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De Pekín 2008 a Barcelona 1992, un recomendable viaje atrás en el tiempo

Fuentes: Rebelión

Los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 se están caracterizando por las continuas acusaciones hacia la República Popular China de vulneración de los derechos humanos por parte de determinadas ONGs, los Estados Unidos, y estados occidentales europeos, expresadas, reiterativamente, una y otra vez, por los grandes medios de comunicación de masas, que se pretenden así erigir […]

Los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 se están caracterizando por las continuas acusaciones hacia la República Popular China de vulneración de los derechos humanos por parte de determinadas ONGs, los Estados Unidos, y estados occidentales europeos, expresadas, reiterativamente, una y otra vez, por los grandes medios de comunicación de masas, que se pretenden así erigir en supremos defensores de los derechos humanos en ese país.

Bush expresaba el 7 de agosto en Bangkok, un día antes del comienzo de los Juegos, su «*profunda preocupación por la detención de disidentes y la situación de los derechos humanos en China*» (La Jornada, 07/08/08), por otro lado, Amnistía Internacional aseguraba que «*los Juegos Olímpicos han deteriorado los derechos humanos en China*», y añadía: «*En los alrededores de las instalaciones que se van a utilizar para la celebración de los juegos, muchas personas han sido detenidas y expulsadas de sus casas. Las restricciones y censuras en Internet se han incrementado por denunciar la situación en el contexto de los Juegos y los activistas que protestaban por considerar que los Juegos no debían ir a China han sido detenidos*» (Europa Press, 29/07/08). Aunque el Gobierno español de manera oficial, a diferencia del francés que sugirió la posibilidad del boicot, no ha hecho declaración expresa sobre el estado de los derechos humanos en China a cuenta de la celebración de los Juegos Olímpicos, medios de comunicación afines a la socialdemocracia española, sí se han pronunciado al respecto, el 8 de agosto, el periodista de El País, Carlos Arribas, escribía: «*Los argumentos del movimiento deportivo y de las potencias ante Pekín recuerdan los utilizados con Hitler en 1936*», una afirmación muy del gusto de la socialdemocracia imperialista española y europea, mientras que Esteban Beltrán el 3 de agosto en Público escribía en su artículo «El lado oscuro de la cita olímpica»: «*La verdad, no sé si los Juegos Olímpicos en Pekín van a ser un éxito deportivo o mediático, pero hasta ahora no sólo no han ayudado -como prometía Jacques Rogge, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI)- a mejorar los derechos humanos en China, sino que han contribuido a su deterioro.*», continuaba diciendo que «*Lejos de actuar como catalizador de reformas, las autoridades chinas han utilizado la celebración de los Juegos Olímpicos como pretexto para ampliar el uso de la detención administrativa punitiva, en particular la «reeducación por el trabajo». El 7 de febrero de 2007, el Departamento de Seguridad Pública de Pekín anunció que durante el año siguiente la policía ampliaría los periodos de rehabilitación forzosa de drogodependientes de seis meses a un año.*»

China y la retórica de los derechos humanos

Es pura retórica, o mejor dicho, una mera arma de guerra sicológica contra el enemigo a batir. La utilización de la vulneración de los derechos humanos como un medio más de desprestigiar al enemigo, de caracterizarlo como un criminal sin escrúpulos, una bestia, y como argumento supremo y siempre válido para justificar todo tipo de intervenciones militares, violaciones a la soberanía nacional e independencia, golpes de estado, acciones armadas indiscriminadas, operaciones secretas de contrainsurgencia, etc. El recurso a la vulneración de los derechos humanos para ocultar, en definitiva, los intereses de multinacionales y estados imperialistas por oprimir y explotar, por acumular más y más, a costa del sudor y la sangre de los pueblos y los trabajadores.

Ya lo comprobamos en la antigua Yugoslavia, en Irak, en Afganistán, lo comprobamos en las burdas campañas de intoxicación dirigidas contra Cuba, Venezuela y Bolivia, Irán, Siria, Zimbabwe o Bielorrusia. A cada gobierno popular que surge en el mundo y que tenga la osadía de proclamar su soberanía e independencia, y de optar por vías de desarrollo propias y orientadas socialmente, le sigue una intensa campaña de intoxicación donde la vulneración de los derechos humanos es el tópico más reconocido y utilizado. Es de manual.

