Desde hace un par de años un nuevo actor viene dominando la escena nacional: La «crisis fiscal», producto de los déficit siderales que aquejan al país. Y hay una paradoja: La «crisis» no nace como producto del endeudamiento privado sin respaldo, sino como emergente de los programas de salvataje financiero que han endeudado (sin respaldo […]
Desde hace un par de años un nuevo actor viene dominando la escena nacional: La «crisis fiscal», producto de los déficit siderales que aquejan al país.
Y hay una paradoja: La «crisis» no nace como producto del endeudamiento privado sin respaldo, sino como emergente de los programas de salvataje financiero que han endeudado (sin respaldo fiscal) al país, señaló Manuel Freytas.
Los billonarios fondos públicos utilizados para salvar a los megaconsorcios bancarios e industriales terminaron generando una deuda impagable y un rojo crónico en las cuentas fiscales de la nación
El déficit federal actualmente es de 1,4 billones (millones de millones) de dólares y se cree que podría llegar a 1,5 billones en el año fiscal en curso, aproximadamente 10 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
Pero la deuda acumulada llega a 14,2 billones de dólares. Lo que equivale, más o menos, al volumen del PIB del país, es decir, de todo lo que Estados Unidos produce al año.
Este proceso de sobreendeudamiento (agregado a la caída de la recaudación por la desaceleración económica) no solo amenaza la estabilidad económica, también la «gobernabilidad» del sistema.
La sombra de una insolvencia de pago generalizada hace temer a los analistas del sistema un rebrote de la crisis financiera, no ya a nivel de los bancos, sino a nivel del propio Estado central, concluye Freytas
El 18 de abril, la agencia de calificación de riesgo crediticio, Standard & Poor’s (S&P) rebajó a «negativa» la perspectiva de los bonos de Gobierno, es decir, puso en duda la capacidad del estado de pagar sus deudas.
¿Qué diferencia hace un déficit?
Richard D. Wolff, Profesor Emeritus en la Universidad de Massachusetts, explica que cuando los recaudos gubernamentales se quedan cortos ante sus gastos, el gobierno tiene que tomar prestado para cubrir la diferencia. El tomar prestado entonces se suma a la deuda acumulada. Como resultado, el gasto de los años venideros incluye el pago del interés de esa deuda incurrida
El déficit importa, dice Wolff, porque los ingresos del gobierno a base de impuestos son desviados de servir y ayudar a la mayoría de los contribuyentes hacia el enriquecimiento de los acreedores de Washington
También importa cuando los republicanos y demócratas conservadores utilizan el déficit y la deuda gubernamental como excusa para recortar programas gubernamentales que no les gustan.
Fue ésta la política de Reagan hace tres décadas y la llevó adelante George W. Bush de forma más salvaje aún. La de este último consistió en aumentos masivos en materia de armamento y seguridad, acompañados de recortes masivos de impuestos sobre las rentas más elevadas. El propósito, señalan, consistía en crear déficits gigantescos para que a la hora de la verdad, y dado que el gasto en armamento es una vaca sagrada, no hubiera más remedio que recortar asistencia social.
Hoy, la discusión sobre el déficit fiscal en Washington está dominada por una perspectiva conservadora. Se contempla recortes significativos del gasto público, incluida la reforma de algunos programas sociales tan valorados y costosos como Medicare (cobertura médica de los jubilados) y Medicaid (asistencia sanitaria a los más desfavorecidos), también recortes de 400 millones en gastos de Defensa (una gota de agua en un presupuesto de 38.000 millones).
El 13 de abril Obama sugirió un pequeño aumento en los impuestos a los ricos, subiendo de 35% a 39% el impuesto aplicable a ese sector (comparado con el 91% que se les gravaba en la década de los 60), y un fin a las lagunas jurídicas en las leyes aplicables a los impuestos corporativos; que si alguna vez se aprueban y pasan esas leyes, no será mucho el cambio. En el mejor de los casos traerían menos de 100 billones al año a las arcas gubernamentales. Eso recortaría el déficit actual apenas un 7.5%.
En cuanto a las nuevas fuentes de ingreso, no hay ninguna.
El premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, planteó aumentar la base de recaudación fiscal entre la población de mayor ingreso económico
«Dado que una cuarta parte de todo el ingreso generado en Estados Unidos va a parar al uno por ciento de la población, la más rica, y que la clase media estadunidense enfrenta menores ingresos que hace una década, reformar el sistema fiscal sería una manera equitativa de incrementar los ingresos y reducir el déficit», dijo.
Un cálculo reciente mostró que si las corporaciones e individuos que ganan sobre un millón de dólares al año pagaban la misma tasa impositiva que pagaron en 1961, el Departamento del Tesoro recogería 716 billones de dólares al año. Esa cifra recortaría el déficit y los costos asociados a su pago prácticamente a la mitad.
Los republicanos aparentan estar preocupados por los enormes déficits gubernamentales que se han acumulado en los últimos años. Los demócratas pretenden estar tan preocupados como los republicanos, pero no discutieron, y menos aprobaron gravar más impuestos a los ricos y corporaciones como una manera para recortar el déficit.
Ambos partidos han utilizado continuos déficits para sostener a una economía moribunda apoyada en el estado, dice Wolff. «Esos déficits continuarán aumentando nuestra deuda nacional y seguirán siendo utilizados como excusas para recortar servicios públicos», afirmó.
Alberto Ampuero es periodista de Riverside, California.
http://www.argenpress.info/2011/05/estados-unidos-deficits-que-matan.html