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La evolución de las negociaciones del TLC

De piso mínimo a techo máximo

Fuentes: Rebelión

Las delegaciones negociadoras de Perú, Colombia y Ecuador, ingresaron a la primera ronda del TLC con una sola idea que parecía estar clara: por el hecho de comenzar a negociar el tratado, nuestros países estarían asegurándose un «piso mínimo» que sería la prolongación de las facilidades de APTDEA. Aquí el ministro Ferrero no se cansaba […]

Las delegaciones negociadoras de Perú, Colombia y Ecuador, ingresaron a la primera ronda del TLC con una sola idea que parecía estar clara: por el hecho de comenzar a negociar el tratado, nuestros países estarían asegurándose un «piso mínimo» que sería la prolongación de las facilidades de APTDEA. Aquí el ministro Ferrero no se cansaba de repetir que no podríamos subsistir sin esa ventaja en el mercado yanqui, y de soñar que a partir de ese punto cualquier otro producto que pudiéramos colocar en el norte sería una ganancia de sus cualidades negociadoras.

Todo indica que Estados Unidos calculó las cosas exactamente al revés. Se dio cuenta que los andinos entraban convencidos de algo que nadie les había ofrecido. Así que bastó que aclararan que no había mínimo, para que nuestros gobiernos se quedaran sin piso y empezaran a rogar no terminar más debajo de donde empezaron. Por eso toda la negociación hasta la quinta ronda está consistiendo en tratar que Estados Unidos acepte que con TLC y todo, los productos que tenían cero arancel, empiecen a pagar por diez o quince años a partir del 2006.

Para no quedar debajo de ATPDEA, los gobiernos de Perú, Colombia y Ecuador, están trabajando en estos momentos borradores para intentar sustituir los mecanismos agrarios de protección (franja de precios, salvaguardias), por alguna fórmula con la que Estados Unidos pueda conformarse. En medicinas ya se está estudiando un subsidio para compensar las diferencias de precios que derivarían de extender el plazo de patente. Las micro y pequeñas empresas ya empezaron a descubrir que los gobiernos se mueven a suscribir el concepto que todas las unidades empresariales deben ser equivalentes frente al Estado y la ley, eliminando los mecanismos de promoción y protección existentes.

Esta sensación de explosión, en la que cada vez más sectores se distancian de la orientación del grupo negociador, no es gratuita. Tampoco viene de los sectores más duros que se opusieron desde el primer momento. Es más bien una reacción de los que dijeron que había que dar la pelea dentro. Bueno, están viendo que no hay espacio para la pelea. Y descubriendo que objetivamente los gobiernos andino se están convirtiendo en un simple lobby de lo grupos exportadores que ya estaban articulados a los Estados Unidos a través de ATPDEA.

Cuando Alfredo Ferrero dice que si alguien se opone a lo que viene haciendo que por favor le digan que nos haremos en el 2006 con los espárragos -si comeremos cuatro veces al día-, y con las confecciones -si usaremos tres prendas, una sobre otra-, demuestra palmariamente para lo que está trabajando. A este señor le importa nada que se quede el algodón embalado en los campos de Ica, o la producción de la PYMES de San Juan de Lurigancho y Gamarra que abastecen el mercado interno, o que quiebre lo que queda de actividad azucarera. Eso no cuenta. Alguien le ha dicho que debe gobernar para esparragueros, grandes confeccionistas y de paso para las mineras norteamericanas que también meten producción a EEUU, con cero aranceles, en su particular beneficio.

A medida que pasa el tiempo, el supuesto del «piso mínimo de ATPDEA» se está convirtiendo en la inminente amenaza de que termine convertido en el «techo máximo» al que apunten a llegar nuestros negociadores. Y que en función de una canasta de menos de 300 productos que están entrando a Estados Unidos bajo ese mecanismo, y de menos de diez que representan casi el 95% de las ventas, se condena a todo el resto de la economía y a la nación entera a someterse a las exigencias de hierro que lleva en la maleta la señora Vargo, jefe de la delegación de Estados Unidos.

Hay que reflexionar sobre porqué las cosas están yendo por ese camino. Y, claro, cuando la negociación decisiva comienza con una arenga presidencial que señala que se firmará el TLC, sí o sí, cualquiera sea el contenido y en el trámite más rápido, ¿qué más puede esperarse?