El peligro que representa la República Popular China no es el de ser un estado socialista con un Partido Comunista de carácter revolucionario y marxista-leninista, no es el de ser un país que ofrece una alternativa socialista de desarrollo a imitar por países oprimidos y movimientos de liberación, ni mucho menos. China es enemigo a batir porque es un rival, al igual que Rusia, en los planes del imperialismo norteamericano por ser la potencia única y super hegemónica; así, China es elogiada cuando permite a las multinacionales y bancos europeos y norteamericanos instalarse en suelo chino, proporcionando mano de obra barata, cuando permite un rol cada vez más decisivo a las diferentes burguesías del país en lo político y en lo económico, cuando China supone para las multinacionales no sólo un país donde producir barato sino un enorme mercado para sus mercancías, cuando esto es así, muy poco le importan los derechos humanos a los imperialistas occidentales, sin embargo, China sí es condenada cuando no llega a someterse a los dictados del imperialismo norteamericano o del bloque europeo, cuando no liberaliza ni abre lo suficiente su mercado a las multinacionales, cuando dispone de enormes sumas de dólares en concepto de compra de deuda pública norteamericana, cuando supone un rival para el control de materias primas en Eurasia, África o Latinoamérica, en definitiva, cuando China se procura un desarrollo capitalista independiente y no tutelado por las multinacionales o los estados imperialistas occidentales, llegando a acuerdos comerciales con países del llamado «Tercer Mundo», especialmente África, o a alianzas estratégicas con otras potencias emergentes como Rusia, Brasil o India, que tanto inquietan a los EEUU.

El periodista belga, Michel Collon, en su libro «*Monopoly. La OTAN a la conquista del mundo*» (Hiru), lo dejaba bien claro recordando el bombardeo que sufrió la embajada china en Belgrado durante los criminales bombardeos de la OTAN en 1999: «*Pero también se trata de un país cuya potencia económica y política está en aumento.¿Cuáles son en realidad los objetivos generales de Washington? 1. Impedir que China sirva de polo de atracción a los pueblos del tercer mundo que, sobre todo en Asia, quieren resistirse al Nuevo Orden Mundial. 2. Frenar el aumento de su potencia. 3. Hacerse con el control del inmenso mercado chino.* «. Más tarde este mismo periodista en un artículo publicado en la revista Kalegorria de octubre de 2001 argumentaba: «*El continente euro-asiático continua siendo «el tablero sobre el que se juega la suerte del mundo», escribe el estratega USA Brzezinski. «Debemos vigilar que ningún Estado o grupo de Estados esté en condiciones de expulsar a los Estados Unidos de Euro-Asia o de debilitar su papel dirigente». Además, Estados Unidos pretende también controlar a los colosos de la región: China y Rusia. Sus dos objetivos: impedir que la China socialista continúe desarrollándose como potencia económica y militar con capacidad de hacerle frente. E impedirle a Rusia aproximarse a China y a otros países del tercer mundo. Pakistán, Afganistán y Tadjikistán forman un puente entre China y Rusia. He aquí lo que agudiza el apetito de Estados Unidos…*». Es el conocido como el «cerco a China», cerco que tiene su ampliación política y mediática en estos Juegos Olímpicos, ya sea con extrañas ONG’s que aparecen de repente reclamando los derechos de los cristianos, con fantasmagóricos independentistas tibetanos, o con organizaciones armadas islámicas que se expresaban en estos términos: «*Por medio de esta santa jihad, esta vez en Yunnan, el Partido Islámico del Turkestán advierte a China una vez más. Nuestro objetivo es atacar la mayor cantidad de puntos críticos relacionados con los Juegos Olímpicos. Intentaremos atacar duramente las principales ciudades chinas utilizando tácticas que nunca se han usado. Por última vez advertimos a China y a la comunidad internacional de que aquellos espectadores, atletas, particularmente los musulmanes, que están planeando asistir a los Juegos Olímpicos, por favor, cambien sus planes de ir a China. Por favor, no estén junto a los infieles. Los voluntarios del Partido Islámico del Turkistán emprenderán acciones militares violentas contra los individuos, departamentos, sedes y actividades relacionadas con las Olimpiadas en China*», amenazas que por cierto se están cumpliendo hasta cierto punto, a tenor de las continuas noticias sobre acciones armadas contra policías y miembros de las fuerzas de seguridad chinas. Al Partido Islámico del Turkestán se le presuponen relacionado, según diversas fuentes, con la CIA a través de los servicios secretos pakistaníes, ISI (¿Intenta Washington sabotear los Juegos Olímpicos de Beijing?, Michel Chossudovsky, Global Research. http://www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=9735. Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos, consultado en www.lahaine.org).

Barcelona 1992, un balance represivo

Es justo y conveniente que en el Estado español se hiciera un ejercicio más de memoria histórica, y recordásemos la orgía represiva desatada en 1992 en Barcelona y en Catalunya en general, ahora que tanto se habla de derechos humanos y de países que los infringen, en el marco de unos Juegos Olímpicos.

