La pequeña ciudad de Midland, en el oeste del meridional estado de Texas, se enorgullece de ser el lugar donde pasó su infancia el presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
«Redacted» (término en inglés arcaico que significa «redactado» o «revisado»), la nueva película del cineasta Brian De Palma, se acerca a la peripecia de otro hombre criado en Midland, cuyas hazañas no constan en los folletos de la Cámara de Comercio de la ciudad.
El protagonista del filme se basa en una persona real, muy real: Steven Dale Green.
Al igual que Bush, Green sucumbió precozmente a las bebidas alcohólicas. Antes de cumplir 20 años, era conocido por sus abusos con el alcohol y drogas prohibidas. Además, fue condenado en tres ocasiones por delitos menores.
En 2005, dos años después de que Bush se declarara victorioso en la guerra de Iraq, el ejército estadounidense sufría una caída en el reclutamiento. Las oficinas dedicadas a ese proceso adoptaron criterios más liberales para aceptar nuevos soldados.
Así fue como el soldado raso de primera clase Steven Dale Green llegó a Iraq en el otoño boreal de 2005. Una vez allí, este otro hijo de Midland también dejó su marca en la historia: se lo considera el principal instigador de la atroz masacre de Mahmudiyah.
Una tarde de marzo de 2006, soldados estadounidenses apostados en ese suburbio de Bagdad, estimulados con un rudimentario trago que incluía whisky y bebidas energizantes, irrumpieron en el hogar de Abeer Qasim Hamza al-Janabi, de 14 años.
Mientras dos soldados se turnaban para violarla, al parecer fue Green quien asesinó a tiros los padres y la hermana de cinco años de la niña.
Según los otros soldados involucrados, Green también violó a Abeer y luego la mató. Uno de sus secuaces echó luego queroseno sobre el cadáver y le prendió fuego.
Cuatro soldados fueron arrestados por su participación en el crimen, y un quinto lo fue por no denunciarlo. Antes de que su involucramiento saliera a la luz, Green fue destituido del ejército por motivos psiquiátricos.
Los primeros en violar a Abeer –el sargento Paul Cortez y el soldado James Barker– terminaron confesando y ahora cumplen condenas de al menos 10 y 20 años de prisión, respectivamente. En «Redacted», que se basa sobre esta tragedia, sus papeles se fusionan en un solo personaje, llamado B.B. Rush.
El propio Green espera ser juzgado en un tribunal federal y podría ser condenado a muerte. En la película, el personaje inspirado en él se llama Reno Flake.
Ningún político de los que proclamaron las virtudes de la invasión es siquiera mencionado en el poderoso filme de De Palma, ni siquiera Bush.
Con excepción de un coronel que aparece brevemente en la pantalla para lograr un efecto de humor negro, «Redacted» refleja sólo suboficiales, el escalón más bajo de los soldados en Iraq, los peor pagados y los que perpetran la mayoría de las matanzas atribuidas a las tropas estadounidenses.
«Redacted» parte de la hipótesis de que la naturaleza de la guerra y el espíritu con que Washington la afronta coloca a los soldados que están en el frente en una posición imposible de aguantar.
Entre los soldados estadounidenses que libran la guerra de Iraq, un aburrimiento insoportable es rutinariamente interrumpido por situaciones en las cuales el abandono de los principios morales y el trauma psicológico son prácticamente inevitables.
La película ofrece una mirada sobre hombres básicamente decentes que se sintieron obligados a guardar silencio sobre los horrores cometidos deliberadamente por sus camaradas, o que incluso los presenciaron sin intervenir.
De Palma ha dicho que uno de sus objetivos era que el público experimentara «lo que haría que un grupo de muchachos comunes hiciera algo tan loco». Pero los dos protagonistas de la versión de la masacre presentada en «Redacted» distan de ser «muchachos comunes».
En el primer acto de violencia visto en la pantalla, Flake –sin apartarse una pulgada de la política militar establecida desde Washington– dispara contra un automóvil iraquí que cruzó la «línea de fuego» del puesto de control carretero que su escuadrón tiene a cargo.
Luego, cuando le preguntan si siente remordimientos por la muerte de una mujer embarazada que viajaba en ese automóvil, exhibe una insensibilidad exagerada, que podría entenderse como un intento desesperado por aliviar un verdadero dolor.
Pero esa interpretación de la escena queda fuera de lugar al descubrirse que la insensibilidad de este personaje no es fingida sino sincera.
Green, el soldado que inspira al protagonista, participó en una matanza similar a la del puesto de control (aunque en ese caso real el asesinado fue un hombre iraquí).
En la representación de la destitución de Flake se incluyen líneas reproducidas casi literalmente de una entrevista que Green concedió a un reportero militar.
Sin embargo, se perdió una tragedia más profunda. Soldados que no sufren los defectos de Green continúan siendo obligados a cometer actos básicamente idénticos, dictados por la política, el temor e incluso la prudencia circunstancial.
No fue uno de los «muchachos comunes» de la unidad quien custodiaba la línea de fuego y cumplió con la obligación de matar. La posibilidad de reflejar una verdad a través de la ficción quedó, así, desaprovechada.
Advertir que Flake está demente le quita interés a la trama. Pero se lo habría agregado saber si, como su inspirador, el ejército sabía de sus profundos problemas psicológicos.
En diciembre de 2005, a Green se le diagnosticó «ideaciones homicidas». El plan de tratamiento consistía en unas pocas dosis de Seroquel, un regulador del estado ánimo, y mucho sueño.
Pero Green, sin que se le programara un control profesional a su trauma, volvió a cumplir funciones en uno de los lugares más violentos del mundo: el llamado Triángulo de la Muerte, donde se encuentra Mahmudiyah.
En enero de 2006, Green le expresó al comandante de su batallón un gran odio por todos los iraquíesn.
Se sabe que Barker lloró en el tribunal mientras explicaba su estrategia emocional para sobrevivir en Iraq: «Me volví enojado y malo.» Es imposible, en cambio, imaginar a Rush derramando una lágrima por nada que no sea un vaso de whisky vacío.
Al final, De Palma formula un alegato fílmico que estandariza sus villanos y torna esta película –magistral, en la mayor parte de su transcurso– en un despropósito.
Flake no refleja a su modelo de la vida real y Rush resulta una invención sin sentido, obvia y trillada. Nació para ser grande, enojado y malo.
Barker y Cortez, la inspiración de Rush en la vida real, trasuntan una historia mucho más penosa, ilustrativa y desconcertante sobre el efecto de la guerra en el alma humana. (FIN/2007)