Recomiendo:
0

De Zurda

Fuentes: Rebelión

«Cuando el mundo está al revés, mejor pegarle de zurda…» Dice la canción cantada por Gustavo Santaolalla (autor del tema), Gustavo Cordera, Julieta Venegas y el grupo ChocQuibTown. Cada noche mundialista, Telesur (en asociación con TV Pública Argentina) presentó De Zurda, conducido por Diego Maradona y Víctor Hugo Morales. El programa incluía el análisis de […]

«Cuando el mundo está al revés, mejor pegarle de zurda…»

Dice la canción cantada por Gustavo Santaolalla (autor del tema), Gustavo Cordera, Julieta Venegas y el grupo ChocQuibTown. Cada noche mundialista, Telesur (en asociación con TV Pública Argentina) presentó De Zurda, conducido por Diego Maradona y Víctor Hugo Morales. El programa incluía el análisis de los partidos y entrevistas a personalidades del deporte, los derechos humanos, la política. A los co-conductores, se sumó un tercer componente clave: la combinación de imágenes y música de América Latina celebrando el Mundial en las calles. Este fue el tercer protagonista: el colectivo latinoamericano. De Zurda hizo visible a los invisibles, a los jóvenes de las favelas de Río intercambiando fraternalmente con chicos de las villas de Buenos Aires, programa organizado por la revista villera argentina la Garganta Poderosa. Y a cientos de hinchas movilizados tras el Mundial.

Entre estos tres hilos conductores -Maradona, Víctor Hugo y los hinchas- se estableció una conexión fluida, divertida y cálida. La audiencia televisiva se animó y empezó a sumarse, escribiendo cartas, mandando fotos y videos; se convirtió en el cuarto pilar del programa. Un logro envidiable. De Zurda consolidó en pocos días su audiencia y los comentarios de Maradona fueron reproducidos en innumerables medios argentinos, latinoamericanos y del resto del mundo.

Las imágenes de familias y amigos viendo los partidos en las favelas de Río, en las playas, en los barrios de Bahía y otras ciudades mostraron la diversidad racial y social de Brasil, la que no estuvo presente en los estadios mundialistas, en la que hubo sobretodo brasileños de origen europeo y mayor nivel económico. V. H. Morales hizo notar que el 50% de la población de Brasil es de origen africano, y que su ausencia de las tribunas se debía al alto costo de las entradas. Después de la final, Diego hizo un comentario irónico sobre el público brasileño que en el Maracaná festejaba a Alemania, el equipo que les hizo los 7 goles de la humillación. Esto que podría percibirse como una contradicción: el ideal latinoamericanista y la realidad que el público brasileño en los estadios apoyara primero a Holanda y luego a Alemania, no fue analizado por De Zurda. Quizá porque habían mostrado a lo largo de todo el mundial que el pueblo brasileño festejó y participó pero no tuvo cabida en los carísimos estadios del Mundial.

La venganza de la FIFA

Maradona ha venido denunciando los manejos corruptos de la FIFA desde hace mucho tiempo. En De Zurda, él y Víctor Hugo manifestaron su repudio al modus operandi de la Federación Internacional de Fútbol Asociación. Maradona advirtió que «Blater se está comiendo la pelota» porque mientras la FIFA recaudará 4900 millones de dólares, el campeón del mundo recibirá 35 millones. También denunció que «Ellos (la FIFA) son unos caraduras que le cobran dos millones de dólares a Haití para transmitir los partidos del mundial, a un país devastado». Pero la FIFA se tomó su revancha después de que Maradona criticara la dura sanción contra el delantero uruguayo Suárez (por el mordisco a Chiellini): «¿A quién mató Suárez? ¿Por qué no lo mandan a Guantánamo?». La FIFA le quitó la acreditación para asistir a los partidos del Mundial. Así, la FIFA, en su afán de revancha, bajó un escalón más: uno de los mayores astros del fútbol mundial y el mejor jugador argentino de todos los tiempos no solo no figuró entre los invitados de honor sino que le bloquearon su acreditación para asistir a los partidos.

Contra los fondos buitres y la violencia en Palestina y por la defensa de los derechos humanos

La característica más interesante del programa es que a la par del análisis deportivo supo plantear con claridad y sencillez algunos de los problemas cruciales de América Latina y del mundo. Tocaron temas como la campaña de los «fondos buitres» contra Argentina. Dijo Maradona: «No olvidemos que el fútbol es un juego. Después tenemos que seguir viviendo. No podemos dejar que nos pisen y nos sigan manejando como títeres, eso no va más.»

Uno de los temas sentidos por Maradona y, que quedó reflejado en el programa, es su admiración por la revolución cubana y por su líder, Fidel Castro. Además, fue en Cuba donde Maradona hizo el tratamiento de rehabilitación en el peor momento de su vida, y el agradecimiento a Fidel y al pueblo de Cuba es un sentimiento

particularmente intenso. Quedó en evidencia cuando V. H. Morales leyó la carta de Fidel: Admiro tu conducta por diferentes razones: tuve el privilegio de conocerte cuando triunfaron los latinoamericanos. Tú has vencido las pruebas más difíciles como atleta y joven de origen humilde…   Por supuesto, Diego, no olvidaré nunca la amistad y el apoyo que brindaste siempre al Líder Bolivariano Hugo Chávez, promotor del deporte y la Revolución en América Latina y los pueblos subyugados del mundo. Como respuesta, Maradona dijo que Fidel ha sido su maestro, quien le ha enseñado todo lo que sabe. 


 

Cabe destacar dos programas, en los que estuvieron como invitadas Piedad Córdoba (Colombianas y Colombianos por la Paz) y Estela de Carlotto (Abuelas de Plaza de Mayo). Ambas luchadoras sociales, con trayectorias que trascienden el ámbito de sus respetivos países y se proyectan al contexto latinoamericano, reconocieron el apoyo incondicional de Maradona a su causa. El tono del diálogo en estos tramos del programa fue sereno y respetuoso. Y es justamente en estos instantes donde más impacta Maradona. Quizá porque allí se desmorona la imagen creada por los medios sensacionalistas -empeñados en la destrucción de la oveja negra, del futbolista rebelde que ataca a la FIFA y a los mismos medios de prensa. Esa imagen estentórea, del «drogadicto», del maleducado, fue contrastada con la presencia de un ser humano sensible a los problemas sociales.

Diego Maradona fue, para muchos, el mejor futbolista de todos los tiempos. Esta afirmación se podría discutir. Lo que no se puede discutir es que Maradona es el símbolo de jugador del pueblo. Salió de Villa Fiorito -barrio humilde de Buenos Aires- y nunca renegó de sus orígenes. En De Zurda dijo al ver las imágenes de una favela de Río de Janeiro: «De una villa como esa vengo yo».

Telesur y TV Pública Argentina permitieron que se conozca al otro Maradona, al que confiesa que su mayor motivación para hacer aquel histórico gol a los ingleses en el Mundial del 86 fue pensar en los chicos que murieron en Malvinas.

Al despedirse del Mundial y de su audiencia, Maradona expresó su indignación por la masacre del pueblo palestino en Gaza por parte de Israel. Una constante del Diez, la denuncia de los atropellos perpetrados por las potencias militares contra el resto del mundo. Se podría decir que, siguiendo el ejemplo del Che, es el más universal de los argentinos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.