«Es evidente que tarde o temprano nos tendremos que declarar en suspensión de pagos»
P./ Su tesis, por resumir, es que España debe dejar el euro.
R./ Dije en su día que España no debía entrar en el euro y que faltaba cohesión económica en una Europa creada, a partir del Tratado de Maastricht, sólo por voluntad política. Después de doce años de vigencia del euro, incluso a mí se me ponen los pelos de punta al decir que debemos salir del euro. Entonces había razones ideológicas en mi posición; ahora afirmo, tras calibrar la gravedad de la situación, que España debería abandonar su vinculación con el euro.
P./ Habrá quien piense que su visión está muy condicionada por su ideología de izquierda.
R./ Ya no. Soy un economista de izquierda y sabía que la moneda única era un dogal que nos poníamos; que a partir de ahí no habría más que recortes y retroceso social por la competencia entre países muy distintos, desiguales. Me opuse a Maastricht, es cierto. Pero el problema ahora es que se ha complicado tanto la situación, con cinco millones de parados y una situación financiera desconocida, que estamos ante otra cosa. Seguir con el euro es mantener ese dogal sin solucionar los problemas de nuestra economía.
P./ Explique las razones, porque hay muchos ciudadanos que tiemblan ante esa posibilidad.
R./ No hay solución para la economía española en el marco del euro. Hemos acumulado una deuda con el exterior, unos pasivos brutos de tal magnitud, que no podemos generar recursos para pagar. Hablamos de 2,3 billones de deuda. Siempre hemos sido un país deudor, pero con nuestra entrada en el euro el déficit de la balanza exterior se ha disparado. Y, además, nos endeudamos mucho por la euforia que causó la globalización financiera. La deuda es impagable y vamos a estar siempre bajo la angustia que nos pueden causar los mercados financieros.
P./ Pero por abandonar el euro no dejamos de ser deudores.
R./ Evidente. Salirnos hoy del euro sólo sería un alivio artificial.
P./ En el marco del euro siempre habrá ayudas y complicidades, lo que no ocurriría con una moneda nacional. No veo el beneficio.
R./ El beneficio es que nuestra economía podría ser más competitiva para generar un excedente que permita ir pagando la deuda. Lo que ocurre es que la economía española es ya un puzle que no puede completarse en todos sus lados. Cuando digo que lo mejor es salirnos del euro y que la deuda es impagable estoy hablando del futuro de nuestra economía.
P./ Usted ha escrito que sólo nos cabe la catástrofe o el caos.
R./ En eso estamos. No recuerdo a qué llamé catástrofe y a qué el caos. Dicho de otra manera: España no es viable en el euro y fuera de la moneda única tendremos tal grado de conmociones que, sin duda, sufriremos.
P./ Usted defiende la salida del euro para recuperar la vieja palanca de la devaluación. ¿Es eso?
R./ Sí, y la vieja palanca de tener una moneda propia con una autoridad monetaria propia. Es una de las bondades. ¿Los males? La deuda, pero es que la deuda no se va a poder pagar ni dentro ni fuera del euro.
P./ O sea, está convencido de que España, tarde o temprano, se declarará en suspensión de pagos.
R./ Evidente.
P./ Pero es gravísimo.
R./ Sí; yo sólo soy el mensajero y ya llevo tiempo dando este aviso, desde que se creó el euro.
P./ ¿Qué problemas veía entonces para augurar el batacazo?
R./ Que no había condiciones para la moneda única. Además, las monedas nacionales fueron un instrumento histórico para que las economías débiles pudieran permanecer en el ámbito de la economía internacional. Los países tenían el mecanismo de la devaluación para poder competir.
P./ Un mecanismo para las economías del siglo XX, no para la economía globalizada.
R./ Eso es lo que pretenden hacernos creer desde los círculos neoliberales. ¿Dónde está dicho que a la globalización le corresponde una moneda única? ¿O que no podemos apostar por una desglobalización cooperativa? No tiene por qué ser así. De hecho, en la Unión Europea hay países como el Reino Unido o Dinamarca que no adoptaron el euro.
P./ ¿Acertaron?
R./ Lo he dicho antes, que no debimos incorporarnos al euro. La historia demostraba que, en los años previos al euro, la moneda de los países fuertes se había revalorizado, mientras que otras se habían devaluado. Ahí ya había un forzamiento. En 1993, hubo una crisis del sistema monetario europeo y se vio que era imposible sostener las monedas con el sistema de cambio establecido. A pesar de ello, se siguió avanzando hacia el euro, empecinándose en el error. Hubo que devaluar hasta cinco veces la peseta de entonces. Con esos antecedentes, ¿por qué se corrió tanto hacia la moneda única?
P./ ¿Por qué?
R./ Europa hizo del euro su gran proyecto y dio pavor decir que había que ir más lentos o dar marcha atrás. Al contrario, la clase política de todos los países se puso orejeras para ir hacia la moneda única, pese a que muchas de las condiciones de convergencia de Maastricht no se cumplían. Además, la capacidad de redistribución a través del presupuesto europeo es muy escasa.
P./ ¿La solución no está en ir avanzado hacia una fiscalidad común?
R./ Definitivamente no. Hay países que deben mucho y otros que son acreedores. ¿Quién le dice a los alemanes que deben pagar por las deudas de España? Tenemos, por otra parte, una fiscalidad muy heterogénea. Hacer una fiscalidad común supone que los españoles tendríamos que pagar, si nos comparamos con Alemania, siete u ocho puntos más respecto al PIB. ¿Cómo hacemos eso? No es fácil.
P./ ¿Ni siquiera sirven ya las políticas de contención del déficit?
R./ Ya no, es tarde. Desde mayo del año pasado, bien porque Zapatero obedece un «diktak» de los poderes europeos o porque percibe que la situación es gravísima, se produjeron recortes, reforma laboral, congelación de pensiones… Y la situación no es la misma sino más grave. No han solucionado nada.
P./ ¿Tampoco confía en el acuerdo de Zapatero y Rajoy para «sacralizar» el déficit cero a través de la Constitución?
R./ Absolutamente, no, aparte de la gravedad que tiene reformar la Constitución sin consultar a nadie. Primero, por los plazos que se han dado: hablamos del año 2020; segundo, el déficit cero en nuestro sector público no arregla el problema de nuestra deuda exterior.
P./ ¿Nuestros acreedores piensan que no vamos a poder pagar?
R./ Eso es. El endeudamiento público está en límites razonables, pero el conjunto de nuestra deuda es enorme. De esos 2,3 billones, unos 2 billones son del sector privado. ¿Y qué soluciones hay, dirá usted? No las hay, como se ve.
P./ Pero está convencido de que España está condenada a abandonar del euro.
R./ Absolutamente. Es más, creo que la moneda única está tan mal diseñada que la marcha de algún país, aunque sea periférico, causará una gran conmoción.