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De Mao al mall

Fuentes: La Jornada

China ya no es sólo una nación de vendedores, sino también de compradores

El año pasado se suscitó un acalorado debate entre economistas sobre el veloz crecimiento económico de China. Algunos, como Brad Setser, de Roubini Global Economics, creen que las exportaciones han sido el principal generador; otros, como The Economist y Jonathan Anderson, de UBS, piensan que la demanda doméstica -inversión en caminos, ferrocarriles, coches, ropa y similares- ha sido la fuerza motriz. En este momento el debate se centra en qué tanto podría dañar la recesión estadunidense a la economía china y cómo podría favorecer el consumo chino al resto de la economía mundial. Nuevas cifras sugieren que la demanda china se incrementa lo suficiente para compensar la creciente debilidad de sus mercados de exportación. Ésa podría ser una buena noticia para todo el mundo.

Es innegable que, el año pasado, el superávit de cuenta corriente de China se elevó a 10% de su PIB (un registro sin precedente), lo que significa que el país produjo mucho más de lo que consumió, y dependió del extranjero para colocar el excedente. Pero éste es un cambio en el superávit comercial del país, no en su tamaño absoluto, lo cual es importante para el crecimiento de PIB. El aumento de exportaciones netas (lo que se exporta menos importaciones) nunca ha sido la fuente principal del crecimiento de China. Las exportaciones contribuyeron de dos a tres puntos porcentuales al crecimiento anual del PIB entre 2005 y 2007, mientras la demanda doméstica (consumo e inversión) lo hizo con ocho a nueve puntos porcentuales. Las últimas cifras muestran que las exportaciones son ahora menos importantes como motor de crecimiento. La más reciente actualización trimestral del Banco Mundial sugiere que las exportaciones netas de China contribuyeron con sólo 0.4 puntos porcentuales al crecimiento anual del PIB al cuarto trimestre de 2007 (ver gráfica). El crecimiento total del PIB se redujo muy modestamente (a 11.2%) debido al rápido crecimiento de la demanda doméstica, que contribuyó de manera impresionante con 10.8 puntos porcentuales.

La importancia de esto es que, aunque se pronostica que el crecimiento del PIB chino se reducirá 9-10% durante 2008, si la mayor parte de ese crecimiento proviene del consumo interno y la inversión, entonces, en términos absolutos de dólar, China bien podría contribuir más a la demanda global este año que en 2007.

Dragonomics, empresa de investigación económica con sede en Pekín, pronostica que la contribución de las exportaciones netas al crecimiento del PIB descenderá a cero durante 2008, pero será compensada, en parte, por el sólido crecimiento de la inversión y el consumo. Después de crecer a un promedio de 80 mil millones de dólares (mdd) durante los tres años pasados, es probable que el superávit comercial de China permanezca más o menos similar este año. El crecimiento anual de las exportaciones cayó de 28% en el primer trimestre de 2007 a 22% en el cuarto, en virtud del debilitamiento de la demanda estadunidense y el impacto de un yuan más fuerte.

Mientras tanto, el crecimiento de las importaciones se elevó de 18% a 26%, respaldado por una sólida demanda industrial y comercial. En otras palabras, las importaciones chinas crecen ahora más rápido que las exportaciones. El superávit comercial de China creció sólo 12% anual (en términos de dólar) al cuarto trimestre; lo que se compara con un aumento de casi 90% durante la primera mitad del año pasado. Esto se debió, en parte, a altos precios de petróleo que aumentaron el valor de las importaciones, pero aun en términos de volumen ajustado a la inflación, el superávit dejó de crecer en la parte última del año pasado.

Hora de abrir las carteras

No sólo la mayor parte del crecimiento de China provenía de la demanda doméstica a finales del año pasado, sino también había señales de un «nuevo equilibrio» de la economía, desde las inversiones hasta el consumo. Utilizando las cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas de China, Mark Williams, economista de Capital Economics, firma de investigación de Londres, estima que en 2007, por primera vez en siete años, el consumo representó una porción mayor del crecimiento del PIB que la inversión. Las restricciones gubernamentales al préstamo bancario provocaron que el crecimiento de la inversión se redujera ligeramente, mientras el consumo repuntó. Las cifras mensuales sobre inversión de activos fijos muestran un crecimiento anual de más de 20%, pero esas cifras son engañosas. Medida sobre la misma base de cuentas nacionales que el PIB, que excluye ventas inmobiliarias, la inversión real se elevó un modesto 11% anual al cuarto trimestre, menos que el crecimiento del consumo real.

La información sobre el gasto de los consumidores en China es notoriamente turbia. La tasa anual de crecimiento de las ventas al menudeo se ha levantado de 13% a principios de 2006 a 20% en diciembre del año pasado (ver gráfica). Algunos escépticos argumentan que este aumento se debe sobre todo a un incremento de la inflación. Sin embargo, el índice de precios al consumidor no es el deflactor apropiado porque otorga un peso mucho mayor a los alimentos (la fuente principal del reciente aumento de la inflación) que a la participación de los alimentos en el total de las ventas al público. Frank Gong, economista en JP Morgan, sostiene que, usando un deflactor más apropiado, el gasto real se ha acelerado de manera ostensible, sobre todo en utensilios domésticos. Un estímulo importante es que el año pasado, por primera vez en un lustro, el ingreso urbano real disponible per cápita se elevó más rápido que el PIB. Esto debería ayudar a mantener el rápido crecimiento del consumo en 2008.

Eso es exactamente lo que el gobierno estadunidense ha exigido durante años: un crecimiento derivado más del consumo que de exportaciones e inversiones. En efecto, podría esperarse que, si el superávit comercial de China deja de crecer y la demanda de los consumidores juega un papel más importante en el crecimiento, podrían disminuir las tensas relaciones internacionales. La complicación es que, incluso si las exportaciones netas contribuyen más al crecimiento de China, sus superávit comerciales con Estados Unidos y Europa seguirán siendo incómodamente grandes. Y, dice Williams, a medida que los exportadores chinos incursionan en productos más costosos, se convierten en una mayor amenaza para los productores occidentales.

Es probable que en 2008 China sufra la primera desaceleración en siete años. Pero la sólida demanda doméstica podría evitar que una recesión estadunidense frene de manera brusca a la economía. De hecho, dado el nivel del sobrecalentamiento, una desaceleración sería bienvenida por los políticos chinos. Y si casi toda la desaceleración proviene de las exportaciones netas, en tanto que el consumo doméstico permanece robusto, entonces el mundo entero puede celebrarlo también.