El decrecimiento es necesario para salvar al mundo, pero requiere, obligatoriamente, compensar a todos aquellos que se verán afectados negativamente.
Europa y Reino Unido dan marcha atrás en su compromiso contra el cambio climático. Los países de la Unión Europea votaron este lunes 25 de septiembre retrasar la entrada en vigor de la normativa de la Euro 7. La norma ideada para rebajar las emisiones contaminantes de los coches, y que hubiera entrado en vigor en 2025, se pospondrá para 2027 en el caso de los vehículos ligeros, y hasta 2029 para los pesados.
Previamente, el miércoles 20 de septiembre, el premier británico, Rishi Sunak, revirtió la mayor parte de medidas de Boris Johnson, su antecesor en el cargo, para lograr el objetivo cero emisiones en las próximas décadas. Su nueva hoja de ruta climática dejará sin efecto, entre otras medidas, la sustitución de los calentadores de gas por bombas de calor y, además, retrasará la prohibición de la venta de vehículos diésel y de gasolina a 2035. Realmente no han entendido nada.
Mientras aumenta la inflación, se acelera la irreversibilidad del cambo climático
El cambio climático y sus efectos nocivos es irreversible y se ha acelerado respecto a lo previsto. Además, los recursos minerales se agotan. Mientras el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra suben tipos de interés para frenar la inflación, en lo que no deja de ser una aberración de política económica, las decisiones de la zona Euro y Reino Unido no hacen nada más que disparar el precio del petróleo, y, por ende, la inflación. El uso de combustibles fósiles se encuentra en máximos históricos, cuando el pico de producción hace años que lo dejamos atrás. Mientras aumenta la inflación, se acelera la irreversibilidad del cambo climático.
Cambio climático y recursos naturales
En relación al cambio climático y sus repercusiones adversas en nuestras vidas, simplemente observar los dos últimos veranos es suficiente para comprender que ya estamos en una situación crítica. Sin embargo, la solución no radica en seguir un conjunto de reglas de buenas prácticas que a menudo quedan sin cumplirse. Es imperativo que reconsideremos nuestro modelo de crecimiento de tal manera que se produzca una transformación en su composición, lo que implicaría un menor consumo de energía y agua. Como alternativa, está la noción de decrecimiento económico, que requeriría además la compensación de familias y empresas para que lo acepten. Personalmente, considero que la modificación en la composición sería la opción más justa y eficiente desde una perspectiva social. Además, los avances tecnológicos podrían proporcionar un apoyo significativo.
Los departamentos de universidades que analizan los puntos de inflexión climáticos asumen la irreversibilidad del cambio climático y la necesidad de un decrecimiento
Sin embargo, irremediablemente llegamos tarde. Los departamentos de universidades que analizan los puntos de inflexión climáticos, como por ejemplo el Global Systems Institute de la Universidad de Exeter, dirigido por Tim Lenton, o el Institute for Environmental Science and Technology de la Universidad Autónoma de Barcelona, y donde trabaja Jason Hickle, antropólogo económico, y miembro de la Royal Society of Arts, asumen la irreversibilidad del cambio climático y la necesidad de un decrecimiento. Ya no basta con cambiar el modelo de crecimiento.
Además, es crucial que nuestros líderes tengan en cuenta la finitud de los recursos naturales, en particular, el agotamiento de los minerales, al tomar decisiones. Dadas las actuales tendencias de extracción de minerales, resulta evidente que el agotamiento de estos recursos no figura como una prioridad en los círculos de toma de decisiones a nivel global en política y economía. El dilema es que, si no se toman medidas, podríamos enfrentarnos, como lo indican los estudios y publicaciones de los académicos de la Universidad de Zaragoza, Alicia Valero, Antonio Valero y Guiomar Calvo, adscritos al Instituto Circe, a un escenario similar al descrito en su obra “Thanatia”, una tierra imaginaria donde todos los recursos concentrados se habrían extraído y dispersado por la corteza terrestre, y donde además se habrían agotado todos los combustibles fósiles. De la amplia serie de publicaciones de estos autores, insto a nuestros gobernantes a considerar su obra divulgativa, “Thanatia: Limitaciones materiales de la transición energética”. Y también les animo a seguir los valiosos estudios del Grupo de Energía, Economía y dinámica de Sistemas (GEEDS) de la Universidad de Valladolid.
Decrecimiento y Teoría Monetaria Moderna: una simbiosis necesaria
El decrecimiento, en definitiva, es necesario para salvar al mundo. Pero requiere, obligatoriamente, compensar a todos aquellos que se verán afectados negativamente, millones de familias y trabajadores, millones de pequeños empresarios. Y para ello solo la Teoría Monetaria Moderna (TMM) tiene la solución. Permítanme compartir con ustedes un artículo académico muy reciente, publicado en la revista Ecological Economics, How to pay for saving the world: Modern Monetary Theory for a degrowth transition, donde los autores, todos ellos pertenecientes a Institutos Económicos que analizan el cambio climático, concluyen que el decrecimiento y la Teoría Monetaria Moderna (TMM) forman una simbiosis estratégica para abordar las crisis sociales y ecológicas.
Concretamente en el resumen del artículo se señala: “El decrecimiento carece de una teoría sobre cómo el Estado puede financiar políticas socioecológicas ambiciosas y sistemas de provisión pública, manteniendo al mismo tiempo la estabilidad macroeconómica durante una reducción de la actividad económica. Para abordar esta cuestión, presentamos una síntesis de los estudios sobre decrecimiento y la Teoría Monetaria Moderna (TMM) basada en su concepción común del dinero como bien público y su oposición común a la escasez artificial. Presentamos dos argumentos. En primer lugar, nos basamos en la TMM para argumentar que los Estados con suficiente soberanía monetaria no se enfrentan a ningún obstáculo para financiar las políticas necesarias para una transición justa y sostenible hacia el decrecimiento. El aumento del gasto público no requiere ni implica crecimiento del PIB. En segundo lugar, nos basamos en la investigación sobre el decrecimiento para adaptar la TMM a la realidad ecológica. La TMM postula que el gasto fiscal sólo está limitado por la inflación y, por tanto, por la capacidad productiva de la economía. Nosotros sostenemos que los esfuerzos para hacer frente a esta limitación también deben prestar atención a los límites sociales y ecológicos. Basándonos en esta síntesis, proponemos un conjunto de políticas monetarias y fiscales adecuadas para una transición estable hacia el decrecimiento, que incluyen una regulación más estricta de las finanzas privadas, reformas fiscales, controles de precios, sistemas públicos de aprovisionamiento y una garantía de empleo emancipador. Este enfoque puede apoyar una amplia movilización democrática en favor de una transición hacia el decrecimiento.”
Pero ante todo ello, las élites occidentales, sí, “as usual”, mirando a otro lado, y de paso, quedándose desfasadas tecnológicamente respecto a China, que sí, y esto no deja de ser curioso, ha dado pasos necesarios, aunque no suficientes, para abordar el cambio climático.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/analisis/decrecimiento-teoria-monetaria-moderna-simbiosis-necesaria