Al parecer, denunciar la violación de los derechos humanos en China para los grandes medios de comunicación españoles es un ejercicio de responsabilidad democrática, mientras cuando estas violaciones se dan en el Estado español denunciarlas supone todo lo contrario: una irresponsabilidad. Denunciar en el Estado español violaciones de los derechos humanos o cualquier recorte de las libertades individuales y colectivas supone ser calificado de «terrorista», de «hacer apología del terrorismo», de situarse prácticamente fuera de la leyes y la Constitución. Ejemplos de ello hay muchos, demasiados, pero inmersos como estamos en estos Juegos Olímpicos sería procedente recordar lo ocurrido en Barcelona 92.

El 29 de junio de 1992 la Guardia Civil iniciaba en las localidades de Vic, Manresa y en la propia ciudad de Barcelona lo que se conocería como «Operación Garzón 92». En menos de 15 días fueron detenidas 38 personas, pero el número de detenidos final aumentó hasta 60, de las cuales, 21 fueron encarcelados. Se interpusieron 23 denuncias por torturas, sin que se dedujeran de ellas responsabilidad criminal alguna. El ambiente represivo tanto en Barcelona en particular como en Catalunya en general se hizo por momentos insoportable, provocando lógicas reacciones populares de indignación que fueron acalladas y duramente reprimidas.

Aunque la operación se justificó en impedir acciones armadas del grupo independentista armado catalán Terra Lliure o de la organización armada vasca ETA, las detenciones abarcaron sobre todo a militantes de organizaciones políticas y movimientos populares: militantes del MDT (Moviment de Defensa de la Terra), del Partit dels Comunistes de Catalunya (PCC, en aquella época ligado a nivel estatal con el PCPE), o la propia Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), hoy partido gobernante en la Generalitat, así como miembros de la asociación de defensa de los presos independentistas catalanes Comités de Solidaritat amb els Patriotes Catalans (CSPC); además de personas sin filiación política o social concreta.

Según informaba la revista Kalegorria en el 2002 en su edición de junio recordando los 10 años de la fatídica «Operación Garzón 92», y tomando como guía el libro del periodista catalán David Bassa, «*L´Operació Garzón. Un balanç de Barcelona’92*» (Lliibres de l’ Índex), la operación represiva fue diseñada en una reunión secreta mantenida en la localidad alemana de Baden Baden en la que participaron el por entonces Ministro de Defensa, Narcis Serra, el Presidente, Felipe González, el propio Juan Carlos I, el Ministro del Interior José Luis Corcuera, el Alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, y el Presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Los silbidos y abucheos que los Reyes de España recibieron en 1989 en el Estadi Olimpic en los mundiales de atletismo hicieron poner en guardia a las estructuras represivas del Estado de cara a los Juegos Olímpicos.

La niña que no cantó en Pekín, el himno que no sonó en Barcelona

Según nos informaban en estos días, después de la fastuosa gala de inauguración de los Juegos, diversos medios de comunicación la niña que cantó la «Oda a la Madre Patria» en realidad no lo hizo, sino que sólo se había limitado a poner su linda carita, ya que la niña que en realidad cantó no era tan agraciada como ella. El periódico 20 Minutos el 12 de agosto lo decía así: «*La niña que encandiló en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín, ataviada con un traje rojo y cantando **Oda a la madre patria**, no cantó en realidad ni una sola nota, sino que fue elegida por su aspecto físico en detrimento de la cantante real, de cara rechoncha y dientes desparejados.*». Y todo, según este artículo por una cuestión de «interés nacional». La fuente de esta noticia fue proporcionada, según los diversos medios de comunicación, por Cheng Qigang, director musical de la gala.

De ser cierto, este hecho nos recuerda en cierto modo al engaño de TVE en la retransmisión de la gala de apertura de los Juegos de Barcelona 92: mientras en el Estadi Olimpic sonó el himno de Catalunya («Els Segadors») en la retransmisión de TVE sonó el himno español. Este hecho, frecuentemente silenciado, no tiene nada envidiar al supuesto engaño de la niña china. Pura manipulación mediática.

El control de los medios de comunicación

En el artículo ya citado de Esteban Beltrán en Público se decía: «*A pesar de la introducción de nuevas normas sobre los medios de comunicación, que aumentan la libertad de los periodistas extranjeros para cubrir noticias en China, estos siguen denunciando obstrucciones y obstáculos para llevar a cabo entrevistas. El Club de Corresponsales Extranjeros de China documentó aproximadamente 180 casos en 2007. En julio de 2008, esta cifra había aumentado hasta los 230, incluidos más de 40 casos tras los disturbios de marzo en el Tíbet y más de 12, después del terremoto de Sichuan en mayo.*».

