Con la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se reafirmó que para la mayoría de los países de la región, los tiempos ya no son los del unipolarismo impuesto por Estados Unidos desde hace un siglo, sino de integración para alcanzar la soberanía y el desarrollo necesarios de sus pueblos, en […]
Con la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) se reafirmó que para la mayoría de los países de la región, los tiempos ya no son los del unipolarismo impuesto por Estados Unidos desde hace un siglo, sino de integración para alcanzar la soberanía y el desarrollo necesarios de sus pueblos, en momentos en que las grandes potencias capitalistas occidentales padecen una profunda crisis económica.
Gobiernos democráticos progresistas han surgido en los últimos años en este hemisferio occidental los cuales han trabajado por la unión de nuestras naciones como única forma de enfrentar las consecuencias de una globalización de la economía mundial inventada por los países ricos y sus transnacionales para adueñarse de las riquezas de los países pobres.
La acción que marco el viraje en la zona fue el fracaso que sufrió Estados Unidos en la IV Cumbre de las Américas efectuada en noviembre de 2005 en la ciudad de Mar de Plata, Argentina. Antes, los movimientos sociales lograron llevar al poder a gobiernos progresistas.
En la reunión de Mar del Plata se evidenció que los tiempos comenzaban a cambiar pues Estados Unidos no pudo imponer la llamada Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) con la que pretendía convertir a todas las naciones de la región en su traspatio neocolonial.
A esa IV Cumbre de las Américas fueron citadas, por decisión y orientación de Washington, 34 naciones (con la inclusión de Canadá y Estados Unidos). La gran ausente era Cuba, a quien ex mandatario norteamericano George W. Bush le negaba su participación.
Ahora la correlación de fuerzas cambió drásticamente. La CELAC la integran 33 naciones, entre ellas Cuba, y sin la participación de Estados Unidos y Canadá. Es decir, un verdadero mecanismo para la integración de América Latina y el Caribe.
Con el ALCA, Estados Unidos pretendía eliminar las tarifas aduaneras, llevar la privatización a todos los sectores productivos y de servicios, controlar los recursos naturales y hasta los mercados de esos países a favor de sus poderosas compañías transnacionales. En conclusiones, cero independencia y soberanía, tanto económica como política, para los países comprendidos del Río Bravo a la Patagonia.
En las decisiones que tomarán, de ahora en adelante, los miembros del CELAC, no intervendrá directamente Estados Unidos (con sus presiones y imposiciones), aunque como es lógico, debido a la diversidad ideológica del grupo, los países más allegados a Washington intentarán encaminar algunas de sus pretensiones. Pero la correlación de fuerzas progresistas en el continente no les favorece.
Muchos son los desafíos económicos y sociales que tiene por delante la naciente organización en aras de reivindicar más de dos siglos de luchas y esperanzas tras las mediatizadas independencias.
Pese a que la región ha logrado evadir con cierta dignidad los desastres ocasionados por la crisis capitalista mundial que comenzó en Estados Unidos y se ha extendido por Japón y la Unión Europea, muchas cuestiones estan por resolverse.
Estudios de organismos internacionales indican que de lose 580 millones de habitantes de la región, más de 180 millones son pobres, e indigentes casi 100 millones.
Ese mal social y económico afecta a 81 millones de niños mientras 13 millones de menores no pueden acceder a las mínimas necesidades alimentarias.
Se ha tornado en un hecho habitual, ver a niños viviendo en las calles, lustrando zapatos, vendiendo periódicos, chicles o buscando desperdicios de comida en los latones y vertederos de basura.
La falta de redes de alcantarillado, de servicio de agua potable y la insalubridad, principales causas de enfermedades gastrointestinales, afectan a decenas de millones de personas en disímiles ciudades del área.
La carestía de viviendas y la hacinación de la población en villas miserias o favelas se ha incrementado en los últimos años por toda la geografía latinoamericana.
El analfabetismo afecta a decena de millones de personas, pese a que varios países como Venezuela, Nicaragua y Bolivia, con la ayuda de Cuba, se han declarado libres de ese flagelo.
Entre los graves problemas se encuentra la profunda desigualdad existente que se incrementó con las políticas neoliberales impuestas en los últimos 30 años por Estados Unidos, los países occidentales desarrollados y los organismos financieros como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario internacional (FMI).
Sin embargo, mucho de estos inconvenientes se podrán comenzar a resolver con una verdadera unión integradora entre sus naciones.
En este hemisferio sur existe un gran potencial científico, técnico y educacional que en ocasiones se desaprovecha con políticas gubernamentales que impulsan el robo de cerebro por parte de los países desarrollados.
En sus más de 20 millones de kilómetros cuadrados de extensión se hallan grandes reservas acuíferas y numerosos yacimientos de materias primas, combustibles y minerales.
Por ejemplo, en los últimos años la región se ha convertido en la principal reserva petrolera y gas (aproximadamente 338 000 millones de barriles); la tercera productora de energía eléctrica y la primera economía productora de alimentos, además de contar con enormes ríos, grandes lagos y el acuífero Guaraní, entre otros.
Con un Producto Interno Bruto (PIB) en conjunto de unos 6,3 billones de dólares y sus más de 580 millones de habitantes, América Latina cuenta con un mercado interno muy interesante para su desarrollo proporcional.
En la zona también han surgido organizaciones subregionales como MERCOSUR, UNASUR, ALBA, PETROCARIBE; las Comunidades Centroamericanas, Caribeñas y Andinas que han laborado por elevar el nivel de vida de sus pobladores.
La CELAC, con sus 33 miembros y una visión más abarcadora tiene la oportunidad de pasar a niveles superiores de integración, unidad y solidaridad entre los países, alejada de las nefastas políticas neoliberales de la década de 1980, para hacer pasadera la vida de sus habitantes en esta época de crisis capitalista.
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