de vida.
Excluido de un programa experimental para testar un nuevo medicamento, el AZT, Ron está decidido a hacer lo que sea necesario para sobrevivir, y empieza a documentarse y a buscar en el mercado negro. Tras una visita a México, confirma que los efectos secundarios del AZT son casi peores que la enfermedad en sí. Es entonces cuando, ayudado por una mujer transexual, decide fundar un club en el que se accede a un tratamiento médico alternativo mucho menos agresivo, no aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU.
La película es una crítica a la industria farmacéutica y al poder de los lobbys, capaces de jugar con la vida humana en pos de sus beneficios económicos. Vemos a algunos médicos que venden su integridad y a otros que se niegan a guardar silencio, uniéndose a otras personas que, afectadas o no, se movilizan o incluso son arrastradas a la ilegalidad con tal de vencer a la muerte a la que son condenadas, forjándose la solidaridad entre ellas y accediendo a sacrificar lo poco que tienen con tal de ayudar. Una lucha que mucho tiene que ver con la defensa de la sanidad pública en el Estado español ante los recortes y su progresiva privatización. Dispuesto a morir con las botas puestas, Ron nos formula la siguiente pregunta: «¿Quiénes son los traficantes?».
A través de esta lucha, Ron no sólo vence sus contradicciones iniciales (es rechazado por sus «amigos» y sufre la homofobia típicamente vinculada al sida), sino que también encuentra el sentido de su existencia: «Lucho por una vida que no voy a tener tiempo de vivir». Se produce así una metamorfosis que va mucho más allá de él mismo.
Un diez a nivel técnico e interpretativo, merece la pena visionarla en versión original; pero si recomiendo ver esta película es sobre todo por su mensaje: la lucha de un hombre contra la muerte (en una alegoría del rodeo), convertida en la lucha de miles de personas por la vida, a pesar de este sistema que insiste en ponerle un precio.
Ángela Solano (@Angela_Freebird) es militante de En lucha / En lluita
Artículo publicado en el Periódico En lucha / Diari En lluita
http://enlucha.org/diari/de-