En Barcelona 92, y con la intención de evitar todo tipo de información a cerca de los atropellos que las fuerzas represivas estaban cometiendo, y se diera la imagen «adecuada» al mundo en un acontecimiento en el que la «democracia española» se jugaba su prestigio, se clausuró el programa «L’Orquestra» de Catalunya Radio, Salvador Alsius, director del Telenoticies Migdia de TV3 pasó a «Cultura», mientras que la sede del semanario «El Temps» fue objeto de un registro ilegal. Pero quizá el hecho más significativo fue, sin duda, la dimisión del corresponsal de El País en Girona Quim Gil, este periodista cubrió la crónica de la detención del independentista catalán Marcel Dalmau y el registro de su piso, pero cuál fue la sorpresa de Quim Gil al descubrir la mañana siguiente su crónica «trastocada», más bien «reescrita», apareciendo una pistola decomisada que no aparecía en su crónica original. Las explicaciones que recibió Gil de la directora de El País de Catalunya, Blanca Cia, fue que la pistola se insertó por recomendación de sus contactos en la Guardia Civil.

Como siempre, los represores condecorados

Como ya nos tiene acostumbrado la «democracia española», cuanto menos se respeta los derechos humanos, cuanto más se vulneren, cuanto más saña se demuestre con los detenidos por partes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, más felicitaciones, condecoraciones y medallas se imponen.

El General de la Guardia Civil encargado del operativo Vicente Faustino Pellicer llegaría ser número dos de la Benemérita con López Valdivieso. Pero antes, el 12 de octubre de 1992, Ferrán Cardenal, director de la Guardia Civil por aquellos entonces, condecoraría a los agentes que participaron en la operación. Mientras que Garzón conseguía la notoriedad que ya iba persiguiendo tan afanosamente. Más tarde, en 1995, Garzón y Pellicer, junto con la labor de los por entonces dirigentes de ERC, Pilar Rahola y Ángel Colom, se apuntarían el tanto de la desarticulación y disolución definitiva de Terra Lliure. Al fin y al cabo, Terra Lliure no contaba, como al parecer si cuentan los del Partido Islámico del Turkestán, con el apoyo de la CIA, y el imperialismo norteamericano por supuesto rechazaba las propuestas de liberación nacional y socialistas de esta organización armada, y, como no, la idea de desestabilizar al Estado español, su fiel aliado durante la I Guerra del Golfo aún reciente en el tiempo. * * *En resumen* **

Con este «viaje atrás en el tiempo» no se pretende hacer apología del Gobierno chino, ni tampoco ocultar las presuntas violaciones de los derecho humanos y de las libertades que este Gobierno pueda cometer. Por otro lado, y como se puede deducir del propio texto, no se pretende, menos aún, hacer una exaltación abstracta de los derechos humanos tal y como pretenden siempre los medios afines al imperialismo occidental.

Se reprocha a la República Popular China en la inmensa mayoría de grandes medios de comunicación que intente aprovechar para sus intereses políticos estos Juegos Olímpicos, pero ¿no hacen todos los estados lo mismo con los grandes acontecimientos de alcance mundial? Al parecer quitar de en medio a mendigos de las calles de Pekín es reprobable, pero cuando esa «operación de limpieza» para ocultar la miseria tuvo lugar en Barcelona no lo fue. El que China quiera dar su mejor cara al exterior es criticable, que el Estado español quisiera hacer lo mismo con Barcelona y con Sevilla, donde tuvieron lugar igualmente numerosos episodios represivos con tiros en las calles para disolver manifestantes anti V Centenario, en 1992, no. Lo que es «malo» en Pekín 2008, al parecer, no lo fue en Barcelona 1992. ¿Cuál es la vara de medir? No se puede tener otra respuesta que la vara de medir de los grandes medios de comunicación occidentales es impuesta por los intereses políticos y económicos de estados imperialistas y multinacionales. De la información se hace pura propaganda al servicio de dichos intereses.

Por desgracia el ciudadano medio no puede seguir las sugerencias que el ya citado Michel Collon sugería en su libro «*¡Ojo con los media!*» (Hiru): «*Releer, volver a mirar y después comparar entre ellos estos media es muy instructivo. Es una que, en la vida cotidiana, el lector o el espectador corriente no tenga el tiempo de releer, comparar y examinar lo que le cuentan los media*». Si esta afirmación es válida para juzgar las informaciones que estamos recibiendo sobre los Juegos Olímpicos lo es aún más para analizar el conflicto de Osetia del Sur y el enfrentamiento entre el régimen títere occidental de Georgia y los intereses de Rusia, que no está dispuesta, como la República Popular China, a ser tutelada en su desarrollo capitalista independiente por Occidente.

** *Toda la información expuesta en este artículo sobre la «operación Garzón 92» se puede encontrar en la edición de junio del 2002 de la desaparecida revista Kalegorria.*