El saldo negativo en la balanza comercial de Estados Unidos, con una cifra récord de 725. 800 millones de dólares el pasado año, activó la alarma de Washington sobre las perspectivas de la economía nacional.El pronunciamiento más reciente del Departamento de Comercio reveló que sólo en el mes de diciembre último, los números rojos en […]
El saldo negativo en la balanza comercial de Estados Unidos, con una cifra récord de 725. 800 millones de dólares el pasado año, activó la alarma de Washington sobre las perspectivas de la economía nacional.
El pronunciamiento más reciente del Departamento de Comercio reveló que sólo en el mes de diciembre último, los números rojos en el intercambio de bienes y servicios con el exterior llegaron a 65.700 millones de dólares.
Las estadísticas del cierre del 2005 superan incluso el déficit reportado en el ejercicio precedente, cuando el desequilibrio había llegado a la impresionante cifra de 617.000 millones de dólares.
De esa forma, el saldo negativo en la balanza comercial llegó el año anterior al equivalente del 5,8% del Producto Bruto Interno Bruto (PBI) del país en el período.
En ese comportamiento, indicaron analistas, influyeron los elevados precios del petróleo, con valores por encima de los 50 dólares el barril.
Y en efecto, esa coyuntura pesa en extremo para una nación que es además la mayor consumidora de crudo en el orbe, con niveles diarios en torno a los 20 millones de barriles.
Las estadísticas revelaron además que los desequilibrios llegaron a niveles históricos en el comercio con mercados de importancia como China, Japón, la Unión Europea y América Latina.
El déficit del 2005 incluyó un aumento del 12,9% en las importaciones, las cuales totalizaron dos billones (millón de millones de dólares).
Mientras, las ventas externas mostraron un incremento del 5,7%, hasta 1,27 billones de dólares.
Los expertos mencionan con énfasis el caso de China, pues el saldo negativo para Estados Unidos en el intercambio con esa nación alcanzó un máximo histórico de 201.600 millones de dólares, con un incremento del 24,5% respecto al 2004.
En ese resultado, añadieron, influyó el repunte del 42,6% en las importaciones de textiles desde el gigante asiático, las cuales se benefician con un sólido crecimiento tras la suspensión de la política de cuotas.
Washington busca una explicación a ese comportamiento en el caso de China, país al que atribuye la imposición de barreras artificiales al ingreso de productos norteamericanos, piratería de marcas y patentes.
Asimismo, acude una vez más a las críticas de la política financiera de Beijing, al mencionar el tipo de cambio del yuan frente al dólar estadounidense y busca incluso la clasificación del gigante asiático como manipulador de divisas.
La creciente brecha comercial es vista también como una de las causas de la migración de empresas hacia destinos con mano de obra barata, lo que se refleja en la pérdida de unos tres millones de empleos en el sector manufacturero durante los últimos cinco años.
Frente a ese entorno, entre los legisladores norteamericanos crecen los llamados a diseñar estrategias de contención para las mercancías y servicios chinos, en franca contradicción con las normativas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Mientras, en el caso de América Latina el superávit en su comercio con Estados Unidos llegó a los 100.840 millones de dólares, para un incremento del 32,2%.
Durante el 2005, la región aportó hasta el 17,5% de los productos importados por la economía norteamericana, en tanto sirvió de mercado para el 13,2% de las exportaciones estadounidenses.
De esa forma, la economía de Estados Unidos acumula cifras comerciales adversas durante cuatro años en forma consecutiva, a la defensiva casi total en el intercambio con las principales regiones geográficas del planeta.
El déficit comercial se erige así en uno de los principales obstáculos para las aspiraciones de crecimiento de Washington, que se ve obligado en ocasiones a acudir a esquemas protecciones como los subsidios para proteger a los productores nacionales.
Para muchos, el enorme agujero podría ser también una señal del creciente incremento del consumo, aunque es factible de interpretarse como una pérdida de competitividad de los bienes y servicios que las compañías norteamericanas colocan en el mercado internacional.