Que un carnicero de la Grecia rural reconozca a Costas Lapavitsas no es lo que uno se espera. Al fin y al cabo, estamos hablando de un economista, profesor en la SOAS (School of Oriental and African Studies) de Londres. Entre sus intereses a la hora de investigar está la evolución y función del sistema […]
Que un carnicero de la Grecia rural reconozca a Costas Lapavitsas no es lo que uno se espera. Al fin y al cabo, estamos hablando de un economista, profesor en la SOAS (School of Oriental and African Studies) de Londres. Entre sus intereses a la hora de investigar está la evolución y función del sistema financiero japonés y entre sus libros se cuenta The Political Economy of Money and Finance, que probablemente no forma parte de las discusiones habituales de los carniceros griegos.
Pero cuando justo antes de Pascua los Lapavitsas fueron a hacer la compra a Kopanos («Un pueblo dejado de la mano de Dios», a lo que parece, «más feo que un pecado»), el susodicho carnicero reconoció su nombre. «Yo conozco a Costas Lapavitsas», dijo. «Le he visto en un video de internet». Al saber que la estrella del video y su cliente eran la misma persona, el carnicero respondió con más emoción de la que es deseable en alguien que blande un cuchillo de cortar carne: «¡Ah, Debtocracy!»
Lapavitsas tiene un momento estelar en Debtocracy [Deudocracia], una película cuyo éxito parece tan improbable como la fama de este especialista universitario. Se trata de un documental sobre la crisis financiera que ha golpeado a Grecia, el desmoronamiento de las finanzas públicas, el préstamo de 110.000 millones de dólares de Europa y el Fondo Monetario Internacional, y los salvajes recortes que estaban por llegar.
Al contrario que otros participantes en el naciente género cinematográfico sobre el derrumbe financiero, los realizadores no van buscando a los culpables, hombres y mujeres. No es ningún Inside Job. Lo que tenemos en cambio es una polémica contra el sistema europeo, una explicación de cómo Grecia estaba condenada a luchar contra sus semejantes de Alemania. ¿Somos entonces la oveja negra de una Europa de éxito generalizado? se pregunta la voz en off. «¿O es que el sistema estaba enfermo desde su juventud?»
Debtocracy presenta de modo persuasivo la tesis de que todo el sistema del euro estaba podrido desde un principio, con los banqueros de Frankfurt y acumulando montones de superávit de capital y los europeos del sur arreglándoselas con préstamos baratos. Realizada con un presupuesto de 8.000 euros (7.110 libras esterlinas) y con un trabajo de cámara escasamente ostentoso o sin un uso de material de archivo elaborado, no deja de ser – lo puedo decir con confianza, sin ahondar demasiado en la historia – la mejor película de análisis económico marxiano que se haya producido alguna vez.
Colgada tanto en una página de la Red como en YouTube a primeros de abril, Debtocracy ha conseguido cerca de un millón de espectadores y se ha emitido en pequeños canales de televisión griegos, haciéndose gradualmente con un público. «Al principio, fue cosa de gente joven en Grecia con conexión de banda ancha», cuenta Aris Chatzistefanou [pronúnciese Jatsistéfanu], que escribió y dirigió la película con Katerina Kitidi. «Pero luego empezamos a oír historias de que se estaba proyectando en pueblos pequeños y que la gente mayor del campo le pedía a sus hijos que se la descargaran en DVD». A lo largo de este proceso, la película se ha convertido en instrumento de resistencia popular al paquete de austeridad impuesto a Grecia y la Europa meridional. En Portugal, el Bloco de Esquerda organizó una proyección de Debtocracy en un pequeño cine para lanzar su reciente campaña electoral. También estaba previsto mostrar la película a las 4.000 personas que protestaban en la Plaza de Cataluña antes de que las autoridades lo impidieran.
En el momento de hablar con Chatzistefanou se recupera todavía de la exhibición de su obra en la céntrica plaza de Síntagma, en Atenas. La proyección sólo pudo iniciarse a las 2.30 de la mañana «y después la gente quiso debatirla. Aún había cuatrocientas personas discutiendo sobre la crisis financiera griega a las cinco de la madrugada».
El momento escogido tiene mucho que ver con el éxito de Debtocracy. La economía se ha hundido aún más en la crisis, respaldando el argumento de la cinta de que el FMI y la eurozona están arruinando y no arreglando el país. Sin embargo, la sugerencia de la película de que los griegos renegocien y se nieguen a pagar algunas de sus ruinosas deudas, apenas si aparece todavía en la política o los medios informativos dominantes en Grecia. Lo que nos deja con un video en la Red para irlo difundiendo entre una masa creciente de disentidores.
A su vuelta de Kopanos a Londres, Lapavitsas recibió un correo electrónico: «¡Saludos desde el pueblo!» comenzaba el carnicero. «Sólo quiero felicitarle por la película. Ya podemos tener un debate en condiciones para cuando vuelva».
Debtocracy se puede ver o descargar en www.debtocracy.gr
Nota del t.: Recuérdese que la palabra samizdat (en ruso, «autoeditorial» o «autoedición»), aparecida en la década de 1960, definía la copia y distribución clandestina de literatura prohibida por el Estado en los sistemas de tipo soviético de Europa del Este.
Aditya Chakrabortty es columnista y editorialista de economía del diario británico The Guardian.
Traducción para www.sinpermiso.info de Lucas Antón